martes, 20 de octubre de 2020

EVANGELIO - 21 de Octubre - San Lucas 12,39-48


        Carta de San Pablo a los Efesios 3,2-12.

    Hermanos: Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
    Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras.
    Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas.
    Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
    De este Evangelio, yo fui constituido ministro por el don de la gracia que recibí de Dios, en virtud de la eficacia de su poder.
    Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y poner de manifiesto la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en Dios, el creador de todas las cosas, para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia.
    Este es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercarnos a Dios con toda confianza, mediante la fe en él.


Libro de Isaías 12,2-3.4bcd.5-6.

Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación.

Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre.

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel!


    Evangelio según San Lucas 12,39-48.

    Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
    Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
    Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
    El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
    ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
    Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
    Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
    El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
    Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Octubre - “Estad preparados.”


       San John Henry Newman (1801-1890) teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra PPS, t. 4, N.º 22

“Estad preparados.”

    Nuestro Señor nos ha hecho esta advertencia en el momento en que estaba a punto de dejar este mundo, por lo menos de dejarlo visiblemente. Preveía los cientos de años que podían transcurrir antes de su retorno. El conocía su propio destino, el del Padre; dejar gradualmente este mundo y su propio curso, retirando poco a poco las prendas de su presencia misericordiosa. Preveía el olvido en que caería, incluso entre sus discípulos...Preveía el estado del mundo y de la Iglesia tal como los vemos hoy, donde su ausencia prolongada ha hecho creer que ya no volvería nunca más... Hoy, nos susurra al oído con gran misericordia que no nos fiemos de aquello que vemos, que no participemos en la incredulidad general, que no nos dejemos arrastrar por el mundo, sino de “velar y orar en todo tiempo” (Lc 21,36) y de esperar su venida. Este aviso misericordioso tendría que estar siempre en nuestro corazón por ser tan necesario, solemne y urgente. Nuestro Señor había anunciado su primera venida; y sin embargo, fue una sorpresa cuando apareció. Volverá de modo más imprevisto aun en su segunda venida, sorprenderá a los hombres, pues no ha dicho nada sobre el espacio de tiempo que media antes de su vuelta y nos encomienda la vigilancia y la guarda de la fe y del amor. .. No debemos sólo creer sino velar; no sólo amar sino velar; no sólo obedecer sino velar. Velar ¿porqué? Por el gran acontecimiento de la venida de Cristo. Nos parece un deber particular esta invitación a velar, no sólo creer, temer, amar y obedecer, sino también velar; velar por Cristo, velar con Cristo.

SANTORAL - SANTAS ÚRSULA Y COMPAÑERAS VÍRGENES, VÍRGENES Y MÁRTIRES

21 de Octubre


    Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.

    La Iglesia trata con gran reserva el caso de santa Úrsula y sus compañeras, martirizadas en Colonia. La comisión nombrada por Benedicto XIV tenía el proyecto de suprimir su fiesta, que llegó a considerarse por completo fantástica y carente de todo valor. Ya el Martirologio Romano de 1922 suprimía algunas referencias históricas, como el tradicional número de once mil vírgenes, y las circunstancias concretas del martirio. Al respecto, puede ser útil comparar las redacciones respectivas de los elogios de 1922 y de la edición de 2001: «En Colonia Agripina, santas Úrsula y compañeras, quienes, a causa de la religión cristiana y de la preservación de la virginidad, fueron asesinadas por los Hunos, llevando a término su vida en el martirio; muchos de sus cuerpos fueron conservados en Colonia.» (Martirologio de 1922) «Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.» (Martirologio de 2001) Es notable la desaparición de toda circunstancia histórica, quedando todo el peso del elogio en la basílica construida en honor de las mártires, que, como veremos luego, es lo único concreto de toda esta memoria.

