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miércoles, 19 de mayo de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Mayo - “¡Que sean perfectamente uno!”


Eusebio de Cesárea (c. 265-340) obispo, teólogo e historiador La Teología eclesiástica, III, 18-19; PG 24, 1042s

“¡Que sean perfectamente uno!”

    En su gran oración sacerdotal, nuestro Salvador pide que estemos con él donde él está y que contemplemos su gloria. Nos ama como lo ama su Padre, y desea darnos todo lo que el Padre le ha dado. La gloria que tiene de su Padre, quiere dárnosla y hacernos a todos uno, de suerte que en adelante no seamos una multitud sino que formemos todos juntos una unidad, reunidos por su divinidad en la gloria del Reino, no por fusión en una sola sustancia, sino en la perfección, cumbre de la virtud. Es lo que proclamó Cristo al decir: “¡Que sean perfectamente uno!” Así, perfectos por la sabiduría, la prudencia, la justicia, la piedad y todas las virtudes de Cristo, seremos unidos a la luz indefectible de la divinidad del Padre, convertidos nosotros mismos en luz por nuestra unión con él, y plenamente hijos de Dios por nuestra participación y comunión con su Hijo único que nos hace partícipes del resplandor de su divinidad. De esta manera llegaremos a ser todos uno con el Padre y el Hijo. Pues así como declaró que el Padre y él son uno –“El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30)- también pidió que a imitación suya también nosotros participáramos de la misma unidad… No la unidad hipostática que él tiene con el Padre, sino esta otra: como el Padre le ha hecho participar en su gloria, también él mismo comunicará su gloria a los que ama.

domingo, 14 de julio de 2019

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 15 de Julio - " No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada"


        Eusebio de Cesarea - Obras: ¿Por qué no hay paz?

« No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, 
sino espada.» 

    «Cuando yo digo paz ellos dicen Guerra» (Sal 120,7).
    Jesús es la paz y ha venido a reconciliar el cielo y la tierra (Col 1,20). Si esto es verdad ¿Cómo podemos entender lo que el mismo Señor ha dicho en el Evangelio: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra»? ¿Acaso la nieve podrá calentar o dar frió el fuego? ¿La paz podrá no procurar paz? El designio de Dios, cuando envía a su Hijo, es salvar a los hombres. Y la misión que debía cumplir era establecer la paz en el cielo y sobre la tierra. ¿Por qué entonces no hay paz? Por la debilidad de estos que no han podido acoger el brillo de la luz verdadera.

    Tal hija ha creído, su padre permanece sin creer. Puesto que predicar la paz obra la división, «¿qué relación puede haber entre creer y no creer?» (2Co 6,15). El Hijo debe creer, el padre queda incrédulo. La oposición es ineluctable. Allí donde la paz es proclamada la división se instala. Es una saludable división, pues es por la paz que nosotros somos salvados. Yo proclamo la paz, si, pero la tierra no la acoge. Esto no era el designio del sembrador, aquel que esperaba el fruto de la tierra.