martes, 29 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 30 de Septiembre - San Lucas 9,57-62


       Libro de Job 9,1-12.14-16.

    Job respondió a sus amigos, diciendo: Sí, yo sé muy bien que es así: ¿Cómo un mortal podría tener razón contra Dios?
    Si alguien quisiera disputar con él, no podría responderle ni una vez entre mil.
    Su corazón es sabio, su fuerza invencible: ¿Quién le hizo frente y se puso a salvo?
    El arranca las montañas sin que ellas lo sepan y las da vuelta con su furor.
    El remueve la tierra de su sitio y se estremecen sus columnas.
    El manda al sol que deje de brillar y pone un sello sobre las estrellas.
    El solo extiende los cielos y camina sobre las crestas del mar.
    El crea la Osa Mayor y el Orión, las Pléyades y las Constelaciones del sur.
    El hace cosas grandes e inescrutables, maravillas que no se pueden enumerar.
    El pasa junto a mí, y yo no lo veo; sigue de largo, y no lo percibo.
    Si arrebata una presa, ¿Quién se lo impedirá o quién le preguntará qué es lo que hace?
    ¡Cuánto menos podría replicarle yo y aducir mis argumentos frente a él!
    Aún teniendo razón, no podría responder y debería implorar al que me acusa.
    Aunque lo llamara y él me respondiera, no creo que llegue a escucharme.


Salmo 88(87),10bc-11.12-13.14-15.

Yo te invoco, Señor, todo el día,
con las manos tendidas hacia ti.
¿Acaso haces prodigios por los muertos,
o se alzan los difuntos para darte gracias?

¿Se proclama tu amor en el sepulcro,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas,
o tu justicia en la tierra del olvido?

Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria:
¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro?


    Evangelio según San Lucas 9,57-62.

    Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!".
    Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
    Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre".
    Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
    Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
    Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 30 de Septiembre - «Sígueme»


San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús Ejercicios: La humildad es necesaria para la salvación. Ejercicios espirituales, 2ª semana, día 12º

«Sígueme» 

    Las tres clases de humildad: La primera clase de humildad es necesaria para la salvación eterna. Consiste en abajarme y humillarme tanto cuanto me sea posible para que obedezca en todo la Ley de Dios nuestro Señor. De manera que, aunque hicieran de mi el amo de todas las cosas creadas en este mundo o bien si en ello estuviera en juego mi propia vida temporal, nunca planearía transgredir un mandamiento, tanto divino como humano…

    La segunda clase de humildad es una humildad más perfecta que la primera. Consiste en esto: me encuentro en un punto tal que no quiero ni me inclino más a la riqueza que a la pobreza, a querer antes honor que deshonor, a desear larga vida que vida corta, siendo ello igual para el servicio de Dios nuestro Señor y la salvación de mi alma…

    La tercera clase de humildad es la más perfecta humildad: es cuando, incluidas la primera y la segunda, siendo igualmente alabanza y la gloria de su divina majestad, para imitar a Cristo nuestro Señor y asemejarme a él de manera más eficaz, quiero y escojo la pobreza con Cristo pobre antes que la riqueza, los oprobios con Cristo cubierto de oprobios antes que los honores; y que deseo más ser tenido por insensato y loco por Cristo, él que fue el primero en ser tenido por tal, antes que «sabio y prudente» en el mundo (Mt 11,25).

SANTORAL - SAN JERÓNIMO

30 de Septiembre


    En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

    En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano – católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.


    Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie. El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma). San Francisco de Sales recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: "En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?".

    Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la Santa Biblia.

    Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.

    Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la Santa Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.

    Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura... y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos...). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!".

    Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

    Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.

    Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.

    Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.

    La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la Santa Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.

    Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿Qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.

    El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.

Oremos 

    Oh Dios, que concediste a San Jerónimo saber gustar de la sagrada Escritura y vivirla intensamente, haz que tu pueblo se alimente cada vez más en tu Palabra y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

lunes, 28 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 29 de Septiembre - San Juan 1,47-51

´
       Libro de Daniel 7,9-10.13-14.

    Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
    Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.
    Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
    Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.


Salmo 138(137),1-2a.2bc-3.4-5.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo.
y daré gracias a tu Nombre

por tu amor y tu fidelidad.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.
Que los reyes de la tierra te bendigan

al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.


