jueves, 16 de abril de 2020

SANTORAL - SANTA KATERI TEKAKWITHA

17 de Abril


    Kateri Tekakwitha (1656-1680), laica, india de América del Norte (Estados Unidos y Canadá), llamada también “lirio de los Mohawks”, muerta tres años después de su bautismo.

    La América norteamericana ya tiene su santa india. Una figura extraordinaria llena de encanto, testigo de lo que la gracia divina hace en quien, con toda la inocencia de una juventud incontaminada, se deja llevar por su impulso. Kateri Tekakwitha vivió mucho en pocos años. Murió consagrada a Dios a los 24 años.

    En el inmenso territorio descubierto en el siglo XVI, se establecieron poco a poco colonias de todas las procedencias, ambicionando establecerse en aquellas grandes praderas. En medio de la presencia holandesa y luego inglesa, vivió una joven india mohawk.

    La santa ha realizado muchos milagros privados. La conocida como “el lirio de los mohawks” tiene su santuario nacional en Fonda, Nueva York. Fue fundado en honor de Kateri, en el lugar donde fue bautizada el domingo de Pascua, 5 de abril de 1676, y aquí vivió sus años de adolescencia.

    Kateri nació en 1656 de una madre algonquina cristiana --raptada por los iroqueses y casada con un jefe mohawk--, en la aldea fortificada de Mohawk Canaouaga u Ossernenon (moderna Auriesville), en el actual estado de Nueva York.

    Cuando sólo tenía cuatro años, quedó huérfana, debido a una epidemia de viruela. Kateri sobrevivió pero quedó marcada de cicatrices y con una visión reducida. Kateri fue apodada "tekakwitha", que significa "la que choca contra las cosas". Fue acogida por su tío, que se oponía duramente a la evangelización.

    Cuando Kateri tenía diez años, en 1666, una partida de guerra compuesta de soldados franceses e indios hostle de Canadá destruyó las fortalezas mohawk en la orilla sur del río Mohawk. Los mohawks supervivientes se trasladaron a la parte norte del río. Kateri vivió en Caughnawaga, sede del actual santuario, los siguientes diez años.

    Cuando tenía 18 años, inició la catequesis en secreto y finalmente su tío dio su consentimiento para que se convirtiera al cristianismo, a condición de saliera del pueblo indio. Tras caminar unos 320 kilómetros por el bosque hasta llegar a Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal, en 1677. El asentamiento indio era conocido como Kahnawake, al otro lado del río San Lorenzo, fue denominado "El pueblo de los indios que rezan".

    El día de Navidad de 1677, Kateri hizo la primera comunión y, en la Fiesta de la Anunciación de 1679, hizo voto de virginidad perpetua. Se ofreció a la Santísima Virgen María para que la aceptara como hija. En los últimos años de su vida, soportó un gran sufrimiento por una enfermedad grave. Murió el 17 de abril de 1680, poco antes de cumplir 24 años, y fue enterrada en Kahnawake, Quebec, Canadá. Sus palabras finales fueron: "Jesús, María, os amo".

Oremos

    Señor Dios, Tú llamaste a la virgen Santa Kateri, para brillar en el pueblo indio americano como un ejemplo de la inocencia de la vida. A través de su intercesión, todos los pueblos de toda raza, lengua y nación, después de haber sido recogido en tu iglesia, proclamemos tu grandeza en un canto de alabanza. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL CHRISTUS VIVIT



Capítulo quinto
Caminos de juventud


Sendas de fraternidad

163. Tu desarrollo espiritual se expresa ante todo creciendo en el amor fraterno, generoso, misericordioso. Lo decía san Pablo: «Que el Señor los haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos» (1 Ts 3,12). Ojalá vivas cada vez más ese “éxtasis” que es salir de ti mismo para buscar el bien de los demás, hasta dar la vida.

164. Cuando un encuentro con Dios se llama “éxtasis”, es porque nos saca de nosotros mismos y nos eleva, cautivados por el amor y la belleza de Dios. Pero también podemos ser sacados de nosotros mismos para reconocer la belleza oculta en cada ser humano, su dignidad, su grandeza como imagen de Dios e hijo del Padre. El Espíritu Santo quiere impulsarnos para que salgamos de nosotros mismos, abracemos a los demás con el amor y busquemos su bien. Por lo tanto, siempre es mejor vivir la fe juntos y expresar nuestro amor en una vida comunitaria, compartiendo con otros jóvenes nuestro afecto, nuestro tiempo, nuestra fe y nuestras inquietudes. La Iglesia ofrece muchos espacios diversos para vivir la fe en comunidad, porque todo es más fácil juntos.

