martes, 2 de junio de 2020

MEMORIA SANTOS CARLOS LWANGA Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

03 de Junio


    Los Padres Blancos evangelizaron en África en el siglo XIX. Los primeros conversos instruyeron y guiaron a los más nuevos creciendo la comunidad rápidamente. Inicialmente no había problemas con el rey pero al ver que interfería en su estilo de vida y modo de gobierno comenzaron las represalias.

    José Mkasa era el lider de la comunidad católica, quien tenía a su cargo una comunidad de 200 miembros. El rey mandó a que mataran a José, mientras sus verdugos le amarraban las manos, él les dijo: "Un Cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir". Lo quemaron el 15 de Noviembre de 1885.

    Los cristianos lejos de atemorizarse, continuaron con sus actividades. Carlos Lwanga, favorito del rey, reemplazó a José como jefe de la comunidad cristiana. Sus oraciones lograron que el rey desistiera de las persecuciones por seis meses.

    En mayo del año siguiente, estalló la tempestad. Los cristianos fueron capturados y llamados ante el rey. Este les preguntó si tenían la intención de seguir siendo cristianos, "!Hasta la muerte!", respondieron ellos al unísono. El rey ordenó que la ejecución se haga en un lugar llamado Namugongo, a 60 kms de distancia. Uno de los jóvenes era el hijo del verdugo. Éste le rogó para que se escapara, pero no fue aceptada su propuesta. A tres de los jóvenes mártires se les quitó la vida cuando iban por el camino; los restantes fueron encerrados por siete días en la prisión de Namugongo, bajo condiciones infrahumanas.

    El 3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron sacados de la prisión; envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les prendió fuego. Al hijo del verdugo le dieron un golpe en la cabeza para que no sufriera al ser quemado. Murieron proclamando el nombre de Jesús y diciendo: "Pueden quemar nuestros cuerpos pero no pueden dañar nuestras almas". Carlos Lwanga (21 años), Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron beatificados el 6 de Junio de 1920 por el Papa Benito XV.

Ésto fue lo que escribió para su beatificación

    "Quién fue el que primero introdujo en Africa la fe cristiana se disputa aún; pero consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquella región a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires. Entre éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos, que en Cartago, siendo procónsul Publio Vigellio Saturnino, derramaron su sangre por Cristo, de las preguntas escritas para el juicio, que hoy felizmente se conservan, se deduce con qué constancia, con qué generosa sencillez de ánimo respondieron al procónsul y profesaron su fe. Justo es también recordar los Potamios, Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y "muchos hermanos mártires" que las Actas enumeran de manera general, aparte de los mártires aticenses, conocidos también con el nombre de "masas cándidas", o porque fueron quemados con cal viva, como narra Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su causa, como parece opinar Agustín. Pero poco después, primero los herejes, después los vándalos, por último los mahometanos, de tal manera devastaron y asolaron el África cristiana que la que tantos ínclitos héroes ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas sedes episcopales y había congregado tantos concilios para defender la fe y la disciplina, ella, perdido el sentido cristiano, se viera privada gradualmente de casi toda su humanidad y volviera a la barbarie." El 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, tú haces que la sangre de los mártires se convierta en semilla de nuevos cristianos; concédenos que el campo de tu Iglesia, fecundo por la sangre de san Carlos Luanga y de sus compañeros, produzca continuamente, para gloria tuya, abundante cosecha de cristianos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén 

TEOLOGÍA DEL CUERPO

Visión del Papa Juan Pablo II sobre el amor humano

LA SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO Y LA REDENCIÓN DEL CUERPO
Audiencia General 27 de octubre de 1982

