viernes, 12 de febrero de 2016

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgicos


    Como a veces se presenta el Lavabo de las manos del sacerdote en la Misa como consecuencia de recibir él personalmente las ofrendas al pie del altar, veamos primero el rito de las ofrendas, la ubicación del lavabo y el modo de realizarlo hoy según el Misal romano.

    La oblación de los fieles está documentada entre otros por san Cipriano, san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín, san Cesáreo de Arlés, san Gregorio Magno y el Ordo Romanus (OR) I.
El lavabo en la Misa, después de preparar los dones eucarísticos sobre el altar, no es por un valor higiénico, ya que es innecesario, sino espiritual, simbólico, ayudando tanto al sacerdote como a los fieles a disponerse interiormente, con corazón puro, al Sacrificio eucarístico. Es la explicación que ofrece san Cirilo de Jerusalén en su Catequesis:

    “Habéis visto cómo el diácono alcanzaba el agua, para lavarse las manos, al sacerdote y a los presbíteros que estaban alrededor del altar. Pero en modo alguno lo hacía para limpiar la suciedad corporal. Digo que no era ése el motivo, pues al comienzo tampoco vinimos a la Iglesia porque llevásemos manchas en el cuerpo. Sin embargo, esta ablución de las manos es símbolo de que debéis estar limpios de todos los pecados y prevaricaciones. Y al ser las manos símbolo de la acción, al lavarlas, significamos la pureza de las obras y el hecho de que estén libres de toda reprensión. ¿No has oído al bienaventurado David aclarándonos este misterio y diciendo: «Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Señor» (Sal 26,6)? Por consiguiente, lavarse las manos es un signo de la inmunidad del pecado” (Catequesis Mistagógica V, 2).


    Se suele afirmar en ocasiones que el lavabo de las manos del sacerdote corresponde a que se manchaba después de recibir las ofrendas de los fieles. Sin embargo, las ofrendas no eran tocadas por el sacerdote, sino, en todo caso, por los diáconos al pie del altar. Además, no en todos los ritos y familias litúrgicas existía tal procesión de ofrendas de todo tipo, sino que en algunos ritos sólo los diáconos llevaban en procesión al altar el pan y el vino necesarios.


    Ayudado por diáconos o acólitos, el sacerdote se lavaba las manos y luego se las secaba, normalmente en el área del altar. La estilización del gesto y el alegorismo llevó a que sólo se lavase las puntas de los dedos índice y pulgar para tocar la Hostia, perdiendo visibilidad el gesto y el sentido de purificación interior de toda la persona antes de ofrecer la Oblación, centrándolo sólo en el respeto a la Hostia.

    Vayamos a la actual normativa del Misal. Lo primero que tal vez pueda sorprendernos es que el lavabo de las manos del sacerdote ni se ha suprimido ni se presenta como optativo, a gusto de quien preside. Es obligatorio, si bien se constata cómo en tantos y tantos lugares se omite el rito a voluntad: “En seguida, el sacerdote se lava las manos a un lado del altar, rito con el cual se expresa el deseo de purificación interior” (IGMR 76). “Después de la oración Acepta, Señor, nuestro espíritu humilde, o después de la incensación, el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto: Lava del todo mi delito, Señor, mientras el ministro vierte el agua” (IGRM 145). En la esquina del altar (nunca en el centro), los acólitos lavan las manos del sacerdote (no solamente las yemas de los dedos); y si no hubiere ministro, un recipiente en la credencia (la mesa auxiliar) permitirá al sacerdote lavarse las manos con humildad.

    Lavarse las manos por parte del sacerdote es algo expresivo, significativo, que pide la purificación y pureza interior para ofrecer el Sacrificio de la Eucaristía. Esas manos, ungidas el día de la ordenación, se lavan para que sean transparentes y diáfanas y puedan comunicar el Espíritu Santo. Hace consciente de la gran pureza interior para ofrecer el Sacrificio; hace consciente de la pequeñez del sacerdote y la necesidad de ser sostenido por la Gracia. Pide en silencio mientras se lava: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”.