165.
Las heridas recibidas pueden llevarte a la tentación del aislamiento, a replegarte sobre ti mismo, a acumular rencores, pero nunca dejes de escuchar el llamado de Dios al perdón. Como bien enseñaron los Obispos de Ruanda, «la reconciliación con el otro pide ante todo descubrir en él el esplendor de la imagen de Dios […]. En esta óptica, es vital distinguir al pecador de su pecado y de su ofensa, para llegar a la verdadera reconciliación. Esto significa que odies el mal que el otro te inflige, pero que continúes amándolo porque reconoces su debilidad y ves la imagen de Dios en él».

166. A veces toda la energía, los sueños y el entusiasmo de la juventud se debilitan por la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros problemas, sentimientos heridos, lamentos y comodidades. No dejes que eso te ocurra, porque te volverás viejo por dentro, y antes de tiempo. Cada edad tiene su hermosura, y a la juventud no pueden faltarle la utopía comunitaria, la capacidad de soñar unidos, los grandes horizontes que miramos juntos.

167. Dios ama la alegría de los jóvenes y los invita especialmente a esa alegría que se vive en comunión fraterna, a ese gozo superior del que sabe compartir, porque «hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35) y «Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo, ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros: «Alégrense con los que están alegres» (Rm 12,15). Que la espontaneidad y el impulso de tu juventud se conviertan cada día más en la espontaneidad del amor fraterno, en la frescura para reaccionar siempre con perdón, con generosidad, con ganas de construir comunidad. Un proverbio africano dice: «Si quieres andar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, camina con los otros». No nos dejemos robar la fraternidad.

Instrucciones para el rezo de la Novena a la Virgen de Guadalupe – Año 2020 – Basílica Ntra. Sra. de Guadalupe – Santa Fe



Día primero

    En este primer día de la Novena pedimos por los pobres y las víctimas de la inseguridad. Igualmente pedimos a nuestra Madre de Guadalupe que interceda por todos los que estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia y nos ayude a superarla.

Oración a la Virgen de Guadalupe frente al Coronavirus.



A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor 
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.


Acto Penitencial

+ Por no tener puesta nuestra prioridad en las necesidades de nuestros hermanos. Señor, ten piedad.

+ Por no valorar la vida y permitir que haya situaciones que excluyen a los que están solos, abandonados y postergados. Cristo, ten piedad.

+ Por no ser una comunidad atenta y servicial. Señor, ten piedad.

Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.

Texto de la Palabra de Dios:

Escuchamos un texto del Evangelio según san Lucas (Lc 1,26-33)


En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

Palabra del Señor.

Reflexión

¿Qué habrá hecho aquella casi niña, hace más de dos mil años, para que, aunque los libros de historia no hablen de ella, el pueblo la recuerde con tanto amor y admiración y la llame “la bendita entre todas las mujeres”?

La respuesta es simple: ella, como creyente, estuvo atenta a la Palabra, escuchó a Dios y se animó a responderle con un “sí”, grande y generoso. Aceptó con sencillez. Dios la encontró preparada para escucharlo. Él, que habla en el silencio del corazón, encontró su predisposición, su entrega sencilla y honda. Y ese es el misterio de María: saber escuchar, saber callar para Dios. Y desde su ser, preguntarse qué podía significar aquel saludo… Esa “personita”, insignificante para el contexto de su época, por ser mujer y pobre, nos legó una enseñanza esencial, un camino de Fe: creer no implica aceptar todo a ciegas, no es dejar que otros piensen lo que es responsabilidad de uno discernir. Creer es abrir el alma a la escucha, es cultivar el silencio reflexivo.

En base a la lectura de la Palabra de Dios y a esta reflexión pensemos en un propósito personal.

Oración final a la Virgen de Guadalupe



Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.

miércoles, 15 de abril de 2020

EVANGELIO - 16 de Abril - San Lucas 24,35-48


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,11-26.

    Como el paralítico que había sido curado no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que estaban en el pórtico de Salomón.
    Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: "Israelitas, ¿de qué se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre?
    El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad.
    Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. 
Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
    Por haber creído en su Nombre, ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza al que ustedes ven y conocen. Esta fe que proviene de él, es la que lo ha curado completamente, como ustedes pueden comprobar.
    Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes.
    Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer.
    Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados."
    Así el Señor les concederá el tiempo del consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado para ustedes.
    El debe permanecer en el cielo hasta el momento de la restauración universal, que Dios anunció antiguamente por medio de sus santos profetas.
    Moisés, en efecto, dijo: El Señor Dios suscitará para ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes obedecerán a todo lo que él les diga.
    El que no escuche a ese profeta será excluido del pueblo.
    Y todos los profetas que han hablado a partir de Samuel, anunciaron también estos días.
    Ustedes son los herederos de los profetas y de la Alianza que Dios hizo con sus antepasados, cuando dijo a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra.
    Ante todo para ustedes Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se aparte de sus iniquidades".


Salmo 8,2a.5.6-7.8-9.

¡Señor, nuestro Dios,
¿Qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos.
Todo lo pusiste bajo sus pies.
Todos los rebaños y ganados,

y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.


    Evangelio según San Lucas 24,35-48.


    Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
    Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
    Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
    Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. 
Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
    Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
    Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
    Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.
    Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
    Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
    Ustedes son testigos de todo esto."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Abril - «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?»


       San Agustín, Sermón 238 -  Homilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia

«¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?» 

    Este pasaje del Evangelio… nos muestra verdaderamente quién es Cristo y verdaderamente quién es la Iglesia, para que comprendamos bien a qué Esposa este divino Esposo escogió y quién es el Esposo de esta Esposa santa. En esta página podemos leer su acta de matrimonio.

    Supiste que Cristo era el Verbo, la Palabra de Dios, unido a un alma humana y con un cuerpo humano. Aquí, los discípulos creyeron ver un espíritu; no creían que el Señor tenía un cuerpo verdadero. Pero como el Señor conocía el peligro de tales pensamientos, se apresura a arrancarlos de su corazón: «¿por qué estos pensamientos invaden vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies; tocad y ved que un espíritu no tiene carne ni hueso como vosotros veis que yo tengo». Y tú, a estos mismos pensamientos vanos, opón con firmeza la regla de fe que recibiste.

    Cristo es verdaderamente el Verbo, el Hijo único igual al Padre, unido a un alma verdaderamente humana y con un cuerpo verdadero limpio de todo pecado. Este es el cuerpo que murió, este cuerpo el que resucitó, este cuerpo el que fue clavado a la cruz, este cuerpo el que fue depositado en la tumba, este cuerpo el que está sentado en los cielos. Nuestro Señor quería persuadir a sus discípulos de que lo que veían, verdaderamente eran huesos y carne. ¿Por qué quiso convencerme de esta verdad? Porque sabía, hasta qué punto es para mí un bien creerlo y cuánto tenía que perder si no creía en esto. Creed pues, también vosotros:¡Este es el Esposo!

    Escuchemos ahora, lo que dijo concerniente a la Esposa…: «Hacía falta que Cristo sufriera y que resucitara de entre los muertos al tercer día, y que se proclame en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén». He aquí la Esposa: la Iglesia extendida por toda la tierra, que acogió a todos los pueblos en su seno. Los apóstoles veían a Cristo y creían en la Iglesia, que no veían. Nosotros vemos la Iglesia; creamos pues en Jesucristo, que no vemos, y atándonos así a lo que vemos, alcanzaremos lo que todavía no vemos.

SANTORAL - SANTA BERNARDITA SOUBIROUS

16 de Abril


    Santa Bernardita Soubirous (1879). Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres pobres. En el bautismo le pusieron por nombre María Bernarda, pero todos la llamaban Bernardita.

    La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada.

    A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.

    Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. Bernardita a los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprender el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira.

    Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el día 11 de febrero. La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo. Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers.

    Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó. Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Duró quince años de religiosa.

    Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo.

    El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Qué hermosa era! " Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.

    A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. El 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío XI la declaró santa.

Oremos

    ¡Oh bienaventurada Bernardita! Acuérdate que la Virgen te dijo en la Gruta: "Ruega por los pecadores", para que se conviertan y hagan penitencia. Ruega por mí, pecador, para que Dios perdone mis pecados. Ruega por mí a María Inmaculada, pues confío en que te concederá cuanto le pidas, porque fuiste su confidente en la Gruta de Lourdes. Así como Ella te prometió "hacerte feliz en el otro mundo", te concederá que hagas felices a los que devotamente acudan a ti. A ti, pues, acudo humildemente, suplicándote no me dejes ni me abandones hasta verme contigo en el cielo. Amén.

EL CANON DE LA ESCRITURAS

ANTIGUO TESTAMENTO


Su vida

    No sabemos cuándo nació. Probablemente en su infancia y juventud conoció algo de la reforma de Josías, de su muerte trágica, de la caída de Nínive y del ascenso del nuevo imperio babilónico. Siendo de familia sacerdotal, recibiría su formación en el templo, donde debió oficiar hasta el momento del destierro. Es en el destierro donde recibe la vocación profética.
    Su actividad se divide en dos etapas con un corte violento. La primera dura unos siete años, hasta la caída de Jerusalén; su tarea en ella es destruir sistemáticamente toda esperanza falsa; denunciando y anunciando hace comprender que es vano confiar en Egipto y en Sedecías, que la primera deportación es sólo el primer acto, preparatorio de la catástrofe definitiva. La caída de Jerusalén sella la validez de su profecía.
    Viene un entreacto de silencio forzado, casi más trágico que la palabra precedente. Unos siete meses de intermedio fúnebre sin ritos ni palabras, sin consuelo ni compasión.
    El profeta comienza la segunda etapa pronunciando sus oráculos contra las naciones: a la vez que socava toda esperanza humana en otros poderes, afirma el juicio de Dios en la historia. Después comienza a rehacer una nueva esperanza, fundada solamente en la gracia y la fidelidad de Dios. Sus oráculos precedentes reciben una nueva luz, los completa, les añade nuevos finales y otros oráculos de pura esperanza.

Autor del libro 

    Lo que hoy conocemos como libro de Ezequiel no es enteramente obra del profeta, sino también, de su escuela. Por una parte, se le incorporan bastantes adiciones: especulaciones teológicas, fragmentos legislativos al final, aclaraciones exigidas por acontecimientos posteriores; por otra, con todo ese material se realiza una tarea de composición unitaria de un libro.
   Su estructura es clara en las grandes líneas y responde a las etapas de su actividad: hasta la caída de Jerusalén (1–24); oráculos contra las naciones (25–32); después de la caída de Jerusalén (33–48). Esta construcción ofrece el esquema ideal de amenaza-promesa, tragedia-restauración. Sucede que este esquema se aplica también a capítulos individuales, por medio de adiciones o trasponiendo material de la segunda etapa a los primeros capítulos; también se traspone material posterior a los capítulos iniciales para presentar desde el principio una imagen sintética de la actividad del profeta.
    El libro se puede leer como una unidad amplia, dentro de la cual se cobijan piezas no bien armonizadas: algo así como una catedral de tres naves góticas en la que se han abierto capillas barrocas con monumentos funerarios y estatuas de devociones limitadas.


Mensaje religioso 

    La lectura del libro nos hace descubrir el dinamismo admirable de una palabra que interpreta la historia para re-crearla, el dinamismo de una acción divina que, a través de la cruz merecida de su pueblo, va a sacar un puro don de resurrección. Este mensaje es el que hace a Ezequiel el profeta de la ruina y de la reconstrucción cuya absoluta novedad él solo acierta a barruntar en el llamado «Apocalipsis de Ezequiel» , donde contempla el nuevo reino del Señor y al pueblo renovado reconociendo con gozo al Señor en Jerusalén, la ciudad del templo.
    El punto central de la predicación de Ezequiel es la responsabilidad personal que llevará a cada uno a responder de sus propias acciones ante Dios. Y estas obras que salvarán o condenarán a la persona están basadas en la justicia hacia el pobre y el oprimido. En una sociedad donde la explotación del débil era rampante, Ezequiel se alza como el defensor del hambriento y del desnudo, del oprimido por la injusticia y por los intereses de los usureros. Truena contra los atropellos y los maltratos y llama constantemente a la conversión. Sin derecho y sin justicia no puede haber conversión.


Fuente: La BIBLIA de NUESTRO PUEBLO
Texto: LUIS ALONSO SCHÖKE

Instrucciones para el rezo de la Novena a la Virgen de Guadalupe – Año 2020 – Basílica Ntra. Sra. de Guadalupe – Santa Fe



* Para rezarla en familia o en grupo...


* Para compartirla con los ancianos y enfermos de nuestras familias que aman a la Virgen y necesitan de una manera especial su amor maternal...


Para Todos Los Días

* Nos ponemos en presencia de Dios haciendo la señal de la cruz.

* Recordamos la intención por la que rezamos cada día de la Novena.

* Hacemos la Oración Inicial: Oración a Ntra. Sra. de Guadalupe frente al Coronavirus:


A ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta pandemia
que afecta a todo el mundo.
Cúbrenos con tu manto, líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas y prioridades
para prevenir y ayudar a toda la población,
en particular a quienes son más vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentra en duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas
y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo para hallarle sentido redentor 
y salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.


* Pedimos perdón a Dios para que, reconciliados, podamos rezar unidos como hermanos. (Rezamos: "Yo confieso", "Señor, ten piedad...).

* Rezamos el Santo Rosario o los misterios que podamos.

* Leemos un texto de la Palabra de Dios.

* Reflexionamos con el texto propuesto.

* En base a la reflexión podemos expresar un propósito personal.

* Rezamos la oración a la Virgen de Guadalupe:


Madre y Reina de Guadalupe,
que nos cuidas y nos acompañas,
que estás siempre entre nosotros,
enséñanos a vivir como tus hijos
imitando a Jesús.
Bendice todas nuestras buenas intenciones,
bendice nuestro trabajo de cada día.
Cuida a nuestras familias,
Ampara a nuestros niños y jóvenes,
Sana a nuestros enfermos
y fortalece a nuestros ancianos.
Llévanos de tu mano a Jesús.
Amén.

* Terminamos con un canto a la Virgen

martes, 14 de abril de 2020

EVANGELIO - 15 de Abril - San Lucas 24,13-35


    Evangelio según San Lucas 24,13-35.

    Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
    En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
    Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
    Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
    El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
    "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
    Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
    Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
    Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
    Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
    ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
    Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
    Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
    Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
    Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
    Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
    Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
    En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
    Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 15 de Abril - "Sus ojos estaban ciegos y no eran capaces de reconocerlo"


         San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia - Homilía 23 sobre el Evangelio

«Sus ojos estaban ciegos y no eran capaces de reconocerlo»

    Acabáis de escucharlo, amados hermanos: dos discípulos de Jesús iban por el camino y aunque no creían en él, hablaban sin embargo de él. El Señor se les apareció sin presentárseles bajo una forma que pudieran reconocerle. Así es que el Señor llevó a cabo en lo exterior, a los ojos del cuerpo, lo que en ellos se realizaba en el interior, a los ojos del corazón. En el interior de sí mismos, los discípulos amaban y dudaban al mismo tiempo; en lo exterior el Señor se les hizo presente sin manifestarles que era él. A los que hablaban de él, les ofreció su presencia; pero a los que dudaban de él, les escondió su familiar aspecto que les hubiera permitido reconocerlo. Intercambió algunas palabras con ellos, les reprochó su lentitud en comprender, les explicó los misterios de la Santa Escritura que se referían a él. Y sin embargo, para el corazón de los discípulos, por su falta de fe, seguía siendo un extraño; hizo, pues, ademán de ir más lejos... La Verdad, siendo simple, nada hizo con doblez, sino que simplemente se manifestó a los discípulos en su cuerpo de la misma manera que estaba en su espíritu.

    A través de esta prueba el Señor quería ver si los que todavía no le amaban como Dios, al menos, eran capaces de amarle como viajero. La Verdad caminaba con ellos; ellos no podían, pues, permanecer extraños al amor: le ofrecieron hospitalidad como se hace con un viajero. Porque, por otra parte, nosotros decimos que le ofrecieron hospitalidad siendo así que está escrito: «Lo apremiaron». Este ejemplo nos muestra bien a las claras que no sólo debemos ofrecer hospitalidad a los viandantes, sino que debemos hacerlo de manera apremiante.

    Los discípulos, pues, ponen la mesa y ofrecen algo para comer; y Dios, a quien no habían reconocido durante la explicación de las Escrituras Santas, le reconocieron al partir el pan. No es, pues, escuchando los mandamientos de Dios que han sido iluminados sino poniéndolos en práctica.

SANTORAL - DAMIÁN DE MOLOKAI

15 de Abril


    «Fue un ángel en el infierno. Abrasado de amor a Cristo, por quien quiso sufrir y ser despreciado, no dudó en entregar su vida junto a los leprosos de Molokai haciendo de aquél lugar, cuajado de desdichas, un pequeño remanso del cielo»

    Ante su vida enmudecen las palabras. Porque este gran apóstol de la caridad, que no abandonó a sus queridos enfermos, murió como ellos dando un testimonio de entrega conmovedor. Vino al mundo en Tremelo, Bélgica, el 3 de enero de 1840. Tenía manifiesta vocación para ser misionero. En las manualidades infantiles incluía de forma predilecta la construcción de casas que recuerdan a las que ocupan los misioneros en la selva. Su hermana y él abandonaron el hogar paterno con el fin de hacerse ermitaños y vivir en oración. Para gozo de sus padres, la aventura terminó al ser descubiertos por unos campesinos.

    Cuando tenía edad suficiente para trabajar, ayudó a paliar la maltrecha economía doméstica empleado en tareas de construcción y albañilería. También sabía cultivar las tierras. Era un campesino, y ese noble rasgo se apreciaba en su forma de actuar y de hablar. Tenía por costumbre realizar la visita al Santísimo y un día, mientras se hallaba en su parroquia, escuchó el sermón de un redentorista que decía: «Los goces de este mundo pasan pronto... Lo que se sufre por Dios permanece para siempre... El alma que se eleva a Dios arrastra en pos de sí a otras almas... Morir por Dios es vivir verdaderamente y hacer vivir a los demás». En 1859 ingresó en la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Lovaina.

    Admiraba a san Francisco Javier y le pedía: «Por favor, alcánzame de Dios la gracia de ser un misionero como tú». La ocasión llegó al enfermar su hermano, el padre Pánfilo, religioso de la misma Orden, que estaba destinado a Hawai. Él iba a sustituirlo. A renglón seguido aquél sanó, favor que el santo agradeció a María en el santuario de Scherpenheuvel (Monteagudo). Ese día se despidió de sus padres a los que no volvería a ver. Inició el viaje en 1863. Fue una travesía complicada. Tuvo que hacer de improvisado enfermero asistiendo a los que se indisponían. Entre todos los pasajeros se fijó especialmente en el capitán del barco. Éste reconoció que nunca se había confesado, asegurando que con él habría estado dispuesto a hacerlo. Damián no pudo atenderle porque no era sacerdote, pero años después lo haría en una situación dramática inolvidable.

    Fue ordenado en Honolulu. Después, enviado a una pequeña isla de Hawai, su primera morada fue una modesta palmera. Allí construyó una humilde capilla que fue un remanso del cielo. Convirtió a casi todos los protestantes. Comenzó a asistir a los enfermos; les llevaba medicinas y consiguió devolver la salud a muchos. En esa primera misión advirtió la presencia de la lepra, una enfermedad considerada maldita, una de cuyas consecuencias era el destierro. Los enfermos del lugar eran deportados a Molokai donde permanecían completamente abandonados a su suerte. Sus vidas, mientras duraban, también iban carcomiéndose en medio de la podredumbre de las miserias y pecados. Enterado Damián de la existencia de ese gulag en el que yacían desasistidas tantas criaturas, rogó a su obispo monseñor Maigret que le autorizase a convivir con ellos. El prelado, aún estremecido por la petición, se lo permitió. Damián no era un irresponsable. Sabía de sobra a lo que se enfrentaba, y dejó clara la intención que le guiaba: «Sé que voy a un perpetuo destierro, y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo».

    Llegó a Molokai en 1873. Le recibió un enjambre de rostros mutilados. El lugar, calificado como un «verdadero infierno», estaba maniatado por desórdenes y vicios diversos, droga para asfixia de su desesperación. Le acogieron con alegría. Con él un rayo de esperanza atravesó de parte a parte la isla. No hubo nada que pudiera hacer, y que dejara al arbitrio. Lo tenía pensado todo. Puso en marcha diversas actividades laborales y lúdicas. Incluso creó una banda de música. Con su presencia desaparecieron los enfermos abandonados. A todos los atendía con paciencia y cariño; les enseñaba reglas de higiene y consiguió que, dentro de todo, fuese un lugar habitable. A la par enviaba cartas pidiendo ayuda económica, que iba llegando junto con alimentos y medicinas. Era sepulturero, carpintero de los ataúdes y fabricante de las cruces que recordaban a los fallecidos. Además, hacía frente a los temporales reconstruyendo las cabañas destruidas. El trato con los enfermos era tan natural que les saludaba dándoles la mano, comía en sus recipientes y fumaba en la pipa que le tendían. Iba llevando a todos a Dios.

    Las autoridades le prohibieron salir de la isla y tratar con los pasajeros de los barcos para evitar un contagio. Llevaba años sin confesarse y lo hizo en una lancha manifestando sus faltas a voz en grito al sacerdote que viajaba en el barco contenedor de las provisiones para los leprosos. Fue la única y la última confesión que hizo desde la isla. Un día se percató de que no tenía sensibilidad en los pies. Era el signo de que había contraído la lepra. Escribió al obispo:«Pronto estaré completamente desfigurado. No tengo ninguna duda sobre la naturaleza de mi enfermedad. Estoy sereno y feliz en medio de mi gente». Extrajo su fuerza de la oración y la Eucaristía: «Si yo no encontrase a Jesús en la Eucaristía, mi vida sería insoportable». Ante el crucifijo, rogó: «Señor. por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepté esta terrible realidad. La enfermedad me irá carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el cielo».

    Cuando la enfermedad se había extendido prácticamente por todo su cuerpo, llegó un barco al frente del cual iba el capitán que lo condujo a Hawai. Quería confesarse con él. Al final de su vida fue calumniado y criticado por cercanos y lejanos. Él decía: «¡Señor, sufrir aún más por vuestro amor y ser aún más despreciado!». Murió el 15 de abril de 1889. Dejaba a sus enfermos en manos de Marianne Cope. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de junio de 1995. Benedicto XVI lo canonizó el 11 de octubre de 2009.

Oremos

    Glorioso y venerado San Damián: Sois modelo y patrono de los leprosos. Por vuestro amor os entregasteis en cuerpo y alma al cuidado de los leprosos de Molokai. Yo, impulsado por la confianza que me inspira tu valimiento poderoso ante Dios y tu caridad hacia los más necesitados, acudo a ti. Llena mi corazón de amor hacia los más necesitados, alcánzame un gran espíritu de fe, saber aceptar y ofrecerte todas las contrariedades de la vida y poder gozar un día de vuestra compañía en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

TEOLOGÍA DEL CUERPO

Visión del Papa Juan Pablo II sobre el amor humano

EL AMOR DE DIOS AL PUEBLO ELEGIDO, SIGNO DEL AMOR CONYUGAL
Audiencia General 15 de septiembre de 1982

1. Nos encontramos ante el texto de la Carta a los Efesios 5, 22-33, que ya, desde hace algún tiempo, estamos analizando debido a su importancia para el problema del matrimonio y del sacramento. En el conjunto de su contenido, comenzando por el capítulo primero, la Carta trata, sobre todo, del misterio «escondido desde los siglos en Dios» como don destinado eternamente al hombre. «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos; por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante El, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia. Por esto nos hizo gratos en su amado» (Ef 1, 3-6).

2. Hasta ahora se habla del misterio escondido «desde los siglos» (Ef 3, 9) en Dios.
Las frases siguientes introducen al lector en la fase de la realización de ese misterio en la historia del hombre: el don, destinado a él «desde los siglos» en Cristo, se hace parte real del hombre en el mismo Cristo: «en quien tenemos la redención por virtud de su sangre, la remisión de los pecados, según las riquezas de su gracia que superabundantemente derramó sobre nosotros en perfecta sabiduría y prudencia. Por éstas nos dio a conocer el misterio de su voluntad, conforme a su beneplácito, que se propuso realizar en Cristo en la plenitud de los tiempos, recapitulando todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, en El» (Ef 1, 7-10).

3. Así el eterno misterio ha pasado del estado de «ocultamiento en Dios», a la fase de revelación y realización. Cristo, en quien la humanidad ha sido «desde los siglos» elegida y bendecida «con toda bendición espiritual», del Padre: Cristo, destinado, según el «designio» eterno de Dios, para que en El, como en la Cabeza, «fueran recapituladas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra», en la perspectiva escatológica revela el misterio eterno y lo realiza entre los hombres. Por esto, el autor de la Carta a los Efesios, en la continuación de la misma Carta, exhorta a aquellos a quienes ha llegado esta revelación, y a todos los que la han acogido en la fe, a modelar su vida en el espíritu de la verdad conocida. De modo particular exhorta a lo mismo a los esposos cristianos, maridos y mujeres.

4. En la máxima parte del contexto la Carta se convierte en instrucción, o sea, parénesis. El autor parece hablar, sobre todo, de dos aspectos morales de la vocación de los cristianos, haciendo, sin embargo, referencia continua al misterio que ya actúa en ellos gracias a la redención de Cristo, y obra con eficacia sobre todo en virtud del bautismo. Efectivamente, escribe: «En El también vosotros, que escucháis la palabra de la verdad, el Evangelio de nuestra salud, en el que habéis creído, fuisteis sellados con el sello del Espíritu Santo prometido» (Ef 1, 13). Así, pues, los aspectos morales de la vocación cristiana permanecen vinculados no sólo con la revelación del eterno misterio divino en Cristo y con su aceptación en la fe, sino también con el orden sacramental que, aun cuando no aparezca en primer plano en toda la Carta, sin embargo, parece estar presente en ella de manera discreta. Por lo demás, no puede ser de otro modo, ya que el Apóstol escribe a los cristianos que, mediante el bautismo, se harían miembros de la comunidad eclesial. Desde este punto de vista, el pasaje de la Carta a los Efesios cap. 5, 22-23, analizado hasta ahora, parece tener una importancia particular. Efectivamente, arroja una luz especial sobre la relación esencial del misterio con el sacramento, y especialmente sobre la sacramentalidad del matrimonio.

5. En el centro del misterio está Cristo. En El -precisamente en El-, la humanidad ha sido eternamente bendecida «con toda bendición espiritual». En El -en Cristo-, la humanidad ha sido elegida «antes de la creación del mundo», elegida «en la caridad» y predestinada a la adopción de hijos. Cuando después, con la «plenitud de los tiempos», este misterio eterno se realiza en el tiempo, se realiza también en El y por El; en Cristo y por Cristo. Por medio de Cristo se revela el misterio del amor divino. Por El y en El queda realizado: en El «tenemos la redención por la virtud de su sangre, la remisión de los pecados...» (Ef 1, 7). De este modo los hombres que aceptan mediante la fe el don que se les ofrece en Cristo, se hacen realmente partícipes del misterio eterno, aunque actúe en ellos bajo los velos de la fe. Esta donación sobrenatural de los frutos de la redención hecha por Cristo adquiere, según la Carta a los Efesios 5, 22-33, el carácter de una entrega nupcial de Cristo mismo a la Iglesia, a semejanza de la relación nupcial entre el marido y la mujer. Por lo tanto, no sólo los frutos de la redención son don, sino sobre todo lo es Cristo: El se entrega a Sí mismo a la Iglesia, como a su Esposa.

6. Debemos preguntarnos si en este punto tal analogía nos permite penetrar más profundamente y con mayor precisión en el contenido esencial del misterio. Debemos hacernos esta pregunta, tanto más cuanto que ese pasaje «clásico» de la Carta a los Efesios (5, 22-23) no aparece en abstracto y aislado, sino que forma una continuidad, en cierto sentido, una continuación de los enunciados del Antiguo Testamento, que presentaban el amor de Dios-Yahvé al pueblo-Israel, elegido por El, según la misma analogía. Se trata en primer lugar de los textos de los Profetas que en sus discursos han introducido la semejanza del amor nupcial para caracterizar de modo particular el amor que Yahvé nutre por Israel, el amor que, por parte del pueblo elegido, no encuentra comprensión y correspondencia; más aún, halla infidelidad y traición. La manifestación de infidelidad y traición fue ante todo la idolatría, culto a los dioses extranjeros.

7. A decir verdad, en la mayoría de los casos se trataba de poner de relieve de manera dramática precisamente esa traición y esa infidelidad, llamadas «adulterio» de Israel; sin embargo en la base de todos estos enunciados de los Profetas está la convicción explícita de que el amor de Yahvé al pueblo elegido puede y debe ser comparado con el amor que une al esposo con la esposa, al amor que debe unir a los cónyuges. Convendría citar aquí numerosos pasajes de los textos de Isaías, Oseas, Ezequiel (algunos de ellos ya se han citado anteriormente, al analizar el concepto de «adulterio» teniendo como base las palabras que pronunció Cristo en el sermón de la montaña). No se puede olvidar que al patrimonio del Antiguo Testamento pertenece también el «Cantar de los Cantares», donde la imagen del amor nupcial está delineada -es verdad- sin la analogía típica de los textos proféticos, que presentaban en ese amor la imagen del amor de Yahvé a Israel, pero también sin ese elemento negativo que en los otros textos constituye el motivo de «adulterio», o sea, de infidelidad. Así, pues, la analogía del esposo y de la esposa, que ha permitido al autor de la Carta a los Efesios definir la relación de Cristo con la Iglesia, posee una rica tradición en los libros de la Antigua Alianza. Analizando esta analogía en el «clásico» texto de la Carta a los Efesios, no podemos menos de remitirnos a esa tradición.

8. Para iluminar esta tradición nos limitaremos de momento a citar un pasaje del texto de Isaías. Dice el Profeta: «Nada temas, que no serás confundida; no te avergüences, que no serás afrentada. Te olvidarás de la vergüenza de la juventud y perderás el recuerdo del oprobio de tu viudez. Porque tu marido es tu Hacedor, que se llama Yahvé Sebaot, y tu redentor es el Santo de Israel, que es el Dios del mundo todo. Si, Yahvé te llamó como a mujer abandonada y desolada. La esposa de la juventud, ¿podrá ser repudiada?, dice tu Dios. Por una hora, por un momento te abandoné, pero en mi gran amor vuelvo a llamarte. /.../. No se apartará mas de ti mi misericordia, y mi alianza de paz será inquebrantable, dice Yahvé, que te ama» (Is 54, 4-7. 10).