lunes, 23 de noviembre de 2020

EVANGELIO - 24 de Noviembre - San Lucas 21,5-11



       Apocalipsis 14,14-19.

    Yo, Juan, vi una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien que parecía Hijo de hombre, con una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano.
    En seguida salió del Templo otro Ángel y gritó con voz potente al que estaba sentado sobre la nube: "Empuña tu hoz y siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha y los sembrados de la tierra están maduros".
    Y el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y esta quedó segada.
    Entonces otro Ángel salió del Templo que está en el cielo, llevando también una hoz afilada.
    Y salió del altar otro Ángel -el que tiene poder sobre el fuego- y gritó con voz potente al que tenía la hoz afilada: "Empuña tu hoz y cosecha los racimos de la viña de la tierra, porque han llegado a su madurez".
    El Ángel pasó la hoz afilada sobre la tierra, cosechó la viña y arrojó los racimos en la inmensa cuba de la ira de Dios.


Salmo 96(95),10.11-12.13.

Digan entre las naciones: «El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.»

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.


    Evangelio según San Lucas 21,5-11.

    Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
    Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿Cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
    Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
    Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
    Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
    Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 24 de Noviembre - «Se levantará pueblo contra pueblo»

 

San Juan Pablo II, papa Mensaje (1982): Cristo ha vencido en la cruz. Mensaje a los católicos de Austria, junio 1982.

«Se levantará pueblo contra pueblo» 

    Vistos los múltiples peligros y amenazas contra la existencia humana, los cristianos luchan con todas las fuerzas que les da su esperanza y unidos con todos los hombres de buena voluntad por un futuro más seguro, digno de ser vivido. Además, lo que nos anima no es tan sólo una esperanza puramente terrestre, sino también, y sobre todo, esta esperanza que proviene de la fe, de la cual el fundamento y finalidad es, en definitiva, el mismo Dios que, en Cristo Jesús, ha dicho su sí definitivo al hombre. Cristo, con su cruz y resurrección, ha vencido todo sufrimiento y toda la calamidad del mundo, convirtiéndose así, para nosotros, en signo de esperanza.

    La esperanza es una virtud divina; en el sentido más profundo es un don que obtendréis ya… orando mucho a Dios con los otros y por los otros… Nosotros, los cristianos, tenemos igualmente el deber de manifestar públicamente nuestra esperanza y de compartirla con otros. A través de nuestras palabras, ricas en esperanza, podremos ayudar a los demás a vencer el miedo a vivir, la resignación y la indiferencia, y tener confianza en Dios y en los hombres. Como discípulos de Cristo…, podréis ofrecer al hombre de hoy, envuelto en mil amenazas y lleno de confusión, la palabra de esperanza que nos hace libres.

SANTORAL - SANTOS ANDRÉS DUNG-LAC Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

24 de Noviembre


    La iglesia del Vietnam fecundada con la sangre de los mártires. Tomado de la página del Vaticano del día de la canonización del grupo por SS Juan Pablo II (19 de junio de 1988, Plaza de San Pedro)

    El trabajo de evangelización, llevado a cabo desde el inicio del siglo XVI y consolidado con los primeros Vicariatos apostólicos del Norte (Dáng-Ngoái) y del Sur (Dáng-Trong) en el 1659, ha tenido en el trascurso de los siglos un admirable desarrollo. Actualmente [escrito de 1988], las Diócesis son 25 (10 en el Norte, 6 en el Centro y 9 en el Sur) y los católicos son, aproximadamente, 6 millones (casi el 10% de la población); la Jerarquía Católica Vietnamita ha sido constituida por el Papa Juan XXIII el 24 de noviembre de 1960.

