jueves, 10 de marzo de 2016

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP II )

LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO:
APUNTES HISTÓRICOS







    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

REFLEXIÓN

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
10 de marzo



    De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 15 Sobre la pasión del Señor, 3-4: PL 54, 366-367)


MEDITACIÓN SOBRE LA PASIÓN DEL SEÑOR

    El que quiera venerar de verdad la pasión del Señor debe contemplar de tal manera, con los ojos de su corazón, a Jesús crucificado, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús.

    Que tiemble la tierra por el suplicio de su Redentor, que se hiendan las rocas que son los corazones de los infieles y que salgan fuera, venciendo la mole que los abruma, los que se hallaban bajo el peso mortal del sepulcro. Que se aparezcan ahora también en la ciudad santa, es decir, en la Iglesia de Dios, como anuncio de la resurrección futura, y que lo que ha de tener lugar en los cuerpos se realice ya en los corazones.

    No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a quien no ayude la oración de Cristo. Pues si ésta fue de provecho para los que tanto se ensañaban con él, ¿cuánto más no lo será para los que se convierten a él?

    La ignorancia ha sido eliminada, la dificultad atemperada, y la sangre sagrada de Cristo ha apagado aquella espada de fuego que guardaba las fronteras de la vida. La oscuridad de la antigua noche ha cedido el lugar a la luz verdadera.

    El pueblo cristiano es invitado a gozar de las riquezas del paraíso, y a todos los regenerados les ha quedado abierto el regreso a la patria perdida, a no ser que ellos mismos se cierren aquel camino que pudo ser abierto por la fe de un ladrón.

    Procuremos ahora que la ansiedad y la soberbia de las cosas de esta vida presente no nos sean obstáculo para conformarnos de todo corazón a nuestro Redentor, siguiendo sus ejemplos. Nada hizo él ni padeció que no fuera por nuestra salvación, para que todo lo que de bueno hay en la cabeza lo posea también el cuerpo.

    En primer lugar, aquella asunción de nuestra substancia en la Divinidad, por la cual la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, ¿a quién dejó excluido de su misericordia sino al que se resista a creer? ¿Y quién hay que no tenga una naturaleza común con la de Cristo, con tal de que reciba al que asumió la suya? ¿Y quién hay que no sea regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue engendrado? Finalmente, ¿quién no reconoce en él su propia debilidad? ¿Quién no se da cuenta de que el hecho de tomar alimento, de entregarse al descanso del sueño, de haber experimentado la angustia y la tristeza, de haber derramado lágrimas de piedad es todo ello consecuencia de haber tomado la condición de siervo?

    Es que esta condición tenía que ser curada de sus antiguas heridas, purificada de la inmundicia del pecado; por eso el Hijo único de Dios se hizo también hijo del hombre, de modo que poseyó la condición humana en toda su realidad y la condición divina en toda su plenitud.

    Es, por tanto, algo nuestro aquel que yació exánime en el sepulcro, que resucitó al tercer día y que subió a la derecha del Padre en lo más alto de los cielos; de manera que, si avanzamos por el camino de sus mandamientos, si no nos avergonzamos de confesar todo lo que hizo por nuestra salvación en la humildad de su cuerpo, también nosotros tendremos parte en su gloria, ya que no puede dejar de cumplirse lo que prometió: A todo aquel que me reconozca ante los hombres lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos.




    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

LA FRASE DEL DÍA

JUEVES 10 DE MARZO 







    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA IV
10 de marzo





    Libro del Exodo 32,7-14. 

    El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
    Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto".
    Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado.
    Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación".
    Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
    ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?". Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo.
    Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo:       "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia".
    Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.



Salmo 106(105),19-20.21-22.23. 

En Horeb se fabricaron un ternero,

adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.

Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.

El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.




    Evangelio según San Juan 5,31-47. 

    Jesús dijo a los judíos:
    Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
    Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
    Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
    No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
    Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
    Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
    Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
    Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
    Mi gloria no viene de los hombres.
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
    He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
    ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
    No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
    Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
     Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".




