jueves, 31 de marzo de 2016

CATEQUESIS DE JUAN PABLO II


SALMO 19
Oración por la victoria del rey

2 
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que le pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

10 Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.



Oración por la victoria del Rey-Mesías 

    1. La invocación final: «Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos» (Sal 19, 10), nos revela el origen del salmo 19, que acabamos de escuchar y que meditaremos ahora. Por consiguiente, nos encontramos ante un salmo real del antiguo Israel, proclamado en el templo de Sión durante un rito solemne. En él se invoca la bendición divina sobre el rey principalmente «en el día del peligro» (v. 2), es decir, en el tiempo en que toda la nación es presa de una angustia profunda a causa de la pesadilla de una guerra. En efecto, se evocan los carros y la caballería (cf. v. 8), que parecen avanzar en el horizonte; a ellos el rey y el pueblo contraponen su confianza en el Señor, que defiende a los débiles, a los oprimidos, a las víctimas de la arrogancia de los conquistadores. 

    Es fácil comprender por qué la tradición cristiana transformó este salmo en un himno a Cristo rey, el «consagrado» por excelencia, «el Mesías» (cf. v. 7). Entra en el mundo sin ejércitos, pero con la fuerza del Espíritu, y lanza el ataque definitivo contra el mal y la prevaricación, contra la prepotencia y el orgullo, contra la mentira y el egoísmo. Resuenan en nuestros oídos, como fondo, las palabras que Cristo pronuncia dirigiéndose a Pilato, emblema del poder imperial terreno: «Sí (...), soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Jn 18, 37). 

    2. Examinando la trama de este salmo, nos percatamos de que revela en filigrana una liturgia celebrada en el templo de Jerusalén. Se encuentra congregada la asamblea de los hijos de Israel, que oran por el rey, jefe de la nación. Más aún, al inicio se vislumbra un rito sacrificial, según el modelo de los diversos sacrificios y holocaustos ofrecidos por el rey al «Dios de Jacob» (Sal 19, 2), que no abandona a «su ungido» (v. 7), sino que lo protege y sostiene. 

    La oración está fuertemente marcada por la convicción de que el Señor es la fuente de la seguridad: realiza el deseo expresado con confianza por el rey y toda la comunidad, a la que el rey está unido por el vínculo de la alianza. Ciertamente, se percibe un clima de guerra, con todos los temores y peligros que suscita. La palabra de Dios no se presenta entonces como un mensaje abstracto, sino como una voz que se adapta a las pequeñas y grandes miserias de la humanidad. Por eso, el salmo refleja el lenguaje militar y el clima que reina en Israel en tiempo de guerra (cf. v. 6), adaptándose así a los sentimientos del hombre que atraviesa dificultades. 

    3. En el texto de este salmo, el versículo 7 marca un cambio. Mientras los versículos anteriores expresan implícitamente peticiones dirigidas a Dios (cf. vv. 2-5), el versículo 7 afirma la certeza de que el Señor ha escuchado las oraciones: «Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo». El salmo no precisa en qué signo se basa para llegar a esa conclusión.

     En cualquier caso, expresa netamente un contraste entre la posición de los enemigos, que cuentan con la fuerza material de sus carros y su caballería, y la posición de los israelitas, que ponen su confianza en Dios y, por eso, salen victoriosos. Se piensa espontáneamente en la célebre escena de David y Goliat: frente a las armas y a la prepotencia del guerrero filisteo, el joven hebreo opone la invocación del nombre del Señor, que protege a los débiles e inermes. En efecto, David dice a Goliat: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor de los ejércitos. (...) El Señor no salva por la espada ni por la lanza, porque del Señor es el combate» (1 Sam 17, 45-47).

     4. El salmo, a pesar de aludir a una circunstancia histórica concreta, vinculada a la lógica de la guerra, puede convertirse en una invitación a no dejarse arrastrar nunca por la violencia. También Isaías exclamaba: «¡Ay de los que se apoyan en la caballería, y confían en los carros porque abundan y en los jinetes porque son muchos; mas no han puesto su mirada en el Santo de Israel, ni han buscado al Señor» (Is 31, 1). 

