sábado, 19 de diciembre de 2020

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO



    El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

EVANGELIO - 20 de Diciembre - San Lucas 1,26-38


       Segundo Libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16.

    Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña.»
    Natán respondió al rey: «Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo.»
    Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: «Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?
    Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel.
    Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra.
    Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa.
    Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
    Seré un padre para él, y él será para mí un hijo.
    Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»


Salmo 89(88),2-3.4-5.27.29.

Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
«Mi amor se mantendrá eternamente,

mi fidelidad está afianzada en el cielo.»
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,

mantendré tu trono por todas las generaciones.»
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él.


    Carta de San Pablo a los Romanos 16,25-27.

    Hermanos: ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe.
    ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.


    Evangelio según San Lucas 1,26-38.


    El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
    El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
    Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
    Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
    Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
    María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
    El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
    También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
    María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Diciembre - «Concebida sin la falta original, puesto que tú la habías escogido para ser madre del Salvador»


        San Efrén, diácono Himno:(Propio de la plegaria eucarística). Himno mariano.

«Concebida sin la falta original, puesto que tú la habías escogido
 para ser madre del Salvador» 

    ¡Hijo de Dios, dame tu Don admirable, que yo celebre la belleza maravillosa de tu madre amada!. La Virgen dio a luz a su hijo conservando su virginidad, alimentó al que nutre las naciones, en su seno inmaculado lleva a aquel que en su mano lleva al universo. Es virgen y es madre ¿Qué es lo que no es desde entonces? Santa de cuerpo, bellísima de alma, pura de espíritu, recta de inteligencia, perfecta de sentimientos, casta y fiel, pura de corazón y llena de toda virtud.

    Que en María se gocen los coros de las vírgenes, puesto que de ella nació el que libró al género humano entregado a una terrible esclavitud. Que en María se regocije el viejo Adán, herido por la serpiente; María da a Adán una descendencia que le permite aplastar a la maldita serpiente y le cura de su herida mortal (Gn 3,15). Que los sacerdotes se regocijen en la Virgen bendita; ella que ha dado al mundo al Gran Sacerdote que él mismo se ha hecho la víctima dando por terminados los sacrificios de la antigua alianza… Que en María se regocijen todos los profetas puesto que en ella se han cumplido sus visiones, se han realizado sus profecías, se han confirmado sus oráculos. Que en María se regocijen todos los patriarcas, porque ella ha recibido la bendición que les había sido prometida, ella que, en su hijo, las ha hecho perfectas…

    María es el nuevo árbol de la vida que da a los hombres, en lugar del fruto amargo atrapado por Eva, el fruto dulcísimo del que se alimenta el mundo entero.

SANTORAL - SANTO DOMINGO DE SILOS

20 de Diciembre


     En el monasterio de Silos, en la región de Castilla, en España, santo Domingo, abad, el cual, siendo ermitaño, restauró después este monasterio que estaba relajado, introdujo allí la disciplina y favoreció día y noche la alabanza divina. Cuenta la tradición que santo Domingo vino al mundo en el año mil de la era cristiana, en la pequeña villa de Cañas, que en aquellos tiempos pertenecía al reino de Navarra (actualmente provincia y comunidad de La Rioja), dentro de una familia de noble linaje. Ya desde niño, asistía a los Oficios Divinos con tal gravedad y cordura, que revelaba en él un profundo espíritu de fe. Después de ejercer cuatro años el oficio de pastor, los padres de Domingo quisieron secundar los deseos del muchacho de consagrarse a Dios, por lo que le dedicaron como clérigo, tal vez con patrimonio de la familia, al servicio y ayuda del sacerdote de la parroquia, con el cual aprendió los Salmos de David, el canto eclesiástico y el Evangelio, ensayándose en la lectura y la comprensión de los libros de la Sagrada Escritura, pasionarios y homilías de los Santos Padres que más frecuentemente se recitaban en los Oficios Divinos. No nos consta con certidumbre si hizo toda la carrera eclesiástica en su pueblo, ya que solía haber una especie de seminarios parroquiales, o bien cursó lo que llamaríamos hoy teología en la ciudad episcopal de Nájera. Lo cierto es que don Sancho, obispo de esta ciudad, se decidió a conferir a Domingo el presbiterado cuando apenas contaba con veintiséis años, edad a la que los otros clérigos recibían solamente el diaconado.