FUENTE: Religión








DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (Cap.II)

Evangelización y Doctrina Social









REFLEXIÓN

Reflexiones Espirituales

Viernes 12 de Febrero


De las Homilías del Pseudo-Crisóstomo
(Suplemento, Homilía 6, Sobre la oración: PG 64, 462-466)

LA ORACIÓN ES LUZ DEL ALMA

    Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios, ya que por ella nos ponemos en contacto inmediato con él; y, del mismo modo que nuestros ojos corporales son iluminados al recibir la luz, así también nuestro espíritu, al fijar su atención en Dios, es iluminado con su luz inefable. Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche.

    Conviene, en efecto, que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, como el cuidado de los pobres o las obras útiles de beneficencia u otros cuidados cualesquiera, no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios, de modo que nuestras obras, como condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un manjar suavísimo para el Señor de todas las cosas. Y también nosotros podremos gozar, en todo momento de nuestra vida, de las ventajas que de ahí resultan, si dedicamos mucho tiempo al Señor.

    La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables, deseando la leche divina, como un niño que, llorando, llama a su madre; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible.

    La oración viene a ser una venerable mensajera nuestra ante Dios, alegra nuestro espíritu, aquieta nuestro ánimo. Me refiero, en efecto, a aquella oración que no consiste en palabras, sino más bien en el deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina, acerca de la cual dice el Apóstol: Nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

    Semejante oración, si nos la concede Dios, es de gran valor y no ha de ser despreciada; es un manjar celestial que satisface al alma; el que lo ha gustado, se inflama en el deseo eterno de Dios, como en un fuego ardentísimo que inflama su espíritu.

    Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras, como con excelentes láminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de ánimo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poderlo recibir como en una casa regia y espléndida, poseyéndolo por la gracia como una imagen colocada en el templo del alma.



EXTRAÍDA : SEGUNDA LECTURA OFICIO DE LECTURA DEL DÍA




LA FRASE DEL DÍA

Viernes 12 de Febrero









EVANGELIO

Tiempo de Cuaresma

Viernes 12 de Febrero


    Libro de Isaías 58,1-9a.

    Así habla el Señor Dios:
    ¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la casa de Jacob!
    Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos, como lo haría una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios: "¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos afligimos y tú no lo reconoces?". Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre.
    Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas.
    ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor?
    Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
    Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
    Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: "¡Aquí estoy!".



    Salmo 51(50),3-4.5-6a.18-19.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
Los sacrificios no te satisfacen;

si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.




    Evangelio según San Mateo 9,14-15.


    Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
    Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.


Fuente: ©Evangelizo.org




MEDITACIÓN DEL EVANGELIO

Viernes 12 de Febrero


“Entonces ayunarán”

    ¿Por qué el ayuno de Cristo no es corriente entre todos los cristianos? ¿Por qué los miembros no seguirán a su Cabeza? (Col 1,18). Si de esta Cabeza hemos recibido los bienes ¿por qué no vamos a soportar los males? ¿Queremos rechazar su tristeza y comulgar con sus gozos? Si es así nos mostramos indignos de formar parte de esta Cabeza. Porque todo lo que él ha sufrido ha sido por nosotros. Si nos repugna colaborar a la obra de nuestra salvación ¿en qué vamos a demostrar que queremos ayudarle? Ayunar con Cristo es realmente poco para quien debe sentarse con él a la mesa del Padre. Dichoso el miembro que se habrá adherido en todo a esta Cabeza y le habrá seguido dondequiera que vaya (Ap 14,4). Ya que si llegara a ser cortado y separado de él, forzosamente se vería inmediatamente privado del aliento de vida...

