miércoles, 1 de febrero de 2023
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Febrero - «Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios»
FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico. Es una fiesta antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade el interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas. La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.
Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él 1.
Esta fiesta comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados, de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una fiesta de Cristo y de María.
La bendición de las candelas antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son rasgos chocantes de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que, en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40), aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria a tu pueblo, Israel".
Oh María, Madre de Cristo y Madre nuestra, te damos gracias por la solicitud con que nos acompañas a lo largo del camino de la vida, y te pedimos: preséntanos hoy nuevamente a Dios, nuestro único bien, para que nuestra vida, consumada por el Amor, sea sacrificio vivo, santo y agradable a él. Así sea.
martes, 31 de enero de 2023
EVANGELIO - 01 de Febrero - San Marcos 6,1-6.
Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes.
Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquel que recibe por hijo.
Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre?
Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella.
Por eso, que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean.
Y ustedes, avancen por un camino llano, para que el rengo no caiga, sino que se cure.
Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor.
Estén atentos para que nadie sea privado de la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad.
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que lo temen y observan su alianza.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 01 de Febrero - ¿No es este el hijo del carpintero?
José amó a Jesús como un padre ama a su hijo, lo trató dándole todo lo mejor que tenía. José, cuidando de aquel Niño, como le había sido ordenado, hizo de Jesús un artesano: le transmitió su oficio. Por eso los vecinos de Nazareth hablarán de Jesús, llamándole indistintamente faber y fabri filius: artesano e hijo del artesano (Mt 13,55)…
Porque Jesús debía parecerse a José: en el modo de trabajar, en rasgos de su carácter, en la manera de hablar. En el realismo de Jesús, en su espíritu de observación, en su modo de sentarse a la mesa y de partir el pan, en su gusto por exponer la doctrina de una manera concreta, tomando ejemplo de las cosas de la vida ordinaria, se refleja lo que ha sido la infancia y la juventud de Jesús y, por tanto, su trato con José.
No es posible desconocer la sublimidad del misterio. Ese Jesús que es hombre, que habla con el acento de una región determinada de Israel, que se parece a un artesano llamado José, ése es el Hijo de Dios. Y ¿quién puede enseñar algo a Dios? Pero es realmente hombre, y vive normalmente: primero como niño, luego como muchacho, que ayuda en el taller de José; finalmente como un hombre maduro, en la plenitud de su edad. Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres (Lc 2,52).
José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de Él con abnegación alegre. ¿No será ésta una buena razón para que consideremos a este varón justo, a este Santo Patriarca en quien culmina la fe de la Antigua Alianza, como Maestro de vida interior?
SANTORAL - SANTA BRÍGIDA DE KILDARE
Santa Brígida nació en el año 450 en Faughart, Irlanda. Su madre Brocca, fue bautizada por San Patricio. La madre de Brígida era esclava, entonces la pequeña nació en medio de la esclavitud. Desde el inicio era claro que Brígida era santa. Cuando su patrón malvado, quería alimentarla, ella vomitaba la comida porque él era impuro. En cambio ella se alimentaba de una vaca blanca con orejas rojas. Cuando crece, la Santa de Kildare, hace varios milagros como sanar y alimentar a los enfermos. Una vuelta, para ayudar a otros, regalo toda la mantequilla que tenía su madre, pero a continuación la mantequilla se reponía, como respuesta de las oraciones de la santa. Ademas donaba sus cosas a quién se lo pidiese.
Su padre y patrón, estaba tan molesto con ella, que la llevó hacia el rey de Leinster para venderla. Mientras ellos estaban distraídos, Brígida vendió la lujosa espada de su jefe, a un mendigo por comida para alimentar a su familia. El Rey reconoció su santidad y convenció a el patrón de dejar en libertad a su hija.
Cuando Brígida llegó a la edad adulta, un hombre se le acercó a coquetear con ella. Pero como ella ya le había ofrecido su virginidad a Dios, le dijo al hombre que valla a su casa detrás del bosque, y que allí él encontraría a la mujer que él se debía casar. El hombre siguió sus instrucciones, y así fue, aquella mujer terminó siendo su esposa. Curo a dos hermanas que eran sordas milagrosamente. Varias curaciones también milagrosas y muchos otros innumerables milagros.
sábado, 16 de julio de 2022
ICONOGRAFIA CRISTIANA - EL CRISTO PANTOCRATOR
El Cristo "Pantócrator"
La imagen de Cristo Pantocrátor es realmente la figura de Jesús más difundida y conocida; expresa la Epifanía del Dios trascendente que ha tomado forma humana. Es la imagen del Señor del Universo, del Omnipotente.
La Patrística, fundándose en los datos del Antiguo y del Nuevo Testamento y utilizando algunas nociones y expresiones de la filosofía helenística, estableció el concepto de Pantocrátor viendo en este epíteto divino cuatro elementos conceptuales: Omnipotencia, Omniconservación, Omnicomprensión y Omnipresencia. En otras palabras Dios es Pantocrátor porque domina todo lo creado, lo conserva todo en el ser, abrazándolo y conteniéndolo todo en sí y por consiguiente, penetrándolo y llenándolo todo de sí a través de su Omnipotencia. Además de esto, la Patrística tiene el mérito de haber ampliado el sujeto de atribución consciente y justificada al Hijo como Logos solamente, y al Hijo como Logos encarnados.