    Después de una breve experiencia eremítica, a los treinta años, decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla. En los primeros tiempos de vida monástica, se dedicó Domingo a completar su formación intelectual, aprovechando la rica biblioteca del monasterio; allí estudió a Esmaragdo y, sobre todo, el famoso códice de San Millán, que contenían las promulgaciones dogmáticas de los concilios ecuménicos de la Iglesia y otros particulares. A los dos años de profeso, el abad le nombró maestro de los jóvenes que se educaban en el monasterio.

    Semejante encumbramiento moral tan rápidamente conquistado, no pudo menos de suscitar ciertos recelos en algunos religiosos que, más antiguos de la casa, podían creerse postergados. Por envidia o buena fe, se puso en tela de juicio su virtud y la objetividad de sus ideales. "Fácil es", decían, "obedecer cuando la obediencia trae consigo honores y cuando el trabajo se ve recompensado con el cariño y el agradecimiento. Confíesele una misión más dura y entonces veremos el verdadero valor de la obediencia". Fue entonces nombrado prior de Santa María de Cañas. El priorato se encontraba en un estado lamentable: desmantelado, sin enseres, sin bienes y sin libros. Con esfuerzo y gran acierto en el manejo de los negocios temporales, arregló las cuentas atrasadas y fomentó el cultivo en las propiedades del monasterio, de suerte que poco tiempo después pudo ya vivir de su trabajo y del de sus monjes, y procurar al priorato lo más preciso en ropas, ornamentos de iglesia y códices, construyendo poco después una iglesia nueva.

    Desde el monasterio de San Millán de la Cogolla, se seguía con interés la obra que Domingo realizaba en Cañas, por lo que a finales de 1038, Domingo fue nombrado prior mayor del monasterio, casi a la fuerza, porque la humildad del santo rehuía los honores de tan alto cargo. Desgraciadamente ocurrió que a los pocos meses de ser nombrado prior, murió el abad don García y en su lugar fue nombrado el anterior prior don Gomesano. Si la elección hubiese sido libre y estado en manos de los monjes, es indudable que hubiera recaído en la persona de Domingo.

    Gobernaba por entonces los reinos de Navarra y La Rioja don García, hijo mayor del rey don Sancho. Pródigo a veces con los monasterios e iglesias, cuando se veía apurado por las necesidades de la guerra, no respetaba ni derechos sagrados ni sus propias donaciones, ni siquiera las de San Millán. En el año 1040, exhausto su tesoro y creyendo que el nuevo abad le apoyaría en sus pretensiones, se dirigió al monasterio exigiendo una fuerte suma por sus pretendidos derechos reales. La negativa de Domingo fue respetuosa pero rotunda. Esta obstinación exacerbó de tal manera la cólera del monarca, que apenas salió de la iglesia, el rey tuvo una larga entrevista con el abad, quien consintió en deponer a Domingo del cargo de prior y enviarle desterrado al priorato de San Cristóbal, llamado también Tres Celdas. En 1041, Domingo se dirige hacia Castilla. El rey don Fernando le ofreció su protección y una morada en palacio, pero el santo pidió al monarca licencia para vivir retirado en la ermita que pertenecía al monasterio de San Millán, sirviendo en ella a la Virgen María.

    A principios del año 1041, el monasterio de San Sebastián de Silos estaba casi abandonado. Perdido su antiguo prestigio y gran parte del patrimonio, todo anunciaba un fin poco glorioso, pues el puñado de monjes que lo habitaba, vegetaba y languidecía tristemente. Fue entonces cuando el rey don Fernando, movido tal vez por los ruegos del padre del Cid Campeador, que tenía sus posesiones colindantes con las de Silos, encomendó a Domingo la restauración del monasterio de San Sebastián de Silos y le propuso como abad. En una mañana de invierno, Santo Domingo entraba en la iglesia acompañado del obispo y de algunos nobles, para tomar posesión del cargo.

    Comenzó la restauración material del monasterio por la iglesia, de tal modo que, completada con la cúpula y atrio por sus sucesores, llegó a ser una de las más bellas basílicas románicas de España, parecida a la catedral antigua de Salamanca. Hacia 1056, se comenzó la construcción de la sala capitular en el sitio llamado hoy el "gallinero del santo", así como el maravilloso claustro románico, que es la joya más original en su estilo y que eternizará en la historia del arte el nombre de santo Domingo de Silos.