    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA IV
10 de marzo




San Jerónimo (347-420), sacerdote, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Carta 53, a San Paulino, obispo de Nola




“Si creéis en Moisés, creeréis también en mí, porque de mí habló Moisés en las Escrituras.” (Jn 5,46)

    “Existe una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida que, desde antes de los siglos, Dios nos ha destinado” (cf 1Cor 2,7). Esta sabiduría de Dios es Cristo. Él es el poder de Dios y la sabiduría de Dios... En el Hijo “están todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia” (cf Col 2,3) “escondidos en el misterio, destinado, de antemano, desde antes de los siglos, Cristo ha sido predestinado y prefigurado en la Ley y los profetas.

    Por esto, los profetas llevaban el nombre de “videntes”. Veían a aquel que estaba escondido y desconocido de los otros. Abrahán también “vio su día y se alegró” (cf Jn 8,56). A Ezequiel se le abrieron los cielos mientras que al pueblo pecador quedaron cerrados. “Levantad el velo que me cubre”, dice David, y contemplaré las maravillas de tu ley” (cf Sal 119,18). En efecto, la ley es algo espiritual y para comprenderla hace falta que se levanté el velo “que se pueda contemplar la gloria de Dios con el rostro descubierto” (cf 2Cor 3,18ss).

    En el Apocalipsis se muestra un libro sellado con siete sellos. ¡Cuántos hombre, hoy día, que se tienen por instruidos, tienen en sus manos un libro sellado! Son incapaces de abrirlo, a no ser que el que tiene la llave de David se lo abra. “Si él abre nadie cerrará y si cierra nadie podrá abrir” (cf Ap 3,7). En los Hechos de los apóstoles, el eunuco tiene en sus manos el libro de Isaías y venera lo que no conoce. Le sale al encuentro Felipe y le muestra a Jesús presente en el texto... ¡Comprende, pues, que tú no puedes meterte en las Sagradas Escrituras sin tener un guía que te enseñe el camino!





    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

HIMNO

TIEMPO DE CUARESMA

JUEVES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
10 de marzo








"He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

SANTORAL


TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA IV
10 de marzo





    Mártires de Sebaste

    Los 40 mártires de Sebaste (a. 320) La Legión XII Fulminata se hizo célebre entre los cristianos del siglo IV por el martirio de 40 de sus soldados. Junto a la Legión XV Apollinaris tenía a su cargo la defensa de Asia Menor. En el año 312 Constantino y Licinio publicaron un edicto favorable a los cristianos. Majencio había sido derrotado el 28 de Abril de ese año junto al puente Milvio y quedaba Constantino como único emperador de Occidente.

    En Oriente, vencido Maximiano Daia, es Licinio el único dueño. Constantino y Licinio son emperadores asociados. Por ese momento hay abundantes cristianos enrolados en las filas del ejército por la tranquilidad que por años los fieles cristianos van disfrutando al amparo del edicto imperial. En lenguaje de Eusebio, el ambicioso Licinio se quita la máscara e inicia en Oriente una cruenta persecución contra los cristianos. La verdad histórica del martirio, con sus detalles más nimios, no llega uniformemente a nuestros tiempos. La predicación viva de su entrega hasta la muerte -propuesta una y otra vez como paradigma a los fieles- está necesariamente adaptada a la necesidad interior de los diferentes auditorios; esto hace que se resalten más unos aspectos que otros, según lo requiera el mayor provecho espiritual, a los distintos oyentes y probablemente ahí radique la diferencia de las memorias.

    San Gregorio de Nisa, apologista acérrimo de los soldados mártires, sitúa el lugar del martirio en Armenia, cerca de la actual Sivas, en la ciudad de Sebaste. Fue en el año 320 y en un estanque helado. (San Efrén, al comentarlo, debió imaginarlo tan grande que lo llamó “lago”) Dice que de la XII Fulminata, cuarenta hombres aguerridos prefirieron la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana. Sobre el hielo y hundiéndose en el rigor del agua fría, los soldados, con sus miembros yertos, se animan mutuamente orando: “Cuarenta, Señor, bajamos al estadio; haz que los cuarenta seamos coronados”. Quieren ser fieles hasta la muerte... pero uno de ellos flaquea y se escapa; el encargado de su custodia , asombrado por la entereza de los que mueren y aborreciendo la cobardía del que huye, entra en el frío congelador y completa el número de los que, enteros, mantienen su ideal con perseverancia.

