viernes, 21 de febrero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 22 de Febrero - San Mateo 16,13-19


    Epístola I de San Pedro 5,1-4.

    Queridos hermanos: Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va a ser revelada.
    Apacienten el Rebaño de Dios, que les ha sido confiado; velen por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés mezquino, sino con abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el Rebaño.
    Y cuando llegue el Jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria.


Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el recto sendero,
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.


    Evangelio según San Mateo 16,13-19.

    Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
    Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
    "Y ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy?".
    Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
    Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
    Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
    Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 de Febrero - "Pedro, mantienes el timón de la fe, en medio del oleaje"


San Ambrosio (c. 340-397) obispo de Milán y doctor de la Iglesia Cartas, 2 (PL 16. Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1970)


"Pedro, mantienes el timón de la fe, en medio del oleaje"
            
    Has recibido el cargo de sacerdote. Sentado a la popa de la Iglesia, piloteas la nave en medio del oleaje. Sostienes el timón de la fe, para que la nave no naufrague con las graves tempestades de este siglo. El mar es grande y vasto, pero no temas, ya que es el Señor el que ha establecido la tierra sobre los mares y la ha fundado sobre los ríos (Sal 23,2). En medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Señor, edificada sobre la roca de los apóstoles, sobre una base inquebrantable, permanece estable y sólida contra los asaltos furiosos del mar (cf. Mt 16,18). Está rodeada por el oleaje, pero no es afectada. Aunque los elementos de este mundo resuenan con un inmenso clamor, ofrece a los que penan la gran seguridad de un refugio de salvación. 

    Mismo si parece un leño sacudido en el mar, es siempre la Iglesia de los ríos en los que corren las aguas. Grandes ríos de los que se dice “Los ríos elevaron sus voces” (Sal 92,3). Ríos que fluyen del seno de la Iglesia, alimentada por Cristo y receptáculo del Espíritu de Dios (cf. Jn 7,38). Esos ríos, si permanecen en gracia espiritual, elevan sus voces. Existe un río que corre en los hombres de Dios cómo un torrente (cf. Is 66,12), río del que la impetuosidad alegra el alma pacífica y tranquila. Como Juan el Evangelista o como Pedro y Pablo, el que recibe la abundancia de ese río eleva la voz. También se pone a predicar el Evangelio del Señor Jesucristo, lo mismo que los apóstoles han difundido por su predicación la palabra evangélica, hasta el confín del mundo. 

FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, APÓSTOL

22 de Febrero


    Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

    La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.

    Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".

    La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.

    Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.

    Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.

Oremos

    No permitas, Señor, que ninguna desorientación llegue a perturbar nunca la fe de la iglesia, que tú quisiste estuviera cimentada sobre la roca sólida de la confesión del apóstol San Pedro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

jueves, 20 de febrero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 21 de Febrero - San Marcos 8,34-38.9,1


    Libro de Génesis 11,1-9.

    Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras.
    Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí.
    Entonces se dijeron unos a otros: "¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego". Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla.
    Después dijeron: "Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra".
    Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: "Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua.
    Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros".
    Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad.
    Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.


Salmo 33(32),10-11.12-13.14-15.

El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
pero el designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.

¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres.
él mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones.


Evangelio según San Marcos 8,34-38.9,1.

    Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
    Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
    ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
    ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
    Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles".
    Y les decía: "Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Febrero - "Un gran misionero, dispuesto a perder su vida"

 

       San Francisco Javier (1506-1552), jesuita, misionero Carta del 10 de mayo 1546

Un gran misionero, dispuesto a perder su vida

    Este país es muy peligroso, porque sus habitantes, llenos de maldad, envenenan a menudo la comida y la bebida. Por esto no hay nadie que quiera ir allí para asistir a los cristianos. Tienen necesidad de instrucción espiritual y de alguien que los bautice para salvar su alma. Así que tengo la obligación de perder mi vida terrena para socorrer la vida espiritual del prójimo... Pongo mi esperanza y mi confianza en Dios, Nuestro Señor, dichoso de poderme conformarme, aunque pobremente, a las palabras de Cristo, Nuestro Redentor: “Quien quiera guardar su vida la perderá; pero quien la pierde por mí, la guardará.”

    Aunque el sentido amplio de esta palabra del Señor sea fácil de comprender, cuando uno examino su caso personal y se dispone a perder su vida por Dios para recobrarla en él, se presentan a la imaginación los peligros... Todo se hace oscuro, que incluso el latín (del texto bíblico), tan claro por sí mismo, se oscurece también. En este caso, me parece, que llega a comprenderlo únicamente aquel a quien Dios, Nuestro Señor, en su infinita misericordia se lo quiera revelar para su caso particular. Entonces, uno reconoce la condición de nuestra carne, cuán débil y frágil es.

SANTORAL - SAN PEDRO DAMIANI

21 de Febrero


     Memoria de San Pedro Damiani, cardenal obispo de Ostia y doctor de la Iglesia. Habiendo entrado en el eremo de Fonte Avellana, promovió denodadamente la vida religiosa, y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia, trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida, y para que el pueblo cristiano mantuviese la comunión con la Sede Apostólica. Falleció el día veintidós de febrero en la ciudad de Favencia, de la Romagna.

    San Pedro Damiáni, obispo y doctor de la Iglesia (1007-1072). Al lado de san Romualdo, fundador de los camaldulenses, san Juan Gualberto, san Nilo y del monje Hildebrando, (futuro Gregorio VII) fue uno de los hombres más beneméritos e insignes.

