San Teodoro el Estudita (759-826) monje en Constantinopla Catequesis 80 (Les Grandes Catéchèses, coll. Spiritualité Orientale 79, Bellefontaine, 2002)
"Imiten la humildad de Cristo"
¿Alguien quiere actuar bien? ¡Qué se tenga a distancia del orgullo y se revista con una obediencia sin reserva de la más alta humildad! Entonces, alegría y júbilo cubrirán su cabeza (cf. Is 35,10). De esta buena raíz todo puede sacarse: alegría, paz, bondad y piedad, docilidad y equilibrio, ternura y humildad (cf. Gal 5,22), todo lo que es hermoso, agradable y deseable. O sea, todo lo que caracteriza al que es realmente hombre de Dios. (…)
Levanten sus miradas hacia Cristo, nuestro Señor y Dios, amo de todas las cosas. Él es el verdadero rico, el Hijo Único del Padre. Siéntanse atraídos por lo que es humilde (cf. Rom 12,6) e imiten lo que él hizo. Era sencillo en apariencia, sumiso a sus padres hasta que llegó el tiempo. Frecuentemente caminaba sobre las rutas y se sentaba cuando estaba fatigado (cf. Jn 4,6). Insultado, no devolvía el insulto; maltratado, no amenazaba (cf. 1 Pe 2,22); tendía la mejilla al que le pegaba. No tenía mucha vestimenta y se contentaba con una pequeña túnica y un manto. No llevaba con él suaves coberturas, no iba a caballo ni montaba sobre mulas, se alimentaba con pan y bebía el agua de los arroyos.
Si nosotros, que poseemos mucho más, nos sentimos molestos y atormentados por eso, ¿cómo imitaremos al Señor? ¡Soportemos todo con paciencia y plasmemos nuestra vida sobre el divino modelo!
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