domingo, 6 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 07 de Septiembre - San Lucas 6,6-11


    Carta I de San Pablo a los Corintios 5,1-8.

    Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su padre!
    ¡Y todavía se enorgullecen, en lugar de estar de duelo para que se expulse al que cometió esa acción!
    En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente con el espíritu, ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí.
    Es necesario que ustedes y yo nos reunamos espiritualmente, en el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, para que este hombre sea entregado a Satanás: así se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en el Día del Señor.
    ¡No es como para gloriarse! ¿No saben que "un poco de levadura hace fermentar toda la masa"?
    Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura. Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
    Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad.


Salmo 5,5-6.7.12.

Tú no eres un Dios que ama la maldad;
ningún impío será tu huésped,
ni los orgullosos podrán resistir
delante de tu mirada.

Tu detestas a los que hacen el mal
y destruyes a los mentirosos.
¡Al hombre sanguinario y traicionero
lo abomina el Señor!

Así se alegrarán los que en ti se refugian
y siempre cantarán jubilosos;
tú proteges a los que aman tu Nombre,
y ellos se llenarán de gozo.


    Evangelio según San Lucas 6,6-11.

    Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
    Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo.
    Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos".  El se levantó y permaneció de pie.
    Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?".
    Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada.
    Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 07 de Septiembre - «Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho»


San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia Comentario: Es el mal el que no debe trabajar. Comentario al evangelio de Lucas, V, 39.

«Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho» 

    La mano que Adán había alargado para coger el fruto del árbol prohibido, el Señor la impregnó de la savia saludable de las buenas obras, a fin de que, secada por la falta, fuera curada por las buenas obras. En esta ocasión Jesús acusa a sus adversarios que, con su falsas interpretaciones, violaban los preceptos de la Ley; ellos defendían que en día de sábado era preciso no hacer ni tan sólo buenas obras, siendo así que la Ley, que prefiguraba en el presente lo que debía ser en el futuro, dice, ciertamente, que es el mal el que no debe trabajar, pero no el bien…

    Has oído las palabras del Señor: «Extiende el brazo». Este es el remedio para todos. Y tú que crees tener sana la mano, vigila la avaricia, vigila que el sacrilegio no la paralice. Extiéndela a menudo: extiéndela hacia el pobre que te suplica, extiéndela para ayudar al prójimo, para socorrer a la viuda, para arrancar de la injusticia al que ves sometido a una vejación inmerecida; extiéndela hacia Dios por tus pecados. Es de esta manera que se extiende la mano; es de esta manera que sana.

SANTORAL - SANTA REGINA DE ALESIA

07 de Septiembre


    En Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina, mártir. No conocemos la verdadera historia de santa Regina, a la que menciona el Martirologio Romano como una mártir en el territorio de Autun. Las leyendas francesas nos la presentan como la hija de Clemente, un ciudadano pagano de Alise, en Borgoña. Su madre murió al darla a luz, y la niña fue entregada a una nodriza que era cristiana y educó a la criatura en la fe. Cuando Clemente descubrió eso, se negó a recibir a su hija en la casa y, por consiguiente, Regina regresó a vivir con su nodriza y se ganó el pan en el trabajo de pastora. Su belleza atrajo las miradas del prefecto Olybrius, quien, al saber que era de noble linaje, quiso casarse con ella. Regina se negó a aceptarlo y no quiso atender los discursos de su padre, quien trataba de convencerla para que se casara con un hombre tan rico. Ante la obstinación de la muchacha, el autor de sus días decidió encerrarla en un calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos.

    Una de aquellas noches, recibió en su calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía que su liberación estaba próxima. Al otro día, Olybrius ordenó que fuera torturada de nuevo y que fuera decapitada después. En el momento de la ejecución, apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos. Este episodio invita a la comparación con la historia de santa Margarita del 20 de julio. A pesar de que no podemos confiar en lo que pretende ser la pasión de santa Regina, su culto tiene que haber sido antiguo, puesto que el nombre de la santa figura en el Hieronymianum. En tiempos recientes se descubrió que hubo una basílica dedicada a ella en Alise.

Oremos

    Oh Señor, venimos delante de ti en este momento en el reconocimiento del valor de tu humilde mártir Santa Regina. Que seamos imitadores de su fidelidad y de amor por Ti mientras nos concedes el valor y la fuerza para seguirte, sin importar el costo. Ayúdanos a imitar sus virtudes durante nuestra vida terrenal y a disfrutar de la felicidad eterna con ella en el cielo. Te lo pedimos en el santo Nombre de Jesús, Nombre sobre todo nombre. Amén.

sábado, 5 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 06 de Septiembre - San Mateo 18,15-20


    Libro de Ezequiel 33,7-9.