    En la iglesia de Santa Úrsula, en Colonia, hay una inscripción latina, que data probablemente de la segunda mitad del siglo IV o principios del siglo V. Su texto dice: no hay una traducción aceptable del texto, ya que se trata de una inscripción bastante oscura. Pero parece conmemorar el hecho de que un tal Clemacio, senador, tuvo ciertas visiones en las que se le ordenó que emprendiese la reconstrucción en ese lugar, que era de su propiedad, de la basílica de las vírgenes que habían sido martirizadas allí. Debe tenerse presente que la inscripción no dice nada sobre el número y los nombres de las vírgenes, ni sobre la época y las circunstancias de su martirio, no nombra a Úrsula ni a los Hunos. Toda su importancia proviene de que menciona, si es que la inscripción está bien datada en el siglo IV o V, una basílica anterior, quizás preconstantiniana, testigo de un culto muy antiguo. Esta es toda la base sobre la que descansa el culto de santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, cuya leyenda es tan famosa.

    La forma más antigua de la leyenda es un sermón compuesto en Colonia, probablemente a principios del siglo IX, con motivo del día de la fiesta. El autor confiesa que no existía entonces ningún escrito sobre el martirio y se limita a repetir la leyenda oral, sin dar pruebas sobre la veracidad de su contenido. Las doncellas eran muy numerosas, tal vez varios miles. La principal era Vinosa o Pinosa. El martirio tuvo lugar durante la persecución de Maximiano. Según una variante, las vírgenes habían llegado a Colonia con la Legión Tebana, aunque el autor se inclina más bien a pensar que eran originarias de Inglaterra. Ninguno de los martirologios clásicos de la época menciona a estas mártires, pero Usuardo conmemora a las vírgenes Marta y Saula y sus compañeras, martirizadas en Colonia y Wandelberto de Prüm, mediados del siglo IX, habla de los millares de vírgenes de Cristo que padecieron el martirio a orillas del Rin el 21 de octubre.

    La primera mención del nombre de santa Úrsula, que formaba parte de un grupo de unas pocas vírgenes (no once mil), data de fines del siglo IX. Varias fuentes litúrgicas de esa época, dicen que santa Úrsula formaba parte de un grupo, pero a veces menciona a cinco, otras ocho, otras once vírgenes; por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Marta, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia. Por supuesto que ninguno de estos documentos es anterior al siglo IX, pero al menos son testimonios independientes a las leyendas ursulinas -que recién comenzaban a circular- y su testimonio no queda invalidado por dichas leyendas. En una sola de estas listas Úrsula está primera.

    Sin embargo, ya a principios del siglo X se comenzó a hablar de «once mil» vírgenes, aunque no se sabe cómo ni por qué. Se puede quizás pensar que se juntó el dato de las once de uno de los listados litúrgicos, con la idea de «miles de vírgenes» en el Rin, que provenía de otras fuentes, según vimos; y según una teoría, la abreviación «XI M.V.» (undecim martyres virgines) se tradujo equivocadamente por undecim milia virgines. Sea como sea que se haya llegado a pasar de un puñado de no más de once a nada menos que once mil, para el siglo X estaban todos los elementos básicos de tan fantástica historia, y sólo faltaba que la imaginación popular y moralizante dieran una forma agradable y transmisible a todo este conjunto.

    Ésta es, pues, la forma que tomó más tarde en Colonia: Un rey pagano solicitó la mano de Úrsula, hija de un monarca cristiano de Inglaterra. La joven quería permanecer virgen y obtuvo un plazo de tres años, que empleó en continuas travesías marítimas. Tenía diez damas de honor y cada una de ellas, lo mismo que Úrsula, llevaba mil compañeras. La expedición constaba de once navíos. Al cumplirse el plazo de tres años, los vientos arrastraron los navíos a la desembocadura del Rin. La caravana de doncellas se dirigió entonces a Colonia y después, a Basilea. Allí desembarcaron Úrsula y sus compañeras, quienes cruzaron los Alpes y fueron a Roma a visitar el sepulcro de los Apóstoles. Después, volvieron por el mismo camino a Colonia. Como Úrsula se rehusase a contraer matrimonio con el rey de los hunos, fue asesinada por los bárbaros junto con todas sus compañeras. Los ángeles se encargaron de dispersar a los asesinos, de suerte que los habitantes de la ciudad pudieron recuperar los cadáveres. Clemacio construyó en su honor una basílica.