    A toda forma de maldad el justo opone la fe, la benevolencia, el perdón, el ofrecimiento de paz. El apóstol san Pablo exhortará a los cristianos: «No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer el bien ante todos los hombres» (Rm 12, 17). Y san Eusebio de Cesarea (siglos III-IV), historiador de la Iglesia de los primeros siglos, comentando este salmo, ensanchará su mirada también al mal de la muerte, que el cristiano sabe que puede vencer por obra de Cristo: «Todas las potencias adversas y los enemigos de Dios ocultos e invisibles, puestos en fuga por el mismo Salvador, caerán derrotados. En cambio, todos los que hayan recibido la salvación, resucitarán de su antigua caída. Por eso, Simeón decía: “Este está puesto para caída y resurrección de muchos”, es decir, para la derrota de sus adversarios y enemigos, y para la resurrección de los que habían caído pero ahora han sido resucitados por él» (PG 23, 197).


JUAN PABLO II 
AUDIENCIA GENERAL 
Miércoles 10 de marzo de 2004

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP III )

LA PERSONA HUMANA "IMAGO DEI"










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

REFLEXIÓN

TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Del Propio del tiempo.
31 de marzo


De las Catequesis de Jerusalén
(Catequesis 20 [Mistagógica 2], 4-6: PG 33, 1079-1082)


EL BAUTISMO ES SIGNO VISIBLE
 DE LA PASIÓN DE CRISTO

    Fuisteis conducidos a la sagrada piscina bautismal, del mismo modo que Cristo fue llevado desde la cruz al sepulcro preparado.

    Y se os preguntó a cada uno personalmente si creíais en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y, después de haber hecho esta saludable profesión de fe, fuisteis sumergidos por tres veces en el agua, y otras tantas sacados de ella; y con ello significasteis de un modo simbólico los tres días que estuvo Cristo en el sepulcro.

    Porque, así como nuestro Salvador estuvo tres días con sus noches en el vientre de la tierra, así vosotros imitasteis con la primera emersión el primer día que estuvo Cristo en el sepulcro, y con la inmersión imitasteis la primera noche. Pues, del mismo modo que de noche no vemos nada y, en cambio, de día nos hallamos en plena luz, así también cuando estabais sumergidos nada veíais, como si fuera de noche, pero al salir del agua fue como si salierais a la luz del día. Y, así, en un mismo momento moristeis y nacisteis, y aquella agua salvadora fue para vosotros, a la vez, sepulcro y madre.

    Y lo que Salomón decía, en otro orden de cosas, a vosotros os cuadra admirablemente; decía, en efecto: Tiene su tiempo el nacer y su tiempo el morir. Mas con vosotros sucedió al revés: tiempo de morir y tiempo de nacer; un mismo instante realizó en vosotros ambas cosas: la muerte y el nacimiento.

    ¡Oh nuevo e inaudito género de cosas! No hemos muerto ni hemos sido sepultados físicamente ni hemos resucitado después de ser crucificados en el sentido material de estas palabras, sino que hemos llevado a cabo unas acciones que eran imagen e imitación de estas cosas, obteniendo con ello una salvación real y verdadera.

    Cristo verdaderamente fue crucificado, fue sepultado y resucitó; y todo esto se nos ha dado a nosotros como un don gratuito, para que, siendo por la imitación partícipes de sus dolores, adquiramos, de un modo real, nuestra salvación.

    ¡Oh exuberante amor para con los hombres! Cristo recibió los clavos en sus inmaculados pies y manos, y experimentó el dolor; y a mí, sin dolor ni esfuerzo alguno, se me da gratuitamente la salvación por la comunicación de sus dolores.

    Nadie piense, pues, que el bautismo consiste únicamente en el perdón de los pecados y en la gracia de la adopción -como era el caso del bautismo de Juan, que confería tan sólo el perdón de los pecados-, sino que, como bien sabemos, el bautismo de Cristo no sólo nos purifica de nuestros pecados y nos otorga el don del Espíritu Santo, sino que también es tipo y signo sensible de su pasión. En este sentido exclamaba el apóstol Pablo: Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. Por nuestro bautismo fuimos, pues, sepultados con él, para participar de su muerte.





    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

LA FRASE DEL DÍA

Jueves 31 de marzo








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
31 de marzo


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,11-26.