    Evangelio según San Juan 1,47-51.

    Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".
    "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
    Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
    Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".
    Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Septiembre - «Los ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial»


       Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego Himno 2

«Los ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial» 

    Te doy gracias, porque me has concedido vivir, conocerte y adorarte, Dios mío. Porque « la vida es que te conozcan a ti, único Dios verdadero» (Jn 17,3), creador y autor de todo, no engendrado, no creado, sin principio, único, y a tu Hijo, engendrado de ti, y al Espíritu santísimo, que procede de ti, la trino-unidad digna de toda alabanza... ¿Qué hay donde residen los ángeles, los arcángeles, las soberanías, los querubines y los serafines y todos los demás ejércitos celestiales, como la gloria o como la luz de inmortalidad, qué gozo, qué esplendor de vida inmaterial, sino la única luz de la Santa Trinidad?...

    Cítame un ser incorpóreo o corpóreo y verás que es Dios quien lo ha hecho todo. Si se te habla de un ser cualquiera, sea del cielo, sea de la tierra o de los abismos, también para ellos, para todos, no hay más que una vida, una gloria, un deseo y un reino, una única riqueza, gozo, corona, victoria, paz, o cualquier otro resplandor: el conocimiento del Principio y de la Causa de donde viene todo, de donde ha nacido. Allí está el que mantiene las cosas de arriba y las cosas de abajo, allí está el que pone orden a todos los seres espirituales, allí está el que reina sobre todos los seres visibles...

    Han crecido en conocimiento y redoblado en temor viendo caer a Satán y sus compañeros llevados de la presunción. Los que han caído han olvidado todo esto, esclavos de su orgullo; mientras que todos los que han conservado el conocimiento, levantados por el temor y el amor, se han unido a su Señor. Así el reconocimiento de su señorío producía también el crecimiento en el amor porque veían mejor y más claramente el resplandor fulgurante de la Trinidad.

FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL GABRIEL Y RAFAEL

29 de Septiembre


    Hoy celebramos la fiesta de los tres Arcángeles que nombra la Sagrada Escritura La palabra Arcángel proviene de dos palabras. Arc = el principal. Y ángel. O sea "principal entre los ángeles. Arcángel es como un jefe de los ángeles.

San Miguel

    Este nombre significa: "¿Quién como Dios? O: "Nadie es como Dios". A San Miguel lo nombre tres veces la S. Biblia. Primero en el capítulo 12 del libro de Daniel a donde se dice: "Al final de los tiempos aparecerá Miguel, al gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo de Dios. Y entonces los muertos resucitarán. Los que hicieron el bien, para la Vida Eterna, y los que hicieron el mal, para el horror eterno". En el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis se cuenta lo siguiente: "Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra Satanás y los suyos, que fueron derrotados, y no hubo lugar para ellos en el cielo, y fue arrojada la Serpiente antigua, el diablo, el seductor del mundo. Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo". En la Carta de San Judas Tadeo se dice: "El Arcángel San Miguel cuando se le enfrentó al diablo le dijo: ‘Que te castigue el Señor’". Por eso a San Miguel lo pintan atacando a la serpiente infernal. La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.

San Gabriel

    Su nombre significa: "Dios es mi protector". A este Arcángel se le nombra varias veces en la S. Biblia. Él fue el que le anunció al profeta Daniel el tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta: "Se me apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años (o sea 490 años) aparecerá el Santo de los Santos" (Dan. 9). Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad. Su carta de presentación cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a tener por hijo a Juan Bautista fue esta: "Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios" (Luc. 1, 19). San Lucas dice: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a una virgen llamada María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo y su Reino no tendrá fin’". San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.

San Rafael

    Su nombre significa: "Medicina de Dios". Fue el arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa. Su interesante historia está narrada en el día 7 de febrero. San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

Oremos

    A San Miguel Arcángel para pedir la protección del cielo

    Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén.


Oración a San Gabriel

    Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo conocido tu Encarnación por el anuncio del arcángel San Gabriel, con el auxilio suyo consigamos también sus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 


Oración a San Rafael

    Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos. Amén

domingo, 27 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 28 de Septiembre - San Lucas 9,46-50


     Libro de Job 1,6-22.

