miércoles, 24 de mayo de 2023

SANTORAL - SAN BEDA EL VENERABLE

25 de Mayo


    Historiador y Doctor de la Iglesia, nacido en 672 ó 673 y muerto en 735. En el último capítulo de su gran obra sobre la "Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés", Beda nos contó algo de su propia vida, prácticamente todo lo que sabemos de él. Sus palabras, escritas en 731, cuando su muerte no estaba demasiado lejos, no sólo muestran la sencillez y piedad características del hombre, sino que arrojan luz sobre la composición de la obra por la cual se le recuerda mejor en todo el mundo.

    Escribió así: Y es así que, muy interesado en la historia eclesiástica de Bretaña, especialmente en la raza de los ingleses, yo, Beda, sirviente de Cristo y sacerdote del monasterio de los benditos apóstoles San Pedro y San Pablo, el cual se encuentra en Wearmouth y Jarrow (en Northumbria), con la ayuda del Señor he compuesto, cuanto he logrado recabar de documentos antiguos, de las tradiciones de los ancianos y de mi propio conocimiento. Nací en el territorio del monasterio ya mencionado, y a la edad de siete años fui dado, por el interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino Biscop, y después a Ceolfrid, para recibir educación. Desde entonces he permanecido toda mi vida en dicho monasterio, dedicando todas mis penas al estudio de las Escrituras, a observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la iglesia, siendo siempre mi deleite el aprender, enseñar o escribir. A los diecinueve años, fui admitido al diaconado, a los treinta al sacerdocio, ambas veces mediante las manos del reverendísimo obispo Juan [san Juan de Beverley], y a las órdenes del abad Ceolfrid. Desde el momento de mi admisión al sacerdocio hasta mis actuales 59 años me he esforzado por hacer breves notas sobre las sagradas Escrituras, para uso propio y de mis hermanos, ya sea de las obras de los venerables Padres de la Iglesia o de su significado e interpretación.

    Después de esto, Beda inserta una lista de Indiculus, de sus anteriores escritos y, finalmente, termina su gran obra con las siguientes palabras:Y os ruego, amoroso Jesús, que así como me habéis concedido la gracia de tomar con deleite las palabras de vuestro conocimiento, me concedáis misericordiosamente llegar a ti, la fuente de toda sabiduría, y permanecer para siempre delante de vuestro rostro.

    Es evidente, en la carta de Beda al obispo Egberto, que el historiador visitaba ocasionalmente a sus amigos durante algunos días, alejándose del monasterio de Jarrow; pero salvo esas raras excepciones, su vida parece haber transcurrido como una pacífica ronda de estudios y oración dentro de su propia comunidad. El cariño que ésta le tenía queda manifiesto en el conmovedor relato de la última enfermedad y la muerte del santo, legada a nosotros por Cuthbert, uno de sus discípulos. Su búsqueda del conocimiento no fue interrumpida por su enfermedad y los hermanos le leían mientras él estaba en cama, pero la lectura era reemplazada constantemente por las lágrimas. "Puedo declarar con toda verdad," escribe Cuthbert sobre su amado maestro, "que nunca vi con mis ojos, ni oí con mis oídos a nadie que agradeciera tan incesantemente al Dios vivo. Incluso el día de su muerte (la vigilia de la Ascensión de 735) el santo estaba ocupado dictando una traducción del Evangelio de San Juan. Al atardecer, el muchacho Wilbert, que la estaba escribiendo, le dijo: "Hay todavía una oración, querido maestro, que no está escrita." Y cuando la hubo entregado, y el muchacho le dijo que estaba terminada, "Habéis hablado con verdad…", contestó Beda, "…está terminada. Tomad mi cabeza entre vuestras manos, pues es de gran placer sentarme frente a cualquier lugar sagrado donde haya orado, así sentado puedo llamar a mi Padre." Y así, sobre el suelo de su celda, cantando "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo", y el resto, exhaló su último aliento.

