Día Cuarto
En este cuarto día de la Novena pedimos por las vocaciones consagradas. Igualmente pedimos a nuestra Madre de Guadalupe que interceda por todos los que estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia y nos ayude a superarla.
Oración a la Virgen de Guadalupe frente al Coronavirus.
A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.
+ Por seguir nuestro propio camino y negarnos a ver el que Tú nos señalas. Señor, ten piedad.
+Por el miedo que nos da apostar por los valores del Evangelio. Cristo, ten piedad.
+ Por no saber escuchar la dulzura de tu llamado. Señor, ten piedad.
Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.
Texto de la Palabra de Dios:
Escuchamos un texto del Evangelio según san Lucas (Lc 1,46-55)
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
Palabra del Señor.
Reflexión
Al rezar del modo que lo hizo, María nos marcó. Nos dejó una enseñanza sobre cómo rezar: se maravillaba por haber sido elegida como la madre del Salvador y reconocía la obra de Dios. Por eso entonó un cántico de alabanza que glorificaba a Dios porque "hizo en ella grandes cosas". Elevó una oración desde su experiencia personal, desde los acontecimientos que debería enfrentar.
Así, María se convirtió en maestra de oración, porque rezar es descubrir la huella de Dios en la propia vida y alabar, agradecer, glorificar desde la realidad que a cada persona le toca vivir. Es reconocer también su acción misteriosa en toda la historia humana. Es glorificarlo por encontrarlo de parte de los simples, de los humildes, de los hambrientos.
María elevó al cielo una oración de gratitud, de lealtad, en un momento de profunda alegría. Es importante recordar a Dios también en esos momentos en que es tan fácil creer que lo que sucede es sólo por nuestro mérito. Es un signo de genuina humildad el ser agradecido con el Creador.
En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.
Oración final a la Virgen de Guadalupe.
Texto de la Palabra de Dios:
Escuchamos un texto del Evangelio según san Lucas (Lc 1,46-55)
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
Palabra del Señor.
Reflexión
Al rezar del modo que lo hizo, María nos marcó. Nos dejó una enseñanza sobre cómo rezar: se maravillaba por haber sido elegida como la madre del Salvador y reconocía la obra de Dios. Por eso entonó un cántico de alabanza que glorificaba a Dios porque "hizo en ella grandes cosas". Elevó una oración desde su experiencia personal, desde los acontecimientos que debería enfrentar.
Así, María se convirtió en maestra de oración, porque rezar es descubrir la huella de Dios en la propia vida y alabar, agradecer, glorificar desde la realidad que a cada persona le toca vivir. Es reconocer también su acción misteriosa en toda la historia humana. Es glorificarlo por encontrarlo de parte de los simples, de los humildes, de los hambrientos.
María elevó al cielo una oración de gratitud, de lealtad, en un momento de profunda alegría. Es importante recordar a Dios también en esos momentos en que es tan fácil creer que lo que sucede es sólo por nuestro mérito. Es un signo de genuina humildad el ser agradecido con el Creador.
En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.
Oración final a la Virgen de Guadalupe.
Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.
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