    Como el paralítico que había sido curado no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que estaban en el pórtico de Salomón.
    Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: "Israelitas, ¿de qué se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre?
    El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad.
    Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
    Por haber creído en su Nombre, ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza al que ustedes ven y conocen. Esta fe que proviene de él, es la que lo ha curado completamente, como ustedes pueden comprobar.
    Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes.
Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer.
    Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados."
    Así el Señor les concederá el tiempo del consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado para ustedes.
    El debe permanecer en el cielo hasta el momento de la restauración universal, que Dios anunció antiguamente por medio de sus santos profetas.
Moisés, en efecto, dijo: El Señor Dios suscitará para ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes obedecerán a todo lo que él les diga.
    El que no escuche a ese profeta será excluido del pueblo.
    Y todos los profetas que han hablado a partir de Samuel, anunciaron también estos días.
    Ustedes son los herederos de los profetas y de la Alianza que Dios hizo con sus antepasados, cuando dijo a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra.
    Ante todo para ustedes Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se aparte de sus iniquidades".



Salmo 8,2a.5.6-7.8-9.


¡Señor, nuestro Dios,
¿Qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos.
Todo lo pusiste bajo sus pies.
Todos los rebaños y ganados,

y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.



    Evangelio según San Lucas 24,35-48.

    Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
    Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
    Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
    Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo.   Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
    Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
    Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
él lo tomó y lo comió delante de todos.
    Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
    Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
    Ustedes son testigos de todo esto."


Fuente: ©Evangelizo.org










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
31 de marzo


Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra Sermones propios del Día, nº 10

“La paz esté con vosotros”

    El corazón de cada cristiano debería representar, en miniatura, a la Iglesia católica, puesto que el mismo Espíritu hace, tanto de la Iglesia entera como de cada uno de sus miembros, el Templo de Dios (1C 3,16). De la misma manera que se debe a él la unidad de la Iglesia, pues si la dejara a su propio arbitrio se dividiría en numerosas partes, asimismo es él quien hace que el alma sea una, a pesar de sus diversos gustos y facultades, de sus tendencias contradictorias. De igual manera que da la paz a todas las naciones que, por su misma naturaleza disienten unas de otras, así pone al alma a un sometimiento ordenado y establece que la razón y la conciencia sean soberanas y tengan sometidos los aspectos inferiores de nuestra naturaleza… Y estemos ciertos que estas dos operaciones de nuestro divino Consolador dependen la una de la otra. Mientras los cristianos no busquen la unidad y la paz en su propio corazón, jamás la misma Iglesia no estará en paz y unidad en el seno de este mundo que la envuelve. Y de manera muy semejante, mientras la Iglesia en todo el mundo esté en este lamentable estado de desorden que constatamos, no habrá particularmente ningún país, simple porción de esta Iglesia, que no se encuentre él mismo en un estado de gran confusión religiosa.

    Es ésta una cosa sobre la cual debemos poner toda nuestra actual consideración, porque ella va a temperar nuestras esperanzas y a disipar nuestras ilusiones; no podemos esperar la paz dentro de nuestra casa si estamos en guerra con los de fuera.


Fuente: ©Evangelizo.org









    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.

     San Crisóstomo.

HIMNO

TIEMPO PASCUAL

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Del Propio del tiempo.
31 de marzo









    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

SANTORAL

TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
31 de marzo


    En Toulouse, en Francia, beata Juana, virgen, de la Orden de las Carmelitas.
    A principios del año 1240, los Hermanos Carmelitas de Palestina se establecieron en Toulouse. Veinticinco años después, cuando san Simón Stock cruzó Toulouse camino de Burdeos, se le aproximó una mujer llamada Juana, que le suplicó que la admitiera en su orden. El prior Juan la admitió, la cubrió con el hábito carmelita y le permitió hacer el voto de perpetua castidad. En lo que fue posible, Juana observó estrictamente la regla de san Alberto de Jerusalén y fue venerada, no sólo como la primera terciaria carmelita, sino como la fundadora de las terciarias. Diariamente frecuentaba la iglesia de los padres y combinaba la penitencia con el amor, privándose casi de las cosas necesarias de la vida para ayudar a los pobres y enfermos. Acostumbraba también dirigir a los jóvenes en las prácticas de la santidad para prepararlos a entrar en la orden carmelita. Solía llevar consigo una imagen del Redentor crucificado, que ella estudiaba como si hubiese sido un libro.

    La beata Juana fue sepultada en la iglesia de los carmelitas de Toulouse y a su tumba acudían en gran número todos aquellos que buscaban su intercesión. Fue venerada durante 600 años y su cuerpo fue varias veces custodiado como reliquia, especialmente en 1805, cuando un pequeño libro de oraciones manuscrito fue encontrado a su lado.

