lunes, 10 de junio de 2024

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 11 de Junio - San Mateo 10,7-13


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 11,21b-26.13,1-3.

    En aquellos días, muchos creyeron y se convirtieron.
    Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía.
    Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme.
    Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor.
    Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos".
    En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores, entre los cuales estaban Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, amigo de infancia del tetrarca Herodes, y Saulo.
    Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado".
    Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.


Salmo 98(97),1.2-3ab.3c-4.5-6.


Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Canten al Señor con el arpa

y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.


    Evangelio según San Mateo 10,7-13.

    Jesús dijo a sus apóstoles: por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
    Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."
    No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
    Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
    Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
    Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 11 de Junio - «Proclamad que está llegando el Reino de los cielos»


      Santo Papa Francisco Evangelii Gaudium: Salvar al hombre en su plenitud n. 181


«Proclamad que está llegando el Reino de los cielos» 

    El Reino que se anticipa y crece entre nosotros lo toca todo y nos recuerda aquel principio de discernimiento que Pablo VI proponía con relación al verdadero desarrollo: «Todos los hombres y todo el hombre». Sabemos que «la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre». Se trata del criterio de universalidad, propio de la dinámica del Evangelio, ya que el Padre desea que todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en «recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo» (Ef 1,10). El mandato es: «Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la creación» (Mc 16,15), porque «toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana, de manera que «la misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño». La verdadera esperanza cristiana, que busca el Reino escatológico, siempre genera historia.

SANTORAL - SAN BERNABÉ APÓSTOL

11 de Junio


    Memoria de San Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio. A pesar de que san Bernabé no fue uno de los doce elegidos por Nuestro Señor Jesucristo, es considerado Apóstol por los primeros padres de la Iglesia y aun por san Lucas, a causa de la misión especial que le confió el Espíritu Santo y la parte tan activa que le correspondió en la tarea apostólica. Bernabé era un judío de la tribu de Leví, pero había nacido en Chipre; su nombre original era el de José, pero los Apóstoles lo cambiaron por el de Bernabé, apelativo éste que, según San Lucas, significa «hombre de exhortación» (o también "de consolación", aunque se trata de una «etimología popular», no exacta lingüísticamente). La primera vez que se le menciona en las Sagradas Escrituras es en el Hechos de los Apóstoles cap. 4, donde se asienta que los primeros convertidos vivían en comunidad en Jerusalén, y que todos los que eran propietarios de tierras o casas las vendían y entregaban el producto de las ventas a los Apóstoles para su distribución. En esa ocasión se menciona la venta de las propiedades de Bernabé. Cuando san Pablo regresó a Jerusalén, tres años después de su conversión, los fieles sospechaban de él y le evitaban; fue entonces cuando Bernabé «le tomó por la mano» (Hech 9,27) y abogó por él ante los demás Apóstoles. Algún tiempo después, varios discípulos habían predicado con éxito el Evangelio en Antioquía, y se pensó que era conveniente enviar a alguno de los miembros de la Iglesia de Jerusalén para instruir y guiar a los neófitos. El elegido fue san Bernabé, «un buen hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo» (Hech 11,24). A su llegada, se regocijó en extremo al comprobar los progresos del Evangelio y, con sus prédicas, hizo considerables adiciones al número de convertidos. Cuando tuvo necesidad de un auxiliar diestro y leal, se fue a Tarso donde obtuvo la cooperación de san Pablo, quien le acompañó de regreso a Antioquía y pasó ahí un año entero. Los dos predicadores obtuvieron un éxito extraordinario; Antioquía se convirtió en el gran centro de evangelización y fue ahí donde, por primera vez, se dio el nombre de Cristianos a los fieles seguidores de la doctrina de Cristo (Hech 11,26).