    Corrían los años, y con ellos la actividad material y espiritual del monasterio de Silos iba aumentando. En los últimos años, la muerte se había llevado a sus mejores amigos: al rey don Fernando y a su hijo don Sancho, y finalmente a su amigo y vecino el abad de Arlanza, en 1072. Las fuerzas de su cuerpo se rendían al peso de sus 72 años, tan cargados de fatigas; su cuerpo, necesitaba el apoyo de aquel báculo sencillo de avellano, que aún se conserva en el Monasterio como preciosa reliquia. Su espíritu se mantenía firme y sereno, pero las fatigas del otoño de 1073, después de los últimos esfuerzos para la distribución de las cosechas, le rindieron del todo y cayó enfermo. Santo Domingo, murió el viernes 20 de diciembre de 1073.

Oremos

    Señor, que la intercesión del bienaventurado Domingo, abad, nos haga agradables a vuestros ojos, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

viernes, 18 de diciembre de 2020

EVANGELIO - 19 de Diciembre - San Lucas 1,5-25


       Libro de los Jueces 13,2-7.24-25a.

    Había un hombre de Sorá, del clan de los danitas, que se llamaba Manóaj. Su mujer era estéril y no tenía hijos.
    El Ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo.
    Ahora, deja de beber vino o cualquier bebida fermentada, y no comas nada impuro.
    Porque concebirás y darás a luz un hijo. La navaja nunca pasará por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno materno. El comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos».
    La mujer fue a decir a su marido: «Un hombre de Dios ha venido a verme. Su aspecto era tan imponente, que parecía un ángel de Dios. Yo no le pregunté de dónde era, ni él me dio a conocer su nombre.
    Pero me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo. En adelante, no bebas vino, ni comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte".»
    La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo.
    Y el espíritu del Señor comenzó a actuar sobre él.


Salmo 71(70),3-4a.5-6ab.16-17.

Sé para mí una roca protectora, Señor,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector.

Vendré a celebrar las proezas del Señor,
evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.


    Evangelio según San Lucas 1,5-25.

    En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.
    Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
    Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
    Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
    Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
    Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
    Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
    Pero el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
    El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor.  No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
    Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".
    Pero Zacarías dijo al Ángel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada".
    El Ángel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.
    Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
    Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
    Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
    Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.
    Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.
Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 19 de Diciembre - «Zacarías volvió a su casa; días después Isabel, su mujer, concibió»

       San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia Obras: Diatessaron, 1, 11-13.

«Zacarías volvió a su casa; días después Isabel, su mujer, concibió» 

    El ángel le dijo: «Tu ruego ha sido escuchado por Dios». Si Zacarías creía que su ruego sería escuchado, oraba bien; si no lo creía, oraba mal. Su oración estaba a punto de ser escuchada y, sin embargo, dudó. Es del todo correcto que en este momento la misma palabra se alejara de él. Antes oraba para llegar a tener un hijo; en el momento en que su petición fue escuchada, cambió y dijo: «¿Cómo estaré seguro de esto?» Porque su boca dudó de su oración, perdió el uso de la palabra… Mientras Zacarías creyó, hablaba; después que dejó de creer, se quedó mudo. Mientras Zacarías creyó, hablaba: «Tenía fe y por eso hablé» (Sl 115,10). Porque menospreció la palabra del ángel, esta misma palabra se le convirtió en tormento a fin de que, con su silencio honrara la palabra que menospreció.

    Era conveniente que se quedara muda la boca que dijo: «¿Cómo estaré seguro de esto?», para que aprendiera que el milagro era posible. La lengua que estaba desatada fue atada para que aprendiera que Aquel que había atado la lengua podía desatar la suya. Así pues, fue la experiencia la que instruyó a aquel que no había aceptado la enseñanza de la fe… Aprendió que aquel que había cerrado una boca abierta podía abrir un seno cerrado.

