domingo, 1 de marzo de 2020

CARTA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LAS RELACIONES ENTRE FE Y RAZÓN



CAPÍTULO VI
INTERACCIÓN ENTRE TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA




La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica

66. En relación con el intellectus fidei, se debe considerar ante todo que la Verdad divina, « como se nos propone en las Escrituras interpretadas según la sana doctrina de la Iglesia »,89 goza de una inteligibilidad propia con tanta coherencia lógica que se propone como un saber auténtico. El intellectus fidei explicita esta verdad, no sólo asumiendo las estructuras lógicas y conceptuales de las proposiciones en las que se articula la enseñanza de la Iglesia, sino también, y primariamente, mostrando el significado de salvación que estas proposiciones contienen para el individuo y la humanidad. Gracias al conjunto de estas proposiciones el creyente llega a conocer la historia de la salvación, que culmina en la persona de Jesucristo y en su misterio pascual. En este misterio participa con su asentimiento de fe.

Por su parte, la teología dogmática debe ser capaz de articular el sentido universal del misterio de Dios Uno y Trino y de la economía de la salvación tanto de forma narrativa, como sobre todo de forma argumentativa. Esto es, debe hacerlo mediante expresiones conceptuales, formuladas de modo crítico y comunicables universalmente. En efecto, sin la aportación de la filosofía no se podrían ilustrar contenidos teológicos como, por ejemplo, el lenguaje sobre Dios, las relaciones personales dentro de la Trinidad, la acción creadora de Dios en el mundo, la relación entre Dios y el hombre, y la identidad de Cristo que es verdadero Dios y verdadero hombre. Las mismas consideraciones valen para diversos temas de la teología moral, donde es inmediato el recurso a conceptos como ley moral, conciencia, libertad, responsabilidad personal, culpa, etc., que son definidos por la ética filosófica.

Es necesario, por tanto, que la razón del creyente tenga un conocimiento natural, verdadero y coherente de las cosas creadas, del mundo y del hombre, que son también objeto de la revelación divina; más todavía, debe ser capaz de articular dicho conocimiento de forma conceptual y argumentativa. La teología dogmática especulativa, por tanto, presupone e implica una filosofía del hombre, del mundo y, más radicalmente, del ser, fundada sobre la verdad objetiva.


89 S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, 5, 3 ad 2.

PENSAMIENTO DE LOS SANTOS



    ¡Glorioso San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y especial abogado y protector mío!. Ya que tan elevado estáis en el Cielo por haber hecho vuestras obras a mayor honra y gloria de Dios, combatiendo a los enemigos de la Iglesia, defendiendo nuestra santa fe, dilatándola por medio de vuestros hijos por todo el mundo, alcánzame de la divina piedad, por los méritos infinitos de Jesucristo, e intercesión de su gloriosa Madre, entero perdón de mis culpas, auxilio eficaz para amar a Dios y servirle con todo empeño en adelante, firmeza y constancia en el camino de la virtud, y la dicha de morir en su amistad y gracia, para verle, amarle, gozarle y glorificarle en vuestra compañía por todos los siglos. Amén.

EVANGELIO - 02 de Marzo - San Mateo 25,31-46


    Evangelio según San Mateo 25,31-46.

    Jesús dijo a sus discípulos:"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
    Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
    Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
    ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
    ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
    Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
    Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
    Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
    Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 02 de Marzo - «Venid, benditos de mi Padre, y recibid la herencia del reino»


       San Cesareo de Arlés Sermón: Presencia de Cristo en el pobre 26,5: SC 243, 89ss

«Venid, benditos de mi Padre, y recibid la herencia del reino»

    Cristo, la misericordia celestial, viene cada día a la puerta de tu casa: no sólo espiritualmente a la puerta de tu alma, sino materialmente a la puerta de tu casa. Porque, cada vez que un pobre se acerca a tu casa, sin duda alguna se acerca Cristo en él, porque él dijo: «Cada vez que lo habéis hecho a uno de estos pequeños, me lo hacíais a mí.» (Mt 25,40) No endurezcas el corazón, da un poco de dinero a Cristo del que esperar heredar el reino. Da un trozo de pan a aquel de quien esperar te dé la vida. Acoge al pobre en tu casa para que él te reciba en el paraíso. Dale alguna limosna a quien te puede dar la vida eterna.