    Para mí, oh Cabeza gloriosa y bendita por los siglos, sobre la cual se inclinan los ángeles con avidez (1P 1,12), es un bien adherirme completamente a ti. Te seguiré donde quiera que vayas. Si pasas por el fuego, no me separaré de ti ni temeré ningún mal, porque tu estás conmigo (sl 22,4). Tú cargas con mis dolencias y sufres por mi. Tú, el primero, has pasado por el pasaje estrecho del sufrimiento para ofrecer una ancha entrada a los miembros que te siguen. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rm 8,35)... Es este el perfume que baja de la Cabeza hasta la barba, que baja también hasta la franja del vestido para que quede ungido hasta el más pequeño hilo (sl 132,2). En la Cabeza reside la plenitud de las gracias, y de ella las recibimos todos. En la Cabeza reside la plenitud de la misericordia, en la Cabeza la profusión de los perfumes espirituales, tal como está escrito: “Dios te ha ungido con aceite de júbilo” (sl 44,8)...

    Y a nosotros, ¿qué es lo que el evangelio nos pide en este comienzo de Cuaresma? “Tú, dice, cuando ayunes, perfúmate la cabeza” (Mt 6,6). ¡Admirable condescendencia! El Espíritu del Señor está sobre él, ha sido ungido por él (Lc 4,18), y, sin embargo, para evangelizar a los pobres, les ha dicho: “Perfúmate la cabeza.”

Fuente: ©Evangelizo.org



HIMNO

TIEMPO DE CUARESMA
VIERNES DESPUÉS DE CENIZA
Propio del Tiempo. Salterio IV
12 de Febrero







SANTORAL

Santoral del Día

Viernes 12 de Febrero


    En la ciudad de Barcelona, en la Hispania Tarraconense, memoria de santa Eulalia, virgen y mártir (in. s. IV).
    Mártir (año 304). Eulalia significa: "la que habla bien" Eu = bien, Lal = hablar.
    Santa Eulalia es una de las santas más famosas de España.   Cuando Eulalia cumplió los doce años apareció el decreto del emperador Diocleciano prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo, y mandándoles que debían adorar a los falsos ídolos de los paganos.

    La niña sintió un gran disgusto por estas leyes tan injustas y se propuso protestar entre los delegados del gobierno.
Eulalia se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó valientemente diciéndole que esas leyes que mandaban eran totalmente injustas y no podían ser obedecidas por los cristianos.

    Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas a la niña para que cambiara de opinión, pero al ver que ella seguía fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del emperador que mandaba adorar ídolos y prohibía adorar a Jesucristo.

    Y le dijo: "De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos". La jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo valientemente: "Al sólo Dios del cielo adoro; a El únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más"

    Dice el poeta Prudencio que al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente.

    En el sitio de su sepultura se levantó un templo de honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.

    San Agustín hizo sermones en honor de esta joven santa. Y en la muy antigua lista de mártires de la Iglesia Católica, llamada "Martirologio romano", hay esta frase: "el 12 de febrero, se conmemora a Santa Eulalia, mártir de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo".

Fuente: ©Evangelizo.org




jueves, 11 de febrero de 2016

El silencio del espíritu


Reflexionando sobre los diversos silencios nos damos cuenta de que todo tipo de silencios exigen un esfuerzo arduo por parte nuestra con el fin de acallar ruidos y escuchar a Dios.



Reflexionemos ahora sobre el silencio del espíritu.

    Una primera diferencia es que el silencio externo es un silencio “con”. Es decir, es un silencio que uno tiene que hacer “con” las realidades que nos rodean: silencio “con” las criaturas (o silencio de los sentidos) y silencio “con” las personas (o silencio de las palabras). Por su parte, el silencio interno es un silencio “en”. Es decir, es el silencio que tenemos que hacer al interno de nuestras facultades: hacer silencio “en” la memoria, “en” la imaginación, “en” la razón, y “en” la voluntad.

    En cambio el silencio del espíritu es un silencio “de”. Es decir, un silencio “de” las criaturas, “de” uno mismo, un silencio también “de” Dios. Pero, atentos, la diferencia no está en la preposición. La verdadera diferencia es mucho más profunda. En los silencios “con” y en los silencios “en” el que busca y hace silencio es uno mismo. En cambio, en el silencio del espíritu, es decir, los silencios “de”, quienes hacen silencio son las otras realidades. Las criaturas y las personas no me hablan; incluso yo mismo me hago silencio; aún más, Dios deja de hablarme, parecería que ha enmudecido. Y ¿qué hacer cuando nada ni nadie me habla?