SANTORAL - SAN URBANO V

19 de Diciembre


    En Aviñón, de la Provenza, beato Urbano V, papa, que siendo monje fue elevado a la cátedra de Pedro y se preocupó por el retorno de la Sede Apostólica a la Urbe y por restituir la unidad a la Iglesia. Guillermo de Grimoard nació en Grisac del Languedoc, en 1310. Su padre era un noble del lugar y su madre era hermana de san Eleazar de Sabran. Después de estudiar en las Universidades de Montpellier y Toulouse, Guillermo ingresó en la orden de San Benito, donde fue ordenado sacerdote. En seguida, volvió a sus antiguas Universidades y luego pasó a las de París y Aviñón a sacar el grado de doctor. Allí enseñó algún tiempo. En 1352, fue nombrado abad de San Germán de Auxerre. En aquella época, los Papas residían en Aviñón. Durante los siguientes diez años, el abad Guillermo sirvió en varias misiones diplomáticas a Inocencio VI, el cual en 1361, le nombró abad de San Víctor de Marsella y le envió a Nápoles como legado ante la reina Juana. Allí se hallaba Guillermo, cuando se enteró de que Inocencio había muerto y de que él había sido elegido para sucederle. Inmediatamente regresó a Aviñón, donde fue consagrado y coronado. Tomó el nombre de Urbano porque «todos los Pontífices de ese nombre habían sido santos». Urbano V fue el mejor de los papas de Aviñón; sin embargo, como la mayoría de ellos, fue demasiado «nacionalista» para velar perfectamente por la Iglesia universal, y le fue imposible desarraigar los abusos que pululaban a su alrededor.

    La gran empresa de su pontificado fue su intento de establecer nuevamente en Roma la sede pontificia; pero fracasó. En efecto, en 1366, haciendo caso omiso de la oposición del rey de Francia y de los cardenales franceses, anunció al emperador que estaba decidido a trasladarse a Roma. En abril del año siguiente, partió para allá. En Carneto salieron a recibirle muchos personajes eclesiásticos y seculares, una embajada romana que le entregó las llaves de Sant'Angelo, y el beato Juan Colombini y los jesuatos (orden extinguida, no confundir con los jesuitas, posteriores), con palmas en las manos e himnos en los labios. Cuatro semanas más tarde, entró Urbano V en Roma, donde ningún Papa había estado desde hacía más de cincuenta años. Al ver la ciudad, el Pontífice no pudo contener las lágrimas. Las grandes basílicas, incluso la de San Juan de Letrán y las de San Pedro y San Pablo, estaban casi en ruinas. Urbano V se dedicó inmediatamente a repararlas y a hacer habitables las residencias pontificias. También tomó rápidamente medidas para restablecer la disciplina entre el clero y el fervor entre el pueblo. En breve tiempo, se dio trabajo a todo el mundo y comenzó a repartirse alimentos a los pobres.

    Al año siguiente, el Pontífice se entrevistó con el emperador Carlos IV. La Iglesia y el imperio se aliaron nuevamente, y Carlos entró en Roma, conduciendo por la brida la mula en que iba montado el Pontífice. Un año más tarde, llegó a Roma el emperador de Oriente, Juan V Paleólogo, deseoso de acabar con el cisma y de conseguir la ayuda del Papa contra los turcos. Urbano V le recibió en la escalinata de San Pedro, pero no pudo prestarle ayuda, pues bastante tenía con defender su propia posición. En efecto, el Pontífice no había logrado vencer a los condottieri, Perugia se había rebelado, Francia estaba en guerra con Inglaterra, los franceses de la corte pontificia estaban muy descontentos, y la salud del Papa comenzaba a fallar. Urbano V decidió regresar a Francia. Los romanos le suplicaron que se quedase; Petrarca se hizo el portavoz de Italia para rogarle que no partiese; santa Brígida de Suecia montó en su mula blanca y fue desde Montefiascone a profetizarle que, si salía de Roma, moriría muy pronto. Todo fue en vano. En junio de 1370, Urbano V declaró ante los romanos que partía por el bien de la Iglesia y para ir a ayudar a Francia. El 5 de diciembre, «triste, enfermo y muy conmovido», se embarcó en Carneto. Dios le llamó a Sí el 19 de diciembre. Petrarca escribió: «Urbano habría sido uno de los hombres más gloriosos, si hubiese puesto su lecho de muerte ante el altar de San Pedro y se hubiese acostado en él con buena conciencia, poniendo a Dios por testigo de que si salía de allí no era por culpa suya, sino de quienes se habían empeñado en esa fuga vergonzosa». Pero los cristianos perdonaron al Papa esa debilidad. Un cronista de Mainz resume así la opinión de sus contemporáneos: «Fue una lumbrera del mundo y un camino de verdad; amó la justicia, huyó de la maldad y temió a Dios».