1. El texto de la Carta a los Efesios (5, 22-23) habla de los sacramentos de la Iglesia -y en particular del Bautismo y de la Eucaristía-, pero sólo de modo indirecto y en cierto sentido alusivo, desarrollando la analogía del matrimonio con referencia a Cristo y a la Iglesia. Y así leemos primeramente que Cristo, el cual «amó a la Iglesia y se entregó por ella» (5, 25), hizo esto «para santificarla, purificándola, mediante el lavado del agua con la palabra» (5, 26). Aquí se trata, sin duda, del sacramento del Bautismo, que por institución de Cristo se confiere desde el principio a los que se convierten. Las palabras citadas muestran con gran plasticidad de qué modo el Bautismo saca su significado esencial y su fuerza sacramental del amor nupcial del Redentor, en virtud del cual se constituye sobre todo la sacramentalidad de la Iglesia misma, sacramentum magnum. Quizá se pueda decir lo mismo también de la Eucaristía, que da la impresión de estar indicada por las palabras siguientes sobre el alimento del propio cuerpo, que cada uno de los hombres nutre y cuida «como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su Cuerpo» (5, 29-30). En efecto. Cristo nutre a la Iglesia con su Cuerpo precisamente en la Eucaristía.

2. Sin embargo, se ve que ni el primero ni en el segundo caso podemos hablar de un tratado de sacramentos ampliamente desarrollado. Tampoco se puede hablar de ello cuando se trata del sacramento del matrimonio como uno de los sacramentos de la Iglesia. La Carta a los Efesios, expresando la relación nupcial de Cristo con la Iglesia, permite comprender que, basándonos en esta relación, la Iglesia misma es el «gran sacramento», el nuevo signo de la Alianza y de la gracia, que hunde sus raíces en la profundidad del sacramento de la redención, lo mismo que de la profundidad del sacramento de la creación brotó el matrimonio, signo primordial de la Alianza y de la gracia. El autor de la Carta a los Efesios proclama que ese sacramento primordial Se realiza de modo nuevo en el «sacramento» de Cristo y de la Iglesia. Incluso por esta razón el Apóstol, en el texto «clásico» de Ef 5, 21-33, se dirige a los esposos a fin de que estén «sujeto, los unos a los otros en el temor de Cristo» (5, 21) y modelen su vida conyugal fundándola sobre el sacramento instituido desde el «principio» por el Creador: sacramento que halló su definitiva grandeza y santidad en la alianza nupcial de gracia entre Cristo y la Iglesia.

3. Aunque la Carta a los Efesios no hable directa e inmediatamente del matrimonio como de uno de los sacramentos de la Iglesia, sin embargo la sacramentalidad del matrimonio queda particularmente confirmada y profundizada en ella. En el «gran sacramento» de Cristo y de la Iglesia los esposos cristianos están llamados a modelar su vida y su vocación sobre el fundamento sacramental.

4. Después del análisis del texto clásico de El 5, 21-33, dirigido a los esposos cristianos, donde Pablo les anuncia el «gran misterio» (sacramentum magnum) del amor nupcial de Cristo y de la Iglesia, es oportuno retornar a las significativas palabras del Evangelio, que ya hemos sometido anteriormente a análisis, viendo en ellas los enunciados-clave para la teología del cuerpo. Cristo pronuncia estas palabras, por decirlo así, desde la profundidad divina de la «redención del cuerpo» (Rom 8, 23). Todas estas palabras tienen un significado fundamental para el hombre, precisamente dado que él es cuerpo, en cuanto es varón y mujer. Tienen un significado para el matrimonio, donde el hombre y la mujer se unen de tal manera que vienen a ser «una sola carne», según la expresión del libro del Génesis (2, 24), aunque, al mismo tiempo, las palabras de Cristo indiquen también la vocación a la continencia «por el reino de los cielos» (Mt 19, 12).

