CAPÍTULO SEGUNDO
DOS SUTILES ENEMIGOS DE LA SANTIDAD
El pelagianismo actual - Una enseñanza de la Iglesia muchas veces olvidada
54. El Catecismo de la Iglesia Católica también nos recuerda que el don de la gracia «sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana»[57], y que «frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno de parte del hombre. Entre él y nosotros la desigualdad no tiene medida»[58]. Su amistad nos supera infinitamente, no puede ser comprada por nosotros con nuestras obras y solo puede ser un regalo de su iniciativa de amor. Esto nos invita a vivir con una gozosa gratitud por ese regalo que nunca mereceremos, puesto que «después que uno ya posee la gracia, no puede la gracia ya recibida caer bajo mérito»[59]. Los santos evitan depositar la confianza en sus acciones: «En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos»[60].
[57] N. 1998.
[58] Ibíd., 2007.
[59] Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae I-II, q.114, a.5.
[60] Sta. Teresa de Lisieux, “Acto de ofrenda al Amor misericordioso” (Oraciones, 6).
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