Día Octavo
En este octavo día de la Novena pedimos por los estudiantes y los adictos. También pedimos a nuestra Madre de Guadalupe que interceda por todos los que estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia y nos ayude a superarla.
Oración a la Virgen de Guadalupe frente al Coronavirus.
A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.
+Por no prestar atención a las necesidades de nuestros hermanos. Señor, ten piedad.
+ Por no mirar ni ayudar a los que menos tienen. Cristo, ten piedad.
+ Por no crecer como comunidad atenta y servicial. Señor, ten piedad.
Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.
Texto de la Palabra de Dios:
Escuchamos un texto del Evangelio según san Juan (Jn 19,25-27)
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Reflexión
María vivió la experiencia del dolor humano. Compartió con Jesús la traición, la injusticia, la cruz, la muerte. Todo incomprensible e injustificado. Sin embargo, el Evangelio no nos presenta ni una sola queja de María, ni una sola muestra de desesperación.
Los discípulos —excepto uno— tuvieron miedo y huyeron. María, no obstante, se mantuvo al pie de la cruz. Sabía que iba a morir su Hijo, pero no su amor.
María compartía el dolor de la muerte sin una palabra. Ella creía en su Hijo, en su Palabra y permanecía firme aun cuando otros, a su alrededor, se burlaban de él. En el dolor seguía escuchando a su Hijo y Él le hablaba de amor, de hijos, de ser madre de todos los hombres.
María nos enseña la actitud del creyente frente al dolor de los demás: estar junto a la cruz del otro y compartir el dolor desde el amor a ese prójimo.
Nos incita a trascender el fatalismo. La fe y la esperanza son valores, defienden la Vida. María nos desafía a preguntarnos acerca del dolor humano y de nuestra respuesta frente a él.
En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.
Oración final a la Virgen de Guadalupe.
Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.
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