    Un poco más tarde, la floreciente iglesia de Antioquía recolectó fondos para la ayuda a los hermanos pobres de Judea, durante una época de hambre. Aquel dinero fue enviado a los jefes de la iglesia de Jerusalén por conducto de Pablo y Bernabé, quienes cumplieron con su cometido y regresaron a Antioquia acompañados por Juan Marcos. Por aquel entonces, la ciudad estaba bien provista de sabios maestros y profetas, entre los que descollaban Simón, llamado el Negro, Lucio de Cirene y Manahen, el hermano de leche de Herodes. Cierta vez (Hechos 13) en que estos maestros y profetas estaban adorando a Dios, el Espíritu Santo habló por boca de algunos de los profetas: «Separad a Pablo y Bernabé, dijo, para una tarea que les tengo asignada». De acuerdo con esas instrucciones y, tras un período de ayuno y oración, Pablo y Bernabé recibieron su misión por la imposición de manos y partieron a cumplirla, acompañados por Juan Marcos. Primero se trasladaron a Seleucia y después a Salamina, en Chipre. Luego de predicar la doctrina de Cristo en las sinagogas, viajaron hacia la localidad de Pafos, en Chipre, donde convirtieron al procónsul romano Sergio Paulo, de quien Saulo tomó el nombre para ir a predicar con un apelativo latino entre los gentiles. De nuevo se embarcaron en Pafos para navegar hasta Perga en Panfilia, donde Juan Marcos los abandonó para regresar solo a Jerusalén. Pablo y Bernabé prosiguieron la marcha hacia el norte, hasta Antioquía de Pisidia; ahí se dirigieron principalmente a los judíos, pero al encontrarse con una abierta hostilidad por su parte, declararon que, de ahí en adelante, predicarían el Evangelio a los gentiles.

    En Iconium, la capital de Licaonia, estuvieron (ver Hechos 14) a punto de morir apedreados por la multitud, azuzada contra ellos por los regidores de la ciudad. Al refugiarse en Listra, San Pablo curó milagrosamente a un paralítico y, en consecuencia, los habitantes paganos proclamaron que los dioses los habían visitado. Todos aclamaron a san Pablo como a Hermes o Mercurio, porque era el que hablaba y, a san Bernabé, tal vez por su aspecto noble y majestuoso, lo tomaron por Zeus o Júpiter, padre de todos los dioses. A duras penas consiguieron los dos santos evitar que la población ofreciese sacrificios en su honor y, entonces, con la proverbial veleidad de la multitudes, los ciudadanos de Listra pasaron al otro extremo y comenzaron a lanzar piedras contra san Pablo, al que dejaron maltrecho. Tras una breve estancia en Derbe, donde convirtieron a muchos, los dos Apóstoles retrocedieron para pasar por todas las ciudades que habían visitado previamente, a fin de confirmar a los convertidos y ordenar presbíteros. Después de completar así su primera jornada de misiones, regresaron a Antioquía de Siria, muy satisfechos con los resultados de sus esfuerzos.

    Poco después, surgió una disputa en la Iglesia de Antioquía, en relación con el cumplimiento de los ritos judíos: algunos de los judíos cristianos, contrarios a las opiniones de Pablo y Bernabé, sostenían que los paganos que entrasen a la Iglesia no sólo deberían ser bautizados, sino también circuncidados. Como consecuencia de aquella desavenencia, se convocó al Concilio de Jerusalén y, ante la asamblea, san Pablo y san Bernabé hicieron un relato detallado sobre sus labores entre los gentiles y obtuvieron la aprobación de su misión, el Concilio declaró terminantemente que los gentiles convertidos estaban exentos del deber de la circuncisión. Sin embargo, persistió la división entre judíos y gentiles convertidos, hasta el grado de que san Pedro, durante una visita a Antioquía, se abstuvo de comer con los gentiles, por deferencia a la susceptibilidad de los judíos, ejemplo que imitó san Bernabé. San Pablo reconvino a uno y a otro y expuso claramente sus postulados sobre la universalidad de la doctrina cristiana. No tardó en surgir otra diferencia entre él y san Bernabé, en vísperas de su partida a un recorrido por las iglesias que habían fundado, porque quería llevar consigo a Juan Marcos y san Pablo se negaba, en vista de que el joven había desertado ya una vez. La discusión entre los dos Apóstoles llegó a tal punto, que ambos decidieron separarse: san Pablo emprendió su proyectada gira en compañía de Silas, mientras que san Bernabé partió hacia Chipre con Juan Marcos. De ahí en adelante, los Hechos no vuelven a mencionarlo. Parece evidente, por las alusiones que se hacen a Bernabé en la Epístola I a los Corintios (9,5 y 6), que aún vivía y trabajaba en los años 56 ó 57 P.C.; pero la posterior invitación de san Pablo a Juan Marcos para que se uniese a él, cuando estaba preso en Roma, hace pensar en que, alrededor del año 60 ó 61, san Bernabé ya había muerto. Se dice que fue apedreado hasta morir, en Salamina. Otra tradición nos lo presenta como predicador en Alejandría y en Roma y además como el primer obispo de Milán. Tertuliano afirma que fue él quien escribió la Epístola a los Hebreos, mientras que otros escritores creen que fue él quien escribió en Alejandría la obra conocida como Epístola de Bernabé, que sin embargo es apócrifa. En realidad, no se sabe sobre él nada más que lo que dice el Nuevo Testamento.

