Para trabajar bien, es necesario ir siempre ante el Sagrario; de allí, del Dios oculto sacamos fuerza para vencer los obstáculos de la vida de santidad y ofrecer muchos actos de amor al Señor a lo largo del día. Mirando su Corazón que late de amor se disipan las tinieblas en la luz que sale de Él. De ese Corazón salen las llamas que queman las miserias de mi egoísmo y sensualidad, y así puedo caminar por la tierra llevando el fuego de su amor.
Reflexiona
El Corazón de Cristo en la Eucaristía es una llama ardiente de caridad que quema y purifica las miserias de nuestra vida.
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