viernes, 15 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 16 de Noviembre - San Lucas 18,1-8
Querido hermano, tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso, y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de Dios.
Porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos, por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad.
Salmo 112(111),1-2.3-4.5-6.
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.
En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
Evangelio según San Lucas 18,1-8.
Jesús enseñó con una parábola que era
necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que
no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una
viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi
adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no
temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le
haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y
noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Noviembre - "Conocerte a ti mismo para reconocer a Dios"
SANTORAL - SANTA GERTRUDIS
Gertrudis es una palabra que en su idioma significa "fiel defensora" (ger = defensora, trud = fiel). Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia (la Iglesia llama místicas a las personas que se dedican a tratar directamente con Dios por medio de fervorosísimas oraciones, y a recibir de Él, mensajes y revelaciones). Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante. Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística. Nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256.
A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía Santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.
Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Solamente que sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo. Así lo narra ella misma: "Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: - Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz".
Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la Santa Biblia, y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín y San Bernardo. Ella dice: "cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura". Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber (después de las revelaciones que Dios le hizo) en los libros sagrados de la Biblia y de los santos.
En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la Santa Biblia (en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano), componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato. Jesucristo le dijo un día: "Gertrudis, tú serás mi heraldo" (Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior). Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre: "Heraldo de la amorosa bondad de Dios". A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también: "Revelaciones de Santa Gertrudis". Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo San Juan de la cruz, Santa Teresa, Santa Magdalena de Pazzi, Santa Gema y muchísimos santos más.
Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado. Su amistad con Santa Matilde. Esta otra gran santa era 15 años mayor que Santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos (adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría) recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y el encomendarse a San José.
Un día Santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de "Revelaciones de Santa Matilde". Santa Matilde le preguntó a Jesús: "Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿Dónde te puedo encontrar?" – Y Jesús le respondió: "Búscame en el corazón de Gertrudis". Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.
Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa". Es una de las Patronas de los escritores católicos. Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: "Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo". Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.
Murió el 17 de noviembre del año 1302. (Su fiesta se celebra el 16 de noviembre). Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.
Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. amen.
Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis la Grande, que esta oración puede librar 1000 almas del purgatorio cada vez que se rece.
jueves, 14 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 15 de Noviembre - San Lucas 17,26-37
Señora elegida: Me he alegrado muchísimo al encontrar a algunos hijos tuyos que viven en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre.
Y ahora te ruego: amémonos los unos a los otros. Con lo cual no te comunico un nuevo mandamiento, sino que el que tenemos desde el principio.
El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que ustedes han aprendido desde el principio es que vivan en el amor.
Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo!
Ustedes estén alerta para no perder el fruto de sus trabajos, de manera que puedan recibir una perfecta retribución.
Todo el que se aventura más allá de la doctrina de Cristo y no permanece en ella, no está unido a Dios. En cambio, el que permanece en su doctrina está unido al Padre y también al Hijo.
Salmo 119(118),1.2.10.11.17.18.
Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.
Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.
Evangelio según San Lucas 17,26-37.
Jesús dijo a sus discípulos: "En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 15 de Noviembre - "Dios espera el tiempo de nuestra conversión"
SANTORAL - SAN ALBERTO MAGNO
San Alberto, llamado «Magno», obispo y doctor de la Iglesia, que ingresó en la Orden de Predicadores en París, enseñó de palabra y en sus escritos las disciplinas filosóficas y divinas, y fue maestro de santo Tomás de Aquino, uniendo maravillosamente la sabiduría de los santos con la ciencias humanas y naturales. Después se vio obligado a aceptar la sede episcopal de Ratisbona, desde la cual se esforzó asiduamente en fortalecer la paz entre los pueblos, aunque al cabo de un año prefirió la pobreza de la Orden a toda clase de honores, y murió santamente en Colonia, en la Lotaringia Germánica.