    Los sepultaron, también juntos, en el Ponto, dato difícil de interpretar por ser armenios los mártires. Pronto comenzó el culto a los soldados y se propagó por Constantinopla, Palestina -donde santa Melania la Joven construyó un monasterio poniéndolo bajo su protección-, Roma y de allí a toda la cristiandad. La antigüedad cristiana vibraba con la celebración del heroísmo de sus soldados, admiró la valentía, la constancia, el desprendimiento, la renuncia a una vida larga y privilegiada. Deseaban las iglesias particulares conseguir alguna de sus reliquias tanto que san Gaudencio afirma se valoraban más que el oro y san Gregorio Niseno las apreciaba hasta el punto de colocarlas junto a los cuerpos de sus padres para que en la resurrección última lo hicieran junto a sus valientes intercesores.






    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgicos


    El Pontifical romano, con las celebraciones propias del obispo(ordenaciones, bendición de oleos, confirmación, institución de los ministerios laicales, etc).
Consta de las siguientes partes: Ritual de la Confirmación (RC 1976), Ritual de ordenación del diácono, del presbítero y del obispo (RO 1977), Ritual para instituir acólitos y admitir candidatos al diaconado y al presbiterado, y para la promesa de observar el celibato (RLA), Ritual de la consagración de vírgenes (RCV), Ritual de la bendición de un abad o una abadesa (RBNA), Ritual de la bendición del óleo de los catecúmenos y enfermos y de la consagración del crisma (RBO), Ritual de la dedicación de iglesias y de altares (DCA1980) y el Ceremonial de los Obispos (CO).


FUENTE: Jesús Luengo Mena




miércoles, 9 de marzo de 2016

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgicos


    En lo referente a las lecturas de la Misa (OLM) las lecturas de la Biblia que la Iglesia propone a lo largo de todo el año litúrgico se hallan recogidas en los diversos tomos de que consta el LECCIONARIO.
    Como criterios generales observados al elegir los textos podemos decir que en los domingos y fiestas se proponen los textos considerados más importantes, a fin de que se cumpla lo que la SC (nº 51) dispone referente a que en un ciclo, en este caso de tres años, se lean a los fieles las partes más relevantes de la Sagrada Escritura. Esto se debe a que la mayoría de los cristianos practicantes suelen tener contacto con la palabra de Dios fundamentalmente en la misa dominical. El resto de la Escritura que no se lee los domingos o fiestas está asignado a los días feriales, siguiendo otros criterios ya que la serie ferial se desarrolla en dos años (pares e impares) durante el tiempo ordinario yen un solo ciclo anual durante los tiempos llamados fuertes, o sea, Adviento-Navidad, Cuaresma y Pascua.

    El Leccionario se halla dividido en varios tomos:

* Tomos I, II, III (Ciclos dominicales y fiestas A,B,C)
* Tomo IV: Lecturas para las ferias del T.O “per annum”.
* Tomo V: Lecturas para el Propio y Común de los Santos y difuntos.
* Tomo VI: Misas Votivas y por diversas necesidades.
* Tomo VII: Lecturas para las ferias de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua.
* Tomo VIII: Rituales.
    Para las Misas con niños puede existir un Leccionario propio, si así lo acuerda la Conferencia episcopal. En España este leccionario está publicado haciendo el Tomo IX. También han aparecido para las Misas votivas de la Virgen María un Misal con su correspondiente Leccionario. También existe uno especial que contiene el Evangelio de las fiestas más solemnes denominado “Evangelario”, libro que se porta en alto en la procesión de entrada (cuando la hay) y que recibe una especial veneración y respeto.

