viernes, 10 de diciembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 11 DE DICIEMBRE - San Mateo 17,10-13.
Libro de Eclesiástico 48,1-4.9-11.
Surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha.
El atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego en un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!
Palabra de Dios.
Salmo 80(79),2ac.3b.15-16.18-19.
Escucha, Pastor de Israel,
Tú que tienes el trono sobre los querubines,
reafirma tu poder y ven a salvarnos.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid,
la cepa que plantó tu mano,
el retoño que Tú hiciste vigoroso.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que Tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
Evangelio según San Mateo 17,10-13.
Al bajar del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?".
El respondió: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre".
Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 11 DE DICIEMBRE - “Harán padecer al Hijo del hombre” (Mt 17,10-13)
Papa Francisco
Homilía en santa Marta, 26 de septiembre de 2014)
“Harán padecer al Hijo del hombre” (Mt 17,10-13)
El Hijo del hombre, es decir el Mesías, el Ungido, debe sufrir mucho, ser rechazo por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y los escribas, ser asesinado y resucitar. Este es el camino de nuestra liberación. Este es el camino del Mesías, el Justo: la Pasión, la Cruz. [...]
Esta es la «pedagogía» que Jesús usa para preparar los corazones de la gente, para entender este Misterio de Dios. Es tanto el amor de Dios, es tan feo el pecado, que Él nos salva así: con esta identidad en la cruz. No se puede entender Jesucristo Redentor sin la cruz: ¡no se puede entender! Podemos llegar hasta pensar que es un gran profeta, hace cosas buenas, es un santo. Pero el Cristo Redentor sin la cruz no se puede entender. Pero los corazones de los discípulos, los corazones de la gente, no estaban preparados para entenderlo. No habían entendido las Profecías, no habían entendido que Él era precisamente el Cordero para el sacrificio. No estaban preparados.
SANTORAL DEL DÍA - 11 DE DICIEMBRE - SAN DÁMASO I PAPA
San Dámaso I, papa, que en los difíciles tiempos en que vivió, reunió muchos sínodos para defender la fe de Nicea contra cismas y herejías, procuró que san Jerónimo tradujera al latín los libros sagrados y veneró piadosamente los sepulcros de los mártires, adornándolos con inscripciones. El «Liber Pontificalis» afirma que san Dámaso era español. Tal vez era de origen español, pero, según parece, nació en Roma, donde su padre era sacerdote. San Dámaso, que no se casó nunca, llegó a ser diácono de la iglesia de su padre. Cuando murió el papa Liberio en el 366, Dámaso fue elegido obispo de Roma, a los sesenta años de edad, aproximadamente. Su elección estuvo lejos de ser unánime, ya que una minoría eligió a otro diácono llamado Ursino o Ursicinio y defendió su candidatura con gran vehemencia. Según parece, el poder civil sostuvo a Dámaso con no menor apasionamiento (Butler afirma que empleó «procedimientos bárbaros»); pero Rufino, contemporáneo de san Dámaso, demuestra que éste no tuvo nada que ver en ello. Los partidarios del antipapa no se calmaron del todo; en efecto, el año 378, san Dámaso fue acusado por ellos de incontinencia y tuvo que justificarse ante el emperador Graciano y ante un sínodo romano.
El historiador pagano Amiano Marcelino afirma que el modo de vida de los prelados romanos constituía una tentación para los ambiciosos y dice que hubiesen hecho bien en imitar la sencillez del clero de las provincias. Es indudable que, en tiempos de san Dámaso se procedía con cierta pompa en la corte pontificia, pues, según cuenta san Jerónimo, un pagano llamado Pretextato, que era senador romano, dijo al santo: «Si me haces obispo de Roma, me convertiré mañana mismo al cristianismo». Esta observación de un pagano prueba cuán necesaria es la moderación a quienes desean dar testimonio del espíritu evangélico. Como quiera que sea, esta crítica no se aplica a san Dámaso, ya que san Jerónimo, que fue su secretario y le conocía bien, ataca severamente el lujo de ciertos prelados en Roma y no habría dejado de mencionar al papa si le hubiese creído culpable de la misma falta. Lo cierto es que las críticas de san Jerónimo eran tan justificadas que, el año 370, Valentiniano prohibió a los miembros del clero que indujesen a las viudas y huérfanos a que les hiciesen regalos o les dejasen legados. San Dámaso aplicó estrictamente ese decreto.