    Urbano V se vio libre de los vicios de su época y trabajó mucho por la reforma del clero, empezando por su propia corte, en la que la venalidad era cosa notoria. Mantuvo a muchos estudiantes pobres y fomentó el saber ayudando a varias universidades, como la de Oxford, y procurando la fundación de otras nuevas, como las de Cracovia y Viena. El santo confió a los dominicos de Toulouse la custodia de las reliquias de Santo Tomás, y escribió a la Universidad de dicha ciudad: «Deseamos y mandamos que sigáis la doctrina del bienaventurado Tomás, que es verdadera y católica, y que la promováis todo lo posible». Los peregrinos empezaron a acudir al sepulcro de Urbano V, en la abadía de San Víctor de Marsella. El Papa Gregorio XI prometió al rey de Dinamarca, quien había pedido la canonización de Urbano V, que la causa sería introducida. Aunque la época era muy turbulenta, el pueblo cristiano prosiguió tributando culto al siervo de Dios. Pío IX confirmó el culto del beato Urbano en 1870. Su nombre figura en el calendario romano y en el de varias diócesis de Francia.

Oremos

    Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que San Urbano V, Papa, presidiera a todo tu pueblo y lo iluminara con su ejemplo y sus palabras, por su intercesión protege a los pastores de la Iglesia, a sus rebaños y hazlos perseverar por el camino de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

jueves, 17 de diciembre de 2020

EVANGELIO - 18 de Diciembre - San Mateo 1,18-24.


       Libro de Jeremías 23,5-8.

    Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país.
    En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia".
    Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: "Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto", sino más bien: "por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo".


Salmo 72(71),1-2.12-13.18-19.

Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
pues sólo él hace maravillas.
Sea bendito eternamente su Nombre glorioso
y que su gloria llene toda la tierra.
¡Amén! ¡Amén!


    Evangelio según San Mateo 1,18-24.

    Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
    José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
    Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
    Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
    Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
    Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 18 de Diciembre - «José era justo»


        Benedicto XVI, papa San José, modelo de escucha Falta referencia.

«José era justo» 

    El silencio de san José es un silencio impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en una actitud de disponibilidad total a las voluntades divinas. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino por el contrario, una plenitud de fe que lleva en su corazón, y guía cada uno de sus pensamientos y cada una de sus acciones. Un silencio gracias al cual José, al unísono con María, conserva la Palabra de Dios, conocida a través de las Santas Escrituras, confrontándolas permanentemente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración continua, de bendición del Señor, de adoración de su voluntad y de confianza absoluta en su providencia.

    ¡Dejémonos «contaminar» por el silencio de san José! Tenemos necesidad de ello en un mundo a menudo tan ruidoso que no favorece en absoluto el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación a la Navidad, cultivemos el recogimiento interior, para acoger y conservar a Jesús en nuestra vida.

SANTORAL - SANTO PABLO NGUYEN Y CATEQUISTAS MÁRTIRES

18 de Diciembre


   En la colina de Go-Voi, en Tonkin, santos Pablo Nguyen Van My, Pedro Truong Van Duong y Pedro Vu Van Truat, mártires, los cuales, siendo catequistas y manteniéndose firmes en la fe, en tiempo del emperador Minh Mang fueron estrangulados. A los tres santos que fueron martirizados el 18 de diciembre de 1838 en Co-Voi, Vietnam, les llevó al martirio las argucias de una mujer, llamada Yen, que creía que denunciando a los dirigentes cristianos de su pueblo podría obtener el indulto para su marido, encarcelado bajo la acusación de pertenecer a una banda de maleantes. Simuló querer convertirse al cristianismo y así pudo saber quiénes eran los catequistas de la comunidad cristiana de Bau-No, y al no estar el misionero, san Juan Carlos Cornay, los denunció a ellos. Arrestados y conducidos ante el mandarín, se negaron a decir dónde estaba el misionero, que era lo que más quería el mandarín, pero se les exigió también que pisotearan la cruz en señal de apostasía. Los confesores de la fe se negaron y persistieron en su negativa pese a los golpes y azotes que acompañaron los tremendos interrogatorios a los que fueron sometidos. Condenados por fin a muerte, los tres la recibieron con entereza y generosidad evangélicas. Fueron beatificados en el 1900 y canonizados el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.