    Godofredo de Monmouth, en el siglo XII, da otra versión de origen galo, no menos fantástica: El emperador Maximiano, es decir, Magno Clemente Máximo, conquistó las Galias el año 383 y fundó en Bretaña una colonia inglesa, compuesta en gran parte por soldados, bajo las órdenes de Cinán Meiriadog. Cinán pidió al rey de Cornwall, llamado Dionoto, que enviase algunas mujeres para poblar la colonia. Dionoto respondió generosamente y envió a su propia hija, Úrsula y a otras 11.000 doncellas nobles, así como a 60.000 jóvenes del pueblo. Úrsula, que era muy hermosa, debía contraer matrimonio con Cinán. Pero una tempestad arrastró los navíos hacia el norte, a unas islas extrañas pobladas por los bárbaros, y las doncellas murieron a manos de los hunos y de los pictos.

    La versión de Colonia constituye la leyenda que podríamos llamar «oficial». Esa versión sitúa el martirio en el año 451: «Atila y los hunos, cuando se replegaban después de su derrota en la Galia, tomaron Colonia, que era entonces una ciudad cristiana muy floreciente. Sus primeras víctimas fueron Úrsula y sus compañeras inglesas» (así rezaba una antigua lección del Breviario en Inglaterra). En el curso del siglo XII, la historia se complicó aún más, gracias a las «revelaciones» de santa Isabel de Schönau y del beato Germán José, canónigo premonstratense. Actualmente, todo el mundo está de acuerdo en que tales revelaciones eran puramente ilusorias, pero en la época en que tuvieron lugar se «descubrieron» en Colonia (1155) numerosas reliquias e inscripciones (naturalmente falsas), que pasaban por ser los epitafios de san Ciriaco Papa, de san Marino de Milán, de san Papunio, rey de Irlanda, de san Picmenio, rey de Inglaterra y de otros muchísimos personajes imaginarios que habían sufrido el martirio con santa Úrsula y sus compañeras. Las pretendidas «revelaciones» del beato Germán (si es que existieron realmente) eran aún más sorprendentes que las de santa Isabel, ya que tenían por finalidad resolver los múltiples problemas de la leyenda y explicar la presencia de los huesos de hombres y aun de niños recién nacidos, entre los restos de las mártires. Indudablemente lo que se descubrió en 1155 fue una fosa común. Por otra parte, todos los indicios nos llevan a pensar que los dos abades de Deutz falsificaron impíamente los hechos y complicaron en el fraude a santa Isabel y al beato Germán, sin que éstos lo supiesen. Todavía se conserva una gran cantidad de «reliquias» en la iglesia de Santa Úrsula en Colonia, sin contar las que se hallan esparcidas en el mundo entero.