El santo Pontífice tuvo que combatir varias herejías. Pero el año 380. Teodosio I en el Oriente y Graciano en el Occidente proclamaron que el cristianismo, tal como lo practicaban los obispos de Roma y Alejandría, era la religión del Imperio. Además, Graciano, atendiendo a la petición de los senadores cristianos apoyados por san Dámaso, suprimió el altar de la Victoria en el senado y renunció al título de Pontífice Máximo. Al año siguiente, se reunió el segundo Concilio Ecuménico (primero de Constantinopla) y el papa envió representantes. Pero de todos los actos de san Dámaso, el más benéfico y cuya influencia se deja sentir todavía en nuestros días, fue el haber patrocinado los estudios bíblicos de san Jerónimo, que culminaron con la traducción conocida con el nombre de «Vulgata». San Jerónimo cuenta que san Dámaso era versado en las Escrituras, «un doctor virgen de una Iglesia virgen».
Teodoreto dice que «fue ilustre por la santidad de su vida y estaba siempre pronto a predicar y a hacer cualquier cosa en defensa de la doctrina apostólica». También se recuerda a san Dámaso por su solicitud hacia las reliquias y sepulcros de los mártires. A él se debieron el descubrimiento y el ornato de varias catacumbas, y tanto el cristiano piadoso como el historiador y el arqueólogo le admiran por las inscripciones que mandó poner en ellas. Se conservan muchas de esas inscripciones y epigramas, ya sea en el original, ya sea en reproducciones. Una de las más famosas es la que nos dice cuanto sabemos sobre san Tarsicio. San Dámaso murió el 11 de diciembre de 384, cuando contaba unos ochenta años. Él mismo había mandado poner en la «cripta pontificia» del cementerio de San Calixto un epitafio genérico, que termina así: «Yo, Dámaso, hubiese querido ser sepultado aquí; pero tuve miedo de ofender a las cenizas de los santos». Así pues, fue sepultado, junto con su madre y su hermana, en una iglesia que él mismo había construido en la Vía Ardeatina. Uno de los epitafios que se conservan, es precisamente el que san Dámaso escribió para su propia tumba; en él hace un acto de fe en la resurrección de Cristo y en la suya propia: «El que anduvo sobre las aguas y calmó la tempestad, el que da vida a las semillas de la tierra, el que rompió las cadenas de la muerte y, al cabo de tres días de oscuridad, fue capaz de hacer volver al mundo superior al hermano de Marta: El mismo hará que Dámaso resucite del polvo».
Oremos
Concédenos la gracia, Señor, de glorificarte siempre por el triunfo de tus mártires, a quienes profesó devoción entrañable el papa san Dámaso primero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
"PREPAREMOS NUESTRO CORAZÓN PARA EL NACIMIENTO DE NUESTRO SALVADOR".
Acto de contrición.
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis pecados, y me has de llevar a la vida eterna.
jueves, 9 de diciembre de 2021
EVANGELIO DEL DÍA - 10 DE DICIEMBRE - San Mateo 11,16-19.
Libro de Isaías 48,17-19.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir.
¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río y tu justicia, como las olas del mar!
Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi presencia. Invitación a salir de Babilonia.
Palabra de Dios.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Evangelio según San Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 10 DE DICIEMBRE - “La Sabiduría ha quedado justificada por sus obras” (Mt 11,16-19.)
San Juan Clímaco
La Escala Santa, 26º
“La Sabiduría ha quedado justificada por sus obras” (Mt 11,16-19.)
Como dice el Eclesiastés hay “un tiempo para cada cosa bajo el sol” (Ecl 3,1). Por “cada cosa” debemos entender todo lo que concierne nuestro género de vida. Pongamos atención, por favor, buscando en cada momento lo que conviene a ese tiempo.
Para los que combaten, hay un tiempo para la impasibilidad y un tiempo para dominar las pasiones (…), un tiempo para las lágrimas y otro para la frialdad. Hay un tiempo para obedecer y otro para mandar, un tiempo para ayunar y otro para comer, un tiempo para combatir el cuerpo -nuestro enemigo- y otro en que el fuego ha muerto. Un tiempo de tempestad para el alma y otro de alegría espiritual, un tiempo para enseñar y otro para escuchar, un tiempo de impureza -quizás por nuestro orgullo- y otro de purificación por la humildad. Un tiempo para el combate y otro de tregua lejos del peligro, un tiempo de hesyquia -paz, silencio, reposo- y otro para librarse sin distracciones a la actividad, un tiempo para la oración continua y otro para el servicio sincero.
