lunes, 9 de agosto de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 10 de Agosto - «Si el grano de trigo… muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24).


 
San Juan Pablo II, papa
Catequesis, Audiencia General (09-11-1988) - (Extracto)
Sentido del sufrimiento a la luz de la pasión del Señor

«Si el grano de trigo… muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24).


2. (...) El Cristo que sufre es, como ha cantado un poeta moderno, «el Santo que sufre», el Inocente que sufre, y, precisamente por ello, su sufrimiento tiene una profundidad mucho mayor en relación con la de todos los otros hombres, incluso de todos los Job, es decir de todos los que sufren en el mundo sin culpa propia. Ya que Cristo es el único que verdaderamente no tiene pecado, y que, más aún, ni siquiera puede pecar. Es, por tanto, Aquél ―el único― que no merece absolutamente el sufrimiento. Y sin embargo es también el que lo ha aceptado en la forma más plena y decidida, lo ha aceptado voluntariamente y con amor. Esto significa ese deseo suyo, esa especie de tensión interior de beber totalmente el cáliz del dolor (cf. Jn 18, 11), y esto «por nuestros pecados, no sólo por los nuestros sino también por los de todo el mundo», como explica el Apóstol San Juan (1 Jn 2, 2). En tal deseo, que se comunica también a un alma sin culpa, se encuentra la raíz de la redención del mundo mediante la cruz. La potencia redentora del sufrimiento está en el amor.

3. Y así, por obra de Cristo, cambia radicalmente el sentido del sufrimiento. Ya no basta ver en él un castigo por los pecados. Es necesario descubrir en él la potencia redentora, salvífica del amor. El mal del sufrimiento, en el misterio de la redención de Cristo, queda superado y de todos modos transformado: se convierte en la fuerza para la liberación del mal, para la victoria del bien. Todo sufrimiento humano, unido al de Cristo, completa «lo que falta a las tribulaciones de Cristo en la persona que sufre, en favor de su Cuerpo» (cf. Col 1, 24): el Cuerpo es la Iglesia como comunidad salvífica universal.

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