    Para los domingos del Tiempo Ordinario hay establecido un ciclo de TRES AÑOS, conocido por las letras A, B y C. Aquí se procura que la primera lectura tenga relación con los Evangelios, que son también los sinópticos. En el año A se lee el evangelio de Mateo, el año B se lee a Marcos y el año C a Lucas. Dividiendo el año en curso por el número tres si da de resto cero (división exacta) corresponderá a año C. A partir de ahí se deduce que cuando el resto de la división sea uno será año A y si el resto es dos será año B. La Misa dominical comprende pues tres lecturas, que son obligatorias: la primera, del Antiguo Testamento, excepto en Pascua, que es de los Hechos de los Apóstoles; la segunda, del apóstol, o sea, de las cartas y del Apocalipsis, y la tercera evangélica.

    Para el Leccionario ferial cada misa tiene dos lecturas, tomadas la primera del Antiguo Testamento o del Nuevo (en el tiempo pascual se toma de los Hechos de los Apóstoles como ya dijimos) y la segunda siempre es del Evangelio. En el tiempo ordinario, en las ferias de las treinta y cuatro semanas, las lecturas evangélicas se distribuyen en un solo ciclo, que se repite cada año. En cambio, la primera lectura se reparte en dos ciclos, que se leen en años alternos: el ciclo I en años impares, y el ciclo II en los pares. En el Leccionario de los santos hay que distinguir una doble serie de lecturas: la del propio de los santos, siguiendo las solemnidades, fiestas y memorias contenidas en el calendario; y la del común de los santos. En el primer caso se trata de textos propios o más adecuados para la celebración de cada santo, y en el segundo de repertorios de lecturas distribuidas de acuerdo con las diferentes categorías de santos (mártires, pastores, vírgenes, etc.).

    En los tiempos fuertes de Adviento, Cuaresma y Pascua, las lecturas son siempre las mismas todos los años, habiendo sido elegidas de acuerdo con las características propias de cada uno de estos tiempos litúrgicos. En el tiempo pascual el leccionario ferial toma la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles y el evangelio que se lee es el de San Juan. Los domingos pascuales se lee como primera lectura los Hechos de los Apóstoles y de segunda la primera carta de san Pedro (ciclo A), la primera carta de san Juan (ciclo B) y el Apocalipsis (ciclo C). Los evangelios escogidos nos relatan las apariciones de Cristo Resucitado y pasajes escogidos del Buen Pastor y oración del Señor tras la última cena. Como se observa no hay lecturas del Antiguo Testamento para subrayar que estamos en un tiempo nuevo.

 FUENTE: Jesús Luengo Mena




CATEQUESIS DE JUAN PABLO II



   
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros,
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros,
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.




Las maravillas del éxodo de Egipto

    1. El canto alegre y triunfal que acabamos de proclamar evoca el éxodo de Israel de la opresión de los egipcios. El salmo 113A forma parte de la colección que la tradición judía ha llamado el "Hallel egipcio". Se trata de los salmos 112-117, una especie de fascículo de cantos, usados sobre todo en la liturgia judía de la Pascua.

    El cristianismo asumió el salmo 113A con la misma connotación pascual, pero abriéndolo a la nueva lectura que deriva de la resurrección de Cristo. Por eso, el éxodo que celebra el salmo se convierte en figura de otra liberación más radical y universal. Dante, en la Divina Comedia, pone este himno, según la versión latina de la Vulgata, en labios de las almas del Purgatorio: "In exitu Israel de Aegypto / cantaban todos juntos a una voz..." (Purgatorio II, 46-47). O sea, ve en el salmo el canto de la espera y de la esperanza de quienes, después de la purificación de todo pecado, se orientan hacia la meta última de la comunión con Dios en el paraíso.

    2. Sigamos ahora la trama temática y espiritual de esta breve composición orante. Al inicio (cf. vv. 1-2) se evoca el éxodo de Israel desde la opresión egipcia hasta el ingreso en la tierra prometida, que es el "santuario" de Dios, o sea, el lugar de su presencia en medio del pueblo. Más aún, la tierra y el pueblo se funden: Judá e Israel, términos con los que se designaba tanto la tierra santa como el pueblo elegido, se consideran como sede de la presencia del Señor, su propiedad y heredad especial (cf. Ex 19, 5-6).