    Dejando a un lado la leyenda, la inscripción de Clemacio dice que éste restauró una pequeña basílica o cella memorialis, que probablemente había sido saqueada por los francos alrededor del año 353 (y por tanto carece de toda relación con los hunos). Ahí se hallaba el sepulcro de las mártires, y Clemacio prohibió que se diese sepultura en ese lugar a otras personas. El texto de la inscripción no indica absolutamente que se tratase de un vasto cementerio en el que había millares de esqueletos. Durante la Edad Media, se inventaron, poco a poco, los nombres de las compañeras de santa Úrsula que figuran en diversos calendarios y martirologios. Una de las invenciones más famosas y quizás más entrañables, sea la de «santa Córdula», que atemorizada por el martirio escapó de la matanza, pero «al día siguiente, arrepentida, se entregó a los hunos y fue la última que conquistó la palma del martirio» (así lo decía la inscripción del Martirologio Romano de 1922, retirada en la actualidad). Según se sabe, la autora de esta invención fue la monja Helentrudis de Heerse en el documento «Fuit tempore». De cada detalle la predicación ha sacado ejemplos notables y valores permanentes; la iconografía, qué duda cabe, se ha recreado en pintar de mil maneras distintas estos «hechos». Aun en la teología del siglo XX no sabríamos a qué hace referencia el libro de Hans Urs von Bathasar «Córdula, o el acontecimiento auténtico», si no tuviéramos conocimiento de estos desarrollos legendarios. Pero, como lo hemos señalado otras veces, el Martirologio no es un reservorio de leyendas entrañables, sino la celebración de hechos de la fe veraces y fundamentales, que dieron lugar a la nuestra. Muchas veces no tenemos para ellos más que la vaga evocación de una basílica cuyo recuerdo subsistió, o un nombre que ha quedado desprovisto de toda densidad. La historia de la fe nos ofrece muchas veces esa «ascesis de la curiosidad» que la leyenda pretende suavizarnos. Pero lo que debe permanecer es el recuerdo de que nuestra fe está construida sobre martirios auténticos, aunque no conozcamos de ellos más que los retazos que lograron fijarse en una inscripción o un pergamino borroso.

Oremos

    ¡Oh Dios!, que has concedido a las vírgenes dignamente consagradas a Ti, el valor de enfrentar, con Úrsula como su líder, una lucha maravillosa a través de la palma de la mano del martirio y alcanzaron la gloria de la contemplación celestial, te rogamos que concedas que podamos ser ayudados por la oración de aquellos que en este día después de haber pasado por las puertas de la muerte, has hecho triunfar en el Cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, Quién vive y reina con Dios el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, un Dios, mundo sin fin. Amén.

lunes, 19 de octubre de 2020

EVANGELIO - 20 de Octubre - San Lucas 12,35-38


    Carta de San Pablo a los Efesios 2,12-22.

    Hermanos: Antes ustedes no tenían a Cristo y estaban excluidos de la comunidad de Israel, ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
    Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.
    Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.
    Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca.
    Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
    Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
    Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
    En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
    En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.


Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14.

Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra.

El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo.

El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos.


    Evangelio según San Lucas 12,35-38.


    Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
    Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
    ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
    ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!"

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Octubre - ¡Feliz ese servidor fiel!


Beato Columba Marmion (1858-1923) abad La oración monástica (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org

¡Feliz ese servidor fiel!

    Cuando se es perseverante en guardar usualmente el sentimiento de la presencia de Dios, el ardor del amor es constante. “Toda nuestra actividad”, mismo la más ordinaria, no solamente es “guardada pura de toda mancha” (Regla de San Benito, IV), sino que es elevada a un nivel sobrenatural. Toda nuestra vida es irradiada con la claridad celeste, plena de una suavidad que “desciende del Padre de los astros luminosos” (Sant 1,17) y es el secreto de nuestra fuerza y alegría. El hábito de la presencia de Dios dispone el alma a las visitas divinas. A ciertas almas les ocurre frecuentemente que, a pesar de su buena voluntad, prueban una real dificultad para hacer oración a la hora asignada. Fatiga, sueño, malestar, distracciones, impiden aparentemente los esfuerzos para rezar. La sequedad y aridez espiritual están presentes. Que el alma sin embargo, permanezca fiel y haga lo que pueda para estar cerca del Señor, mismo sin ímpetu ni fervor sensible: “Yo estoy siempre contigo, tú me has tomado de la mano derecha” (Sal73 (72),23). Dios lo abordará más tarde. De esas visitas del Señor, debemos decir lo que la Escritura proclama de su suprema aparición, al término de nuestra existencia terrestre: “Ustedes no saben qué día vendrá el Señor” (Mt 24,42). Si en la celda, el claustro, el jardín, el refectorio y en todos lados, vivimos recogidos en la presencia divina, nuestro Señor vendrá. La Trinidad vendrá (cf. Jn 14,23) con las manos plenas de luz, con esa claridad que nos invade hasta el fondo de nosotros mismos y que puede tener una repercusión considerable en nuestra vida interior. Con nuestro recogimiento, seamos “como los que esperan el regreso de su Señor” (cf. Lc 12,36). Al encontrarnos listos, el Señor nos hará entrar con él en la sala de fiesta…

SANTORAL - SANTA MARÍA BERTILA BOSCARDIN

20 de Octubre


    En Treviso, en Italia, santa María Bertila (Ana Francisca) Boscardin, virgen de la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea de los Sagrados Corazones, que en su trabajo en un hospital se mostró solicita de la salud corporal y espiritual de los enfermos.