    Lo anterior es un resumen de la historia de la beata Juana, cuyo culto fue confirmado en 1895, según se relata en las lecciones de su fiesta, en el suplemento carmelita del breviario romano, pero ha habido aparentemente considerable confusión, en especial con la época en que vivió. Es verdad que para el siglo XV el culto de la beata ya estaba difundido, y hubo un traslado de reliquias hacia el 1450, lo que permite mantener para su vida la fecha tradicional del siglo XIII; sin embargo, en la lista de santos carmelitas de la provincia de Toulouse redactada por Juan Grassi, que murió en 1437, la beata no aparece, lo que ayuda a pensar que, o el culto no había surgido aun, o simplemente no había vivido todavía. La crítica actual se inclina por dar por cierta la vida en finales del siglo XIV, e incluso comienzos del XV, más que en finales del siglo XIII, de donde, naturalmente, no pudo haber tenido contacto con san Simón Stock. Parece que tampoco fue terciaria, sino enclaustrada.

Fuente: ©Evangelizo.org










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

EL ARTE DE LA VIDA

Todos estamos llamados 
a defender la Vida

    "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables". 

Concilio Vaticano II



Santa Fe Provida

    En el marco de las actividades organizadas para la visibilización de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, presentamos la muestra “El Arte de la Vida” que consistirá en la exposición de distintas obras que expresen el sentir y el fundamento del trabajo de cada institución y particular que participa.










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP III )

LA PERSONA HUMANA "IMAGO DEI"








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

REFLEXIÓN


TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Del Propio del tiempo.
30 de marzo


De una Homilía pascual de un autor antiguo
(Sermón 35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697)


CRISTO AUTOR DE LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

    El apóstol Pablo, recordando la dicha de la salvación restaurada, exclama: Del mismo modo que por Adán la muerte entró en el mundo, así también por Cristo ha sido restablecida la salvación en el mundo; y también: El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del cielo.

    Y aun añade: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, esto es, del hombre viejo, pecador, seremos también imagen del hombre celestial, esto es, del reconocido por Dios, del redimido, del restaurado. Esforcémonos, por tanto, en conservar la salvación que nos viene de Cristo, ya que el mismo Apóstol dice: Primero, Cristo, esto es, el autor de la resurrección y la vida; después, los de Cristo, esto es, los que, imitando el ejemplo de su vida íntegra, tendrán una esperanza cierta, basada en la resurrección del Señor, de la futura posesión de la misma gloria celestial que él posee, como dice el mismo Señor en el Evangelio: El que me sigue no perecerá, sino que pasará de la muerte a la vida.

    Así, pues, la pasión del Salvador es la salvación de la vida humana. Para esto quiso morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en él, viviéramos para siempre. Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la eternidad que él nos promete, viviéramos con él para siempre.

    Éste, digo, es aquel don gratuito de los misterios celestiales, esto es lo que nos da la Pascua, esto significa la ansiada solemnidad anual, éste es el principio de la nueva creación.

    Por esto los neófitos que la santa Iglesia ha dado a luz mediante el baño de vida hacen resonar los balidos de una conciencia inocente con sencillez de recién nacidos. Por esto unos castos padres y unas madres honestas alcanzan por la fe una nueva e innumerable progenie.

    Por esto, bajo el árbol de la fe, brilla el resplandor de los cirios en la fuente bautismal inmaculada. Por esto los que han nacido a esta nueva vida son santificados con el don celestial y alimentados con el solemne misterio del sacramento espiritual.

    Por esto la comunidad de los fieles, alimentada en el regazo maternal de la Iglesia, formando un solo pueblo, adora al Dios único en tres personas, cantando el salmo de la festividad por excelencia: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.

    ¿De qué día se trata? De aquel que nos da el principio de vida, que es el origen y el autor de la luz, esto es, el mismo Señor Jesucristo, quien afirma de sí mismo: Yo soy el día; quien camina de día no tropieza, esto es, quien sigue a Cristo en todo llegará, siguiendo sus huellas, hasta el trono de la luz eterna; según aquello que él mismo pidió al Padre por nosotros, cuando vivía aún en su cuerpo mortal: Padre, quiero que todos los que han creído en mí estén conmigo allí donde yo esté; para que, así como tú estás en mí y yo en ti, estén ellos en nosotros.







    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

LA FRASE DEL DÍA

Miércoles 30 de marzo










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
30 de marzo


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,1-10.
 