    El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también el Adversario estaba en medio de ellos.
    El Señor le dijo: "¿De dónde vienes?". El Adversario respondió al Señor: "De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá".
    Entonces el Señor le dijo: "¿Te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él sobre la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal".
    Pero el Adversario le respondió: "¡No por nada teme Job al Señor!
¿Acaso tú no has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee? Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país.
    Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la cara!".
    El Señor dijo al Adversario: "Está bien. Todo lo que le pertenece está en tu poder, pero no pongas tu mano sobre él". Y el Adversario se alejó de la presencia del Señor.
    El día en que sus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor, llegó un mensajero y dijo a Job: "Los bueyes estaban arando y las asnas pastaban cerca de ellos, cuando de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
    Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: "Cayó del cielo fuego de Dios, e hizo arder a las ovejas y a los servidores hasta consumirlos. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
    Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: "Los caldeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
    Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: Tus hijos y tus hijas comían y bebían en la casa de su hermano mayor, y de pronto sopló un fuerte viento del lado del desierto, que sacudió los cuatro ángulos de la casa. Esta se desplomó sobre los jóvenes, y ellos murieron. Yo solo pude escapar para traerte la noticia.
    Entonces Job se levantó y rasgó su manto; se rapó la cabeza, se postró con el rostro en tierra y exclamó: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó:¡bendito sea el nombre del Señor!".
    En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios.


Salmo 17(16),1.2-3.6-7.


Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:
si examinas mi corazón
y me visitas por las noches,

si me pruebas al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia,
tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.


    Evangelio según San Lucas 9,46-50.

    Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
    Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
    Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
    Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 28 de Septiembre - «El más pequeño de vosotros es el más importante»


      San Juan Casiano, abad Conferencia: El legado de Cristo. Conferencias, n. 15, 6-7

«El más pequeño de vosotros es el más importante» 

    Este es el legado que el Señor hizo a sus discípulos poco antes de volver a su Padre: «Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros; como yo os he amado amaos unos a otros»; e inmediatamente añade: «En esto conocerán que sois mis discípulos: si os amáis los unos a los otros» (Jn 13,34-35). Y es cierto que el que no es manso y humilde no podrá amar así.

    Los grandes en la fe de ninguna manera se vanagloriaban del poder que tenían de obrar maravillas. Confesaban que no eran sus propios méritos los que actuaban sino que era la misericordia del Señor la que lo había hecho todo. Si alguien se admiraba de sus milagros, rechazaban la gloria humana con estas palabras tomadas de los apóstoles: «Hermanos, ¿por qué os admiráis de esto, o por qué nos miráis fijamente, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho caminar a éste?» (Hch 3,12). Nadie, a su juicio, debía se alabado por los dones y maravillas que sólo son propias de Dios…

SANTORAL - SAN WENCESLAO DE BOHEMIA

28 de Septiembre


     La reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.

    Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones.

    Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

Oremos 

    Dios nuestro, que impulsaste al Santo mártir Wenceslao a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

sábado, 26 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 27 de Septiembre - San Mateo 21,28-32


    Libro de Ezequiel 18,25-28.

    Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?
    Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.
    Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida.
    El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá.


Salmo 25(24),4bc-5.6-7.8-9.


Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,

Yo espero en ti todo el día,
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:

por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.


    Carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-11.

    Hermanos: Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.
    No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
    Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.
    Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
    El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres.
    Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
    Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".


    Evangelio según San Mateo 21,28-32.

    Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
    El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
    Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
    ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
    En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 de Septiembre - "Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo"


Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa Meditación para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo

    “¡Qué se haga tu voluntad!” (Mt 6,10) En esto ha consistido, toda la vida del Salvador. Vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre, no sólo con el fin de expiar el pecado de desobediencia por su obediencia (Rm 5,19), sino también para reconducir a los hombres hacia su vocación en el camino de la obediencia.

    No se da a la voluntad de los seres creados, ser libre por ser dueño de sí mismo. Está llamada a ponerse de acuerdo con la voluntad de Dios. Si acepta por libre sumisión, entonces se le ofrece también participar libremente en la culminación de la creación. Si se niega, la criatura libre pierde su libertad. La voluntad del hombre todavía tiene libre albedrío, pero se deja seducir por las cosas de este mundo que le atraen y poseen en una dirección que la aleja de la plenitud de su naturaleza, como Dios manda y que han abolido la meta que se ha fijado en su libertad original. Además de la libertad original, pierde la seguridad de su resolución. Se vuelve cambiante e indecisa, desgarrada por las dudas y los escrúpulos, o endurecida en su error.