    Así habla el Señor: Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel: cuando oigas una palabra de mi boca, tú les advertirás de mi parte.
    Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
    Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.


Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9.

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.»


    Carta de San Pablo a los Romanos 13,8-10.

    Hermanos: Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.
    Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
    El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.


    Evangelio según San Mateo 18,15-20.

    Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
    Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
    Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
    Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
    También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
    Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 06 de Septiembre - «Todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo»


       San Cesáreo de Arles, obispo Sermón: La medicina de la confesión Sermón al pueblo, nº 59.

«Todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo» 

    Todas las Santas Escrituras nos advierten, para nuestro bien, que debemos confesar nuestros pecados constantemente y con humildad, no sólo delante de Dios sino también ante un hombre santo y temeroso de Dios. Es eso lo que el Espíritu Santo, por boca del apóstol Santiago, nos recomienda: «Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados» (5,16)… y el salmista dice: «’Confesaré al Señor mi culpa’ y tú perdonaste mi culpa y mi pecado» (31,5).

    Estamos siempre heridos por nuestros pecados; por eso mismo debemos recurrir siempre a la medicina de la confesión. En efecto, si Dios quiere que confesemos nuestros pecados, no es porque él mismo no pueda conocerlos, sino porque el diablo desea tener de qué acusarnos ante el tribunal del Juez eterno; por eso quisiera que pensáramos antes en excusarlos que en acusarlos. Nuestro Dios, por el contrario, porque es bueno y misericordioso, quiere que los confesemos en este mundo para que en el otro no seamos confundidos a propósito de los mismos. Si los confesamos, él se muestra clemente; si los declaramos, él los perdona… Y nosotros, hermanos, somos vuestros médicos espirituales: con solicitud buscamos curar vuestras almas.

SANTORAL - SAN ZACARÍAS PROFETA

06 de Septiembre


 
   Conmemoración de san Zacarías, profeta, vaticinador de la vuelta del pueblo desterrado a la tierra de promisión. Anunció al mismo tiempo que un rey pacífico, Cristo el Señor, iba a entrar triunfante en la Ciudad Santa de Jerusalén, lo que se llevó a cumplimiento.En la Santa Biblia se llama profeta al que trae mensajes de Dios. Muchas veces los profetas avisan cosas que van a suceder en el futuro, y el Libro Sagrado insiste en que hay que averiguar si lo que anuncian se cumple o no. Si se cumple es buena señal, pero si lo que profetizan no se cumple, es señal de que son falsos profetas. El oficio principal de un verdadero profeta es llamar al pueblo a la conversión y anunciar los males que llegarán si la gente no se convierte.

    Otra de las señales para diferenciar un verdadero profeta de uno falso es que el profeta verdadero no acepta sino un solo Dios, el Dios creador de cielos y tierra y no rinde culto ni cree en ningún otro Dios. Además el verdadero profeta se conoce porque lleva una vida virtuosa, mientras que los falsos profetas puede ser que por fuera aparezcan hipócritamente como buenas personas pero en su vida íntima no son nada virtuosos.

    Los profetas se dividen en dos clases: Profetas Mayores: los que escribieron obras de bastantes páginas. Son cuatro: Isaías y Jeremías, Ezequiel y Daniel. Y Profetas Menores, o sea, aquellos cuyos escritos son de muy pocas páginas.

    La fama de estos dos santos se debe a que fueron los papás de San Juan Bautista. El nombre de Zaca Amado Zacarías, casado con Isabel, una mujer descendiente del hermano de Moisés, el sumo sacerdote Aarón".

    De estos dos esposos hace el evangelio un elogio formidable. Dice así: "Los dos llevaban una vida santa, eran justos ante Dios, y observaban con exactitud todos los mandamientos y preceptos del Señor". Ojalá de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir algo semejante. Sería maravilloso.

   Dice San Lucas: "Zacarías e Isabel no tenían hijos, porque ella era estéril. Además ya los dos eran de avanzada edad".Y un día, cuando a Zacarías le correspondió el turno de subir al altar (detrás del velo) a ofrecer incienso, toda la multitud estaba afuera rezando.