    En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. 
    Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", para pedir limosna a los que entraban.
    Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.
    Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: "Míranos".
    El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo.
    Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina".
    Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos.
    Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios.
    Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios.
Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.


Salmo 105(104),1-2.3-4.6-7.8-9.

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!

¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!

Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.

El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac.



    Evangelio según San Lucas 24,13-35.

    Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
    En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
    Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
    Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
    El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?".   Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
    "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
    Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
    Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
    Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho.   Pero a él no lo vieron".
    Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
    Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
    Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
    Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
    Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
    Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
    Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
    En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
    Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Fuente: ©Evangelizo.org








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
30 de marzo


Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa Para el día 6 de enero 1941


“Caminaba con ellos”

    El mismo Salvador, a quien la Palabra de la Escritura nos pone ante nuestros ojos en su humanidad mostrándonos como recorrió todos los caminos sobre la tierra, habita entre nosotros escondido bajo la apariencia del pan eucarístico, viene a nosotros todos los días como Pan de Vida. Es en estos dos aspectos que se hace próximo a nosotros, y es bajo estos dos aspectos que desea ser buscado y encontrado por nosotros. El uno llama al otro. Cuando con los ojos de la fe vemos al Salvador delante de nosotros, tal como nos lo describe la Escritura, entonces crece nuestro deseo de acogerle en el Pan de Vida. El pan eucarístico, a su vez, aviva nuestro deseo de conocer cada vez más profundamente al Señor a partir de la Palabra de la Escritura, y da fuerzas a nuestro espíritu para que le comprendamos mejor.

Fuente: ©Evangelizo.org






    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.

     San Crisóstomo.

HIMNO

TIEMPO PASCUAL

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Del Propio del tiempo.
30 de marzo








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

SANTORAL

TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
30 de marzo


    Santa Irene de origen eslavo, vivió en la segunda mitad del primer siglo, era hija de Licinio gobernante de la ciudad de Magedon en Macedonia. Ya en su juventud Irene creyó en Jesucristo, al comprender la futilidad de la vida pagana.

    De acuerdo a la tradición fue bautizada por el Apóstol Timoteo, discípulo del Apóstol San Pablo. Deseando dedicar su vida al Señor, Santa Irene, renunció al casamiento. Al conocer mas profundamente la fe cristiana, Santa Irene empezó a convencer a sus padres para que se conviertan al cristianismo. El padre de Irene en principio comenzó a escuchar sus palabras con benevolencia. Luego se enojó con ella, y cuando ella renunció venerar a los ídolos, la arrojó bajo las patas de los caballos salvajes. Sin tocar a la mártir, los caballos se tiraron sobre el padre y lo aplastaron hasta matarlo. Cuando por sus oraciones él fue devuelto a la vida, él, toda su familia, y 3000 personas mas se hicieron creyentes.

    Después de ello, Santa Irene comenzó con decisión a profetizar sobre Jesucristo entre los habitantes de Macedonia, por lo cual muchas veces fue sometida a sufrimientos y humillaciones. Por orden del gobernante de Sedeka, a Santa Irene la tiraron en un pozo con víboras, luego trataron de serrucharla, finalmente la ataron a la rueda del molino. Los sufrimientos de Irene eran acompañados por señales milagrosas, atrayendo a muchos a creer en Cristo. Así las víboras no tocaban a la mártir, los serruchos no lastimaban su piel, la rueda del molino no giraba. El mismo atormentador Vavodón creyó en Jesucristo y se bautizó. En total, gracias a Irene se convirtieron alrededor de 10.000 paganos.

    Cuando el Señor comunicó a Irene el día de su deceso, ella se fue a una gruta dentro de una montaña en las cercanías de la ciudad de Efeso, y a pedido de ella la entrada fue cerrada con piedras. Al 4° día, sus conocidos volvieron a la gruta, y, al abrirla, no encontraron en ella el cuerpo de Santa Irene. Todos comprendieron que ella fue llevada por el Señor al Cielo.

    En el antiguo Bizancio era muy venerada la conmemoración de Santa Irene. En Constantinopla se construyeron varios templos magníficos en su memoria.
Oremos

    Señor, ya que por don tuyo la fuerza se realiza en la debilidad, concede a cuantos estamos celebrando la victoria de la santa Mártir Irene que obtengamos la fortaleza de vencer nuestras dificultades como ella venció los tormentos del martrio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Fuente: ©Evangelizo.org








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.