« Felices los pacientes »
Una de las bienaventuranzas resaltadas por la palabra del Salvador, nos ofrece esta verdad: “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia” (Mt 5,4).No tenemos otro medio de heredar la tierra, o sea someter a nuestro dominio la tierra rebelde de nuestro cuerpo, que fundando de entrada nuestra alma en la ternura de la paciencia. En los combates que la pasión suscita en nuestra carne, el triunfo se obtiene revistiendo las almas de paciencia. “Los humildes poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad”, canta el salmista, “los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre” (Sal 37,11.29).
El salmista nos sigue enseñando: “Espera en el Señor y sigue su camino… te honrará con la posesión de la tierra” (Sal 37,34 a.b). He aquí una verdad constante. Nadie llega a la firme posesión de la tierra, fuera de los que guardan los caminos difíciles y los preceptos del Señor con mansedumbre inalterable y paciencia. Su mano los retirará del fango de las pasiones carnales y los exaltará. “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia”, no sólo recibirán la tierra, sino que “gozarán de una gran felicidad”.
En cambio, el que permanece en su carne sujeto a las guerras de la concupiscencia, no gozará de esta felicidad de forma estable. (…) Pero cuando el Señor, imponiendo silencio a las guerras, lo haya librado de los embates de la carne, llegará a tal estado de pureza que la confusión desaparecerá y comenzará a vivir sus delicias en ella, como en un purísimo tabernáculo. (…) El mérito de su paciencia le habrá dado la tierra en herencia y gozará de una gran felicidad.
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