    Y se le apareció el Ángel del Señor, y Zacarías al verlo se llenó de temor y un gran terror se apoderó de él. El ángel le dijo: "No tema Zacarías, porque su petición ha sido escuchada. Isabel su mujer, dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Juan. Él será para ustedes gozo y alegría, y muchos se alegrarán por su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá licores; estará lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos hacia Dios, y tendrá el espíritu del profeta Elías, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto".

    Zacarías le dijo al ángel: "¿Cómo puedo saber que esto que me dice sí es cierto? Porque yo soy muy viejo e Isabel mi esposa es estéril". El ángel le dijo:"Yo soy Gabriel, uno de los que están en la presencia del Dios, y he sido enviado para comunicarle esta buena noticia. Pero por no haber creído a las palabras que le he dicho, se quedará mudo y no podrá hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, que se cumplirán todas a su tiempo".

    El pueblo estaba esperando a que saliera Zacarías y se extrañaban de que demorara tanto en aparecer. Cuando apareció no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había tenido alguna visión. Él les hablaba por señas y estaba mudo. "Después Isabel concibió un hijo y estuvo oculta durante cinco meses (sin contar a los vecinos que iba a tener un niño)". Y decía: "Dios ha querido quitarme mi humillación y se ha acordado de mí".

    El ángel Gabriel contó a María Santísima en el día de la anunciación, que Isabel iba a tener un hijo. Ella se fue corriendo a casa de Isabel y allí estuvo tres meses acompañándola y ayudándole en todo, hasta que nació el niño Juan, cuyo nacimiento fue un verdadero acontecimiento (como se narra en el 24 de junio).

    Que Dios conceda a los padres de familia el imitar a Zacarías e Isabel, llevando como ellos una vida santa; siendo justos ante el Señor, y observando con exactitud todos los mandamientos y preceptos de Dios. Nada es imposible para Dios (palabras del ángel a Zacarías).

viernes, 4 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 05 de Septiembre - San Lucas 6,1-5


    Carta I de San Pablo a los Corintios 4,6b-15.

    Hermanos: Yo les puse mi ejemplo y el de Apolo, a fin de que aprendan de nosotros el refrán: "No vayamos más allá de lo que está escrito", y así nadie tome partido orgullosamente en favor de uno contra otro.
    En efecto, ¿con qué derecho te distingues de los demás? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
    ¡Será que ustedes ya están satisfechos! ¡Será que se han enriquecido o que se han convertido en reyes, sin necesidad de nosotros! ¡Ojalá que así fuera, para que nosotros pudiéramos reinar con ustedes!
    Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres.
    Nosotros somos tenidos por necios, a causa de Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles, y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos despreciados.
    Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes.
    Nos agotamos, trabajando con nuestras manos.
    Nos insultan y deseamos el bien. Padecemos persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy.
    No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para reprenderlos como a hijos muy queridos.
    Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia.


Salmo 145(144),17-18.19-20.21.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
El Señor está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad;

cumple los deseos de sus fieles,
escucha su clamor y los salva;
el Señor protege a todos sus amigos
y destruye a los malvados.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.


    Evangelio según San Lucas 6,1-5.

     Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
    Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?".
    Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?".
    Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Septiembre - «El Hijo del hombre es señor del sábado»


      San Macario de Egipto, monje Homilía: Entrar en el descanso Homilías espirituales, 35 [Pseudo-Macario]

«El Hijo del hombre es señor del sábado» 

    En la Ley dada por Moisés, que era tan sólo una sombra de lo que había de venir (Col 2,17), Dios daba a todos la orden de descansar y no hacer ningún trabajo en día de sábado. Pero ello no era más que un símbolo y una sombra del verdadero sábado, lo cual se concedió al alma del Señor… En efecto, el Señor llama al hombre al descanso diciéndole: «Venid todos los que estáis cansados y agobiados que yo os haré descansar (Mt 11,28). Y a todas las almas que confían en él y se le acercan les da el descanso liberándolas de los pensamientos penosos, agobiantes e impuros. Entonces estas dejan completamente de darse al mal y celebran un auténtico sábado, delicioso y santo, una fiesta del Espíritu, con un gozo y alegría inexpresables. Dan a Dios un culto puro, agradable y que procede de un corazón puro. Éste es el sábado verdadero y santo.

    También nosotros pues, supliquemos a Dios que nos haga entrar en este descanso, que nos veamos libres de pensamientos vergonzosos, malos y vanos, a fin que podamos servir a Dios con corazón puro y celebrar la fiesta del Espíritu Santo. Dichosos los que entran en este descanso.