    «La fuerza del Sacramento de la Eucaristía me alcanza siempre y en todas partes para que yo me comporte con responsabilidad... Porque yo siento necesidad de estar un rato con nuestro Señor.»

    Santa Bertilia siguió el «caminito espiritual» de santa Teresa del Niño Jesús. Era una mujer de gran juicio práctico y voluntad muy firme que se santificó cumpliendo sencillamente su deber de todos los días, a pesar de su mala salud, su reducida capacidad intelectual y su falta de iniciativa. Nació en 1888, en Brendola, entre Vicenza y Verona, en el seno de una pobre familia de campesinos. Su nombre de pila era Ana Francisca, pero todos la llamaban Anita. El P. Emigdio Federici, su biógrafo, escribe que Anita era una niña «tranquila y muy trabajadora, cuya infancia no tuvo nada de pintoresco». Ángel Boscardin, el padre de Anita, era un hombre muy celoso y dado a la bebida, de suerte que los pleitos abundaban en su casa, según testificó él mismo en el proceso de beatificación de su hija. Anita no podía asistir regularmente a la escuela, pues desde pequeña tuvo que trabajar en el hogar y ganar un poco de dinero ayudando en casa de los vecinos. Sus compañeros de juegos la apodaban «la tontita». Probablemente no les faltaba razón, ya que, cuando el P. Capovilla, párroco del lugar, habló de la vocación religiosa de la niña con el arcipreste Gresele, éste no pudo contener la risa. Sin embargo, como la consideraba por lo menos suficientemente inteligente para pelar patatas, el P. Gresele habló de Anita a ciertas religiosas, quienes se negaron a admitirla.

    Como quiera que fuese, a los dieciséis años Anita ingresó en el convento de las Hermanas de Santa Dorotea, en Vicenza y recibió el nombre de Bertilia, en honor de la santa abadesa de Chelles. La joven dijo a su maestra de novicias: «Yo no sé hacer nada. Soy una inútil, una 'tontita'. Enseñadme a ser santa». La hermana Bertilia pasó un año ayudando en la cocina, en la panadería y en la lavandería. Después, fue enviada a aprender las tareas de enfermera en Treviso, donde las hermanas de Santa Dorotea tenían a su cargo el hospital municipal. Pero la superiora prefirió emplearla como ayudante de la cocinera. Anita no pudo salir de la cocina hasta después de su profesión. En 1907, pasó a ayudar en el pabellón de los niños diftéricos y, a partir de entonces, vivió consagrada al cuidado de los enfermos. Pero, bien pronto contrajo una penosa enfermedad que la atormentó durante los últimos doce años de su vida. y la llevó finalmente al sepulcro, a pesar de las intervenciones de los cirujanos.

    A principios de 1915, el hospital de Treviso fue ocupado por las tropas. Dos años más tarde, a raíz de la derrota de Caporetto, el ejército italiano tuvo que replegarse a Piave, y el hospital quedó en pleno frente de batalla. Durante los bombardeos aéreos, en tanto que el terror paralizaba a algunas de sus hermanas, santa Bertilia, no menos asustada, se ocupaba en llevar café y vino de Marsala a los enfermos, sin que sus quehaceres le impidieran pasar las cuentas de su rosario. Bertilia y algunas de sus hermanas fueron pronto enviadas a un hospital militar de Viggiu, en las cercanías de Como. El capellán, Pedro Savoldelli y el oficial, Mario Lameri, no pudieron menos de admirar la laboriosidad y la caridad de Bertilia. En cambio, la superiora no supo apreciar las cualidades de su súbdita, como había sucedido ya con otras superioras, y la reprendía por trabajar exageradamente y por estar demasiado apegada a los enfermos. Finalmente, acabó por enviarla a la lavandería. Bertilia trabajó allí sin una queja durante cuatro meses, hasta que la madre general, una mujer extraordinaria que se llamaba Azelia Farinea, comprendió la injusticia y sacó a la santa de Viggiu.