    Frente a esto, no hay otro remedio que el camino de seguir a Cristo, el Hijo del hombre, que no sólo obedecía directamente al Padre del cielo, sino que se sometió también a los hombres que representaban la voluntad del Padre. La obediencia tal como Dios quería, nos libera de la esclavitud que nos causan las cosas creadas y nos devuelve a la libertad. Así también el camino hacia la pureza de corazón.

SANTORAL - SAN VICENTE DE PAÚL

27 de Septiembre


    Memoria de san Vicente de Paúl, presbítero, que, lleno de espíritu sacerdotal, vivió entregado en París, en Francia, al servicio de los pobres, viendo el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad. Aun en los períodos de mayor decadencia religiosa, cuando los hombres parecen haber olvidado totalmente el Evangelio, Dios se encarga de que surjan en la cristiandad ministros fieles, capaces de reavivar la caridad en el corazón de los hombres. San Vicente de Paul fue uno de esos instrumentos de la Providencia. Sus padres poseían una pequeña granja en Pouy, aldea vecina a Dax, en la Gascuña. Allí nació Vicente, el tercero de cuatro hermanos. Ante la inteligencia y la inclinación al estudio de que Vicente daba muestras, su padre le confió a los franciscanos recoletos de Dax para que le educasen. Vicente terminó sus estudios en la Universidad de Toulouse y, en 1600, a los veinte años de edad, recibió la ordenación sacerdotal. Lo poco que sabemos sobre la juventud de Vicente no hacía prever la fama de santidad que alcanzaría en el futuro. Se dice que hizo un viaje a Marsella, qnc estuvo prisionero en Túnez y que logró escapar en forma muy novelesca. Pero estos sucesos han sido tan controvertidos y plantean tantos problemas, que lo mejor que podemos hacer es ignorarlos.

    El propio san Vicente cuenta que, en aquella época, lo único que le preocupaba era hacer carrera. Logró obtener el puesto de capellán de la reina Margarita de Valois, al que estaban anexas las rentas de una pequeña abadía, según la reprobable costumbre de aquel tiempo. Vivía en París con un amigo, cuando ocurrió un suceso que iba a cambiar su vida. El amigo con quien compartía sus habitaciones, le acusó de haberle robado cuatrocientas coronas y como todos los indicios estaban en contra de Vicente, empezó a esparcir entre sus conocidos el rumor de que su compañero era un ladrón. Vicente se contentó con negar el hecho diciendo: «Dios sabe la verdad». Seis meses más tarde, cuando Vicente había soportado la difamación con increíble paciencia, el verdadero ladrón confesó su fechoría. San Vicente relató más tarde el suceso en una conferencia espiritual a sus sacerdotes (pero habló en tercera persona), para hacerles comprender que la paciencia, el silencio y la resignación son la mejor defensa de la inocencia y el medio más apto para santificarse gracias a la calumnia y la persecución.

    Vicente conoció en París a un virtuoso sacerdote, Pedro de Bérulle, quien sería más tarde cardenal. Bérulle, que Ie profesaba gran estimación, consiguió que aceptase el cargo de tutor de los hijos de Felipe de Gondi, conde de Joigny. La condesa le eligió como confesor y director espiritual. En 1617, cuando la familia se hallaba en la casa de veraneo en Folleville, Vicente acudió a confesar a un campesino gravemente enfermo. Como el mismo penitente relató más tarde a la condesa y a otras personas, todas sus confesiones anteriores habían sido sacrílegas y debía su salvación a la bondad de san Vicente. La condesa quedó horrorizada al oír hablar de tales sacrilegios. La señora de Gondi era una buena mujer que, en vez de encastillarse en la ilusión de orgullo, por la que tantos amos se desentienden del cuidado de sus criados, comprendía que estaba ligada a sus servidores por los lazos de la justicia y de la caridad, que la obligaban a velar por el bien espiritual de su servidumbre. Las buenas inclinaciones de la condesa ayudaron también a san Vicente a caer en la cuenta del abandono religioso en que vivían los campesinos de Francia, de suerte que la condesa le convenció fácilmente para que predicase en la iglesia de Folleville e instruyese al pueblo sobre la confesión. Tras los primeros sermones, fue tan grande la multitud de los que acudieron a hacer su confesión general, que Vicente tuvo que pedir ayuda a los jesuitas de Amiens.