SANTORAL - SANTA MADRE TERESA DE CALCUTA

05 de Septiembre


    “De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo:“saciar su sed de amor y de almas” .

    Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.

    Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.

    El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”.“Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.

    Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.

    El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.

    Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.

    Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.

    Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó“oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.

    Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.

    Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa y canonizada 13 años después por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el 04 de septiembre del 2016 dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

Oremos

    Santa Teresa, tu que prometiste llevar, continuamente la luz del amor a toda la Tierra; reza por nosotros, para que también nosotros deseemos saciar la Sed de Jesús, amándole ardientemente; compartiendo Sus sufrimientos con alegría, y sirviéndole con todo el corazón en nuestros hermanos y hermanas, especialmente en aquellos no-amados y no-deseados. Amen.

jueves, 3 de septiembre de 2020

EVANGELIO - 04 de Septiembre - San Lucas 5,33-39


    Carta I de San Pablo a los Corintios 4,1-5.

    Hermanos: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
    Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel.
    En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo.
    Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor.
    Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.


Salmo 37(36),3-4.5-6.27-28.39-40.

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;

hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía.
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.


    Evangelio según San Lucas 5,33-39.


    En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".
    Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
    Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
    Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.
    Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.
    ¡A vino nuevo, odres nuevos!
    Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 04 de Septiembre - «El Esposo está con ellos»


San Bernardo, monje cisterciense y doctor de la Iglesia Sermón: Cristo te ha amado y te ha buscado. Sermón 84 sobre el Cantar de los Cantares.

«El Esposo está con ellos» 

    Que el alma lo recuerde: es el Esposo quien la ha buscado primero y quien la ha amado primero; esta es la fuente de su propia búsqueda y de su propio amor…

    «He buscado, dice la Esposa [del Cantar de los Cantares], a aquel que ama mi corazón» (3,1). Sí, es cierto, es la ternura solícita de aquel que primero te ha buscado y te ha amado la que te invita a esa búsqueda. Tú no lo buscarías si primero él no te hubiera buscado; tú no le amarías si primero él no te hubiera amado.

    El Esposo te ha avisado no con una sola bendición, sino con dos: te ha amado y te ha buscado. La causa de la búsqueda es el amor; su búsqueda es fruto de su amor y es también la prenda segura. Eres amada de él de una manera tal que no puedes ni tan sólo sospechar cómo eres buscada. Eres buscada por él de manera que no puedas lamentarte de no ser realmente amada. Esta doble experiencia de su ternura te ha llenado de audacia: ha alejado toda vergüenza, te ha persuadido de volver a él, ha suscitado tu arrebato. De ahí proviene este fervor, de ahí este ardor «buscando a aquél que ama tu corazón» porque, evidentemente, tú no lo hubieras podido buscar si él no te hubiera buscado primero; y ahora que te busca, no puedes dejar de buscarle.

SANTORAL - SANTA ROSA VITERBO

04 de Septiembre


    Gertrudis von le Fort ha escrito que la verdadera genialidad de la mujer se encuentra en lo religioso, y que el mundo profano no ha dado a la historia nombres comparables a Juana de Arco o a Catalina de Sena. Rosa de Viterbo se halla en la línea de lo genial en el mundo religioso. El barrio gótico de Viterbo es uno de los lugares más evocadores de la Edad Media. Cuando se habla de aquella época hay que evitar dos escollos: o considerarla como la edad ideal del cristianismo, a fijarse sólo en sus defectos, que los tuvo. Sin embargo, prevalecen los aspectos positivos. En ninguna otra edad de la historia se dejó sentir tan intensamente el influjo del cristianismo en la vida pública y privada, política y social, cultural y artística. Un verdadero y sentido universalismo unió a los pueblos bajo la dirección del Papa y del emperador. Todos tenían fe, y se sujetaban gustosos al magisterio de la Iglesia, no faltando, naturalmente, las excepciones. ¿Qué otro tiempo puede gloriarse de creaciones como las universidades, las catedrales, las cruzadas, la Suma de Santo Tomás y la Divina Comedia de Dante? Los héroes que se llevaban las simpatías de todos eran los santos. Santos del calibre de un Tomás de Aquino, de un Domingo, de un Francisco de Asís.

    Rosa nació en Viterbo en 1235. Viterbo formaba parte entonces del patrimonio de San Pedro. En 1216 había muerto Inocencio III, a quien se ha llamado el Augusto del pontificado. Con él se llegó a la cúspide de la autoridad de la Iglesia sobre el mundo. Pero, a su muerte, el emperador Federico II estuvo en lucha constante con los papas Gregorio IX e Inocencio IV. De la lucha salieron debilitados los dos poderes, el imperial y el pontificio. Se acercaban días malos para la Iglesia.