    Este resultado se debe al hecho que, desde los primeros años, la semilla de la Fe se ha mezclado, en el territorio vietnamita, con la abundante sangre de los Mártires, tanto del clero misionero como del clero local y del pueblo cristiano de Vietnam. Juntos han soportado las fatigas del trabajo apostólico, como si se hubiesen puesto de acuerdo, han afrontado incluso la muerte para dar testimonio de la verdad evangélica. La historia religiosa de la Iglesia vietnamita señala que han existido un total de 53 Edictos, firmados por los Señores TRINH y NGUYEN o por los Reyes que, durante más de dos siglos, en total 261 años (1625-1886), han decretado contra los cristianos persecuciones una más cruel que la otra. Son alrededor de unas 130.000 las víctimas caídas por todo el territorio nacional.

    A lo largo de los siglos, estos mártires de la Fe ha sido enterrados en forma anónima, pero su recuerdo permanece vivo en el espíritu de la comunidad católica. Desde el inicio del siglo XX, 117 de este gran grupo de héroes, martirizados cruelmente, han sido elegidos y elevados al honor de los altares por la Santa Sede en 4 Beatificaciones:

-en el 1900, por el Papa León XIII, 64 personas
-en el 1906, por el Papa S. Pío X, 8 personas
-en el 1909, por el Papa S. Pío X, 20 personas
-en el 1951, por el Papa Pío XII, 25 personas (AAS 043 [1951], pp. 140ss.)

clasificadas así:
11 españoles: todos Dominicos: 6 Obispos, 5 Sacerdotes;
10 franceses: todos de las Misiones Extranjeras de París: 2 Obispos, 8 Sacerdotes;
96 vietnamitas: 37 Sacerdotes (11 de ellos dominicos) y 59 Cristianos (entre ellos: 1 seminarista, 16 catequistas, 10 terciarios dominicos y 1 mujer).

    Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero (Apoc 7, 13-14), según el siguiente orden cronológico:

2 caídos bajo el reinado de TRINH-DOANH (1740-1767)
2 caídos bajo el reinado de TRINH-SAM (1767-1782)
2 caídos bajo el reinado de CANH-TRINH (1782-1802)
58 caídos bajo el reinado del Rey MINH-MANO (1820-1840)
3 caídos bajo el reinado del Rey THIEU-TRI (1840-1847)
50 caídos bajo el reinado del Rey TU-DUC (1847-1883)

    Y en el lugar del suplicio el Edicto real, colocado junto a cada uno de los ajusticiados, precisa el tipo de sentencia:

75 condenados a la decapitación,
22 condenados a ser estrangulados,
6 condenados al fuego, quemados vivos,
5 condenados al desgarro de los miembros del cuerpo,
9 muertos en la cárcel debido a las torturas.

Oremos

    Señor y Dios nuestro, que nos da constancia en la fe y fortaleza en la debilidad, concédenos, por el ejemplo y los méritos de los Santos Andrés y compañeros, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo para que también gocemos contigo, en compañía de tus mártires, de la plena alegría de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO



FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

8º MANSEDUMBRE

La mansedumbre se opone a la ira y al rencor, se opone a la ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. La mansedumbre hace al cristiano paloma sin hiel, cordero sin ira, dulzura en las palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás.

domingo, 22 de noviembre de 2020

EVANGELIO - 23 de Noviembre - San Lucas 21,1-4


       Apocalipsis 14,1-3.4b-5.

    Yo, Juan, vi al Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre.
    Oí entonces una voz que venía del cielo, semejante al estrépito de un torrente y al ruido de un fuerte trueno, y esa voz era como un concierto de arpas: los elegidos cantaban un canto nuevo delante del trono de Dios, y delante de los cuatro Seres Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender este himno, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra.
    Ellos siguen al Cordero donde quiera que vaya. Han sido los primeros hombres rescatados para Dios y para el Cordero.
    En su boca nunca hubo mentira y son inmaculados.


Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.


    Evangelio según San Lucas 21,1-4.

    Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.
    Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.
    Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 23 de Noviembre - “Lo dio todo”


Beato Carlos de Foucauld (1858-1916) ermitaño y misionero en el Sahara Meditaciones sobre los evangelios respecto a las principales virtudes (1896)

“Lo dio todo”
    
    “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lc 23,46) Esta es la última oración de nuestro Maestro, nuestro Amado. ¡Ojala sea también la nuestra! No sólo la oración de nuestro último instante sino la de todos los instantes; “Padre mío, a tus manos me encomiendo, Padre mío, me confío a ti, Padre mío, me abandono a ti. Padre mío, haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy gracias, te doy gracias por todo. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, te doy gracias por todo, con tal que se haga en mí tu voluntad, oh Dios, con tal que se haga tu voluntad en todas tus criaturas, en todos tus hijos, en todo lo que tú amas. No anhelo nada más, Dios mío. Entrego mi espíritu a tus manos, te lo doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te quiero y me lo exige el amor que te tengo: abandonar todo, sin medida, entre tus manos. Me confío a ti, con inmensa confianza porque tú eres mi Padre”.

SANTORAL - SAN CLEMENTE I

23 de Noviembre


    San Clemente I, papa y mártir, tercer sucesor del apóstol san Pedro, que rigió la Iglesia romana y escribió una espléndida carta a los corintios, para fortalecer entre ellos los vínculos de la paz y la concordia. Hoy se celebra el sepelio de su cuerpo en Roma. El tercer sucesor de san Pedro, probablemente san Clemente, fue contemporáneo de los santos Pedro y Pablo, según se cree. En efecto, San Ireneo escribía en la segunda mitad del siglo II: «Vio a los bienaventurados apóstoles y habló con ellos. La predicación de éstos vibraba aún en sus oídos y conservaba sus enseñanzas ante los ojos». Orígenes y otros autores le identifican con el Clemente a quien san Pablo llama su compañero de trabajos (Flp 4,3), pero se trata de una identificación muy dudosa. Ciertamente, no fue nuestro santo el Flavio Clemente condenado a muerte el año 95, como lo afirma Dión Casio (Hist. Rom. 67,14). Pero no es imposible que haya sido un liberto de la servidumbre del emperador, cuyos ascendientes fueron judíos. No poseemos ningún detalle sobre su vida, pero siguiendo los datos de Eusebio de Cesarea (Hist. eccl 3,15,34), su pontificado se extendió desde el año 92 hasta el 101.

    Las «actas» del siglo IV, que son apócrifas, afirman que convirtió a una pareja de patricios, llamados Sisinio y Teodora, y a otros 423. Aquello le atrajo el odio del pueblo y el emperador Trajano le desterró a Crimea, donde tuvo que trabajar en las canteras. La fuente más próxima distaba diez kilómetros, pero Clemente descubrió, por inspiración del cielo otro manantial más próximo, donde pudieron beber los numerosos cristianos cautivos. El santo predicó en las canteras con tanto éxito que, al poco tiempo, había ya setenta y cinco iglesias. Entonces, fue arrojado al mar con un ancla colgada al cuello. Los ángeles le construyeron un sepulcro bajo las olas. Cada año, las aguas se abrían milagrosamente para dejar ver el sepulcro.

    San Ireneo dice que «En la época de Clemente, estalló una importante sedición entre los hermanos de Corinto. La iglesia de Roma les envió una larga carta para restablecer la paz, renovar la fe y para anunciarles la tradición que había recibido recientemente de los apóstoles». Esa carta fue la que hizo famoso el nombre de Clemente I. En los primeros tiempos de la Iglesia, la carta de Clemente tenía casi tanta autoridad como los libros de la Sagrada Escritura y solía leerse junto con ellos en las iglesias. En el manuscrito de la Biblia (Codex Alexandrinus, siglo V) que Cirilo Lukaris, patriarca de Constantinopla, envió al rey Jacobo I de Inglaterra, había una copia de la carta de Clemente. Patricio Young, encargado de la biblioteca real de Inglaterra, la publicó en Oxford, en 1633.