    Después del armisticio, la hermana Bertilia retornó al hospital de Treviso, donde se le confió el pabellón de infecciosos para niños. La salud de la hermanita iba de mal en peor; tres años más tarde los médicos decidieron operarla. La operación resultó fatal, y la hermana Bertilia murió tres días después, el 20 de octubre de 1922. En el primer aniversario de su muerte, se puso en el Hospital de Treviso una placa con la siguiente inscripción: «A la hermana Bertilia Boscardin, alma escogida y de bondad heroica, quien durante varios años alivió como un ángel el sufrimiento humano en este hospital ...» El pueblo empezó a acudir a la tumba de la hermana Bertilia en Treviso. Sus restos fueron más tarde trasladados a Vicenza, donde Dios obró por su intercesión muchas curaciones. Fue beatificada en 1952, en presencia de algunos miembros de su familia y de varios pacientes a los que había asistido, y el papa Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.

Oremos

    ¡Oh Jesús, que subes al cielo; oh Señor, Rey bendito e inmortal de los siglos, te damos gracias por haber asociado hoy a Santa Bertila a tu triunfo y haber encendido con ella una nueva estrella en el firmamento de tu Iglesia! Al volver al Padre prometiste no dejarnos nunca, y benignamente sigues estando con nosotros, también en el testimonio y amor de tus Santos, que son tu más bello  cortejo en el cielo y tu buen olor aquí en la tierra. Por intercesión de Santa Bertila y de todos los Santos, suscita en las almas, en las familias, en las diócesis semillas fecundas y siempre nuevas de santidad; numerosas y ardientes vocaciones; almas bellas y puras; familias sanas y generosas que vivan en tu santo amor. Y concédenos que, sostenidos por tu gracia y fortalecidos por los ejemplos de tus Santos, podamos honrarte todos los días con serenidad y alegría, ánimo y perseverancia para poder vivir una vida divina. Amén

domingo, 18 de octubre de 2020

EVANGELIO - 19 de Octubre - San Lucas 12,13-21


    Carta de San Pablo a los Efesios 2,1-10.

    Hermanos: Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan.
    Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo las apetencias de la carne y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás.
    Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!- y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
    Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús.
    Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
    Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.


Salmo 100(99),2.3.4.5.

Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.


    Evangelio según San Lucas 12,13-21.

    En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
    Jesús le respondió: "Amigo, ¿Quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".
    Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
    Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.
    Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.
    Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.
    Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 19 de Octubre - «Ser rico según la mirada de Dios»


San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia Sermón: Rechazando darte, te pierdes. Sermón 34, sobre el salmo 149.

«Ser rico según la mirada de Dios» 

    Hermanos, examinad con atención vuestras moradas interiores, abrid los ojos y considerad cual es vuestro mayor amor, y después aumentad la cantidad que habréis descubierto en vosotros mismos. Poned atención a este tesoro vuestro a fin de ser ricos interiormente. Decimos que son caros los bienes que tienen un gran precio y con razón… Pero ¿qué hay de más apreciado que el amor, hermanos míos? Según vuestro parecer ¿cuál es su precio? Y, ¿cómo pagarlo? El precio de una tierra, el del trigo, es tu dinero; el precio de una perla, es tu oro; pero el precio de tu amor, eres tú mismo. Si quieres comprar un campo, una joya, un animal, buscas los fondos necesarios, miras alrededor tuyo. Pero si deseas poseer el amor, no busques más que a ti mismo, es preciso que te encuentres a ti mismo.