    Los padres de Rosa eran pobres y excelentes cristianos. Ya en su más tierna infancia todos se dieron cuenta de que Dios tenía grandes planes sobre ella. De verdad que es asombrosa la mezcla de lo natural y de lo sobrenatural en su vida. En vez de entregarse a los juegos propios de su edad, se pasaba largos ratos ante las imágenes de los santos, especialmente si eran imágenes de la Virgen Santísima. Impresionaba la atención con que oía a sus padres cuando hablaban de cosas de Dios. Desde muy pequeña sintió ansias de vivir en soledad, ansias que casi nunca se realizaron del todo. Y siempre fue una enamorada de la penitencia. Los viterbianos se avezaron a ver por sus calles a una niña, que iba siempre descalza y con los cabellos en desorden. Grandes eran sus austeridades en la comida, llegando a pasarse días enteros con un poco de pan. Pan que muchas veces iba a parar a la boca de los pobres, otra de sus santas debilidades. Corría tras los pobres y con cariño inmenso les ofrecía todo cuanto tenía. Si fuera de su casa era caritativa, es fácil imaginar el respeto y amor con que mimaba a sus padres.

    En Viterbo había un convento de religiosas, llamado de San Damián. A sus puertas llamó nuestra heroína, pero inútilmente, porque era pobre y porque era niña. Entonces decide convertir su casa en un claustro. Allí se excedía santamente en las penitencias corporales, llegando a disciplinarse hasta perder el conocimiento. Los de su casa intentan apartarla del camino emprendido, pero es tanta la gracia humano-divina que se refleja en toda su persona, que convence a todos. Y las horas de oración se sucedían sin interrupción en su vida.

    A los ocho años, víctima de sus penitencias, contrae una gravísima enfermedad, que dura quince meses. Fue milagrosamente curada por la Santísima Virgen, quien le mandó tomar el hábito de la Tercera Orden de San Francisco, hábito que recibió en la iglesia de Santa María. Aquel día empezó su vida de apóstol. Al salir de la iglesia predicó con tal fervor sobre la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y los pecados de los hombres, que todos se volvieron compungidos a sus casas, mientras ella regresaba gustosa a su soledad. Día tras día toda la ciudad, atónita, oyó sus predicaciones. Difícilmente comprendemos hoy el ardor con que las multitudes medievales iban tras el predicador de la palabra de Dios, las conversiones, las públicas reconciliaciones que provocaba, por ejemplo, un San Antonio de Padua. Y si el predicador resultaba ser una niña de pocos años...

    No faltaron las contradicciones ni las penas. Los partidarios de Federico II, enemigos de la Santa Sede, en seguida la hicieron objeto de sus ataques. Tras las mofas y las calumnias vino el destierro. Todo ello sirvió para demostrar el temple de aquella niña, quien, como los apóstoles en otro tiempo, dijo que no podía dejar de predicar la divina palabra. Y la Providencia se valió de la malicia de sus perseguidores para que la semilla de la verdad fructificara en otras partes. Con sus padres tuvo que salir de noche de Viterbo, mientras la nieve barría los caminos. Agotados por el cansancio y el sufrimiento, llegaron al día siguiente al pueblo de Soriano. Sin embargo, todos los sufrimientos físicos se desvanecieron ante el dolor de su alma por la disolución moral de aquellas gentes. Allí continúa predicando, y su predicación se convierte, al cabo de algunos meses, en abundantes conversiones. Acuden también a oírla hombres y mujeres de los pueblos vecinos. A sus oyentes un día les anunció la muerte de Federico II, ocurrida en Fiorentino de Puglia el 13 de diciembre de 1250. Al fin de su vida el emperador se reconcilió con la Iglesia.

    Y los pueblos de Vitorchiano, Orvieto, Acquapendente, Montefalcone y Corneto, oyeron, extrañados y al fin convencidos, la voz de aquella niña que atraía con su sola presencia, y que, si era preciso, confirmaba su predicación con milagros. Uno de los defectos que se achacan, con razón, a la Edad Media es la excesiva credulidad con que admitía los hechos extraordinarios. Hoy los biógrafos de nuestra Santa rechazan algunos de los milagros que se le atribuyeron, pero sin duda ninguna que hizo grandes milagros, porque de otro modo no se explica la polvareda espiritual que su paso levantó por todas partes. Su vida entera era un milagro.