No nos dejemos tomar por un celo orgulloso que nos llevaría a buscar antes de tiempo lo que vendrá a su tiempo. No busquemos en invierno lo que debe venir en verano, o en tiempo de siembra lo que vendrá para la cosecha: hay un tiempo para sembrar labores y otro para recoger los inefables dones de la gracia. De lo contrario, cuando el tiempo llega, no recibiremos lo propio de ese tiempo.
No nos dejemos tomar por un celo orgulloso que nos llevaría a buscar antes de tiempo lo que vendrá a su tiempo. No busquemos en invierno lo que debe venir en verano, o en tiempo de siembra lo que vendrá para la cosecha: hay un tiempo para sembrar labores y otro para recoger los inefables dones de la gracia. De lo contrario, cuando el tiempo llega, no recibiremos lo propio de ese tiempo.
SANTORAL DEL DÍA - 10 DE DICIEMBRE - BEATO MARCO ANTONIO DURANDO
El Padre Durando realizó plenamente su vocación de Paúl, como el Señor Vicente, dejó obrar al espíritu santificador: siendo director de las Hijas de la Caridad, tuvo el valor de emprender iniciativas atrevidas para su tiempo, como el envío de Hijas de la Caridad para curar a los heridos en la guerra de Crimea. También fundó una Congregación, las Hermanas Nazarenas, dedicadas al servicio de los enfermos a domicilio.
Marco Antonio Durando nació en Mondoni (Piamonte) en 1801, en una familia noble. Su madre era muy devota y educó cristianamente a sus hijos, mientras que el padre era de ideas liberales, de disposiciones laicas y agnósticas. Marco Antonio a los 15 años desea predicar el evangelio en tierras lejanas. Entró en la Congregación de la Misión e hizo los votos perpetuos a los 18 años. En 1824 fue ordenado sacerdote. Después de pasar cinco años en Caserío Monferrato, fue a Turín donde residió desde 1829 hasta su muerte. Él quería partir como misionero a China, pero su salud delicada se lo impidió. Sin embargo, desarrolla todo su celo en las Misiones populares. Predica la misericordia de Dios, atrayendo a la conversión. En estas misiones, no se limita a la predicación, sino que, con el acuerdo de sus compañeros, actúa donde encuentra situaciones de pobreza a imitación de San Vicente, su patrono.
Apoya y difunde la obra de la Propagación de la Fe. Huye de los extremismos del laxismo y el rigorismo jansenista, el Padre Durando prédica la misericordia de Dios, llevando a la conversión.
Presiente la utilidad de traer a Italia a las Hijas de la Caridad. El Padre Durando desea su instalación en Piamonte y el rey Carlos Alberto las acoge en 1833, para que asuman la responsabilidad de muchos hospitales militares o civiles. En 1853, tuvo el valor de enviarlas al frente de retaguardia de la guerra de Crimea, para socorrer a los heridos. Al mismo tiempo, difundió entre las jóvenes la asociación mariana de la Medalla Milagrosa. Las vocaciones fueron tan numerosas, que en 1837 el rey Carlos Alberto pone a su disposición el convento de San Salvario en Turín.
Con el aumento del número de las Hermanas, el Padre Durando dota a la ciudad de Turín de una red de Centros de caridad, llamado “las Misericordias”. Las Hermanas con las Damas de la Caridad partieron para el servicio a domicilio y el socorro de los pobres. Alrededor de las Misericordias, se forman muchas obras: las primeras escuelas maternales para los niños pobres, los obradores para las jóvenes de los orfanatos.
Las obras de Dios son imprevisibles. El 21 de noviembre de 1865, fiesta de la Presentación de María, el Padre Durando confía a la sierva de Dios, Luigia Borgiotti, las primeras postulantes de la nueva Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno. Son jóvenes que se habían dirigido a él, deseosas de dedicarse a Dios, pero que están privadas de algunas calidades canónicas para entrar en las comunidades religiosas. El Padre Durando murió el 10 de diciembre de 1880 a la edad de 79 años. San Juan Pablo II lo beatificó el 20 de octubre de 2002.
Oremos
Oh Dios, que has santificado al beato Marco Antonio, sacerdote, mediante la contemplación de la Pasión del Señor haciéndolo resplandecer por el don de consejo y por la solicitud hacia los pobres y los enfermos, concédenos que, siguiendo las enseñanzas del Evangelio, con su ejemplo e intercesión, te amemos con amor de hijos. Por nuestro Señor. Amén
"PREPAREMOS NUESTRO CORAZÓN PARA EL NACIMIENTO DE NUESTRO SALVADOR".
Acto de contrición.
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis pecados, y me has de llevar a la vida eterna.
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