«Ven, sígueme»
Cuanto más te separes de las cosas de la tierra, más te acercarás a las del cielo y más encontrarás las riquezas de Dios.
El que sabrá morir a todo, encontrará vida en todo. Apártate del mal, haz el bien, busca la paz (Sal 33,14).
El que se queja o murmura no es nada perfecto, ni tan sólo buen cristiano.
Es humilde el que se esconde en su propia nada y sabe abandonarse a Dios. Es pacífico el que sabe soportar al prójimo y soportarse a sí mismo.
Si quieres ser perfecto, vende tu voluntad y dala a los pobres de espíritu, después vuélvete hacia Cristo para obtener de él la suavidad y la humildad, y síguele hasta el Calvario y el sepulcro.
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