miércoles, 25 de diciembre de 2019

EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

NUEVO TESTAMENTO


    Las tres cartas, tradicionalmente atribuidas a san Juan, presentan una temática común, en especial la primera y la segunda y todas son muy cercanas al contenido y al lenguaje teológico del cuarto evangelio. Las tres se deben a una misma mano –en este punto la mayoría de biblistas está de acuerdo–, aunque esa mano resulte misteriosa para nosotros. El título de «Anciano» con que se designa a sí mismo, no alude a un simple maestro (un escriba o un teólogo), encargado de aclarar algún punto doctrinal; posee ya un sentido técnico dentro del Nuevo Testamento y del ámbito eclesiástico. El «Anciano» se muestra en las cartas como responsable de la comunidad, a la que conoce bien y quiere ayudar pastoralmente con sus imperativos y exhortaciones; es el garante de la tradición evangélica. No dice su nombre, pero sus lectores sabían quién era. Este empleo tan singular parece confirmar la opinión de que se alude a un hombre de Iglesia especialmente venerado y destacado en aquel ámbito.

Destinatarios y contenido de las cartas 

    A diferencia de la primera carta de Juan, estas dos mini-cartas son escritos personales, dirigidos a una comunidad específica que está bajo la responsabilidad del autor. Más que cartas, habría que denominarlas «notas o avisos breves», previos a una visita donde se discutirán a fondo los problemas, cara a cara (2 Jn 12; 3 Jn 14).

Tercera carta de Juan 

    La «segunda» trata un problema interno de abuso de autoridad. Va dirigida a un tal Gayo a quien alaba por la acogida y hospitalidad dispensadas a los misioneros itinerantes, entre ellos un tal Demetrio (12), enviados por «el Anciano». Al mismo tiempo condena la conducta del supuesto responsable de la comunidad local, Diotrefes, «a quien le gusta mandar», y por eso, «ni recibe él a los hermanos ni se lo deja hacer a los que quieren, antes los expulsa» de la comunidad (9). Es probable que con este aviso el autor esté preparando el terreno para cortar por lo sano y destituir de su cargo al tal Diotrefes.

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