    Pablo Nguyen Van My nació en Ke-Non en 1798. Decidido a ser catequista, hace los estudios en su pueblo y en Ké-Vinh. Fue nombrado colaborador del P. Marette, a cuyo lado trabajó apostolicamente entre 1817 y 1836. Ese año pasó a la compañía de san Juan Carlos Cornay, hasta su detención.

    Pedro Truong Van Duong nació en Ke-So en 1808 en el seno de una familia cristiana. A los 9 años es acogido en la misión de Yentap, y pasa luego como ayudante de varios sacerdotes hasta que en 1824 obtiene el diploma de catequista, siendo enviado a Bau-No con el P. Marette. Arrestado y bárbaramente azotado, se mantuvo firme y desde la cárcel escribió una carta en la que manifestó su alegría de padecer por Cristo.

    Pedro Vu Van Truat había nacido en Ké-Thiec en 1816 y se preparaba para ser catequista cuando fue arrestado con sus dos compañeros de martirio. Como perseveraba firme en la fe pese a los azotes y malos tratos, san Juan Carlos Cornay le mandó a la cárcel el diploma de catequista. Lo sacaban para el suplicio cuando un mandarín le dijo que por qué se dejaba matar siendo tan joven, que era una cosa estúpida, a lo que el mártir respondió que no era estúpido dar esta vida terrena a cambio de la eterna.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

EVANGELIO - 17 de Diciembre - San Mateo 1,1-17


       Libro de Génesis 49,1-2.8-10.

    Jacob llamó a sus hijos y les habló en estos términos: "Reúnanse, para que yo les anuncie lo que les va a suceder en el futuro: Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob, oigan a Israel, su padre.
    A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti.
    Judá es un cachorro de león, - ¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!- Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿Quién lo hará levantar?
    El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia."


Salmo 72(71),1-2.3-4ab.7-8.17.

Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Que las montañas traigan al pueblo la paz,
y las colinas, la justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos de los pobres.

Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.

Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.


    Evangelio según San Mateo 1,1-17.

    Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
    Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar.  Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
    Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
    Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
    Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
    Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor.
    Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.
    Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
    El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 17 de Diciembre - «Esperanza de las naciones»


        Beato Guerrico de Igny Sermón: Mi herencia es el Señor Sermón I para el Adviento: SC 166.

«Esperanza de las naciones»

    ¡Tú eres el esperado de las naciones! (Gn 49,10 Vulg) Los que te esperan no quedarán confundidos. Nuestros padres te esperaron; todos los justos, desde la creación del mundo, han esperado en ti; y no los has defraudado (cf Sal. 21,5)…

    La Iglesia que esperaba en los antiguos padres el primer advenimiento de Cristo, espera igualmente el segundo en los justos de la nueva alianza. Estando segura de que el primer advenimiento traería el precio de nuestra redención, espera segura que el segundo advenimiento traerá la recompensa. Pendiente de esta espera, esta esperanza que sobrepasa todo lo terreno, la Iglesia aspira con un gozo ardiente los bienes eternos.

    Mientras otros se apresuran a buscar su felicidad en las cosas terrenas sin esperar que se cumplan los designios del Señor, mientras se precipitan hacia las riquezas que el mundo puede ofrecer, aquel que tiene la dicha de poner su esperanza en el Señor no fija su mirada en las cosas vanas y engañosas de la tierra. Sabe que vale más ser humillado con los mansos que participar en el botín del mundo con los orgullosos. El humilde se consuela diciéndose a sí mismo: “Mi herencia es el Señor. Lo esperaré. El Señor es bueno para los que esperan en él, para los que le buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación de Dios. Señor, es verdad, mi alma desfallece esperando tu salvación; pero, el Señor es mi lote, por eso espero en él” (cf Lam 3,24; Sal 118,80). Aunque tarde, lo esperaré, porque vendrá en su momento.