5. En cada uno de estos caminos «la redención del cuerpo» no es sólo una gran esperanza de los que poseen «las primicias del Espíritu» (Rom 8, 23), sino también un manantial permanente de esperanza de que la creación será «liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios» (ib. 8, 21). Las palabras de Cristo, pronunciadas desde la profundidad divina del misterio de la redención, y de la «redención del cuerpo», llevan en sí el fermento de esta esperanza: les abren la perspectiva tanto en la dimensión escatológica, como en la dimensión de la vida cotidiana. Efectivamente, las palabras dirigidas a los oyentes inmediatos se dirigen a la vez al hombre «histórico» de los diversos tiempos y lugares. Precisamente ese hombre que posee «las primicias del Espíritu... gime... suspirando por la redención del... cuerpo» (ib., 8, 23). En el se centra también la esperanza «cósmica» de toda la creación, que en él, en el hombre, «espera con impaciencia la manifestación de los hijos de Dios» (ib., 8, 19).

6. Cristo conversa con los fariseos que le preguntan: «¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa?» (Mt 19, 3); le preguntan de este modo, precisamente porque la ley atribuida a Moisés admitía el llamado «libelo de repudio» (Dt 24, 1). La respuesta de Cristo es ésta: «¿No habéis leido que al principio el Creador los hizo varón y mujer? Y dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Mt 19, 4-6). Si luego se trata del «libelo de repudio», Cristo responde así: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así. Y yo digo que quien repudia a su mujer (salvo caso de adulterio) y se casa con otra, adultera» (ib., 19, 8-9). «El que se casa con la repudiada por el marido, comete adulterio» (Lc 16, 18).

7. El horizonte de la «redención del cuerpo» se abre con estas palabras, que constituyen la respuesta a una pregunta concreta de carácter jurídico-moral; se abre, ante todo, por el hecho de que Cristo se coloca en el plano de ese sacramento primordial que sus interlocutores heredan de modo singular, puesto que heredan también la revelación del misterio de la creación, encerrada en los primeros capítulos del libro del Génesis.

Estas palabras contienen a la vez una respuesta universal, dirigida al hombre «histórico» de todos los tiempos y lugares, porque son decisivas para el matrimonio y para su indisolubilidad; efectivamente, se remiten a lo que es el hombre, varón y mujer, como ha venido a ser de modo irreversible por el hecho de ser creado «a imagen y semejanza de Dios»: el hombre que no deja de ser tal incluso después del pecado original, aun cuando este le haya privado de la inocencia original y de la justicia. Cristo que, al responder a la pregunta de los fariseos, hace referencia al «principio» parece subrayar de este modo particularmente el hecho de que El habla desde la profundidad del misterio de la redención, y de la redención del cuerpo. La redención, en efecto, significa como una «nueva creación», significa la apropiación de todo lo que es creado: para expresar en la creación la plenitud de justicia, equidad y santidad designada por Dios, y para expresar esa plenitud sobre todo en el hombre, creado como varón y mujer, «a imagen de Dios».


Así, en la óptica de las palabras de Cristo, dirigidas a los fariseos, sobre lo que era el matrimonio «desde el principio», volvemos a leer el texto clásico de la Carta a los Efesios (5, 22-33) como testimonio de la sacramentalidad del matrimonio, basada en el «gran misterio» de Cristo y de la Iglesia.

lunes, 1 de junio de 2020

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



    Qué poco meditamos de la compasión de Cristo por los hombres! Cuántos pasajes del Evangelio lo muestran, sobre todo aquel que prefigura la Eucaristía: “Tuvo compasión de aquella muchedumbre hambrienta”. Sabemos que Él desea que todos los hambrientos de justicia, de paz y de amor vayan a saciarse en el Pan de la Eucaristía. No olvides el hambre que Jesús tiene de que tengan hambre de Él.

Reflexiona

    Qué dolor para el Corazón de Jesús poner la mesa de la Eucaristía y no tener comensales, o tenerlos desganados o desagradecidos.

EVANGELIO - 02 de Junio - San Marcos 12,13-17

    Epístola II Carta de San Pedro 3,12-15a.17-18.

    Esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego.
    Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.
    Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
    Tengan en cuenta que la paciencia del Señor es para nuestra salvación, como les ha escrito nuestro hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada.
    Hermanos míos, ustedes están prevenidos. Manténganse en guardia, no sea que, arrastrados por el extravío de los que hacen el mal, pierdan su firmeza.
    Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria, ahora y en la eternidad!


