viernes, 1 de abril de 2016

INTENCIONES SANTO PADRE ABRIL 2016

Intenciones de Oración del Papa Francisco para el Mes de Abril 2016



VATICANO, 
Viernes 1 Abr 2016 | 08:35 am (AICA Noticias).- La Santa Sede dio a conocer este Viernes  las intenciones de oración. El Santo Padre el papa Francisco rezará particularmente en este mes de abril por los pequeños agricultores y los cristianos del África.
La intención universal del apostolado de la oración del  Santo Padre para el mes de abril de 2016 es: 

"Para que los pequeños agricultores, reciban una remuneración justa por su precioso trabajo". 

La intención Evangelizadora es: 

"Para que los cristianos de África en medio de conflictos político-religiosos, sepan dar testimonio de su amor y fe en Jesucristo".


CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO

EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA





    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.

     San Crisóstomo.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP III )

LA PERSONA HUMANA "IMAGO DEI"










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.

     San Crisóstomo.

REFLEXIÓN


TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE LA OCTAVA
Del Propio.
01 de abril


    De las Catequesis de Jerusalén
    (Catequesis 21 [Mistagógica 3], 1-3: PG 33. 1087-1091)


LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

    Bautizados en Cristo y habiéndoos revestido de Cristo, habéis adquirido una condición semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por esto, hechos partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón sois llamados ungidos; y es refiriéndose a vosotros que dijo el Señor: No toquéis a mis ungidos.

    Fuisteis hechos cristos (o ungidos) cuando recibisteis el signo del Espíritu Santo; todo se realizó en vosotros en imagen, ya que sois imagen de Cristo.     Él, en efecto, al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle comunicado a ella el efluvio fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.

    De manera similar vosotros, después que subisteis de la piscina bautismal, recibisteis el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo.   Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mi, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.

    Cristo no fue ungido por los hombres con aceite o ungüento material, sino que el Padre, al señalarlo como salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo. Como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

    El Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo espiritual; pero vosotros, al ser ungidos materialmente, habéis sido hechos partícipes de la naturaleza de Cristo.

    Por lo demás, no pienses que es éste un ungüento común y corriente. Pues, del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo, no es pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya no es un ungüento simple o común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo, dador de vida.






    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

LA FRASE DEL DÍA

Viernes 01 de abril










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

EVANGELIO


TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE LA OCTAVA
01 de abril


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,1-12.

    Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, irritados de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos cumplida en la persona de Jesús.
    Estos detuvieron a los Apóstoles y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde.
    Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil.
    Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas,
con Anás, el Sumo Sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los sumos sacerdotes.
    Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso?".
    Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos.
    El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular.
Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos".



Salmo 118(117),1-2.4.22-24.25-27a.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!

Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor!
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.

Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.

Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina».



    Evangelio según San Juan 21,1-14.

    Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
    Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
    Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No".
    El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
    El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
    Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
    Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
    Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".
    Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
    Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.
    Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
    Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

Fuente: ©Evangelizo.org






    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO


TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE LA OCTAVA
01 de abril


    San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
    Homilía sobre el Salmo 14


“Al clarear el día, se presentó Jesús
 en la orilla del lago”

    Este día que ha hecho el Señor (Sal 117,24) penetra todo, contiene todo, abraza todo, cielo y tierra e infierno... Y cuál es este día del cielo sino Cristo del que dijeron los profetas: “el día al día le pasa el mensaje” (Sal 18,3) Sí, este día es el Hijo a quien el Padre que es la luz del día, anuncia los secretos de su divinidad. El es aquel día que dice por la boca del Sabio: “Haré brillar mi doctrina como amanecer, y llevaré su luz todo lo lejos que pueda.” (Eclo 24,32)... Así la luz de Cristo brilla eternamente, irradia y las tinieblas del pecado no pueden apagarla. “La luz resplandece en la tinieblas y las tinieblas no la sofocaron.” (Jn 1,5)

    En la resurrección de Cristo, todos los elementos son glorificados; estoy seguro que el sol brilló en aquel día con un resplandor especial. ¿No tenía que participar en la alegría de la resurrección, él que se oscureció en la muerte de Cristo? (Mt 27,45)... Como un siervo fiel, se oscureció para acompañar a Cristo a la tumba. Hoy debe resplandecer para saludar la resurrección... Hermanos, alegrémonos en este día santo. Que nadie, al recordar sus pecados, se aleje del gozo común. Que nadie desespere del perdón. Le espera un favor inmenso. Si el Señor en la cruz perdonó al ladrón....¿cómo no nos colmará a nosotros con los beneficios de su gloriosa resurrección?


Fuente:©Evangelizo.org








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene.

     San Crisóstomo.

HIMNO



TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE LA OCTAVA
Del Propio.
01 de abril










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.

SANTORAL


TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE LA OCTAVA
01 de abril




    San Hugo de Grenoble, obispo
    San Hugo, (significa "el inteligente"), obispo, nació en Francia en el año 1052.

    Gregorio VII ordenó de obispo a Hugo cuándo sólo tenía 28 años, lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque intentará renunciar al cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno se la aceptará.

    El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien. Creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo.

    Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos basado en oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad. Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.

    Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud". Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes.

    Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.

    Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas. Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo". Murió a los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.

Oremos

    Señor, tú que colocaste a San Hugo en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Fuente: ©Evangelizo.org








    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

jueves, 31 de marzo de 2016

CATEQUESIS DE JUAN PABLO II


SALMO 19
Oración por la victoria del rey

2 
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que le pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

10 Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.



