lunes, 21 de octubre de 2019

SANTO ROSARIO

MISTERIOS LUMINOSOS
(Jueves)

    Los Misterios Luminosos, introducidos en el Rosario por el Papa Juan Pablo II, nos invitan a contemplar cinco momentos de la vida pública de Jesús, de especial significación tanto para él como para nosotros.


TERCER MISTERIO LUMINOSO

JESÚS, EN SU PREDICACIÓN, ANUNCIA EL REINO DE DIOS

Del Evangelio según San Marcos (1,1415)

    Jesús fue a Galilea y comenzó a proclamar la Buena Nueva de Dios. Decía: "El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva".


Reflexión 

    Toda la vida de Jesús, toda su predicación, todos sus milagros, tuvieron un sólo objetivo, anunciar y hacer presente en el mundo lo que él llamó el Reino de Dios, el reinado de Dios, que no es otra cosa que permitir que Dios sea el soberano, el dueño y señor de nuestro corazón y de nuestra vida, y del mundo entero. Teniendo la plena convicción de que cuando buscamos y permitimos que esto ocurra, alcanzamos la plenitud de nuestro ser y la felicidad que todos anhelamos y buscamos.

    Dios no es de ninguna manera un estorbo para nuestra dicha, como muchos piensan y nos hacen creer. Dios es nuestra mayor alegría. Dios es nuestra única y verdadera esperanza. Dios es nuestra paz. Dios es el amor en plenitud. Cuando abrimos nuestro corazón a Él y a lo que Él desea para nosotros, somos verdaderamente felices y nuestra vida logra su plena realización. No importa que sucedan cosas que aparentemente no son compatibles con la felicidad, o que implican un obstáculo para conseguirla, porque como decía santa Teresa: "Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

Intención

    Rezando este tercer Misterio del Rosario, pidamos a Dios, por intercesión de María, que nos haga dóciles a las enseñanzas de Jesús; capaces de abrir nuestro corazón a su mensaje y de vivir toda nuestra vida en él y por él, seguros de que es lo mejor que podemos hacer y desear. Pensemos también en todos los hombres y mujeres de la tierra a quienes no ha llegado la buena noticia del Evangelio de Jesús, y oremos para que con la ayuda de los misioneros puedan recibirla y acogerla con prontitud.

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