    San Clemente comienza por dar una explicación de que las dificultades por las que atraviesa la Iglesia en Roma (la persecución de Diocleciano) le habían impedido escribir antes. En seguida, recuerda a los corintios cuán edificante había sido su conducta cuando todos eran humildes, cuando deseaban más obedecer que mandar y estaban más prontos a dar que a recibir, cuando estaban satisfechos con los bienes que Dios les había concedido y escuchaban diligentemente su Palabra. En aquella época eran sinceros, inocentes, sabían perdonar las injurias, detestaban la sedición y el cisma. San Clemente se lamenta de que hubiesen olvidado el temor de Dios y cayesen en el orgullo, en la envidia y en las disensiones y los exhorta a deponer la soberbia y la ira, porque Cristo está con los que se humillan y no con los que se exaltan. El cetro de la majestad de Dios, Nuestro Señor Jesucristo, no se manifestó en el poder sino en la humillación. Clemente invita a los corintios a contemplar el orden del mundo, en el que todo obedece a la voluntad de Dios: los cielos, la tierra, el océano y los astros. Dado que estamos tan cerca de Dios y que Él conoce nuestros pensamientos más ocultos, no deberíamos hacer nada contrario a su voluntad y deberíamos honrar a nuestros superiores; las necesidades disciplinares han obligado a crear obispos y diáconos, a quienes se debe toda obediencia. Las disputas son inevitables y los justos serán siempre perseguidos. Pero señala que unos cuantos corintios están arruinando su iglesia. «Obedezca cada uno a sus superiores, según la jerarquía establecida por Dios. Que el fuerte no olvide al débil y que el débil respete al fuerte. Que el rico socorra al pobre y que el pobre bendiga a Dios, a quien debe el socorro del rico. Que el sabio manifieste su sabiduría, no en sus palabras, sino en sus obras. Los grandes no podrían subsistir sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes. En un cuerpo, la cabeza no puede nada sin los pies, ni los pies sin la cabeza. Los miembros menos importantes son útiles y necesarios al conjunto». En seguida, Clemente afirma que en la Iglesia los más pequeños serán los más grandes ante Dios, con tal de que cumplan con su deber. Termina con la petición de que le «envíen pronto de vuelta a sus dos mensajeros, en paz y alegría, para que nos anuncien cuanto antes que reinan ya entre nosotros la paz y concordia por la que tanto hemos orado y que tanto deseamos. Así podremos regocijarnos de vuestra paz». En la carta hay un pasaje muy conocido, que fue un primer paso hacia el primado romano: «Si algunos desobedecen las palabras que Él nos ha comunicado, sepan que cometen un pecado grave e incurren en un peligro muy serio. Pero nosotros seremos inocentes de ese pecado». La carta de Clemente es muy importante por sus hermosos pasajes, porque constituye una prueba del prestigio y autoridad de que gozaba la sede romana a fines del siglo I y porque está llena de alusiones históricas incidentales. Además, «constituye un modelo de carta pastoral ... , una homilía sobre la vida cristiana». Existen otros escritos, llamados «Pseudo-clementinos», que se atribuían antiguamente al Papa, pero que hace mucho que dejaron de considerarse como tal. Entre ellos se cuenta otra carta a los corintios, que estaba también incluida en el codex alejandrino de la Biblia.

    Se venera a san Clemente como mártir, pero los autores más antiguos no mencionan su martirio, y no hay datos del todo fehacientes al respecto. No sabemos dónde murió. Tal vez durante su destierro en Crimea. Sin embargo, es muy poco probable que las reliquias que san Cirilo trasladó de Crimea a Roma, a fines del siglo IX, hayan sido realmente las de san Clemente. Dichas reliquias fueron depositadas bajo el altar de san Clemente, en la Vía Celia. Debajo de la iglesia y de la basílica que se construyó encima en el siglo IV, se conservan unas habitaciones de la época imperial. De Rossi pensaba que allí había vivido san Clemente I. En todo caso, no sabemos quién fue el Clemente que dio su nombre a esa iglesia que se llamaba originalmente «titulas Clementis». El nombre de san Clemente I figura en el canon I de la misa, y nuestro santo es uno de los llamados «Padres Apostólicos», es decir, de los que conocieron personalmente a los apóstoles o recibieron su influencia casi directa.