    Los bolandistas, en Acta Sanctorum, junio, vol. II, reunieron todas las referencias sobre san Bernabé que se pudieron obtener a principios del siglo dieciocho. Desde entonces, es poco lo que se ha agregado, excepción hecha del conocimiento más profundo que ahora se tiene sobre la antigua literatura apócrifa. El texto ahí incluido, o sea la llamada Acta de Bernabé, fue editado con comentarios críticos y adaptado de mejores manuscritos, por Max Bonnet (1903), como una continuación del Acta Apostolorum Apocrypha, de R. H. Lipsius. Este documento pretende haber sido escrito por Juan Marcos, pero en realidad es una obra que data de fines del siglo quinto. Se trata de un relato sobre los hechos de san Bernabé, que describe su martirio en Chipre y los milagros obrados posteriormente en su tumba. Un documento apócrifo mucho más antiguo es la llamada «Epístola de San Bernabé», que data de la primera mitad del siglo segundo, probablemente del año 135 P.C. Durante mucho tiempo, nadie dudó de que se trataba efectivamente de una obra de San Bernabé y, algunos de los primeros Padres llegaron a incluirla en los cánones de las Sagradas Escrituras. Los que la rechazaron, llamándola "espuria", sólo trataban de dar a entender que no la recibían como la palabra inspirada por el Espíritu Santo. Ni ellos mismos dudaban de que san Bernabé la hubiese escrito. En la actualidad, sin embargo, se reconoce, por lo general, que no puede estar relacionada con él y que tal vez fue hecha por algún judío convertido de Alejandría. No hay pruebas concretas que confirmen la creencia de que san Bernabé fue el primer obispo de Milán.

Oremos

    Dios nuestro, que, después de haber infundido en abundancia la fe y el Espíritu Santo en San Bernabé, lo destinaste para que anunciara a los pueblos paganos el mensaje de salvación, haz que el Evangelio de Cristo, que él predicó valerosamente, sea proclamado con fidelidad por nuestras palabras y nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

domingo, 9 de junio de 2024

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 10 de Junio - San Mateo 5,1-12


   Primer Libro de los Reyes 17,1-6.

    Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!".
    La palabra del Señor le llegó en estos términos: "Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.
    Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento".
    El partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.
    Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente.


Salmo 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8.

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.


    Evangelio según San Mateo 5,1-12.

    Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
    Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
    "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
    Felices los afligidos, porque serán consolados.
    Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
    Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
    Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
    Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
    Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
    Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 10 de Junio - "Felices los pacientes"


San Juan Casiano (c. 360-435) fundador de la Abadía de Marsella Las Conferencias, VI, De la castidad (SC 54. Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958)


« Felices los pacientes »
            
    Una de las bienaventuranzas resaltadas por la palabra del Salvador, nos ofrece esta verdad: “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia” (Mt 5,4).No tenemos otro medio de heredar la tierra, o sea someter a nuestro dominio  la tierra rebelde de nuestro cuerpo, que fundando  de entrada nuestra alma en la ternura de la paciencia. En los combates que la pasión suscita en nuestra carne, el triunfo se obtiene revistiendo las almas de paciencia. “Los humildes poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad”, canta el salmista, “los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre” (Sal 37,11.29).
 
    El salmista nos sigue enseñando: “Espera en el Señor y sigue su camino… te honrará con la posesión de la tierra” (Sal 37,34 a.b). He aquí una verdad constante. Nadie llega a la firme posesión de la tierra, fuera de los que guardan los caminos difíciles y los preceptos del Señor con mansedumbre inalterable y paciencia. Su mano los retirará del fango de las pasiones carnales y los exaltará. “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia”, no sólo recibirán la tierra, sino que “gozarán de una gran felicidad”.
 
    En cambio, el que permanece en su carne sujeto a las guerras de la concupiscencia, no gozará de esta felicidad de forma estable. (…) Pero cuando el Señor, imponiendo silencio a las guerras, lo haya librado de los embates de la carne, llegará a tal estado de pureza que la confusión desaparecerá y comenzará a vivir sus delicias en ella, como en un purísimo tabernáculo. (…) El mérito de su paciencia le habrá dado la tierra en herencia y gozará de una gran felicidad.

