miércoles, 5 de junio de 2019

CARTA APOSTÓLICA SALVIFICI DOLORIS SOBRE EL SENTIDO CRISTIANO DEL SUFRIMIENTO HUMANO



V

PARTÍCIPES EN LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO

22. A la perspectiva del reino de Dios está unida la esperanza de aquella gloria, cuyo comienzo está en la cruz de Cristo. La resurrección ha revelado esta gloria —la gloria escatológica— que en la cruz de Cristo estaba completamente ofuscada por la inmensidad del sufrimiento. Quienes participan en los sufrimientos de Cristo están también llamados, mediante sus propios sufrimientos, a tomar parte en la gloria. Pablo expresa esto en diversos puntos. Escribe a los Romanos: « Somos ... coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con Él para ser con Él glorificados. Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros ». En la segunda carta a los Corintios leemos: « Pues por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de gloria incalculable, y no ponemos los ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles ». El apóstol Pedro expresará esta verdad en las siguientes palabras de su primera carta: « Antes habéis de alegraros en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo, para que en la revelación de su gloria exultéis de gozo ».

El motivo del sufrimiento y de la gloria tiene una característica estrictamente evangélica, que se aclara mediante la referencia a la cruz y a la resurrección. La resurrección es ante todo la manifestación de la gloria, que corresponde a la elevación de Cristo por medio de la cruz. En efecto, si la cruz ha sido a los ojos de los hombres la expoliación de Cristo, al mismo tiempo ésta ha sido a los ojos de Dios su elevación. En la cruz Cristo ha alcanzado y realizado con teda plenitud su misión: cumpliendo la voluntad del Padre, se realizó a la vez a sí mismo. En la debilidad manifestó su poder,y en la humillación toda su grandeza mesiánica. ¿No son quizás una prueba de esta grandeza todas las palabras pronunciadas durante la agonía en el Gólgota y, especialmente, las referidas a los autores de la crucifixión: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen »? A quienes participan de los sufrimientos de Cristo estas palabras se imponen con la fuerza de un ejempló supremo El sufrimiento es también una llamada a manifestar la grandeza moral del hombre, su madurez espiritual. De esto han dado prueba, en las diversas generaciones, los mártires y confesores de Cristo, fieles a las palabras: « No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla ».

La resurrección de Cristo ha revelado « la gloria del siglo futuro » y, contemporáneamente, ha confirmado « el honor de la Cruz »: aquella gloria que está contenida en el sufrimiento mismo de Cristo, y que muchas veces se ha reflejado y se refleja en el sufrimiento del hombre, como expresión de su grandeza espiritual. Hay que reconocer el testimonio glorioso no sólo de los mártires de la fe, sino también de otros numerosos hombres que a veces, aun sin la fe en Cristo, sufren y dan la vida por la verdad y por una justa causa. En los sufrimientos de todos éstos es confirmada de modo particular la gran dignidad del hombre.

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