sábado, 14 de mayo de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL

SÁBADO DE LA SEMANA VII
14 de mayo


    San Lorenzo Justiniano (1381-1455), canónigo regular, Patriarca de Venecia
    Sermón para la fiesta de San Matías


Dios escogió al apóstol Matías

    El apóstol Pablo escribe: ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!» (Rm 11,33)... «Lo has hecho todo con sabiduría», dice el salmo (103, 24), es decir, en tu Verbo. Si todo ha sido hecho en el Verbo y por el Verbo (Jn 1,3), ¿quién dudará que se ha hecho con sabiduría, y que eligió perfectamente sus discípulos sin acepción de personas? «Nos eligió en él, dice el apóstol, antes de la creación del mundo» (Ef 1,4)...

    Consideremos la elección de Matías. Los apóstoles había elegido a Barsabas, llamado Justo, y a Matías...; a continuación se pusieron a invocar al que juzga según el corazón y que «conoce el corazón de cada uno» de ellos para que indicase quién era el elegido. Y seguramente que él tenía ya elegido a Matías para este honor antes que se echaran las suertes, incluso antes que el mundo fuera creado...

    «Todo cuanto pidáis en la oración, dice el Señor, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis» (Mc 11,24). Por eso la Iglesia acostumbra a orar unánimemente todas las veces que se ve necesitada de pedir algo al Señor; y no hay medio tan eficaz sobre el querer divino como la oración, al menos si se hace con fe, serenidad, humildad y perseverancia. El echar las suertes no ha supuesto ningún prejuicio a la elección de este glorioso apóstol ya que, como dice la Escritura, los apóstoles comenzaron por orar; el echarlo a suerte fue más bien una inspiración del Señor en respuesta a su oración. Por otra parte, Matías no obtuvo una gracia menor que Pedro o cualquier otro de los apóstoles, aunque fuese el último. Recibió el Espíritu con la misma plenitud que los demás, y los mismos dones espirituales que ellos. El Espíritu Santo, viniendo sobre él, lo llenó de caridad, le concedió expresarse en todas las lenguas, hacer milagros, convertir naciones, predicar a Cristo y alcanzar el triunfo del martirio.

Fuente: ©Evangelizo.org




    "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso.

    San Agustín

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