    ¡Qué audacia querer reinar en el cielo con aquel a quien tú negaste tu limosna en este mundo! Si lo recibe durante el viaje terreno, él te acogerá en la felicidad eterna. Si tú lo desprecias aquí en tu patria de la tierra, él retirará su mirada sobre ti en la gloria. Un salmo dice: «cuando te alzas, desprecias su imagen.» (Sal 73,20) Si despreciamos en esta vida a aquellos que son imagen de Dios (Gn 1,26) hemos de temer ser rechazados en la eternidad. ¡Tened, pues, misericordia en esta vida!... Gracias a vuestra generosidad, escucharéis aquella palabra feliz: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino.» (Mt 25,34)

SANTORAL - BEATO ENRIQUE SUSO

02 de Marzo


    Religioso (1300-1365) Es uno de los principales representantes del movimiento místico que florece a las orillas del Rhin, a principios del cuatrocientos, cuando Juan XXII y Luis de Baviera luchaban por el predominio entre el Papado y el Imperio, en la famosa lucha de las investiduras. Suso nació en Suabia, en la villa de Constanza, junto al hermoso lago, hacia 1296. A los trece años entra ya en el convento dominicano de Constanza. Habla en Horologium de su conversión, a los 18 años, y desde entonces se consagró a una vida de estudio, oración y gran austeridad. Estudia con Eckart en Colonia.

    Escribe el Libro de la Verdad. Algunos ven sospechas en el libro y sufre persecución. Unido a los «amigos de Dios», se distingue por su vida ferviente. Su gracia especial estuvo en la dirección de sus hermanas dominicas, entre las que destaca Elisabet Stagel. Escribió también el Libro de la Sabiduría eterna, con las cien consideraciones y oraciones para recitarlas todos los días. Y las Meditaciones sobre la agonía de Cristo y Soliloquio con la Virgen María. Los últimos años los pasó en Ulm. Allí siguió su apostolado de dirección de almas, y revisaría sus escritos. Ulm tiene la torre de iglesia más alta del mundo, 161 metros. Pero más alto voló el alma de Suso.

    El año 1366 fue a recibir el premio junto a Dios. Se nos fue calladamente, sin poder recoger sus últimas palabras ni su última mirada. Gregorio XVI lo declaró Beato en el año 1831. Nos cuenta en una de sus cartas que un día que había tenido que sufrir mucho por penas interiores y por desprecios y humillaciones, vio desde la ventana de su celda a un perro que jugaba en el patio con un trapo. Lo mordía, lo babeaba, lo arrastraba, lo rasgaba. Así debes tú hacer, se dijo. Se te arroje en alto o se te tire abajo. Aunque se te escupa, tú debes aceptarlo todo alegremente, sin protestar, como el trapo, si él tuviese conciencia... -

    Al leer esto ¿quién no ve una influencia clara de la mística de Suso en la Historia de un alma de Teresa de Lisieux?. Dentro de la escuela mística, Suso representa el ala de mayor suavidad y dulzura. Éste podría ser su itinerario místico, según D. Baldomero Jiménez Duque: primero, la conversión o invitación a la vida perfecta. Luego, la sabiduría divina, encarnada en Jesucristo. Un día hasta externamente marcará su pecho con el nombre de Jesús. Tienen lugar entonces estados infusos de elevación y muy frecuentes éxtasis.

    Pero la unión mística exige las purificaciones. Suso ha padecido intensamente esas pruebas del amor. Pruebas internas y externas. Fue un alma crucificada. Él ha «soportado» a Dios, según su expresión, entre lágrimas y sonrisas, entregado para siempre a su misericordia y a su amor.

Oremos 

    Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste al Beato Enrique Suso para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

LA ORACIÓN DEL SEÑOR: "PADRE NUESTRO" ( CEC )



“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”

VII. «Y Líbranos del mal»

    2853 La victoria sobre el “príncipe de este mundo” (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo está “echado abajo” (Jn 12, 31; Ap 12, 11). “Él se lanza en persecución de la Mujer” (cf Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, “llena de gracia” del Espíritu Santo es preservada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre virgen). “Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos” (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librará del Maligno.