    ¿Qué es lo que temes dándote? ¿Perderte? Al contrario, es rechazando darte que te pierdes. El mismo Amor se expresa por boca de la Sabiduría y con una palabra apacigua el desasosiego en la que te mete esta palabra: “¡Date a ti mismo!” Si alguien quisiera venderte un terreno te diría: “Dame tu dinero” o para otra cosa: “Dame tu moneda”. Escucha lo que te dice el Amor por boca de la Sabiduría: “Hijo, dame tu corazón” (Pr 23,26). Tu corazón estaba mal cuando era tuyo; eras presa de tus futilezas, es decir, de las malas pasiones. ¡Quítalas de ahí! ¿Dónde llevarlas? ¡A quién ofrecérselas? “Hijo, ¡dame tu corazón!” dice la Sabiduría. Que sea mío, y no lo perderás…

    “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser” (Mt 22,37)… El que te creó te quiere todo entero.

SANTORAL - SANTOS JUAN DE BRÉBEUF, ISAAC JOGUES Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

19 de Octubre


    Santos mártires Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros y compañeros de la Orden de la Compañía de Jesús, en el día en que san Juan de la Lande, religioso, fue asesinado por los paganos en el lugar llamado Ossernenon, entonces en territorio del Canadá, el mismo lugar donde algunos años antes había conseguido la corona del martirio san Renato Goupil. Son venerados conjuntamente sus santos compañeros Gabriel Lalemant, Antonio Daniel, Carlos Garnier y Natal Chabanel, que, en la región canadiense, en días distintos, después de muchas fatigas en la misión del pueblo de los hurones para anunciar el evangelio de Cristo a aquellas gentes, terminaron muriendo mártires.

    En estos años ha cambiado la actitud hacia los indios pielrojas. Se tiene conciencia de que la prepotencia de los blancos colonizadores destruyó la vida de pueblos de los que se aprecian, también demasiado tarde, algunas características. Pero, aun para estos pueblos se puede decir que el cristianismo y sobre todo los misioneros se han preocupado realmente por entablar un diálogo que permita hacer sobrevivir los valores más genuinos. Esto queda confirmado con los acontecimientos de los ocho jesuitas que murieron mártires en Canadá a mediados del siglo XVII, y sobre todo de Juan Brébeuf.

    Este había nacido en 1593 de una familia normana que había acompañado a Guillermo el Conquistador y a San Luis IX. Se hizo jesuita y fue ordenado sacerdote a los 29 años. Tres años después, en compañía de los Padres Massé y Lalemant y el franciscano Joseph Roche d'Aillon, partió para Canadá. La primera tribu con la cual tuvo contacto fue la de los Algonquinos, que acompañó cinco meses durante las cacerías por los bosques llenos de nieve; tenía grande espíritu de observación y buena memoria, y esto le facilitó el aprendizaje del idioma de la tribu, de la que escribió una gramática y un vocabulario. Pasó después entre los Hurones, en cuya lengua ya desaparecida redactó un catecismo, precioso aun desde el punto de vista filológico. Con infinita paciencia recomenzó la misión entre los Hurones, después que terminaron las luchas entre franceses e ingleses. Los indios lo admiraban mucho por su calma, su inteligencia y hasta por su fuerza (lo llamaban "el hombre que lleva los pesos"). Hacia 1637 pudo administrar los primeros bautismos a los adultos: cuando murió, ya había unos 7.000 Hurones cristianos.

    Toda su vida fue un martirio: "Nuestras chozas son de cortezas, como las de los salvajes... El interior de las chozas es una pequeña imagen del infierno. Ordinariamente no se ve ahí sino fuego y humo; aquí y allí se ven cuerpos desnudos, ennegrecidos y medio quemados, entre tropas de perros". El 16 de marzo de 1649 los Iroqueses enemigos de los Hurones, atacaron a la misión, amarraron a Brébeuf a un árbol, le arrancaron las uñas, lo despellejaron, lo torturaron de mil modos y, finalmente, admirados de su valentía, le abrieron el pecho y se comieron el corazón, para adueñarse de su fuerza de ánimo. Con siete de sus compañeros mártires (Antonio Daniel, Carlos Garnier, Gabriel Lalemant, Juan de La Lande, Isaac Jogues, Natale Chabanel y Renato Goupil)Ninguno abandonó su puesto, y cuando se les canonizó colectivamente en 1930 la iglesia les hizo modelos de las prioridades espirituales sobre la propia vida.