Salmo 90(89),2.3-4.10.14.16.

Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo,
desde siempre y para siempre, tú eres Dios.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,

con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.

Nuestra vida dura apenas setenta años,
y ochenta, si tenemos más vigor:
en su mayor parte son fatiga y miseria,
porque pasan pronto, y nosotros nos vamos.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que tu obra se manifieste a tus servidores,
y que tu esplendor esté sobre tus hijos.


    Evangelio según San Marcos 12,13-17.

    Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones.
    Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?".
    Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario".
    Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César".
    Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Junio - "En Cristo, Dios nos hace pasar de ser su imagen a ser sus semejantes"


San Pedro Crisólogo obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia Sermón 148, Sobre el misterio de la Encarnación

En Cristo, Dios nos hace pasar de ser su imagen a ser sus semejantes 

    Hombre, ¿por qué te desprecias de tal manera siendo así que eres tan precioso a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras hasta tal punto, siendo así que Dios te honra a través del nacimiento de Cristo en nuestra carne? ¿Por qué buscas con tanto empeño cómo has sido hecho y no buscas con qué finalidad has sido hecho? ¿Acaso toda esta morada del mundo que tú contemplas no ha sido hecha para ti? Es por ti que la luz se expande y disipa las tinieblas, es por ti que la noche tiene sus reglas, por ti que el día tiene sus medidas; es por ti que el cielo irradia los diversos esplendores del sol, de la luna y de las estrellas; por ti que la tierra está esmaltada de flores, árboles y frutos; por ti que ha sido creada esta multitud impresionante de animales en el aire, en los campos, el agua tan bella para que una lúgubre soledad no malogre el gozo de un mundo nuevo... Además, el Creador busca qué es lo que puede añadir a tu dignidad: pone en ti su imagen (Gn 1,27), a fin de que esta imagen visible haga presente en la tierra al Creador invisible, y te confía la gerencia de los bienes terrestres, para que no se le escape al representante del Señor un tan amplio dominio ... Y lo que Dios ha hecho en ti por su poder, ha tenido la bondad de asumirlo él mismo; ha querido manifestarse verdaderamente en el hombre en quien, hasta entonces, no se había hecho presente más que en imagen. Ha dado al hombre poder ser en realidad lo que hasta entonces había sido tan sólo una simple semejanza. Cristo, pues, nace para devolver toda su integridad a la naturaleza caída.

SANTORAL - SANTOS MARCELINO Y PEDRO, MÁRTIRES

02 de Junio


    San Marcelino, presbítero, y san Pedro, exorcista, mártires, acerca de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, durante la persecución bajo Diocleciano, condenados a muerte y conducidos al lugar del suplicio, fueron obligados a cavar su propia tumba y después degollados y enterrados ocultamente, para que no quedase rastro suyo, pero más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus santos restos a Roma, en la vía Labicana, dándoles digna sepultura en el cementerio «ad Duas Lauros».

    Marcelino y Pedro se encuentran entre los Santos romanos que se conmemoran diariamente en el canon de la Misa. Marcelino era sacerdote en Roma durante el reinado de Diocleciano, mientras que Pedro según se afirma, ejercía el exorcismo.

    Uno de los relatos que habla de la «pasión» de estos mártires, cuenta que fueron aprehendidos y arrojados a la prisión, donde mostraron un celo extraordinario en alentar a los fieles cautivos y catequizar a los paganos. Marcelino y Pedro, fueron condenados a muerte por el magistrado Sereno o Severo, quien ordenó que se les condujera en secreto a un bosque llamado Selva Negra para que nadie supiera el lugar de su sepultura.

    Allí se les cortó la cabeza. Sin embargo, el secreto se divulgó, tal vez por el mismo verdugo que posteriormente se convirtió al Cristianismo. Dos piadosas mujeres exhumaron los cadáveres y les dieron correcta sepultura en la catacumba de San Tiburcio, sobre la Vía Lavicana. El emperador Constantino mandó edificar una Iglesia sobre la tumba de los mártires y, en el año 827, el Papa Gregorio IV donó los restos de estos Santos a Eginhard, hombre de confianza de Carlomagno, para que las reliquias fueran veneradas. 
Finalmente, los cuerpos de los mártires descansaron en el monasterio de Selingestadt, a unos 22 Km de Francfort. Durante esta traslación, cuentan algunos relatos, ocurrieron numerosos milagros.

Oremos

    Señor, tú has hecho del glorioso testimonio de tus mártires San Marcelino y San Pedro nuestra protección y defensa; concédenos la gracia de seguir sus ejemplo y de vernos continuamente sostenidos por su intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén 

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


CAPÍTULO QUINTO 
LA FAMILIA CÉLULA VITAL DE LA SOCIEDAD 

III. LA SUBJETIVIDAD SOCIAL DE LA FAMILIA 


a) El amor y la formación de la comunidad de personas

226 La Iglesia no abandona a su suerte aquellos que, tras un divorcio, han vuelto a contraer matrimonio. La Iglesia ora por ellos, los anima en las dificultades de orden espiritual que se les presentan y los sostiene en la fe y en la esperanza. Por su parte, estas personas, en cuanto bautizados, pueden y deben participar en la vida de la Iglesia: se les exhorta a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad a favor de la justicia y de la paz, a educar a los hijos en la fe, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar así, día a día, la gracia de Dios.

La reconciliación en el sacramento de la penitencia, —que abriría el camino al sacramento eucarístico— puede concederse sólo a aquéllos que, arrepentidos, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que ya no esté en contradicción con la indisolubilidad del matrimonio.

Actuando así, la Iglesia profesa su propia fidelidad a Cristo y a su verdad; al mismo tiempo, se comporta con ánimo materno para con estos hijos suyos, especialmente con aquellos que sin culpa suya, han sido abandonados por su cónyuge legítimo. La Iglesia cree con firme convicción que incluso cuantos se han apartado del mandamiento del Señor y persisten en ese estado, podrán obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.

domingo, 31 de mayo de 2020

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¿Por qué junio es el Mes del Sagrado Corazón de Jesús?


    La Iglesia Católica dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, para que los fieles veneren, honren e imiten más intensamente el amor generoso y fiel de Cristo por todas las personas.

    Es un mes donde se le demuestra a Jesús a través de las obras cuánto se le ama, correspondiendo a su gran amor demostrado al entregarse a la muerte por sus hijos, quedándose en la Eucaristía y enseñando el camino a la vida eterna.

    Sobre esta fiesta, el Papa Benedicto XVI afirmó que "al ver el corazón del Señor, debemos de mirar el costado traspasado por la lanza, donde resplandece la inagotable voluntad de salvación por parte de Dios, no puede considerarse culto pasajero o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del "corazón traspasado" su expresión histórico-devocional, la cual sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios".

    La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.

    El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor." Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

Fuente: AICA

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



    Corazón Eucarístico de Cristo, haz que en este mes dedicado a tu amor encendido por nosotros, podamos comprender todo lo que nos das estando en la Eucaristía. Haz también que podamos saborear aquellas palabras tuyas: Venid a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré", como si estuvieras diciendo: Tu te sientes enfermo, yo te puedo curar; triste, yo te puedo consolar; mendigo, yo te puedo enriquecer; pecador, yo te puedo perdonar. 
¡Qué pobreza la nuestra! ¡Habiendo un Corazón que tanto nos ama no vamos a su encuentro!
Reflexiona 

    ¿Conocen un corazón que dé, y que se dé tanto, sabiendo que recibirá a cambio tal ingratitud, olvido e indiferencia?

EVANGELIO - 01 de Junio - San Marcos 12,1-12



    Epístola II Carta de San Pedro 1,2-7.

    Lleguen a ustedes la gracia y la paz en abundancia, por medio del conocimiento de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor.
    Su poder divino, en efecto, nos ha concedido gratuitamente todo lo necesario para la vida y la piedad, haciéndonos conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia gloria.
    Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de los malos deseos.
    Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud, el conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraternal, y al espíritu fraternal, el amor.


Salmo 91(90),1-2.14-15ab.15c-16.

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

“Él se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé.

Estaré con él en el peligro
lo defenderé y lo glorificaré
le haré gozar de una larga vida
y le haré ver mi salvación”.


    Evangelio según San Marcos 12,1-12.

    Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
    A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.
    Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
    De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.
    Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
    Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: 'Respetarán a mi hijo'.
    Pero los viñadores se dijeron: 'Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra'.
    Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
    ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
    ¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?".
    Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 01 de Junio - «Agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña»


       San Juan Crisóstomo - Sobre la Segunda Carta a los Corintios: ¿Acaso hay un amor más grande?

«Agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña» 

    "Cristo nos confió el ministerio de la reconciliación " (2Co 5,18). Pablo destaca la grandeza de los apóstoles mostrándonos qué ministerio les ha sido confiado, al mismo tiempo que manifiesta el amor con que Dios nos amó. Después de que los hombres se hubieran negado a escuchar al que les había enviado, Dios no hizo estallar su cólera, no les rechazó. Sino que persiste en llamarlos por sí mismo y por los apóstoles... "Dios puso en nuestra boca la palabra de la reconciliación " (v. 19). Venimos pues, no para una obra penosa, sino para hacer a todos los hombres amigos de Dios. Ya que no escucharon, nos dice el Señor, continúa exhortándolos hasta que alcancen la fe. Por eso Pablo añade: "Somos embajadores Cristo; es Dios mismo quien os llama por nuestro medio. Os suplicamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios "...

    ¿Qué podríamos comparar con un amor tan grande? Después de que hemos pagado sus bienes con ultrajes, lejos de castigarnos, nos dio a su Hijo para reconciliarnos con él. Entonces, lejos de querer reconciliarse, los hombres lo mataron. Dios envió a otros embajadores para exhortarlos y, después de eso, él mismo se hace súplica por ellos. Siempre nos pedía: "Reconciliaos con Dios". No dice: "Que se reconcilie Dios con vosotros". No es él quien nos rechaza; somos nosotros los que nos negamos a ser sus amigos. ¿Acaso Dios puede anidar un sentimiento de odio?

SANTORAL - SAN JUSTINO

01 de Junio


    Memoria de san Justino, mártir, que, como filósofo que era, siguió íntegramente la auténtica sabiduría conocida en la verdad de Cristo y la confirmó con sus costumbres, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido al prefecto Rústico, ante quien se declaró cristiano, siendo condenado a la pena capital.

    San Justino tenía 30 años cuando se convirtió al cristianismo. Recorrió varios países discutiendo con los paganos, los herejes y los judíos sobre la fe. Los escritos de Justino mártir que han llegado completos hasta nosotros son las dos Apologías y el Diálogo con Trifón. En la primera Apología, San Justino protesta contra la condenación de los cristianos por razón de su religión o de falsas acusaciones.

    En ella fundamenta que es injusto acusarlos de ateísmo y de inmoralidad, ya que son ciudadanos pacíficos, cuya lealtad al emperador se basa en sus mismos principios religiosos.- La segunda Apología es un apéndice de la primera. En su tercer libro, el mártir hace una defensa del cristianismo en contraste con el judaísmo, bajo la forma de diálogo con un judío llamado Trifón. San Justino se negó a la orden dada por Crescencio de ofrecer sacrificios a los ídolos y, confesando valientemente a Cristo, fue condenado por el juez a morir decapitado. “La oración y la acción de gracias son lo que más agrada a Dios"

Oremos

    Dios nuestro, que enseñaste a San Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.