    Después de esta descripción teológica de uno de los elementos de fe fundamentales del Antiguo Testamento, es decir, la proclamación de las maravillas de Dios en favor de su pueblo, el salmista profundiza espiritual y simbólicamente en los acontecimientos que las constituyen.

    3. El Mar Rojo del éxodo de Egipto y el Jordán del ingreso en la Tierra santa están personificados y transformados en testigos e instrumentos que participan en la liberación realizada por el Señor (cf. Sal 113A, 3. 5).

    Al inicio, en el éxodo, el mar se retira para permitir que Israel pase y, al final de la marcha por el desierto, el Jordán remonta su curso, dejando seco su lecho para permitir que pase la procesión de los hijos de Israel (cf. Jos 3-4). En el centro, se evoca la experiencia del Sinaí: ahora son los montes los que participan en la gran revelación divina, que se realiza en sus cimas. Semejantes a criaturas vivas, como los carneros y los corderos, saltan de gozo. Con una vivísima personificación, el salmista pregunta entonces a los montes y las colinas cuál es el motivo de su conmoción: "¿Por qué vosotros, montes, saltáis como carneros, y vosotras, colinas, como corderos?" (Sal 113A, 6).
    No se refiere su respuesta; se da indirectamente por medio de una orden dirigida en seguida a la tierra: "Tiembla, tierra, ante la faz del Señor" (v. 7). La conmoción de los montes y las colinas era, por consiguiente, un estremecimiento de adoración ante el Señor, Dios de Israel, un acto de exaltación gloriosa del Dios trascendente y salvador.

    4. Este es el tema de la parte final del salmo 113A (cf. vv. 7-8), que introduce otro acontecimiento significativo de la marcha de Israel por el desierto, el del agua que brotó de la roca de Meribá (cf. Ex 17, 1- 7; Nm 20, 1-13). Dios transforma la roca en una fuente de agua, que llega a formar un lago: en la raíz de este prodigio se encuentra su solicitud paterna con respecto a su pueblo.
    El gesto asume, entonces, un significado simbólico: es el signo del amor salvífico del Señor, que sostiene y regenera a la humanidad mientras avanza por el desierto de la historia.

    Como es sabido, san Pablo utilizará también esta imagen y, sobre la base de una tradición judía según la cual la roca acompañaba a Israel en su itinerario por el desierto, interpretará el acontecimiento en clave cristológica: "Todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo" (1 Co 10, 4).

    5. En esta misma línea, un gran maestro cristiano, Orígenes, comentando la salida del pueblo de Israel de Egipto, piensa en el nuevo éxodo realizado por los cristianos. En efecto, dice así: "No penséis que sólo entonces Moisés sacó de Egipto al pueblo; también ahora el Moisés que tenemos con nosotros..., es decir, la ley de Dios, quiere sacarte de Egipto; si la escuchas, quiere alejarte del faraón... No quiere que permanezcas en las obras tenebrosas de la carne, sino que salgas al desierto, que llegues al lugar donde ya no existen las turbaciones y fluctuaciones del mundo, que llegues a la paz y el silencio... Así, cuando hayas llegado a ese lugar de paz, podrás hacer ofrendas al Señor, podrás reconocer la ley de Dios y el poder de la voz divina" (Omelie sull'Esodo, Roma 1981, pp. 71-72).

    Usando la imagen paulina que evoca la travesía del Mar Rojo, Orígenes prosigue: "El Apóstol llama a esto un bautismo, realizado en Moisés en la nube y en el mar, para que también tú, que fuiste bautizado en Cristo, en el agua y en el Espíritu Santo, sepas que los egipcios te están persiguiendo y quieren ponerte a su servicio, es decir, al servicio de los señores de este mundo y de los espíritus del mal, de los que antes fuiste esclavo. Estos, ciertamente, tratarán de perseguirte, pero tú baja al agua y saldrás incólume; y, después de lavar las manchas de los pecados, sube como hombre nuevo dispuesto a cantar el cántico nuevo" (ib., p. 107).




