jueves, 22 de agosto de 2024

LAS VIRTUDES

LAS VIRTUDES TEOLOGALES
LA ESPERANZA


    1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres [...] se salven” (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:

     «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 23 de Agosto - San Mateo 22,34-40


    Libro de Ezequiel 37,1-14.

    La mano del Señor se posó sobre mí, y el Señor me sacó afuera por medio de su espíritu y me puso en el valle, que estaba lleno de huesos.
    Luego me hizo pasar a través de ellos en todas las direcciones, y vi que los huesos tendidos en el valle eran muy numerosos y estaban resecos.
    El Señor me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?". Yo respondí: "Tú lo sabes, Señor ".
    El me dijo: "Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: Huesos secos, escuchen la palabra del Señor.
    Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes, y vivirán.
    Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu, y vivirán. Así sabrán que yo soy el Señor ".
    Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras profetizaba, se produjo un temblor, y los huesos se juntaron unos con otros.
Al mirar, vi que los huesos se cubrían de nervios, que brotaba la carne y se recubrían de piel, pero no había espíritu en ellos.
    Entonces el Señor me dijo: "Convoca proféticamente al espíritu, profetiza, hijo de hombre, Tú dirás al espíritu: Así habla el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan".
    Yo profeticé como él me lo había ordenado, y el espíritu penetró en ellos. Así revivieron y se incorporaron sobre sus pies. Era un ejército inmenso.
    Luego el Señor me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos dicen: "Se han secado nuestros huesos y se ha desvanecido nuestro esperanza. ¡Estamos perdidos!".
    Por eso, profetiza diciéndoles: Así habla el Señor: Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel.
    Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor.
    Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré -oráculo del Señor-.


Salmo 107(106),2-3.4-5.6-7.8-9.

Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente;

los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento;

pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable.

Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos.


    Evangelio según San Mateo 22,34-40.

    Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".
    Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
    Este es el más grande y el primer mandamiento.
    El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
    De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 23 de Agosto -"El canto del Amor"


Beato Juan van Ruysbroeck (1293-1381) canónigo regular Los siete modos del amor espiritual (Les sept degrés de l’amour spirituel, in Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1970)


"El canto del Amor"
            
    El primer modo de canto celeste es el amor a Dios y al prójimo. El Padre nos envió a su Hijo para enseñárnoslo. El que no conoce ese modo, no puede entrar en el coro celeste, ya que no tiene ni el conocimiento ni el ornamento y deberá vivir eternamente afuera. (…)

    Amar a Dios y al prójimo en vista de Dios, a causa de Dios y en Dios, he aquí en efecto, lo más sublime y alegre que puede ser cantado en el cielo y la tierra. El arte y la ciencia de este canto son dados por el Espíritu Santo. Cristo, nuestro solista y director de coro, ha cantado desde el inicio y nos entonará eternamente el cántico de fidelidad y amor sin fin. Después, nosotros, también cantaremos con toda nuestra fuerza, tanto aquí abajo como en medio del coro de la gloria de Dios.

    Así, el amor verdadero y sin fingimientos, es el canto común que tienen todos que conocer para ser parte del coro de los ángeles y santos en el Reino de Dios. El amor es raíz y causa de todas las virtudes interiores y ornamento y verdadero atavío de las buenas obras exteriores. Vive de sí mismo y es su propia recompensa. No puede equivocarse en su acción porque fuimos precedidos y superados por Cristo, que nos ha enseñado el amor y que vivió en el amor con los suyos. Debemos entonces imitarlo, para ser salvados y bienaventurados con él.

    Tal es el primer modo del canto celeste, que la sabiduría de Dios enseña por medio del Espíritu Santo a todos sus discípulos obedientes.

SANTORAL - SAN ZAQUEO DE JERUSALÉN

23 de Agosto


   Fue el cuarto obispo de Jerusalén. De él habla el Evangelio en aquel episodio en que Zaqueo, por ser de pequeña estatura y queriendo ver a Jesús que pasaba por el lugar, subió a un sicomoro. Jesús entonces lo invitó a bajar y fue a comer a su casa. Zaqueo murió en Jerusalén el año 116, a edad muy avanzada. (Siglo I) Recaudador de impuestos judío que aparece en el Evangelio de San Lucas (capítulo XIX, 1-10). Zaqueo era uno de los recaudadores jefes con sede en el oasis de Jericó, cuyos palmerales y huertos producían abundantes frutos sujetos a la vigilancia y a la competencia del fisco. Judío de nacimiento, Zaqueo era cordialmente odiado por sus compatriotas a causa de su profesión, que lo colocaba entre los pecadores públicos.