    Silencio del Espíritu

    Ante todo hay que comprender que este silencio del espíritu podría escribirse con “E” mayúscula. Es decir, es el silencio que el Espíritu Santo produce en mí. Es una acción suya en mi vida, en mi alma. Es Dios quien provoca este silencio del espíritu. En consecuencia, nosotros no podemos hacer nada, excepto darme cuenta que es un silencio que proviene de Dios, que Él obra en mi espíritu y en mi alma. Por lo tanto, no tengo que evitar ese silencio, pues significaría rechazar algo que Dios me concede; ni tampoco buscarlo, pues supondría producir ruidos que me impedirían oír los silencios que Dios regala. El camino a seguir es acoger esos silencios que Dios me dona durante todo el tiempo que Él desee ofrecérmelos.

    Hablemos del silencio “de” las criaturas. Es decir, aquel silencio que se hace presente en nuestro espíritu cuando las criaturas, permitidas por Dios, dejan de hablarme. La historia del Santo Job es una preciosísima exposición de este silencio de las criaturas.

    El silencio de Job


    La primera noticia que llega a Job es que las cosechas de sus campos se han quemado y que sus ganados han sido dispersados y robados por el enemigo. Job no hizo nada para perder sus riquezas, simplemente ellas dejaron de existir para él, se alejaron de él. Algo parecido experimentamos nosotros cuando el mal tiempo impide o desluce una fiesta preparada con anticipación, o nos chocan el coche y nos vemos impedidos para movernos por la ciudad, o cuando necesitamos llamar, el teléfono no tiene cobertura, o el ordenador se nos bloquea perdiendo información valiosa. No hemos hecho nada mal, y parecería que las criaturas se nos ponen en contra, que dejan de prestar el servicio para el que fueron adquiridos. ¿Por qué?, ¿por qué este silencio de las criaturas cuando tanto las necesitamos? Y no es una pretensión de avidez. Queremos su uso para el bien, para el servicio, para la caridad, para el apostolado. ¿Qué pretende Dios al permitir este silencio de las criaturas?

    La razón del silencio del Espíritu

    Cristo nos da respuesta al exponernos la parábola de quien recolectó una gran cosecha. En esta parábola Cristo no critica la gran cantidad de grano recogido, tampoco la prudencia en construir un gran lagar para conservar todo el grano que sobra. Cristo reprocha a ese buen hombre el andar preocupado por las criaturas y no preocuparse de Dios. Es decir, cuando Dios permite que las criaturas no me hablen es porque Él me quiere hablar para recordarme que esas criaturas son buenas pero no son Dios; que esas criatura me pueden llevar a Dios pero también Dios puede querer, Él mismo, hacerse presente en mi vida y hablarme. ¡Qué error sería llamar a las criaturas que se han alejado y no escuchar a Dios que me habla!

    El segundo paquete de noticias que ofrecen a Job es que sus criados han muerto a manos de ladrones y que también sus hijos e hijas han muerto. Nuevamente, Job no cometió imprudencia alguna. En cambio, esas personas a las que él quería, por las que se ha entregado a su trabajo diario, desaparecen, dejan de hablar con él. Ese mismo dolor lo experimentamos nosotros cuando la enfermedad llama a la vida de nuestros seres queridos, cuando contemplamos la tristeza en sus ojos, cuando conocemos el mal que ellos han hecho. Y un silencio, silencio de impotencia se cierne sobre el amor que nuestro corazón profesa por ellos. Y nuestra alma se pregunta: ¿por qué?, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué la persona que tanto amo se me aleja a causa de la enfermedad o de la muerte?, ¿por qué a quien tanto he dado y enseñado ahora se comporta de un modo tan impropio e incoherente?