Fueron los propios contemporáneos de san Alberto quienes le dieron el título de «Magno». Por la profundidad y amplitud de sus conocimientos solían llamarle también «el Doctor Universal» y decían que «sus conocimientos en todos los campos son casi divinos, de suerte que merece que le llamemos la maravilla y el milagro de nuestra época». Aun el monje Roger Bacon le consideraba como «una autoridad» y calificaba sus obras de «fuentes originales». El hecho de haber sido el maestro de santo Tomás de Aquino contribuyó también a la fama de san Alberto; pero sus contemporáneos, lo mismo que la posteridad, le han juzgado como un hombre grande por sí mismo. Alberto era de origen suabo. Pertenecía a la familia Bollstädt; nació en el castillo de Lauingen, a orillas del Danubio, en 1206. Lo único que sabemos sobre su juventud, es que estudió en la Universidad de Padua. En 1222, el beato Jordán de Sajonia, segundo maestro general de la orden de Santo Domingo, escribía desde Padua a la beata Diana de Andelo, que estaba en Bolonia, anunciándole que había admitido en la orden a diez postulantes, «y dos de ellos son hijos de condes alemanes». Uno era Alberto. Un tío suyo, que vivía en Padua, había tratado de impedir que ingresase en la orden de Santo Domingo, pero la influencia del beato Jordán había sido más fuerte que la suya. Cuando el conde de Bollstädt se enteró de que su hijo vestía el hábito de los frailes mendicantes, se enfureció sobremanera y habló de sacarlo por la fuerza de la orden. Pero los superiores de Alberto le enviaron discretamente a otro convento, y la cosa paró ahí. Probablemente se trataba del convento de Colonia, ya que allí enseñaba Alberto en 1228. Más tarde, fue prefecto de estudios y profesor en Hildesheim, Friburgo de Brisgovia y Estrasburgo. Cuando volvió a Colonia, era ya famoso en toda la provincia alemana. Como París era entonces el centro intelectual de Europa occidental, Alberto pasó allí algunos años como maestro subordinado, hasta que obtuvo el grado de profesor. En 1248, los dominicos determinaron abrir una nueva Universidad («studia generalia») en Colonia y nombraron rector a san Alberto. Desde entonces hasta 1252, tuvo entre sus discípulos a un joven fraile llamado Tomás de Aquino.
En aquella época, la filosofía comprendía las principales ramas del saber humano accesibles a la razón natural: la lógica, la metafísica, las matemáticas, la ética y las ciencias naturales. Entre los escritos de san Alberto, que forman una colección de treinta y ocho volúmenes in-quarto, hay obras sobre todas esas materias, por no decir nada de los sermones y de los tratados bíblicos y teológicos. La figura de san Alberto y la de Roger Bacon se destacan en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice el santo, consiste en «investigar las causas que operan en la naturaleza». Algunos autores llegan incluso a decir que san Alberto contribuyó aún más que Bacon al desarrollo de la ciencia. En efecto, fue una autoridad en física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia (es decir, química) y biología, por lo cual nada tiene de sorprendente que la leyenda le haya atribuido poderes mágicos. En sus tratados de botánica y fisiología animal, su capacidad de observación le permitió disipar leyendas como la del águila, la cual, según Plinio, envolvía sus huevos en una piel de zorra y los ponía a incubar al sol. También han sido muy alabadas las observaciones geográficas del santo, ya que hizo mapas de las principales cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su excelente descripción física de la tierra, demostró por un argumento muy complicado que era redonda. Pero el principal mérito científico de san Alberto no reside en esto, sino en que, al caer en la cuenta de la autonomía de la filosofía y del uso que se podía hacer de la filosofía aristotélica para ordenar la teología, reescribió, por decirlo así, las obras del filósofo para hacerlas aceptables a los ojos de los críticos cristianos. Por otra parte, aplicó el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, por lo que fue el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino había de perfeccionar. Así pues, fue san Alberto el principal creador del «sistema predilecto de la Iglesia». El reunió y seleccionó los materiales, echó los fundamentos y santo Tomás construyó el edificio.
San Alberto escribió durante sus largos años de enseñanza y no dejó de hacerlo cuando se dedicó a otras actividades. Como rector del «Studium» de Colonia, se distinguió por su talento práctico, de suerte que de todas partes le llamaban a arreglar las dificultades administrativas y de otro orden. En 1254, fue nombrado provincial en Alemania. Dos años más tarde, con su alto cargo asistió al capítulo general de la orden en París, donde se prohibió a los dominicos que aceptasen que en las universidades se les diese el título de «maestro» o «doctor» o cualquier otro tratamiento que no fuera el de su propio nombre. Para entonces, ya se llamaba a san Alberto «el doctor universal», y el prestigio de que gozaba había provocado la envidia de los profesores laicos contra los dominicos. En vista de esa dificultad, que había costado a santo Tomás y a san Buenaventura un retraso en la obtención del doctorado, san Alberto fue a Italia a defender a las órdenes mendicantes contra los ataques de que eran objeto en París y otras ciudades. Guillermo de Saint-Amour se había hecho eco de dichos ataques en su panfleto «Sobre los peligros de la época actual». Durante su estancia en Roma, san Alberto desempeñó el cargo de maestro del sacro palacio, es decir, de teólogo y canonista personal del Papa. Por entonces, predicó en las diversas iglesias de la ciudad. En 1260, la Santa Sede le ordenó aceptar el gobierno de la sede de Regensburgo, la cual, según se le informó, era «un caos, tanto en lo espiritual como en lo material». San Alberto fue obispo de Regensburgo menos de dos años, pues el papa Urbano IV aceptó su renuncia, pero en ese breve período hizo mucho por remediar los problemas de su diócesis. Desgraciadamente, los intereses creados y la persistencia de ciertos abusos no permitieron al santo terminar la obra comenzada. Para gran gozo del maestro general de los dominicos, Humberto de Romanos, que había tratado en vano de impedir que Alejandro le consagrase obispo, san Alberto volvió al «Studium» de Colonia. Pero al año siguiente, el santo recibió la orden de colaborar en la predicación de la Cruzada en Alemania con el franciscano Bertoldo de Ratisbona. Una vez terminada esa tarea, san Alberto volvió a Colonia, donde pudo dedicarse a escribir y enseñar hasta 1274, cuando se le mandó asistir al Concilio Ecuménico de Lyon. En vísperas de partir, se enteró de la muerte de su querido discípulo, santo Tomás de Aquino (según se dice, lo supo por revelación divina). A pesar de esta impresión y de su avanzada edad, san Alberto tomó parte muy activa en el Concilio, ya que, junto con el beato Pedro de Tarentaise (luego Inocencio V) y Guillermo de Moerbeke, trabajó ardientemente por la reunión de los griegos, apoyando con toda su influencia la causa de la paz y de la reconciliación.