    Ese mismo año de 1617, por consejo del P. Bérulle, Vicente renunció al cargo de tutor para encargarse de la parroquia de Chatillon-les-Dombes. En el desempeño de ese puesto consiguió la conversión del conde de Rougemont y otros personajes que llevaban una vida escandalosa. Pero al poco tiempo retornó a París y empezó a trabajar con los galeotes de la Conciérgerie. Fue nombrado oficialmente capellán de los galeotes (de los que estaba encargado el general Felipe de Gondi), y su primer cuidado consistió en predicar una misión en Burdeos, en 1622. Por entonces, comenzó a circular la leyenda -cuya veracidad no ha sido probada- de que Vicente sustituyó una vez a un galeote en una galera. La condesa de Joigny le ofreció una renta para que fundase una misión permanente para el pueblo, en la forma en que lo creyese conveniente, pero Vicente no hizo nada por el momento, ya que su humildad le llevaba a creerse incapaz de semejante empresa. La condesa, que sólo encontraba la paz en la dirección espiritual del santo, le arrancó la promesa de que nunca dejaría de dirigirla y de que la asistiría en la hora de la muerte. Deseosa por otra parte de hacer cuanto estaba en su mano por el bien espiritual de sus súbditos, consiguió que su esposo la ayudase a formar una asociación de misioneros que consagrasen su celo a atender a sus vasallos y, en general, a los campesinos. El conde habló del proyecto a su hermano, el arzobispo de París, quien puso a su disposición el edificio del antiguo colegio «Bons Enfants» para alojar a la comunidad. Los misioneros estaban obligados a renunciar a las dignidades eclesiásticas, a trabajar en las aldeas y pueblecitos de menor importancia y a vivir de un fondo común. San Vicente tomó posesión de la casa en abril de 1625. Como lo había prometido, el santo asistió a la condesa en su última hora, pues Dios la llamó a Sí dos meses después. En 1633, el superior de los Canónigos Regulares de San Víctor, regaló a los misioneros el convento de San Lázaro, que se convirtió en la sede principal de la congregación. Por ello se llama a los padres de la misión, unas veces lazaristas y otras vicentinos. Se trata de una congregación de sacerdotes diocesanos que hacen cuatro votos simples de pobreza, castidad, obediencia y perseverancia. Se ocupan principalmente de las misiones entre los campesinos y de la dirección de seminarios diocesanos; actualmente tienen colegios y misiones en todo el mundo. Cuando murió san Vicente, la congregación tenía ya veinticinco casas, en Francia, el Piamonte, Polonia y aun en Madagascar.

    Pero el celo de «Monsieur Vincent», como empezó a llamársele cariñosamente, no se satisfizo con esa fundación, sino que trató de remediar las necesidades corporales y espirituales del pueblo por todos los medios posibles. Con ese fin, estableció las cofradías de la caridad (la primera de ellas en Chatillon), cuyos miembros se dedicaban a asistir a los enfermos de las parroquias. Tal fue el origen de las Hermanas de la Caridad, que san Vicente Fundó con santa Luisa de Marillac. De las Hermanas de la Caridad se ha dicho que «tienen por convento el cuarto de los enfermos, por capilla la iglesia parroquial y por claustro las calles de la ciudad». El santo organizó también la asociación de las Damas de la Caridad entre las señoras ricas de París, para conseguir fondos y ayuda para las obras de beneficencia. No contento con eso, fundó varios hospitales y asilos para huérfanos y ancianos y empezó a construir, en Marsella, el hospital para galeotes, que no llegó a terminar. Para financiar todos esos establecimientos encontró generosos bienhechores y dejó fijadas reglas muy sabias para su administración. Igualmente redactó un plan de retiro espiritual para los candidatos al sacerdocio, un método de examen de conciencia para la confesión general y otro para deliberar sobre la vocación, e instituyó una serie de conferencias sobre las obligaciones clericales, para remediar los abusos e ignorancia que descubría a su alrededor. Parece casi increíble que un hombre de humilde origen, sin fortuna y sin las cualidades que el mundo más aprecia, haya podido realizar solo una tarea tan extraordinaria.

    Al saber san Vicente la miseria que reinaba en Lorena durante la guerra en esa región, consiguió en París una suma fabulosa de dinero para socorrer a los habitantes. Además, envió a sus misioneros a predicar entre los pobres y enfermos de Polonia, Irlanda, Escocia y aun de las Hébridas. Su congregación rescató en el norte de África a 1200 esclavos cristianos y socorrió a muchísimos otros. El rey Luis XIII mandó llamar al santo para que le asistiese en su lecho de muerte, y la regente, Ana de Austria, le consultaba acerca de los asuntos eclesiásticos y la concesión de beneficios. Sin embargo, san Vicente no consiguió persuadir a la reina, en el asunto de la Fronda, a que hiciese renunciar a su ministro Mazarino por el bien del pueblo. Gracias a la ayuda del santo, las Benedictinas inglesas de Gante pudieron fundar un convento en Boulogne en 1652. Pero esta colosal actividad no distraía un instante a Vicente de su unión con Dios. En los fracasos, decepciones y ataques, conservaba una serenidad extraordinaria y su único deseo era que Dios fuese glorificado en todas las cosas.

    Por increíble que pueda parecer, san Vicente «era un hombre de carácter belicoso y colérico», según lo confiesa él mismo; podría creerse que se trata de una exageración debida a la humildad, pero otros testigos confirman esas palabras. «Sin la gracia -dice el mismo Vicente-, me habría dejado llevar de mi temperamento duro, áspero e intratable». Pero la gracia de Dios no le faltó y supo aprovecharla hasta convertirse en un hombre dulce, afectuoso y extraordinariamente fiel a los impulsos de la caridad y el amor de Dios. El santo quería que la humildad fuese la base de su congregación y no se cansaba de repetirlo. En cierta ocasión, se negó a admitir en su congregación a dos hombres de gran saber, diciendo: "Vuestras habilidades están por encima de nuestro nivel y pueden encontrar mejor empleo en otra parte. Nuestra gran ambición es instruir a los ignorantes, mover a penitencia a los pecadores y sembrar en el corazón de los cristianos el evangelio de la caridad, la humildad, la mansedumbre y la sencillez». Según las reglas de san Vicente, los misioneros no debían hablar nunca acerca de sí mismos, porque tales conversaciones proceden generalmente de soberbia y fomentan el amor propio. Era muy grande la preocupación de san Vicente por la rapidez con que se divulgaba el jansenismo en Francia. «Durante tres meses -confesó el santo- el único objeto de mis plegarias ha sido la doctrina de la gracia y, cada día, Dios ha confirmado mi convicción de que Nuestro Señor Jesucristo murió por todos nosotros y que desea salvar al mundo entero». Él mismo se opuso activamente a los predicadores de la falsa doctrina y no toleró que permaneciera en su congregación ningún sacerdote que profesara sus errores.

    Hacia el fin de su vida, la salud del santo estaba totalmente quebrantada. Murió apaciblemente, sentado en su silla, el 27 de septiembre de 1660, a los ochenta años de edad. Clemente XI le canonizó en 1737, y León XIII proclamó a ese humilde campesino patrono de todas las asociaciones de caridad. Entre éstas se destaca la Sociedad de San Vicente de Paul, que Federico Ozartam fundó en París en 1883, siguiendo el espíritu del santo. Su cuerpo permanece incorrupto y descansa en la Iglesia de San Lázaro, en París.

Oremos

    Dios todopoderoso y eterno, que llenaste de caridad el corazón de San Vicente de Paúl, escucha nuestra oración y danos tu amor. A ejemplo suyo, haznos descubrir y servir a Jesucristo, tu Hijo, en nuestros hermanos pobres y desdichados. Que en su escuela aprendamos a amarte a Ti con el sudor de nuestro rostro y la fuerza de nuestros brazos. Por sus oraciones, libra nuestras almas del odio y del egoísmo; haz que todos recordemos que un día seremos juzgados sobre el amor. Oh Dios, que quieres la salvación de todos, danos los sacerdotes, las religiosas y los apóstoles seglares que tanto necesitamos. Que sean entre nosotros los primeros testigos de tu amor. Virgen de los pobres y Reina de la Paz, obtén para nuestro mundo dividido y angustiado, el amor y la paz. Así sea. Amén