En la iconografía, el Cristo Pantocrátor es uno de los temas mas repetidos y significativos, especialmente si se incluyen todas sus formas diversas: desde los grandes mosaicos y frescos, en los cuales el Pantocrátor domina en las cúpulas y en los ábsides de las Iglesias, hasta los marfiles y las monedas, en los cuales se encuentra la misma imagen sustancialmente idéntica a la de los iconos (o pintura de caballete), a la cual nos limitamos.
Hay elementos permanentes, como el cabello en casco, la barba, la diestra bendiciendo, mientras que otros pueden variar parcialmente: el libro de las Escrituras sostenido en la mano izquierda puede estar abierto o cerrado, la expresión severa o mas benigna del rostro, el nimbo alrededor de la cabeza diferente, el brazo derecho está a veces mas envuelto y sostenido por la toga, la misma inscripción del Pantocrátor no se encuentra en la mayoría de los ejemplares, especialmente antiguos. Sin embargo se lo reconoce al punto. También en un álbum divulgativo se indicaba: “En la hierática Bizancio el tipo (de Cristo) se fijará de una vez por todas, desafiando a los siglos. Los Pantocrátor del siglo XVI que se ven en el monte Athos parecen hermanos y contemporáneos de los que Justiniano y Teodora hacían representar en mosaico en Santa Sofía o en Ravena”.
Los vestidos
En la tipología del Pantocrátor, Cristo tiene una túnica púrpura listada por una faja vertical de oro y está ceñido por un manto azul.
La púrpura y el oro, como es sabido, estaban reservados en la antigüedad al rey; por lo cual, en este caso, se pone de manifiesto la realeza divina de Cristo. No obstante, tras esta simbología de los colores, se oculta otro significado más importante: el misterio de la Encarnación.
La faja se inspira en la imagen del Apocalipsis:
“Al volverme, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros a un Hijo de Hombre, vestido de una túnica de talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro”. (Ap. 1-13)
El color azul del manto simboliza la naturaleza humana del Señor, como también es símbolo de misericordia, del amor de Dios hacia los hombres.
“Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor. Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para los que le temen”. (Sal. 102-8, 11)
¡Alma mía, bendice a Yahveh!
¡Dios mío que grande eres!
Vestido de esplendor y majestad,
arropado de luz como de un manto.
(Sal. 103-1, 2)
El rostro
El rostro del Pantocrátor casi siempre es severo, pero también se lo ha representado con una mirada de bondad que acaricia el alma.
“Pues el mismo Dios que dijo de las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz de nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la Faz de Cristo”. (2 Cor. 4-6)
“Le dice Felipe: Señor muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”. (Jn. 14-8)
Por lo tanto, Cristo, al encarnarse se ha convertido en el icono de Dios Padre en el Espíritu Santo.
“Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu”. (2 Cor. 3-18)
domingo, 26 de diciembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 27 DE DICIEMBRE - San Juan 20,2-8.
Epístola I de San Juan 1,1-4.
Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son
la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
Evangelio según San Juan 20,2-8.
El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 27 DE DICIEMBRE - “Él también vio y creyó.” (Jn 20,2-8).
Ruperto de Deutz
Tratado sobre las obras del Espíritu Santo, IV, 10; SC 165
“Él también vio y creyó.” (Jn 20,2-8).
En proporción a la gracia que hacía que Jesús le amaba y que le había hecho reposar en el pecho de Jesús en Cena (Jn 13,23), Juan recibió en abundancia [los dones del Espíritu] la inteligencia y la sabiduría (Is 11,2) - la inteligencia para comprender las Escrituras; la sabiduría para redactar sus propios libros con un arte admirable.
A decir verdad, no recibió este don desde el momento en que reposó su cabeza en el pecho del Señor, si más tarde lo pudo sacar de su corazón " donde estaban escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia " (Col. 2,3). Cuando dice que entrando en la tumba "vio y creyó ", reconoce "que todavía no conocían las Escrituras, y que hacía falta que Jesús resucitara de entre los muertos" (Jn 20,9).
Como los otros apóstoles, Juan recibió la plenitud, cuando vino el Espíritu Santo [en Pentecostés], cuando se dio la gracia a cada uno "según la medida del don del Cristo " (Ef 4,7)... El Señor Jesús amó a este discípulo más que a otros, y le descubrió los secretos del cielo... para hacer de él el evangelista del misterio profundo del que el hombre mismo no puede decir nada: el misterio del Verbo, la Palabra de Dios, el Verbo que se hizo carne.
Es el fruto de este amor. Pero, aunque le amaba, no es a él a quien Jesús le dijo: "Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16,18)... Amando a todos sus discípulos y sobre todo a Pedro con un amor de espíritu y de alma, nuestro Señor amó a Juan con un amor del corazón... En cuanto al apostolado, Simón Pedro recibió el primer puesto y "las llaves del Reino de los cielos " (Mt 16,19); Juan, obtuvo otra herencia: el espíritu de inteligencia, " un tesoro de alegría y de gozo" (Eclo. 15,6).