SANTORAL - BEATO JUAN DOMINICI

 10 de Junio

   
    Cardenal († 1420) Juan pidió ser admitido en el convento en Santa María Nova y lo rechazaron. La razón fue que los frailes consideraron al sujeto lo menos propio para un convento de dominicos; Juan no había acudido cuando niño a las escuelas: era ignorante y, además, tartamudo. Lo intentó una segunda vez y la insistencia hizo que los frailes pasaran por alto las dificultades y probaran sacar algo del joven de aspecto rudo y torpeza en el decir.

    Su noviciado fue un encuentro de la gracia de Dios; el silencio, la oración y su esfuerzo le hicieron aprovechar bien el tiempo durante el noviciado que le aseguró en su piedad sólida, le adiestró en la obediencia y le consiguió un adelantamiento poco común en las ciencias. Goza de un talante natural simpático, agradable y servicial. Se dio a conocer, sobre todo, por la austeridad de su vida y el espíritu de penitencia.

    Además es artista; dedica tiempo a pintar en los libros, miniaturizando con dibujos exquisitos, escenas de la vida de Jesús. Corona su esfuerzo con la ordenación sacerdotal. Ya puede dar marcha a su celo por el sacrificio y por el ministerio de la predicación; pero, desgraciadamente, dada su dificultad en la expresión, los sermones le salen torpes y ridículos. Se siente curado de la torpeza en la dicción en Siena, cuando lleno de tristeza, pide a la santa Catalina por amor a Dios, la curación.

    La peste de 1384 ha asolado los monasterios; en el suyo de Santa María murieron en cuatro meses setenta de sus frailes; el resto no se encontraba con fuerzas para vivir en el rigor primero de la Orden. Lo eligen prior de los conventos de Santo Domingo de Venecia, Città di Castello, el de Fabriano y otros que ansían la reforma; es también vicario general de todos los conventos observantes del estado de Venecia.

    Pero a pesar de su buen hacer, Juan se percata de que el futuro estaba en la juventud y a ella se dedicó fundando un noviciado en Cortona; ahora sí se podrían poner las piedras claves donde pudieran los jóvenes apoyar el espíritu que no quiere saber de improvisaciones. También las religiosas, sus hermanas, se benefician de la reforma en los conventos femeninos del Corpus Domini y San Pedro Mártir, de Florencia, donde su madre terminó sus días. Tres renuncias de papas y antipapas obtuvo para poder elegir al nuevo Sumo Pontífice, que devolviera a la Iglesia la unidad y la paz y que fue Martín V. Resultó un trabajo intensísimo y bien hecho para utilidad de la Iglesia.

    De hecho, al leer la renuncia pública del verdadero papa Gregorio XII, él mismo se despojó ante los presentes de sus insignias cardenalicias, en señal de renuncia al cardenalato, yéndose a ocupar un sitio entre los obispos, con lo que se ponía de manifiesto la ausencia de toda intención de medrar. Si en otro tiempo aceptó la ordenación episcopal y el cardenalato contra su voluntad fue para estar capacitado a entrar en el círculo de la cúpula jerárquica y trabajar por la unidad.

    No se limitó a contemplar o a quejarse de los males; quiso «complicarse» la vida con todo un compromiso personal. Es lo propio de los santos. Aún tuvo tiempo para ser legado apostólico en las tierras de Hungría y Bohemia. Murió humilde y santamente el 10 de junio de 1420.

Oremos

    Señor, luz de los fieles y pastor de las almas, tú que elegiste a Juan Dominici para que, en la Iglesia, apacentara tus ovejas con su palabra y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión, nos concedas perseverar en la fe que él nos enseñó con su palabra y seguir el camino que nos mostró con su ejemplo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

-FRASE DEL DÍA-



 

sábado, 8 de junio de 2024

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 09 de Junio - San Marcos 3,20-35.


    Libro de Génesis 3,9-15.

    Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".
    "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí".
    El replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
    El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él".
    El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
    Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
    Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón".


Salmo 130(129),1-2.3-4.6.7-8.

Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.

Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora
Espere Israel al Señor,

porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados.


    Carta II de San Pablo a los Corintios 4,13-18.5,1.

    Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos.
    Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.
    Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.
    Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día.
Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera toda medida.
    Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno.
    Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de campaña -nuestra morada terrenal- es destruida, tenemos una casa permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios.


    Evangelio según San Marcos 3,20-35.

    Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.
    Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
    Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios".
    Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?
    Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir.
    Y una familia dividida tampoco puede subsistir.
    Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin.
    Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
    Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.
    Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre".
    Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".
    Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar.
    La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera".
    El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?".
    Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos.
    Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

   Palabra del Señor