     Hombre de baja estatura, para ver pasar a Jesús por Jericó tuvo que encaramarse a un sicómoro, y allí le sorprendió la benévola mirada del Maestro, que le dijo: "Baja en seguida, Zaqueo, porque hoy necesito parar en tu casa". La sorpresa del publicano, que en lugar de ásperas palabras oyó aquella singular invitación, está indicada en el relato evangélico por la prisa con que bajó de su árbol y por su alegría.

    El hecho produjo la irritación de la muchedumbre, que acusó a Jesús de entrar en casa de un pecador. Pero ni Jesús ni Zaqueo hicieron caso de la calumnia y Zaqueo, en el umbral de su casa, antes de sentarse a la mesa, declaró su gratitud a Jesús: "He aquí, Señor, que doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si alguna vez defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo".

    A la generosidad de Jesús, que al proponerse hospedarse en casa de Zaqueo desdeñó los prejuicios de la gente que evitaba todo contacto con los pecadores públicos, correspondió Zaqueo con una generosidad verdaderamente heroica para quien su mismo oficio había hecho avaro e implacable, abriendo su corazón a un impulso de caridad auténticamente evangélica.

Oremos

    Oh, San Zaqueo de Jerusalén, vos, sos el hijo del Dios de la vida, y su amado Obispo, que, por ser de pequeña estatura pero gigante de fe, queriendo ver a vuestro Maestro Jesús, subiste a un árbol, y Él, viéndote, te invitó a bajar y fue con vos, a comer a vuestra casa. Venerado fuiste y sos, por la gente de vuestro tiempo y del nuestro. A Dios, amabas de manera tal, que te entregaste en cuerpo y alma, a servirlo en imitación santa de Cristo Jesús, vuestro amadísimo Maestro. A Santiago Apóstol seguiste y a Justo I, Obispo de Jerusalén sucediste. Hoy luces corona de luz eterna, como premio a vuestro amor; oh, San Zaqueo de Jerusalén. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

miércoles, 21 de agosto de 2024

LAS VIRTUDES

LAS VIRTUDES TEOLOGALES
LA ESPERANZA


    1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 22 de Agosto - San Mateo 22,1-14


    Libro de Ezequiel 36,23-28.

    Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
    Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo.
    Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
    Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
    Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
    Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.


Salmo 51(50),12-13.14-15.18-19.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

    
    Evangelio según San Mateo 22,1-14.

    Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
    Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
    De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.
    Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
    Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
    Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
    Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.
    Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
    Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
    'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.
    Entonces el rey dijo a los guardias: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
    Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 de Agosto - "La vestimenta del alma"


Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) abadesa benedictina y doctora de la Iglesia Scivias, el Libro de las Obras Divinas, VI (in “Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012)


"La vestimenta del alma"
            
    Cuando las energías del alma arrancan del espíritu del hombre las envidias carnales, el deseo de Dios suspira, gime, en él. El alma entrelaza entonces esos suspiros -la oración interior- cómo la abeja construye un rayo de miel en el panal. Así se construye el palacio de Dios en el alma. (…) Las energías del alma tienen una fuerza inmensa porque el hombre sabe y siente a Dios por su mediador, no importe cual fuere su dependencia de los deseos de la carne.

    El Creador de la tierra hizo del alma un verdadero atelier, ella es para el hombre el instrumento de todas sus obras. Dios la ha creado en conformidad con él mismo. Esta alma, obra personal de Dios que actúa hasta el último día del  mundo, es para cada hombre una presencia sagrada, divina, invisible. Después del último día del mundo, cuando el hombre será transformado en espíritu, tendrá una visión perfecta de la santa divinidad, de todos los espíritus y almas.

    El alma es una energía fructificante, comunica al hombre entero su movimiento y vida. Como el hombre porta una vestimenta de género, igualmente el alma se reviste de las obras que realiza. Sean buenas o malas, las utiliza para cubrirse. Cuando el alma deje este cuerpo, las obras malas olerán mal como un hábito ensuciado con inmundicias. En cambio, las obras buenas resplandecerán en ella como una vestimenta enteramente decorada con el resplandor del más puro oro. 

MEMORIA A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, REINA

22 de Agosto


    En 1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de María, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954). El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

    Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

    El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".

    "La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".

Fundamento Teológico de la Realeza de María

    La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser coloborar en la obra de la redención del género humano.

a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio. En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebi­rá: "Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eter­namente y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama "Madre del Señor" (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de to­das las criaturas cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).

b) Por ser colaboradora en la obra de la redención del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afir­marse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz. "La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por ra­zón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino tam­bién nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam­bién, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).

Oremos

    Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-