Oremos 

    Dios todopoderoso y eterno, que te muestras admirable en la gloria de tus santos, concédenos celebrar con alegría la fiesta de San Clemente, sacerdote y mártir de tu Hijo, que dio testimonio con su muerte de los misterios que celebraba y confirmó con el ejemplo lo que predicó con su palabra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

     Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

7º BONDAD

     Es el afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es como el fruto de la benignidad para quien sufre y necesita ayuda. La bondad, efecto de la unión del alma con Dios, bondad infinita, infunde el espíritu cristiano sobre el prójimo, haciendo el bien y sanando a imitación de Jesucristo.

sábado, 21 de noviembre de 2020

EVANGELIO - 22 de Noviembre - San Mateo 25,31-46

 

       Libro de Ezequiel 34,11-12.15-17.

    Así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.
    Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas.
    Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-.
    Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.
    En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos».


Salmo 23(22),1-2a.2b-3.5.6.

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas.
me conduce a las aguas tranquilas

y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Tú preparas ante mí una mesa,

frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan

a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.


    Carta I de San Pablo a los Corintios 15,20-26.28.

    Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
    Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
    En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
    En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder.
    Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies.
    El último enemigo que será vencido es la muerte, y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.


    Evangelio según San Mateo 25,31-46.

    Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
    Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
    Los justos le responderán: 'Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
    Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
    Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
    Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
    Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 de Noviembre - ¡Qué venga tu Reino!


Beato Columba Marmion (1858-1923) abad La pobreza (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org

¡Qué venga tu Reino!

    El Verbo es Rey, Rey del Cielo y de la tierra. El Verbo vive y reina, en Dios. Cristo vive dónde reina, es esencialmente Rey. Vive en nosotros en el grado que domina todo en nosotros, reina sobre nuestras facultades, manda en nuestra actividad. Reina en nosotros cuando en nosotros todo viene de él, pensamos cómo él, queremos lo que quiere, actuamos según su agrado, sometemos todo a sus pies. Todo lo que es propio, personal, desaparece para hacer lugar a los pensamientos y deseos del Verbo divino. Se lo pedimos cien veces por día: “¡Qué venga su Reino!”. ¡Qué advenga Señor ese día en que reinarás enteramente en mí, cuando ningún móvil propio molestará su poder en mí! ¡Ese día que seré como usted, totalmente librado al Padre, cuando ninguna inspiración propia contristará en mí la acción de su Espíritu! Ese día, habremos depositado todo lo que está en nosotros, abajado nuestra personalidad propia delante del Reino de Cristo. Él será realmente para nosotros todo en todo (cf. 1 Cor 15,28). Moralmente, no tendremos nada de propio, todo le pertenecerá, le será sometido, todo le será dado.

SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY UNIVERSAL

22 de Noviembre


    La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

    Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

    Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

    La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

    Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. "Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten en miembros del Reino de Dios.

    "Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. ...No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad." (Jn 17, 9-11.15-17)

    Ésta es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual se ha sacrificado: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros." Y pide que a pesar de estar en el mundo vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios. Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor.

Oremos

    Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO



FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


    Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.


6º BENIGNIDAD

    Es disposición constante a la indulgencia y a la fabilidad en el hablar, en el responder y en el actuar. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo un trato rudo y áspero con los demás; la benignidad vuelve sociable y dulce en las palabras y en el trato, a pesar de la rudeza y aspereza de los demás. Es una gran señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.