«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»
Es una cosa arriesgada y peligrosa que un hombre juzgue a otro; cada uno debe estar atento a abstenerse de este pecado. Porque el que es la Verdad dijo: «Con la medida con la que midáis, seréis medidos». Si eres muy misericordioso, encontrarás gran misericordia; si lo eres poco, encontrarás allí poco; si no tienes misericordia, tampoco la encontrarás allí para ti. Debemos probar y ejercer esta misericordia interiormente, en su voluntad profunda, de tal modo que sientas una compasión profunda y sincera por tu prójimo, siempre que lo veas sufrir, y que le pidas a Dios de todo corazón que le consuele.
Si puedes socorrerlo exteriormente, con algún consejo o algún donativo, con palabras o con obras, lo harás en la medida de lo posible. Si no puedes hacer mucho, haz sin embargo algo, sea una obra de misericordia interior o exterior: dile por lo menos, una buena palabra. De este modo,cumples con lo que le debes, y encontrarás a un Dios misericordioso.
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