San Francisco de Sales Opúsculos: Solemos ocultar nuestros defectos juzgando al prójimo Opúsculos, XXVI, 93
«No juzguéis... ¿cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?»
No juzguemos antes de tiempo; juzgar corresponde a Dios; Él ve el corazón humano y el hombre no ve más que la cara. Pero cuando todas las probabilidades nos dicen que se ha cometido un acto malo y la razón no puede convencerse de lo contrario, se debe achacar a la sorpresa, al apresuramiento, a la tentación y, en último término, no ocuparse más en ello, quitárselo del pensamiento y no hablar más de ello, pues: «Toda verdad que no es caritativa proviene de una caridad que no es verdadera.» Es una injusticia pedir el ser absueltos de nuestras faltas cuando condenamos las más pequeñas de los demás. Todavía no he visto a nadie que se haya arrepentido de hablar bien del prójimo.
Toda la belleza del alma estriba en el amor que tenga a su prójimo. Quien no mire a su prójimo santa, caritativa y piadosamente, con el respeto que le debe como cristiano, estropeará todo lo bueno que hay en su alma; pues de ahí le vendrá la soberbia, se hará insolente, envidioso y no conservará ningún rasgo de la imagen de Dios en él.
Felices quienes se ocupan en considerar sus propios defectos y no abren los ojos para fijarse en los de los demás. Y fijaos que siempre es así: los que siempre tienen algo que decir sobre las menores faltas del prójimo, de ordinario son personas que tienen grandes defectos.
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