jueves, 14 de abril de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE SEMANA III
14 de abril

   
    Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza y doctora de la Iglesia
    Vida, c.12

«Serán instruidos por el mismo Dios»

    Cuando el Señor suspende y hace parar (el entendimiento), dale de qué se espante y se ocupe, y que sin discurrir entienda más en un credo que nosotros podemos entender con todas nuestras diligencias de tierra en muchos años. Ocupar las potencias del alma y pensar hacerlas estar quedas, es desatino....

    Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, palabra no sabía decir para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto. Una cosa puedo decir con verdad: que, aunque hablaba con muchas personas espirituales que querían darme a entender lo que el Señor me daba, para que se lo supiese decir, y es cierto que era tanta mi torpeza que poco ni mucho me aprovechaba; o quería el Señor, como su Majestad fue siempre mi maestro (sea por todo bendito, que harta confusión es para mí poder decir esto con verdad), que no tuviese a nadie que agradecer; y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa porque fuera virtud serlo sino en otras vanidades), dármelo Dios en un punto a entender con toda claridad y para saberlo decir, de manera que se espantaban y yo más que mis confesores, porque entendía mejor mi torpeza.... Torno otra vez a avisar que va mucho en no subir el espíritu si el Señor no le subiere; qué cosa es, se entiende luego.


Fuente:©Evangelizo.org




    «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.         Rm 10, 8b-10

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