    La respuesta de Cristo es clara, pero fuerte y dura: “¿quién es mi madre y mis hermanos?”. No, estas palabras no son expresión de un rechazo de María. Cristo nos está diciendo: María es una persona buena, pero no es Dios. Gracias a María, puedo ser lo que soy, el Hijo de Dios hecho carne y cumplir siempre su voluntad. Es decir, cuando las personas parecen enmudecer en mi interior, es Dios que quiere acercarse a mí para ser mi Padre, mi Madre, mi Hermano. ¡Qué pena sería que, por correr tras las personas que amo, no pudiera acoger a Dios como mi Padre, mi Hermano, mi Amigo que me ama!

    En un tercer momento aparece el mal y la enfermedad en el cuerpo de Job. No fue a causa de ninguna imprudencia. Simplemente, un día el cuerpo deja de realizar sus funciones debidas. Las piernas no caminan con la agilidad que deben, el oído o la vista ya no ofrecen la audición y la visión para la que fueron creadas y donadas al cuerpo. Y un silencio, un silencio de incapacidad e inutilidad va rodeando el propio ser y actuar. Y vuelve la pregunta de siempre: ¿por qué?, ¿por qué el oído que fue hecho para oír no me trae sonidos?, ¿por qué la vista que me fue donada para ver no me permite distinguir ni reconocer personas y cosas? ¿Acaso soy responsable o causa del mal que padezco? ¿Por qué el cuerpo, habiendo sido creado para obrar y hacer el bien, ahora guarda silencio?

    Soy tu fuerza


    Y Cristo vuelve a responder con su claridad, en ocasiones algo incompresible para nuestra realidad humana. “Mas te vale entrar en el cielo manco o cojo que con las dos manos o los dos pies ser arrojado al fuego eterno”. Ciertamente estas palabras chocan si las pensamos dichas por un dios con mentalidad humana. Pero no. Todo lo contrario. Estas palabras fueron dichas por un hombre que es Dios. Él nos quiso decir: no te preocupes si te sientes débil a causa de ser manco o cojo; Yo, tu Dios, soy tu fortaleza. No te preocupes si tus ojos no ven; Yo, tu Dios, quiero ser tu luz. No te preocupes si tus oídos no te traen sonidos porque, Yo, tu Dios, quiero hablarte en el silencio de tu interior. Es necesario superar la tentación de aferrarnos al bien que los sentidos y facultades nos ofrecen, con el fin de dejar que Él sea la luz y la voz de la vida…, como será en el cielo.

    Por último, Job a lo largo de su vida siempre encontró apoyo en sus amigos y en su esposa. En cambio, cuando más los necesita, incomprensiblemente se apartan de él. Él no les ha hecho nada malo. Se apartan a causa de las circunstancias que le han sucedido. También esta experiencia llega a nuestras vidas. La propia vocación, la familia, la congregación, los superiores, la misma Iglesia son realidades que siempre nos ayudan en nuestra vida. Pero, llegado un momento hacen silencio: ya no experimentamos lailusión por la propia vocación o sentimos que la congregación, los superiores o la familia, en vez de ser ayudas, se convierten en dificultades u obstáculos en nuestra relación con Dios. ¿Por qué?, ¿por qué las personas que deberían mostrarme y acercarme a Dios son los que me lo ocultan y apartan de Él?

    Los apóstoles sufrieron la misma experiencia enriquecedora durante el episodio de la tempestad calmada. Cristo estaba con ellos; los apóstoles, angustiados por la situación de la barca en lucha contra la tempestad; Él guardaba silencio, no se preocupaba, les dejaba perecer bajo las olas. ¿Qué enseña Cristo en este episodio? Cristo pide a los apóstoles que hagan silencio de sus milagros para escuchar y fiarse solo de Él. ¡Cuántas veces creemos en el obrar de Dios, pero no tanto en Dios! La mayoría de las vece, si no reconocemos el obrar de Dios, no creemos en Él; y Dios hace silencio en su obrar para que solamente busquemos a Él.

    Dios nos pide que reconozcamos todo lo bueno que hay en las realidades del mundo y en las personas, pero nos recuerda que todo lo bueno no es Dios, solamente nos lleva a Dios.