Oración por la victoria del Rey-Mesías 

    1. La invocación final: «Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos» (Sal 19, 10), nos revela el origen del salmo 19, que acabamos de escuchar y que meditaremos ahora. Por consiguiente, nos encontramos ante un salmo real del antiguo Israel, proclamado en el templo de Sión durante un rito solemne. En él se invoca la bendición divina sobre el rey principalmente «en el día del peligro» (v. 2), es decir, en el tiempo en que toda la nación es presa de una angustia profunda a causa de la pesadilla de una guerra. En efecto, se evocan los carros y la caballería (cf. v. 8), que parecen avanzar en el horizonte; a ellos el rey y el pueblo contraponen su confianza en el Señor, que defiende a los débiles, a los oprimidos, a las víctimas de la arrogancia de los conquistadores. 

    Es fácil comprender por qué la tradición cristiana transformó este salmo en un himno a Cristo rey, el «consagrado» por excelencia, «el Mesías» (cf. v. 7). Entra en el mundo sin ejércitos, pero con la fuerza del Espíritu, y lanza el ataque definitivo contra el mal y la prevaricación, contra la prepotencia y el orgullo, contra la mentira y el egoísmo. Resuenan en nuestros oídos, como fondo, las palabras que Cristo pronuncia dirigiéndose a Pilato, emblema del poder imperial terreno: «Sí (...), soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Jn 18, 37). 

    2. Examinando la trama de este salmo, nos percatamos de que revela en filigrana una liturgia celebrada en el templo de Jerusalén. Se encuentra congregada la asamblea de los hijos de Israel, que oran por el rey, jefe de la nación. Más aún, al inicio se vislumbra un rito sacrificial, según el modelo de los diversos sacrificios y holocaustos ofrecidos por el rey al «Dios de Jacob» (Sal 19, 2), que no abandona a «su ungido» (v. 7), sino que lo protege y sostiene. 

    La oración está fuertemente marcada por la convicción de que el Señor es la fuente de la seguridad: realiza el deseo expresado con confianza por el rey y toda la comunidad, a la que el rey está unido por el vínculo de la alianza. Ciertamente, se percibe un clima de guerra, con todos los temores y peligros que suscita. La palabra de Dios no se presenta entonces como un mensaje abstracto, sino como una voz que se adapta a las pequeñas y grandes miserias de la humanidad. Por eso, el salmo refleja el lenguaje militar y el clima que reina en Israel en tiempo de guerra (cf. v. 6), adaptándose así a los sentimientos del hombre que atraviesa dificultades. 

    3. En el texto de este salmo, el versículo 7 marca un cambio. Mientras los versículos anteriores expresan implícitamente peticiones dirigidas a Dios (cf. vv. 2-5), el versículo 7 afirma la certeza de que el Señor ha escuchado las oraciones: «Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo». El salmo no precisa en qué signo se basa para llegar a esa conclusión.

     En cualquier caso, expresa netamente un contraste entre la posición de los enemigos, que cuentan con la fuerza material de sus carros y su caballería, y la posición de los israelitas, que ponen su confianza en Dios y, por eso, salen victoriosos. Se piensa espontáneamente en la célebre escena de David y Goliat: frente a las armas y a la prepotencia del guerrero filisteo, el joven hebreo opone la invocación del nombre del Señor, que protege a los débiles e inermes. En efecto, David dice a Goliat: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor de los ejércitos. (...) El Señor no salva por la espada ni por la lanza, porque del Señor es el combate» (1 Sam 17, 45-47).

     4. El salmo, a pesar de aludir a una circunstancia histórica concreta, vinculada a la lógica de la guerra, puede convertirse en una invitación a no dejarse arrastrar nunca por la violencia. También Isaías exclamaba: «¡Ay de los que se apoyan en la caballería, y confían en los carros porque abundan y en los jinetes porque son muchos; mas no han puesto su mirada en el Santo de Israel, ni han buscado al Señor» (Is 31, 1). 

    A toda forma de maldad el justo opone la fe, la benevolencia, el perdón, el ofrecimiento de paz. El apóstol san Pablo exhortará a los cristianos: «No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer el bien ante todos los hombres» (Rm 12, 17). Y san Eusebio de Cesarea (siglos III-IV), historiador de la Iglesia de los primeros siglos, comentando este salmo, ensanchará su mirada también al mal de la muerte, que el cristiano sabe que puede vencer por obra de Cristo: «Todas las potencias adversas y los enemigos de Dios ocultos e invisibles, puestos en fuga por el mismo Salvador, caerán derrotados. En cambio, todos los que hayan recibido la salvación, resucitarán de su antigua caída. Por eso, Simeón decía: “Este está puesto para caída y resurrección de muchos”, es decir, para la derrota de sus adversarios y enemigos, y para la resurrección de los que habían caído pero ahora han sido resucitados por él» (PG 23, 197).


JUAN PABLO II 
AUDIENCIA GENERAL 
Miércoles 10 de marzo de 2004

CATEQUESIS SOBRE LOS SACRAMENTOS

CAPÍTULO PRIMERO
EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 

    San Crisóstomo.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ( CAP III )

LA PERSONA HUMANA "IMAGO DEI"










    Aunque no entendáis lo secretos de la Escritura, con todo, la simple lectura de ella causa en nosotros una cierta santidad; porque no puede ser que dejéis algo de lo que leáis. Porque la verdad, por esto dispuso la gracia del Espíritu Santo en estas escrituras fuesen compuestas por publicanos, pescadores, artífices de tiendas de campaña, pastores, nobles, y otros torpes e indoctos, para que ningún iletrado pueda alegar por excusas la dificultad de comprenderlas, y a fin de que todos entiendan fácilmente lo que en ellas se contiene. 


    San Crisóstomo.