«Nunca hemos sido esclavos de nadie»
Jesucristo es la verdad plena del proyecto de Dios sobre el hombre, que goza del don altísimo de la libertad. «Quiso Dios .dejar al hombre en manos de su propia decisión. (Si 15, 14), de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiriéndose a él, llegue libremente a la plena y feliz perfección» (Gaudium et spes, 17; cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1730). Aceptar el proyecto de Dios sobre el hombre, revelado en Jesucristo, y realizarlo en la propia vida significa descubrir la vocación auténtica de la libertad humana, según la promesa de Jesús a sus discípulos: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32).
«No se trata aquí solamente de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre» (Veritatis splendor, 19).
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