    Pedro nació en Rávena en el año 1007 en una familia numerosa y pobre. Fue el hijo último; pronto quedó huérfano y al cargo de uno de sus hermanos mayores que lo trató con dureza extrema, casi como a un esclavo, teniéndolo descalzo y a medio cubrir con andrajos, encargado de cuidar de los animales de la granja. Visto en esa situación lo tomó otro hermano a su cuidado; era Damián, con corazón bueno; tan grande fue el cambio, que Pedro no olvidará el gesto y añadirá en adelante, como su segundo nombre, el de su hermano Damián.

    A la muerte de Landorfo lo eligieron abad. No dejó Regla escrita, pero sí quedó patente entre los monjes su espíritu: absoluto silencio, trabajo manual básico para vivir, mezcla de vida solitaria en celdas separadas y algunos actos comunes, mucha oración y abundante lectura espiritual. Fundó el monasterio de Nuestra Señora de Sitria y otros cuatro centros ermitaños más.

    La segunda parte de su vida está llena de encargos y legaciones apostólicas; los Papas recurren a él encomendándole asuntos que le llevaron a una actividad incesante para contribuir a mejorar la triste situación de la Iglesia del año 1044.

    En 1046, Pedro Damián asistió en Roma a la coronación de Enrique III, emperador del Sacro Imperio romano, que puso providencialmente término al actual estado de cosas. En 1047 está presente en el concilio de Letrán que promulgó ya varios decretos de reforma.

    Al regresar a Fonte-Avellana para recuperar su vida de penitencia y soledad es cuando se hace palpable la influencia de su espíritu y lo grande de su prestigio; escribió al Papa Clemente II para que dé impulso a la reforma, y escribe su libro Gomorriano o de los Incontinentes con el que anima a papas y dirigentes a poner remedio al mal.

    El Papa Esteban IX (1057-1058) lo nombró cardenal-obispo de Ostia (decano del sagrado colegio de cardenales) en 1057, a pesar de su resistencia; no tuvo el pobre Pedro Damián más remedio que ceder para no incurrir en la excomunión con que se le amenazó si osaba negarse una vez más.

    Prematuramente muere el Papa y se van al traste las esperanzas de reforma. Hay un intento de renuncia y de refugiarse en Fonte-Avellana, pero el papa Nicolás II, en 1059, lo hace legado para Milán; allí se soporta desde hace tiempo una desesperada situación por la simonía y la lujuria de los clérigos; convocó un sínodo y llegó a restablecerse el orden, terminando con el escándalo.

    El Papa Alejandro III (1061-1070) aprovechó su celo y servicios extraordinarios. Pedro Damián sacó abundantes escritos _irónicos, iracundos, anatematizantes y apocalípticos_ a la asamblea de Augsburgo para acabar con el cisma, porque hay antipapa.

    Otra legación, acompañada ahora por Hugón de Cluny, fue en 1063; debía intentar poner freno a Drogon, obispo de Maçon, y restablecer la justicia lesionada en la abadía de Bourgogne y otras cluniacenses como Limoges, San Marcial y Sauvigny.

    Se vio obligado a intervenir ante el joven rey Enrique IV en defensa de los derechos pontificios. No pretendía Pedro llevar una vida de incesante viajar. Pidió un descanso merecido al Papa Alejandro II y que se le aceptara la renuncia a todas sus dignidades; pero Hildebrando, que era cardenal desde que Gregorio VI echó mano de él para que le apoyase en la necesaria reforma.

    Pedro Damián acepta complacidísimo con tal de retirarse a Fonte-Avellana. En 1066 se le vio, por mandato de la Santa Sede, en Montecasino para solucionar el conflicto con los monjes de Vallehumbrosa. Se desplazó a Alemania porque Enrique IV intentaba su divorcio matrimonial y era preciso dejar claro ante el concilio los principios de moral cristiana.

    También fue preciso arrimar el hombro para reconciliar a su querida Rávena natal con el Papa, lo hizo como legado, en 1072. Precisamente cuando iba a dar cuentas a Roma de ésta última gestión se puso muy enfermo en Faenza, lo llevaron al monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió el 21 de febrero de 1072.

    León XII le declaró doctor de la Iglesia y gracias a su vida ejemplar pudo ser el precursor de la gran reforma llamada gregoriana por llevarla a término feliz el Papa Gregorio VII, desde que lo elevaron a la sede de Pedro en 1073.

    El eficaz Pedro Damián, monje como el más enamorado del monacato, sirvió a la Iglesia intentando dar solución a los más enrevesados problemas. Es palpable que la inmensa mayoría de sus contemporáneos seglares no hubieran podido ni siquiera arañar lo que él realizó, aunque ello le llevara a tener que fastidiarse sin poder disfrutar de la soledad que por vocación le hubiera gustado tener.

Oremos


    Dios todopoderoso, concédenos seguir con fidelidad los consejos y ejemplos de San Pedro Damiani, obispo, para que, amando a Cristo sobre todas las cosas, y dedicados siempre al servicio de tu Iglesia, merezcamos llegar a los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

domingo, 9 de febrero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 10 de Febrero - San Marcos 6,53-56


    Libro de Génesis 1,1-19.

    Al principio Dios creó el cielo y la tierra.
    La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.
    Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.
    Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
    Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.
    Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.
    Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.
    Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.
    Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.
    La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.
    Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
    Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.
    Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.
    Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.
    Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.


Salmo 104(103),1-2a.5.6-7.10.12.24.35c.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz.
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!

El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas;
pero tú las amenazaste y huyeron,
escaparon ante el fragor de tu trueno.
Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.

Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas.
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice al Señor, alma mía!


    Evangelio según San Marcos 6,53-56.

    Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
    Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
    En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

    Palabra del Señor