No debemos olvidar nunca que la palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienen y van. Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La palabra de Dios, por el contrario, es palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para siempre. Por tanto, al llevar en nosotros la palabra de Dios, llevamos la vida eterna.
BENEDICTO XVI
San Jerónimo. 1
Miércoles 7 de noviembre de 2007
San Jerónimo. 1
Miércoles 7 de noviembre de 2007
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