    A los dieciocho meses de haber salido de su pueblo natal pudo regresar a él, después de la muerte de Federico II. El pueblo entero salió a recibir a la mujer extraordinaria, contentos todos de recuperar aquel tesoro, que ahora apreciaban más después de haberlo perdido.

    A pesar de sus triunfos apostólicos, su alma deseaba la soledad, para entregarse más decididamente a la oración y a la penitencia. Es la constante historia de todos los verdaderos apóstoles. San Bernardo había escrito poco tiempo antes que el apóstol debe ser concha y no simple canal.

    Por segunda vez intenta entrar en un convento. Esta vez el monasterio lleva el bonito nombre de Santa María de las Rosas. Pero por segunda vez se le cierran las puertas del claustro. Dios no la destinaba a la vida religiosa.

    Y por consejo de su confesor, Pedro de Capotosti, decide de nuevo convertir su casa en el claustro soñado; esta vez, sin embargo, tendrá que preocuparse de la santificación de otras almas. Algunas amigas suyas de Viterbo se unen a ella para guardar silencio, cantar salmos y oír sus exhortaciones espirituales. Ante la constante afluencia de nuevas jóvenes, el confesor de Rosa les compra un terreno cerca de Santa María de las Rosas. Allí floreció una comunidad que tomó la regla de la Orden Tercera de San Francisco.

    De nuevo las humanas pequeñeces estorbaron la obra de Dios. Inocencio IV suprimió la obra, a indicación de las monjas de San Damián. El biógrafo de San Francisco de Asís, Tomás de Celano, dice que «cantando recibió la muerte». Un canto de alegría fue también la muerte de Rosa. Gastada prematuramente por las penitencias y el apostolado, se preparó para salir al encuentro del Esposo de las vírgenes. Al recibir el viático quedó largo rato en altísima contemplación. Cuando volvió en sí se le administró la extremaunción. Pidió perdón a Dios de todos sus pecados y se despidió de sus familiares con la exquisita caridad de siempre. Jesús, María, fueron sus últimas palabras. Tenía diecisiete años y diez meses. Puede fácilmente imaginarse el dolor de los viterbianos. ¡Había sido tan rápido su paso sobre la tierra! Su cuerpo, que despedía un perfume muy agradable, fue sepultado en Santa María.

    Inocencio IV inició su proceso de canonización, pero la muerte le impidió terminarlo. Entonces nuestra Santa se aparece a Alejandro IV, que a la sazón se hallaba en Viterbo, y le indica que traslade su cuerpo a la iglesia de San Damián. Se organizó una magnífica procesión, presidida por el Papa, a quien acompañaban cuatro cardenales, para el traslado de sus reliquias a la iglesia aludida. Desde entonces el monasterio se llama de Santa Rosa.

    Nicolás V ordenó al consejo de la villa de Viterbo que en la precesión de la Candelaria tres cirios de cera blanca recordaran a todos la luz de su apostolado, su amor a Dios y a los hombres, y su blancura virginal.

    Calixto III la colocó en el catálogo de los santos. Desde su muerte, el lugar que guarda su cuerpo incorrupto ha sido centro de constantes peregrinaciones. En 1357 ocurrió en Viterbo un gran milagro. Quedó reducida a cenizas la capilla que guardaba sus reliquias, y se quemó la caja que las contenía; el cuerpo santo sólo cambió un poco de color.

    Aunque su muerte ocurrió el día 6 de marzo de 1252, su fiesta se celebra el día 4 de septiembre, por ser el aniversario de la solemne traslación. De le representa recibiendo la sagrada comunión junto a un altar, y viendo en sueños los instrumentos de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. ¿La lección de Rosa? Yo diría que es una lección de sobrenaturalismo. Nuestro siglo XX, escéptico ante lo extraordinario, y excesivamente enamorado de lo humano, conviene recuerde que Dios tiene marcada preferencia por servirse de instrumentos inadecuados para obtener sus victorias. Sobre todo deberían recordar frecuentemente la vida y la obra de Rosa de Viterbo todos los que se dedican al apostolado.

Oremos

   Oh Dios, que te dignaste admitir en el coro de tus santas vírgenes a la bienaventurada Rosa, concédenos por sus ruegos y merecimientos la gracia de expiar todas nuestras culpas y de gozar eternamente de la compañía de tu Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.