Oremos

    Oh Dios, tú quisiste que los comienzos de tu Iglesia en América del Norte fueran santificados con la predicación y la sangre de San Juan y San Isaac y sus compañeros, mártires, haz que, por su intercesión, crezca, de día en día y en todas las partes del mundo, una abundante cosecha de nuevos cristianos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén

sábado, 17 de octubre de 2020

EVANGELIO - 18 de Octubre - San Mateo 22,15-21


        Libro de Isaías 45,1.4-6.

    Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse. Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras.
    Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí.
    Yo te hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí.
    Yo soy el Señor, y no hay otro.


Salmo 96(95),1.3.4-5.7-8.9-10a.10c.


Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Los dioses de los pueblos

no son más que apariencia,
pero el Señor hizo el cielo.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;

aclamen la gloria del nombre del Señor.
Entren en sus atrios trayendo una ofrenda.
adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.


    Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5b.


    Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz.
    Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia.
    Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos.
    Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones.


    Evangelio según San Mateo 22,15-21.

    Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.
    Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
    Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".
    Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
    Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.
    Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".
    Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 18 de Octubre - "Ser imagen de Dios"


San Lorenzo de Brindisi , capuchino, doctor de la Iglesia Sermón para el 22 domingo después de Pentecostés

Ser imagen de Dios

    “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.” Hay que dar a cada uno lo que le toca. He aquí una palabra llena de sabiduría y de ciencia celestial. Nos enseña que hay dos maneras de poder, el uno terreno y humano, el otro del cielo y divino... Nos enseña que debemos atenernos a dos obediencias, una a las leyes humanas y la otra a las leyes divinas... Hay que pagar al César la moneda que lleva su efigie y la inscripción del César, a Dios lo que ha sido sellado con el sello de su imagen y semejanza: “Haz brillar, Señor, sobre nosotros la luz de tu rostro.” (Sal 4,7)

    Hemos sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26). Eres hombre, ¡oh cristiano! Eres la moneda del tesoro divino, una moneda que lleva el sello y la inscripción del emperador divino. Por tanto, pregunto con Cristo: “¿De quién son esta imagen y esta inscripción?” Tú respondes: “De Dios.” Yo te respondo: ¿Por qué, entonces, no das a Dios lo que es suyo?”

    Si queremos ser realmente imagen de Dios, debemos asemejarnos a Cristo, ya que él es la imagen de la bondad de Dios y la “impronta de su ser”. (Hb 1,3) Y Dios “nos ha destinado a ser imágenes de su Hijo” (Rm 8,29). Cristo dio al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Observó de manera perfecta los preceptos que contienen las tablas de la ley divina “haciéndose obediente hasta la muerte en cruz” (cf Fl 2,8) y así fue levantado a lo más alto de los cielo.

SANTORAL - SAN LUCAS, EVANGELISTA

18 de Octubre


    Lucas significa: "luminoso, iluminado" (viene del latín "luce" = luz). San Lucas escribió dos libros muy famosos: el tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.

    Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol. Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.

    El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo".

    Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía. En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.

    Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.

    También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.

    Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.

Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas. Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos

    “Oh Dios, que elegiste a San Lucas para revelar en sus palabras y escritos el misterio de tu amor por los pobres, concede a los que ya se jactan de tu nombre, perseverar en un solo corazón y alma y a todos los pueblos del mundo ver tu salvación. A través de tu Señor Jesucristo, tu hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Oh Señor, bendícenos, líbranos de todo mal; llévanos a la vida eterna, Amén.”