    El calificativo Venerabilis parece haber sido agregado al nombre de Beda antes de haber transcurrido los dos generaciones posteriores a su muerte. Por supuesto, no existe una autoridad anterior que corrobore la leyenda repetida por Fuller acerca del “monje torpe” que al componer un epitafio sobre Beda se quedó sin palabras para completar la frase Hac sunt in fossa Bedae . . . . ossa y a la mañana siguiente se encontró con que los ángeles habían llenado el espacio con la palabra venerabilis. El calificativo es utilizado por Alcuin, Amalarius y al parecer por Paulo el Diácono, y el importante Consejo de Aachen de 835 lo describe como venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis Beda. Este decreto se mencionaba especialmente en la petición que el Cardenal Wiseman y los obispos ingleses enviaron a la Santa Sede en 1859, rogando que Beda fuera declarado Doctor de la Iglesia. El tema ya había sido discutido antes de la época de Benedicto XIV, pero no fue hasta el 13 de noviembre de 1899 que León XIII decretó que el 27 de mayo toda la Iglesia debía celebrar la fiesta del Venerable Beda, con el título de Doctor Ecclesiae. Durante toda la Edad Media se había celebrado en York y en el Norte de Inglaterra el culto local al Santo Beda, pero la fiesta no era tan popular en el sur, donde se seguía la Liturgia de Sarum.

    La influencia de Beda entre los eruditos ingleses y extranjeros fue muy grande, y probablemente habría sido mayor si los monasterios del norte no hubieran sido devastados por las invasiones Danesas menos de un siglo después de la muerte de Beda. En innumerables formas, pero especialmente por su moderación, amabilidad y gran visión, Beda se distingue entre sus contemporáneos. En lo referente a erudición, indudablemente fue el hombre más sabio de su tiempo. Una característica muy notable, observada por Plummer (I, p. xxiii), es su sentido de propiedad literaria, una particularidad extraordinaria en esa época. Él mismo anotaba escrupulosamente en sus escritos los pasajes que había tomado prestados de otros e incluso rogaba a los copistas de sus obras que conservaran las referencias, una recomendación a la que ellos pusieron muy poca atención. A pesar de lo elevado de su cultura, Beda aclara repetidamente que sus estudios están subordinados a la interpretación de las Escrituras. En su "De Schematibus" lo dice así: "Las Sagradas Escrituras están sobre todos los demás libros, no sólo por su autoridad Divina, o por su utilidad pues son una guía hacia la vida eterna, sino también por su antigüedad y su forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor tributo al genio de Beda es que con una convicción tan desprovista de compromiso y tan sincera de que la sabiduría humana es inferior, haya podido adquirir tanta cultura verdadera. Aunque el Latín fue para él una lengua todavía viva, y aunque no parece haber volteado conscientemente hacia la Era de Augusto de la Literatura Romana que preservaba modelos más puros de estilo literario que la época de Fortunato o San Agustín, ya sea por genio natural o por el contacto con los clásicos, Beda es extraordinario por la relativa pureza de su lenguaje y también por su lucidez y sobriedad, especialmente en temas de crítica histórica. En todos estos aspectos presenta un marcado contraste con san Aldhelm quien se aproxima más al tipo Celta.

Obras y Ediciones

    Nunca se ha publicado una edición de las obras completas de Beda basada en el cotejo cuidadoso de los manuscritos. El texto impreso por Giles en 1884 y reproducido por Migne (XC-XCIV) muestra pocas o ninguna mejora con respecto a la edición básica de 1563 o la edición de Colonia de 1688. Por supuesto, a Beda se le recuerda principalmente como historiador. Su gran obra, "Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum" (Historia eclesiástica del pueblo inglés), que relata el cristianismo en Inglaterra desde sus inicios hasta la época de Beda, es la base de todos nuestros conocimientos acerca de la historia británica –una obra maestra elogiada por los eruditos de todas las épocas. Plummer produjo una edición de esta obra, de la "Historia Abbatum" (Historia de los Abades) y la "Carta a Egberto", que con toda justicia puede llamarse la versión final (2 volúmenes, Oxford, 1896). En la introducción, Plummer ilustró admirablemente la extraordinaria diligencia de Beda para la recopilación de documentos y su uso crítico de ellos (págs. XLIII-XLVII). La "Historia de los Abades" (de los monasterios gemelos de Wearmouth y Jarrow), la "Carta a Egberto", las vidas en verso y prosa de "San Cuthbert", y otras obras de menor tamaño, también tienen gran valor por la luz que arrojan sobre el estado del cristianismo en Northumbria en la época de Beda. La "Historia Eclesiástica" fue traducida al anglosajón a petición del Rey Alfredo. Desde entonces se ha reproducido con frecuencia, notablemente por T. Stapleton, quien la imprimió en 1565 en Amberes como arma controversial contra los teólogos de la Reforma en el reino de Elizabeth. El texto en latín apareció por primera vez en Alemania en 1475. Vale la pena hacer notar que en Inglaterra no se imprimió ninguna edición, ni siquiera la latina, antes de 1643. El texto más preciso de Smith vio la luz en 1742.

    Los tratados cronológicos de Beda "De temporibus liber" y "De temporum ratione" (Sobre el cálculo del tiempo) también contienen resúmenes de la historia general del mundo desde la creación hasta el 725 y el 703, respectivamente. Estas porciones históricas fueron editadas satisfactoriamente por Mommsen en la "Monumenta Germaniae historica" (1898), y pueden encontrarse entre los especímenes más antiguos de este tipo de cronología general, por lo que han sido copiados e imitados en gran medida. La obra topográfica "De locis santis" (Sobre los lugares santos) es una descripción de Jerusalén y los lugares santos basada en Adamnan y Arculfus. En 1898, la obra de Beda fue editada por Geyer en "Itinera Hierosolymitana" para el "Corpus Scriptorum" de Viena. El hecho de que Beda compiló un martirologio lo sabemos por él mismo, pero la obra que se le atribuye en extensos manuscritos ha sido tan complementada que es muy difícil saber exactamente que escribió.

    En su propia opinión, y en la de sus contemporáneos, las obras exegéticas de Beda fueron las más importantes, pero la lista es demasiado larga para describirla en este documento. Entre dichas obras se encuentra un comentario sobre el Pentateuco completo, así como sobre algunas partes seleccionadas. También hay comentarios sobre los libros de Reyes, Esdras, Tobías, El Cantar de los Cantares, etcétera. En el nuevo testamento, interpretó a san Marcos, san Lucas, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis; pero la autenticidad del comentario de san Mateo, impreso con su nombre, es más que dudosa. (Plaine en "Revue Anglo-Romaine", 1896, III, 61). Las homilías de Beda toman la forma de comentarios sobre el evangelio. La colección de 50 (divididas en dos libros) atribuidas a Beda por Giles (y Migne) son en su mayoría auténticas, pero se sospecha de la autenticidad de unas cuantas. (Morin en "Revue Bénédictine", IX, 1892, 316).

    Beda menciona varios escritos didácticos en la lista que nos dejó de sus obras. La mayoría de ellos aún se conservan y no hay razón para dudar de su autenticidad. Sus tratados de gramática "De arte metricâ" y "De orthographiâ" han sido editados adecuadamente en tiempos modernos por Keil en su "Grammatici Latini" (Leipzig, 1863). Sin embargo, las obras más grandes "De natura rerum", “De temporibus", “De temporium ratione", alrededor que tratan sobre ciencia, como era entendida en ese entonces, y especialmente sobre cronología, nos han llegado solamente a través de tres textos poco satisfactorios de los editores más antiguos y Giles. Más allá de la vida métrica de san Cuthbert y algunos versos incorporados a la "Historia Eclesiástica", no poseemos mucha poesía que pueda ser atribuida con toda certeza a Beda, pero al igual que otros eruditos de su época, seguramente escribió una buena cantidad de versos. El mismo menciona su "libro de himnos" compuesto con diferentes métricas o ritmos. De manera que Alcuin dice de él: Plurima versifico cecinit quoque carmina plectro. Es posible que el más corto de sus dos calendarios médicos impresos entre sus obras sea genuino. El Penitencial atribuido a Beda, aunque aceptado como genuino por Haddan, Stubbs y Wasserschleben, probablemente no sea suyo (Plummer, I, 157).

    El Venerable Beda es el testigo más antiguo de la tradición puramente gregoriana de Inglaterra. Sus obras "Musica theoretica" y "De arte Metricâ" (Migne, XC) son consideradas especialmente valiosas por los eruditos que hoy en día se avocan al estudio de la forma primitiva del canto.
Oremos

    Señor Dios, que has iluminado a tu Iglesia con la sabiduría de San Beda el Venerable, concede a tus siervos la gracia de ser constantemente orientados por las enseñanzas de tu santo presbítero y ayudados por sus méritos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

martes, 23 de mayo de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 24 de Mayo - San Juan 17,11b-19.


   Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,28-38.

    Pablo decía a los principales de la Iglesia de Efeso: "Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
    Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño.
    Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas.
    Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
    Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados.
    En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie.
    Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros.
    De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: 'La felicidad está más en dar que en recibir'".
    Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos.
    Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron afectuosamente, apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.


Salmo 68(67),29-30.33-35a.35b-36c.

Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!
A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.

¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno a Dios,
al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!

El hace oír su voz poderosa,
¡reconozcan el poder del Señor!
Su majestad brilla sobre Israel
¡Bendito sea Dios!


    Evangelio según San Juan 17,11b-19.

    Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: "Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
    Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
    Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
    Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
    No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
    Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
    Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
    Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
    Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 24 de Mayo - “¡Qué sean uno!”


     San Cipriano (c. 200-258) obispo de Cartago y mártir Sobre la unidad de la Iglesia (De l’unité de l’ Église, Cerf, 1942)


“¡Qué sean uno!”

    Hay una sola Iglesia y por su fecundidad siempre en crecimiento, abraza una multitud cada vez mayor. El sol envía muchos rayos, pero su fuente luminosa es única. El árbol se divide en muchas ramas, pero hay sólo un tronco vigorosamente apoyado sobre tenaces raíces. De un manantial salen muchos arroyos y aunque todo tiene una única fuente, esta multiplicidad no se deseca gracias a la abundancia de sus aguas. Separen un rayo solar de la masa del sol, la unidad de la luz no evidencia el fraccionamiento. Saquen una rama a un árbol, la rama rota no podrá germinar. Corten un arroyo del manantial, el arroyo se deseca. 

    Lo mismo ocurre en la Iglesia del Señor. Difunde en el universo los rayos de su luz pero una es la luz que ilumina todo, unidad del cuerpo que no se divide. Extiende sobre la tierra sus ramas de poderosa vitalidad, derrama lejos sus aguas sobreabundantes. Sin embargo, hay una sola fuente, un solo origen, una sola madre. 

    El sacramento de la unidad, ese lazo de concordia indisolublemente coherente, es representado en el Evangelio por la túnica de nuestro Señor Jesucristo. Ella no es dividida ni rota, sino que sorteada para saber quien revestiría a Cristo, llega intacta al que se transforma en maestro. El pueblo de Cristo tampoco puede ser dividido. Su túnica, de una sola pieza, un solo tejido, es figura de la concordia coherente de nuestro pueblo, de aquellos que hemos revestido a Cristo. 

    Indivisible es la unidad. Un cuerpo no puede perder su cohesión ni ser dividido, ni su interior rasgado y dispersado en partes. Todo lo que se aleja del centro de la vida no puede vivir y respirar dividido en partes, ya que pierde lo esencial de su bien.

SANTORAL - MARÍA AUXILIADORA

 24 de Mayo


    El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios". San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones.

    San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación". En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.

    En el año 1572, el Papa San Pió quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.

    En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.

    En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países. En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.

    En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Empezó la obra del templo con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: " Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.

    El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre. Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.

    Esta advocación se hizo fuerte ante la invasión de los turcos en 1571 donde San Pío V la invocó como María Auxiliadora de los Cristianos o con los Príncipes Católicos de Alemania fieles al catolicismo frente a las tesis protestantes o frente a las invasiones turcas sobre Viena en el siglo XVII o, incluso, como mano protectora frente a los caprichos de Napoleón Bonaparte que llevo al Papa Pío VII al destierro, y a su liberación, quiso en 1814 instituir en el 24 de mayo su fiesta litúrgica.

    Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"... Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".

    Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios". En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".

    Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María.

Oremos

    Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús. Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano. Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro. Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

-FRASE DEL DÍA-

 


lunes, 22 de mayo de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 23 de Mayo - San Juan 17,1-11a.


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,17-27.

    Pablo, desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso.
    Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: "Ya saben cómo me he comportado siempre con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia.
    He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos.
    Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil: les prediqué y les enseñé tanto en público como en privado, instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
    Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me sucederá allí.
    Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan.
    Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios.
    Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme.
    Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes.
    Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios."


Salmo 68(67),10-11.20-21.

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
allí es estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
El carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.


    Evangelio según San Juan 17,1-11a.


    Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado.
    Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
   Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
    Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
    Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
    Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
    Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
    Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
    Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 23 de Mayo - «Te ruego por estos que tú me diste, porque son tuyos»

 

        San Francisco de Asís Carta: ¡Cuántos bienes hemos recibido! A los fieles


«Te ruego por estos que tú me diste, porque son tuyos» 

    "¡Oh, cuán glorioso y santo y grande, tener en los cielos un Padre! ¡Oh, cuán santo, tener un esposo consolador, bello y admirable! ¡Oh, cuán santo y cuán caro tener tal hermano y tal hijo, placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre todas las cosas deseable, el que dió su vida por sus ovejas (cf Jn 10, 15) y oró al Padre por nosotros diciendo: Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado (Jn 17, 11). Padre, todos los que me diste en el mundo, eran tuyos y me los diste (Jn 17, 6).

    Y las palabras que me diste, les di; y ellos las recibieron y conocieron verdaderamente, que salí de ti y creyeron que tú me enviaste(Jn 17, 8); ruego por ellos y no por el mundo (cf Jn 17, 9); bendícelos y santifícalos (Jn 17, 17) Y por ellos me santifico a mí mismo, para que sean santificados en (Jn 17, 19) la unidad, coma también nosotros (Jn 17, 11) lo somos.Y quiero, Padre, que donde yo estoy también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria (Jn 17, 24) en tu reino (Mt 20, 21).

    Mientras que a aquel, que tanto ha aguantado por nosotros, tantos bienes ha traído y traerá en el futuro, toda criatura que hay en los cielos, en la tierra, en el mar y en los abismos, dé en retorno alabanza, gloria, honor y bendición (cf Apoc 5, 13), porque él es fuerza y fortaleza nuestra, el que es sólo bueno, sólo altísimo, sólo omnipotente, admirable, glorioso y sólo santo, laudable y bendito por infinitos siglos de los siglos. Amén.

SANTORAL - SAN JUAN BAUTISTA DE ROSSI

23 de Mayo


    Nació en 1698, en un pueblecito cerca de Génova (Italia). Cuando tenía diez años, fueron a su pueblo dos esposos muy piadosos a veranear y al ver lo piadoso y bueno que era el muchachito, pidieron permiso a sus padres para llevarlos a su casa de Génova y educarlo allá. Y sucedió que a la casa de estos esposos iban frecuentemente de visita unos padres capuchinos a pedir ayuda para los pobres y estos religiosos le dieron recomendaciones tan laudatorias del buen joven al Padre Provincial que éste lo recomendó a un Canónigo de Roma el cual lo llevó a estudiar a la ciudad eterna. En el Colegio Romano hizo estudios con gran aplicación, ganándose la simpatía de sus profesores y compañeros, y fue ordenado sacerdote, a los 23 años.

    Leyó un libro algo exagerado que recomendaba hacer penitencias muy fuertes, y se dedicó a mortificarse en el comer, en el beber y en el dormir, tan exageradamente que le sobrevino una depresión nerviosa que lo dejó varios meses sin poder hacer nada. Logró rehacer sus fuerzas, pero de ahí en adelante tuvo siempre que luchar contra su mala salud. Y aprendió que la mejor mortificación es aceptar los sufrimientos y trabajos de cada día, y hacer bien en cada momento lo que tenemos que hacer y tener paciencia con las personas y las molestias de la vida, en vez de andar dañándose la salud con mortificaciones exageradas.

    Desde cuando era seminarista sentía una gran predilección por los pobres, los enfermos y los abandonados. El Sumo Pontífice había fundado un albergue para recibir a las personas que no tenían en dónde pasar la noche, y allá fue por muchos años el joven Juan Bautista a atender a los pobres y necesitados y a enseñarles el catecismo y prepararlos para recibir los sacramentos. Se llevaba varios compañeros más, sobre los cuales él ejercía una gran influencia. También le agradaba irse por las madrugadas a la Plaza de mercado a donde llegaban los campesinos a vender sus productos. Allí enseñaba catecismo a los niños y a los mayores y preparó a muchos para hacer la confesión y recibir la Primera Comunión.

    Los primeros años de su sacerdocio no se atrevía casi a confesar porque le parecía que no sabría dar los debidos consejos. Pero un día un santo Obispo le pidió que se dedicara por algún tiempo a confesar en su diócesis. Y allí descubrió Juan Bautista que este era el oficio para el cual Dios lo tenía destinado. Al volver a Roma le dijo a un amigo: "Antes yo me preguntaba cuál sería el camino para lograr llegar al cielo y salvar muchas almas. Y he descubierto que la ayuda que yo puedo dar a los que se quieren salvar es: confesarlos. Es increíble el gran bien que se puede hacer en la confesión".

    Se fue a ayudar a un sacerdote en un templo a donde acudían muy pocas personas. Pero desde que comenzó Rossi a confesar allí, el templo se vio frecuentado por centenares y centenares de penitentes que venían a ser absueltos de sus pecados. Cada penitente le traía otras personas para que se confesaran con él y las conversiones que se obraban eran admirables. El Sumo Pontífice le encomendó el oficio de ir a confesar y a predicar a los presos en las cárceles y a los empleados que dirigían las prisiones. Y allí consiguió muchas conversiones.

    De todas partes lo invitaban para que fuera a confesar enfermos, presos y gentes que deseaban convertirse. A muchos sitios tenía que ir a predicar misiones y obtenía del cielo numerosas conversiones. En los hospitales era estimadísimo confesor y consolador de los enfermos. Sus amigos de siempre fueron los pobres, los desamparados, los enfermos, los niños de la calle y los pecadores que deseaban convertirse. Para ellos vivió y por ellos desgastó totalmente su vida. El se mantenía siempre humilde y listo a socorrer a todo el que le fuera posible. El 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años. Su pobreza era tal que el entierro tuvieron que costeárselo de limosna.

    La estimación por él en Roma era tan grande que a su funeral asistieron 260 sacerdotes, un arzobispo, muchos religiosos e inmenso gentío. La misa de réquiem la cantó el coro pontificio de la Basílica de Roma. Todo el bien que habéis hecho a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo habéis hecho. (Jesucristo).

    Canónigo de la basílica de Santa María in Cosmedin desde 1731, ejerce su ministerio en Roma donde se le recuerda como al "padre de los pobres" y al "amigo de los humildes". Fue canonizado por León XIII el 8 de diciembre de 1881

   Oremos

     Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de San Juan Bautista Rossi, estemos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.Amén

-FRASE DEL DÍA-