Probablemente, la última aparición que hizo en público tuvo lugar tres años más tarde, cuando el obispo de París, Esteban Tempier, y otros personajes, atacaron violentamente ciertos escritos de santo Tomás. San Alberto partió apresuradamente a París para defender la doctrina de su difunto discípulo, que coincidía en muchos puntos con la suya, y propuso a la Universidad que le diese la oportunidad de responder personalmente a los ataques; pero ni aun así consiguió evitar que se condenasen en París ciertos puntos. En 1278, cuando dictaba una clase, le falló súbitamente la memoria. Según la leyenda, que no se basa en testimonios suficientemente sólidos, el santo contó a sus oyentes que, cuando era joven en la vida religiosa, el desaliento le había hecho pensar en volver al mundo, pero la Santísima Virgen se le apareció en sueños y le prometió que, si perseveraba, ella le alcanzaría la gracia necesaria para llevar a cabo sus estudios. También le vaticinó que, en su ancianidad, volvería nuevamente a desfallecer su inteligencia y que ésa sería la señal de que su muerte estaba próxima. Como quiera que fuese, san Alberto perdió casi enteramente la memoria y la agudeza de entendimiento. Dos años después, murió apaciblemente, sin que hubiese padecido antes enfermedad alguna, cuando se hallaba sentado conversando con sus hermanos en Colonia. Era el 15 de noviembre de 1280.
Alguien ha dicho: «Aunque en las obras de Alberto hay frecuentes indicios de que llevaba una vida de gran santidad, los hay también de que, en cuanto empuñaba la pluma, perdía ese olvido de sí mismo que caracteriza a Santo Tomás. Para sentirnos frente a un candidato a la canonización, es preciso esperar a que Alberto deje la pluma y exprese con lágrimas lo más íntimo de su pensamiento». Este acceso gradual a las alturas de la santidad, refleja la lentitud con que san Alberto llegó a la gloria de los altares. En efecto, no fue beatificado sino hasta 1622, y aunque se le veneraba ya mucho, especialmente en Alemania, la canonización se hizo esperar todavía. En 1872 y en 1927, los obispos alemanes pidieron a la Santa Sede su canonización, pero al parecer, fracasaron. Finalmente, el 16 de diciembre de 1931, Pío XI, en una carta decretal, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia, lo que equivalía a la canonización e imponía a toda la Iglesia de Occidente la obligación de celebrar su fiesta. San Alberto, según dijo el Sumo Pontífice, «poseyó en el más alto grado cl don raro y divino del espíritu científico ... Es exactamente el tipo de santo que puede inspirar a nuestra época, que busca con tantas ansias la paz y tiene tanta esperanza en sus descubrimientos científicos». San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales.
Señor, tú que has hecho insigne al obispo San Alberto Magno, porque supo conciliar de modo admirable la ciencia divina con la sabiduría humana, concédenos a nosotros aceptar de tal forma su magisterio que, por medio del progreso de las ciencias, lleguemos a conocerte y a amarte mejor. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.
miércoles, 13 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 14 de Noviembre - San Lucas 17,20-25
Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer, prefiero suplicarte en nombre del amor, Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión.
Antes, él no te presto ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí.
Te lo envío como si fuera yo mismo.
Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio.
Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario.
Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor.
Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mi mismo.
Y si él te ha hecho algún daño o te debe algo, anótalo a mi cuenta.
Lo pagaré yo, Pablo que firmo esta carta de mi puño y letra. No quiero recordarte que tú también eres mi deudor, y la deuda eres tú mismo.
Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo.
Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10.
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 17,20-25.
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación."