martes, 21 de diciembre de 2021

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 22 DE DICIEMBRE - “Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador” (Lc 1,46-56).



San Beda el Venerable 
Homilías sobre el Evangelio, I, 4 ; CCL 122, 25s

«Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador»

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador». Con estas palabras confiesa María, en primer lugar, los dones privilegiados que Dios le ha concedido, y después los beneficios generales que continuamente hace al género humano.

Su alma proclama la grandeza del Señor utilizando todos los sentimientos de su vida interior para la alabanza y el servicio de Dios, y, por el cumplimiento diligente de sus mandatos, pone de manifiesto el poder de la majestad divina. Se espíritu se alegra en Dios, su Salvador, ya que sólo le satisface ocuparse en su Creador, de quien espera la salvación eterna. Estas palabras son propias de todos los santos, pero era de todo punto conveniente que la Madre de Dios las proclamase, ya que por un privilegio especial amaba con un perfecto amor espiritual al Hijo, que, hecho carne en su seno, era la fuente de su gozo. Con razón María ha podido gozarse por encima de todos los santos en Jesús, su Salvador, pues sabía que quien era el origen eterno de la salvación había de nacer de su propia carne, y que una misma e idéntica persona era de verdad su hijo y su Dios...

Por eso se introdujo en la liturgia de la Iglesia la costumbre de recitar este cántico diariamente en la oración de la tarde, ya que, de su recitación y del recuerdo cotidiano de la Encarnación del Señor, se encienden las almas de los fieles a la verdadera devoción, y recordando constantemente los ejemplos de la Madre de Dios su afianzan sus virtudes. Este recitación se hace oportunamente en la oración de la tarde para que nuestro espíritu, fatigado y distraído por los trabajos y las ocupaciones diarias, se recoja en su propia intimidad, precisamente cuando llega el tiempo para el reposo. 

SANTORAL DEL DÍA - 22 DE DICIEMBRE - SANTA FRANCISCA JAVIERA CABRINI



 

En Chicago, del estado de Illinois, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Francisca Javiera Cabrini, virgen, que fundó el Instituto de Misioneras del Sacratísimo Corazón de Jesús, y con eximia caridad se dedicó al cuidado de los emigrantes († 1917).

Entre el 1901 y el 1913 emigraron a Estados Unidos 4.711.000 italianos. A pesar de los innumerables dramas que suscita la emigración hay que recordar todavía hoy a una frágil maestra del S. Angelo Lodigiano, Francisca Cabrini, nacida en 1850, la menor de 13 hijos. Se distinguió, por no mirar la emigración con los ojos del político ni del sociólogo, sino con esos humanísimos de mujer cristiana, mereciendo el titulo de madre de los emigrantes.

Huérfana de padre y de madre, Francisca hubiera querido encerrarse en un convento, pero no fue aceptada por su delicada salud. Entonces aceptó el cargo que le confió el párroco de Codogno para que ayudara en un orfanatorio. La joven, graduada de maestra hacia poco tempo, hizo mucho más: reunió a algunas compañeras y formó el primer núcleo de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, orientadas por el espíritu de un intrépido misionero, San Francisco Javier. Cuando Francisca hizo los votos religiosos tomó el nombre del santo. Como él, hubiera querido partir también para China, pero cuando tuvo noticia del descuido y del drama de desesperación de los miles y miles de emigrantes italianos que descargaban en el puerto de Nueva York sin ninguna ayuda material ni espiritual, Francisca Javier no dudó un instante.

También ella, en la primera de sus 24 travesias oceánicas, compartió las incomodidades y las incertidumbres de sus compatriotas; pero se destacó por su extraordinaria valentía con la que afrontó las grandes necesidades que se le presentaron y supo desenvolverse para establecer un punto de encuentro y de ayuda para los emigrantes. Ante todo se preocupó por los huérfanos y los enfermos, construyendo casas, escuelas y un grande hospital en Nueva York, luego en Chicago, después en California, y así siguió exteniendo su obra en toda América, hasta Argentina.

A quien le manifestaba admiración por el éxito de tantas obras, la Madre Cabrini le contestaba con sincera humildad “¿Acaso todo esto no lo ha hecho el Señor?”. Murió en el surco, durante uno de sus tantos viajes a Chicago, en 1917. Su cuerpo fue llevado triunfalmente a Nueva York y enterrado en la iglesia contigua a la “Mother Cabrini High School”, para que estuviera cerca de los emigrados.


Oremos

Santa Francisca Javier Cabrini, tu que pusiste toda tu confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y encontraste en El la clave de la perfección y la fortaleza para ser Apóstol del Evangelio de Cristo por el mundo entero, mira propicia desde la gloria del Cielo sobre los que con amor y confianza recurren a tu intercesión. Tu, que con afecto maternal has endulzado las temporales y espirituales aflicciones de los desterrados de este mundo, muéstrame en la peregrinación de esta vida tu protección materna, y suplícale al Sagrado Corazón de Jesús me conceda las gracias tan necesarias para llegar a su patria celestial. Santa Francisca Javier Cabrini, amantísima esposa de Jesucristo, ruega por nosotros. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

lunes, 20 de diciembre de 2021

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO DEL DÍA - 21 DE DICIEMBRE - Evangelio según San Lucas 1,39-45.



 

Cantar de los Cantares 2,8-14.


¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas.
Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado.
Habla mi amado, y me dice: "¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía!
Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias.
Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola.
La higuera dio sus primeros frutos y las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía!
Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante". 

Palabra de Dios.


Salmo 33(32),2-3.11-12.20-21.

Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.

pero el designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se eligió como herencia!
Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en él:

nosotros confiamos en su santo Nombre.


Evangelio según San Lucas 1,39-45.

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

Palabra del Señor.

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 DE DICIEMBRE - «¿Quién soy yo, para que me visite la madre de mi Señor?» (Lc 1,43).



 

San Josémaria Escrivá de Balaguer
Es Cristo que pasa (Homilía del 04-05-1957).

«¿Quién soy yo, para que me visite la madre de mi Señor?» (Lc 1,43).


Cristo nos urge (cf 2Co 5,14). Cada uno de vosotros ha de ser no sólo apóstol, sino apóstol de apóstoles, que arrastre a otros, que mueva a los demás para que también ellos den a conocer a Jesucristo. Quizás alguno se pregunte cómo, de qué manera puede dar este conocimiento a las gentes. Y os respondo: con naturalidad, con sencillez, viviendo como vivís en medio del mundo, entregados a vuestro trabajo profesional y al cuidado de vuestra familia…la vida ordinaria puede ser santa y llena de Dios, que el Señor nos llama a santificar la tarea corriente, porque ahí está también la perfección cristiana. Considerémoslo una vez más, contemplando la vida de María.

No olvidemos que la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios!

Porque eso es lo que explica la vida de María: su amor. Un amor llevado hasta el extremo, hasta el olvido completo de sí misma, contenta de estar allí, donde la quiere Dios, y cumpliendo con esmero la voluntad divina. Eso es lo que hace que el más pequeño gesto suyo, no sea nunca banal, sino que se manifieste lleno de contenido. María, Nuestra Madre, es para nosotros ejemplo y camino. Hemos de procurar ser como Ella, en las circunstancias concretas en las que Dios ha querido que vivamos.

SANTORAL DEL DÍA - 21 DE DICIEMBRE - SAN PEDRO CANISIO





Este santo, llamado "el segundo evangelizador de Alemania", es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Nimega, Holanda en 1521. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía. Sin embargo, tras realizar algunos Ejercicios Espirituales con el Padre Favro, que era compañero de San Ignacio, se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares.

En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era más católico. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. se propuso formar una asociación de escritores católicos.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí esta. Ahí está". Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo. El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.


Oremos

Dios todopoderoso, que has derramado por toda la creación reflejos de tu infinita belleza y bondad, haciendo el hombre a tu imagen y semejanza, tanto amas a quienes se entregan totalmente, que nos los pones como modelo, quieres que les veneremos y haces innumerables beneficios y milagros por su intercesión. Por ellos y mediante tu siervo San Pedro Canisio te rogamos nos concedas (mencionar aquí la petición) y con ello una mayor correspondencia a tu amor. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

domingo, 19 de diciembre de 2021

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO DEL DÍA - 20 DE DICIEMBRE - Evangelio según San Lucas 1,26-38.



Libro de Isaías 7,10-14.

Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas».
Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?.
Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.

Palabra de Dios.


Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.


Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.


Evangelio según San Lucas 1,26-38.

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor.


 

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 DE DICIEMBRE - “Yo soy la servidora del Señor” (Lc 1,26-38)



 
San Ambrosio
Sobre el Evangelio de Lucas 1

“Yo soy la servidora del Señor” (Lc 1,26-38)



34-35. Ni María debió rehusar de creer al ángel, ni usurpar temerariamente las cosas divinas. Por eso se dice: «Dijo María al ángel: ¿Cómo se hará esto?» Esta respuesta fue más oportuna que la del sacerdote. Esta dice: «¿Cómo se hará esto?» y aquél dijo: «¿Cómo podré saber esto?». Aquél se niega a creer y parece como que busca otro motivo que confirme su fe, éste no duda que debe hacerse, puesto que pregunta cómo se hará. María había leído (Is 7,14): «He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo» y, por tanto, creyó que iba a suceder. Pero no había oído antes el cómo había de suceder. No se había revelado -ni aun al Profeta- cómo aquello se había de llevar a cabo. Tan gran misterio debía ser proclamado, no por la boca de un hombre, sino por la de un ángel.

36-38. Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción. Prosigue, pues: «Y dijo María: He aquí la sierva del Señor». Se llama sierva la que es elegida como Madre, y no se enorgullece con una promesa tan inesperada. Porque la que había de dar a luz «al manso» y «al humilde», debió ella misma manifestarse humilde. Llamándose también a sí misma sierva, no se apropió la prerrogativa de una gracia tan especial, porque hacía lo que se le mandaba. Por ello sigue: «Hágase en mí según tu palabra». Tienes el obsequio, ves el voto. «He aquí la sierva del Señor», es su disposición a cumplir con su oficio. «Hágase en mí según tu palabra», es el deseo que concibe.

SANTORAL DEL DÍA - 20 DE DICIEMBRE - SANTO DOMINGO DE SILOS



 

En el monasterio de Silos, en la región de Castilla, en España, santo Domingo, abad, el cual, siendo ermitaño, restauró después este monasterio que estaba relajado, introdujo allí la disciplina y favoreció día y noche la alabanza divina. Cuenta la tradición que santo Domingo vino al mundo en el año mil de la era cristiana, en la pequeña villa de Cañas, que en aquellos tiempos pertenecía al reino de Navarra (actualmente provincia y comunidad de La Rioja), dentro de una familia de noble linaje. Ya desde niño, asistía a los Oficios Divinos con tal gravedad y cordura, que revelaba en él un profundo espíritu de fe. Después de ejercer cuatro años el oficio de pastor, los padres de Domingo quisieron secundar los deseos del muchacho de consagrarse a Dios, por lo que le dedicaron como clérigo, tal vez con patrimonio de la familia, al servicio y ayuda del sacerdote de la parroquia, con el cual aprendió los Salmos de David, el canto eclesiástico y el Evangelio, ensayándose en la lectura y la comprensión de los libros de la Sagrada Escritura, pasionarios y homilías de los Santos Padres que más frecuentemente se recitaban en los Oficios Divinos. No nos consta con certidumbre si hizo toda la carrera eclesiástica en su pueblo, ya que solía haber una especie de seminarios parroquiales, o bien cursó lo que llamaríamos hoy teología en la ciudad episcopal de Nájera. Lo cierto es que don Sancho, obispo de esta ciudad, se decidió a conferir a Domingo el presbiterado cuando apenas contaba con veintiséis años, edad a la que los otros clérigos recibían solamente el diaconado.

Después de una breve experiencia eremítica, a los treinta años, decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla. En los primeros tiempos de vida monástica, se dedicó Domingo a completar su formación intelectual, aprovechando la rica biblioteca del monasterio; allí estudió a Esmaragdo y, sobre todo, el famoso códice de San Millán, que contenían las promulgaciones dogmáticas de los concilios ecuménicos de la Iglesia y otros particulares. A los dos años de profeso, el abad le nombró maestro de los jóvenes que se educaban en el monasterio.

Semejante encumbramiento moral tan rápidamente conquistado, no pudo menos de suscitar ciertos recelos en algunos religiosos que, más antiguos de la casa, podían creerse postergados. Por envidia o buena fe, se puso en tela de juicio su virtud y la objetividad de sus ideales. "Fácil es", decían, "obedecer cuando la obediencia trae consigo honores y cuando el trabajo se ve recompensado con el cariño y el agradecimiento. Confíesele una misión más dura y entonces veremos el verdadero valor de la obediencia". Fue entonces nombrado prior de Santa María de Cañas. El priorato se encontraba en un estado lamentable: desmantelado, sin enseres, sin bienes y sin libros. Con esfuerzo y gran acierto en el manejo de los negocios temporales, arregló las cuentas atrasadas y fomentó el cultivo en las propiedades del monasterio, de suerte que poco tiempo después pudo ya vivir de su trabajo y del de sus monjes, y procurar al priorato lo más preciso en ropas, ornamentos de iglesia y códices, construyendo poco después una iglesia nueva.

Desde el monasterio de San Millán de la Cogolla, se seguía con interés la obra que Domingo realizaba en Cañas, por lo que a finales de 1038, Domingo fue nombrado prior mayor del monasterio, casi a la fuerza, porque la humildad del santo rehuía los honores de tan alto cargo. Desgraciadamente ocurrió que a los pocos meses de ser nombrado prior, murió el abad don García y en su lugar fue nombrado el anterior prior don Gomesano. Si la elección hubiese sido libre y estado en manos de los monjes, es indudable que hubiera recaído en la persona de Domingo.

Gobernaba por entonces los reinos de Navarra y La Rioja don García, hijo mayor del rey don Sancho. Pródigo a veces con los monasterios e iglesias, cuando se veía apurado por las necesidades de la guerra, no respetaba ni derechos sagrados ni sus propias donaciones, ni siquiera las de San Millán. En el año 1040, exhausto su tesoro y creyendo que el nuevo abad le apoyaría en sus pretensiones, se dirigió al monasterio exigiendo una fuerte suma por sus pretendidos derechos reales. La negativa de Domingo fue respetuosa pero rotunda. Esta obstinación exacerbó de tal manera la cólera del monarca, que apenas salió de la iglesia, el rey tuvo una larga entrevista con el abad, quien consintió en deponer a Domingo del cargo de prior y enviarle desterrado al priorato de San Cristóbal, llamado también Tres Celdas. En 1041, Domingo se dirige hacia Castilla. El rey don Fernando le ofreció su protección y una morada en palacio, pero el santo pidió al monarca licencia para vivir retirado en la ermita que pertenecía al monasterio de San Millán, sirviendo en ella a la Virgen María.

A principios del año 1041, el monasterio de San Sebastián de Silos estaba casi abandonado. Perdido su antiguo prestigio y gran parte del patrimonio, todo anunciaba un fin poco glorioso, pues el puñado de monjes que lo habitaba, vegetaba y languidecía tristemente. Fue entonces cuando el rey don Fernando, movido tal vez por los ruegos del padre del Cid Campeador, que tenía sus posesiones colindantes con las de Silos, encomendó a Domingo la restauración del monasterio de San Sebastián de Silos y le propuso como abad. En una mañana de invierno, Santo Domingo entraba en la iglesia acompañado del obispo y de algunos nobles, para tomar posesión del cargo.

Comenzó la restauración material del monasterio por la iglesia, de tal modo que, completada con la cúpula y atrio por sus sucesores, llegó a ser una de las más bellas basílicas románicas de España, parecida a la catedral antigua de Salamanca. Hacia 1056, se comenzó la construcción de la sala capitular en el sitio llamado hoy el "gallinero del santo", así como el maravilloso claustro románico, que es la joya más original en su estilo y que eternizará en la historia del arte el nombre de santo Domingo de Silos.

Corrían los años, y con ellos la actividad material y espiritual del monasterio de Silos iba aumentando. En los últimos años, la muerte se había llevado a sus mejores amigos: al rey don Fernando y a su hijo don Sancho, y finalmente a su amigo y vecino el abad de Arlanza, en 1072. Las fuerzas de su cuerpo se rendían al peso de sus 72 años, tan cargados de fatigas; su cuerpo, necesitaba el apoyo de aquel báculo sencillo de avellano, que aún se conserva en el Monasterio como preciosa reliquia. Su espíritu se mantenía firme y sereno, pero las fatigas del otoño de 1073, después de los últimos esfuerzos para la distribución de las cosechas, le rindieron del todo y cayó enfermo. Santo Domingo, murió el viernes 20 de diciembre de 1073.


Oremos

Señor, que la intercesión del bienaventurado Domingo, abad, nos haga agradables a vuestros ojos, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.