Fuente: la-oracion.com

LITURGIA

Elementos Materiales de la Liturgia

El Templo, el Altar, vestiduras del Papa, obispos y sacerdotes, colores litúrgicos


    La palabra crismera se refiere a los vasos que se emplean para guardar los aceites que son solemnemente consagrados por el obispo el Jueves Santo, a saber, óleo de los catecúmenos, óleo de los enfermos y el crisma. Es este último el que le dio su nombre a estos recipientes. Dos tipos de estos vasos se encuentran en servicio. Un conjunto se emplea para reservar el suplido anual y se mantiene en la sacristía de la catedral, mientras que el otro contiene lo que se requiere para el uso diario y se conserva en la iglesia parroquial. Ambos tipos deben estar hechos de oro, plata, o al menos de estaño y peltre (stannum), y debe tener fundas o estuches. No pueden estar hechos de cualquiersubstancia que sea susceptible a oxidación.

    En cuanto a su forma, las más grandes parecen jarros pequeños, mientras que las más pequeñas son como pequeñas cajas cilíndricas y están comúnmente unidas entre sí. Como los vasos para cada aceite son similares en apariencia, deben ser sellados con marcas distintivas para discriminar una de la otra. Las letras I (o INF.), CAT. Y CHR suelen aparecer grabadas en el exterior para designar, respectivamente, el aceite de los enfermos, el de los catecúmenos y el crisma. Muchas muestras interesantes de estos vasos nos han llegado desde la Edad Media y aún se conservan en los tesoros de las catedrales inglesas y continentales. Estos recipientes no se bendicen, pero cuando contienen los aceites no pueden ser manipulados o transportados por laicos, salvo en casos de necesidad (Cong. de Ritos).

Fuente: Enciclopedia Católica




DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (Cap.II)

Evangelización y Doctrina Social





REFLEXIÓN

Reflexiones Espirituales

Jueves 11 de Febrero


De los Sermones de san León Magno, papa (Sermón 6 Sobre la Cuaresma, 1-2: PL 54, 285-287)


LA PURIFICACIÓN ESPIRITUAL 
POR EL AYUNO Y LA MISERICORDIA

    En todo tiempo, amados hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y todo fiel halla en la misma naturaleza motivo de adoración a Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos nos hablan de la bondad y omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos a nuestro servicio exige de la creatura racional el justo tributo de la acción de gracias.

    Pero al volver de nuevo estos días, marcados de manera especial por los misterios de nuestra redención, y que preceden inmediatamente a la celebración de la Pascua, se nos intima una mayor diligencia en prepararnos con la purificación de nuestro espíritu.

    En efecto, es propio de la fiesta de Pascua que toda la Iglesia se regocije por el perdón de sus pecados, y ello no sólo en los que renacerán por el sagrado bautismo, sino también en los que han sido ya anteriormente agregados a la porción de los hijos adoptivos.

    Pues, si bien lo que nos hace hombres nuevos es principalmente el baño de regeneración, sin embargo, como nos es también necesaria a todos la cotidiana renovación contra la herrumbre de nuestra condición mortal, y nadie hay que no tenga el deber de afanarse continuamente por una mayor perfección, es necesario un esfuerzo por parte de todos para que el día de nuestra redención nos halle a todos renovados.

    Por tanto, amados hermanos, lo que cada cristiano ha de hacer en todo tiempo ahora debemos hacerlo con más intensidad y entrega, para que así la institución apostólica de esta cuarentena de días logre su objetivo mediante nuestro ayuno, el cual ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los alimentos.

    Junto al razonable y santo ayuno, nada más provechoso que la limosna, denominación que incluye una extensa gama de obras de misericordia, de modo que todos los fieles son capaces de practicarla, por diversas que sean sus posibilidades. En efecto, con relación al amor que debemos a Dios y a los hombres, siempre está en nuestras manos la buena voluntad, que ningún obstáculo puede impedir. Los ángeles dijeron: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad; con ello nos enseñaron que todo aquel que por amor se compadece de cualquier miseria ajena se enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la paz.

    Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas a la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición.


EXTRAÍDA : SEGUNDA LECTURA OFICIO DE LECTURA DEL DÍA