AUDIENCIA GENERAL DE JUAN PABLO II

Miércoles 3 de diciembre de 2003





DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP II )

LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO:
 APUNTES HISTÓRICOS






    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración

REFLEXIÓN

TIEMPO DE CUARESMA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
9 de marzo




    De las Cartas de san Máximo Confesor, abad(Carta 11: PG 91, 454-455)

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR PARA CON LOS QUE SE ARREPIENTEN


    Los predicadores de la verdad y ministros de la gracia divina, todos los que desde el principio hasta nuestros días, cada uno en su tiempo, nos han dado a conocer la voluntad salvífica de Dios, nos enseñan que nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a él con sincero arrepentimiento.

    Y, para inculcarnos esto mismo de un modo aún más divino, la divina Palabra del Dios y Padre, aquel que es la primigenia y única revelación de la infinita bondad, con un rebajamiento y condescendencia inefables, se dignó convivir con nosotros, hecho uno de nosotros; e hizo, padeció y enseñó todo aquello que era necesario para que nosotros, que éramos enemigos y extranjeros, que estábamos privados de la vida feliz, fuéramos reconciliados con nuestro Dios y Padre y llamados de nuevo a la vida.

    En efecto, no sólo curó nuestras enfermedades con la fuerza de sus milagros, no sólo nos liberó de nuestros muchos y gravísimos pecados, cargando con la debilidad de nuestras pasiones y con el suplicio de la cruz -como si él lo mereciera, cuando en realidad estaba inmune de toda culpa-, con lo que saldó nuestra deuda, sino que nos enseñó también, con abundancia de doctrina, a imitarlo en su benignidad condescendiente y en su perfecta caridad para con todos.

    Por esto afirmaba: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y también: No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Y decía también que él había venido a buscar a la oveja perdida. Y que había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Asimismo, insinúa de una manera velada, con la parábola de la dracma perdida, que él ha venido a restablecer en el hombre la imagen divina, cubierta por el repugnante estiércol de los vicios. Y también: Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se convierta.

    Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que lo desnudaron, lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, él lo reconfortó, vendándole las heridas, derramando en ellas aceite y vino, haciéndolo montar sobre su propia cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran cuidado de él, dando para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero que, a la vuelta, le pagaría lo que gastase de más.

    Nos muestra también la condescendencia del buen padre para con el hijo pródigo que regresa arrepentido, al que abraza, al que devuelve plenamente sus prerrogativas de hijo, sin echarle en cara su conducta anterior.

    Por esto mismo, cuando encuentra a la oveja que se había apartado de las otras cien, errante por los montes y colinas, la devuelve al redil, no a golpes y con amenazas ni agotándola de fatiga, sino que, lleno de compasión, la carga sobre sus hombros y la vuelve al grupo de las demás.

    Por esto también clamaba: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Y decía: Tomad sobre vosotros mi yugo, dando el nombre de yugo a sus mandamientos, esto es, a una vida ajustada a las enseñanzas evangélicas; y dándoles también el nombre de carga, ya que, por la penitencia, parecen algo pesado y molesto: Porque mi yugo -dice- es suave y mi carga ligera.

    Y en otro lugar, queriendo enseñarnos la divina justicia y bondad, nos manda: Sed santos, perfectos, misericordiosos, como vuestro Padre celestial. Y también: Perdonad y seréis perdonados. Y: Cuanto queréis que os hagan los demás, hacédselo igualmente vosotros.







    "He aquí, pues, cuáles son los ejercicios y las actividades que deben servir como medios para curar nuestras potencias y devolverles su pureza perdida y su primitiva integridad: son los ayunos, los trabajos, las vigilias, la soledad, la huida del mundo, el dominio de los sentidos, la lectura de las Escrituras y de los Santos Padres, la participación en los servicios de la Iglesia, la confesión y la comunión frecuentes"        Teófano El Recluso sobre la práctica de la oración