    2854 Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquél que “tiene las llaves de la Muerte y del Hades” (Ap 1,18), “el Dueño de todo, Aquel que es, que era y que ha de venir” (Ap 1,8; cf Ap 1, 4):

    «Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo» (Rito de la Comunión [Embolismo]: Misal Romano).

LA DOXOLOGÍA FINAL

    2855 La doxología final “Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor” vuelve a tomar, implícitamente, las tres primeras peticiones del Padrenuestro: la glorificación de su Nombre, la venida de su Reino y el poder de su Voluntad salvífica. Pero esta repetición se hace en forma de adoración y de acción de gracias, como en la Liturgia celestial (cf Ap 1, 6; 4, 11; 5, 13). El príncipe de este mundo se había atribuido con mentira estos tres títulos de realeza, poder y gloria (cf Lc 4, 5-6). Cristo, el Señor, los restituye a su Padre y nuestro Padre, hasta que le entregue el Reino, cuando sea consumado definitivamente el Misterio de la salvación y Dios sea todo en todos (cf 1 Co 15, 24-28).

    2856
«Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa “Así sea” (cf Lc 1, 38), lo que contiene la oración que Dios nos enseñó» (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses mystagogicae, 5, 18).

LITURGIA DE LAS HORAS - CATEQUESIS PARTE IV



Quien comienza a rezar las Horas...

    Lo primero que debe tener presente el que quiere introducirse en el rezo de las Horas, es que no hará una oración surgida de su propio corazón sino del corazón de toda la Iglesia, menos en sintonía con nuestros sentimientos pasajeros, pero un corazón más sutil y sabio que el nuestro personal, aquilatado y amasado en el lenguaje del propio Dios: la Biblia.

    Las Horas son oración bíblica por excelencia, en ella todos los textos son o directamente bíblicos o inspirados en textos bíblicos, por lo que a la vez son una escuela de Biblia para quien se deja guiar por sus resonancias y sus ritmos.

    Las Horas son también oración muy estructurada, y en donde cada parte está puesta en fuerte relación con los demás textos. Es una experiencia muy bella ir percibiendo esas relaciones y ritmos, cómo va resonando una acción de gracias junto a un pedido de perdón, cómo se superpone al ruego personal el recuerdo de la Jerusalén que nos espera, etc...

    El peligro de esa estructuración, y quien acometa el rezo de las Horas debe evitarlo, es convertirla en una estructura externa, y farisea en definitiva. Por el contrario: el ritmo de las Horas debe impregnar nuestro corazón, pero que sea verdaderamnte el ritmo de las horas el que lo impregne, y no las rúbricas y pequeños "preceptos" de cómo celebrarlas.

    Por eso es preferible a quien comienza, ajustarse al ciclo de cuatro semanas hasta haberse empapado de su sentido. Durante un primer tiempo es mejor obviar las memorias, así sean obligatorias, para que lleguemos a sintonizar con la progresión de salmos y otros textos.

    Lo mismo, no conviene proponerse en principio más que el rezo de una de las Horas Mayores, y seguir esa Hora hasta que hayamos incorporado su movimiento a nuestra vida cotidiana.

    A lo sumo complementar con alguna hora menor si se desea, pero tratando de que el peso de la liturgia lo lleve la Hora Mayor, a la que es bueno dedicarle un tiempo y un espacio propios en nuestro día.

    Sólo de a poco ir comenzando a atender al calendario santoral, pero tampoco a todas sus variantes, sino que, cuando toque, rescatar de la memoria de los santos lo esencial: la oración final de las horas.

    Sólo cuando ya se maneja bien el rezo de la Liturgia, correspondería ir incorporando las variantes de oración que los diversos calendarios superpuestos aportan.

Quienes tienen la edición manual, verán que a cada santo corresponde un "común" (de la Virgen, de un mártir, de varios mártires, de pastores, de doctores, etc): esos textos complementan los textos propios del santo, y pueden en principio obviarse.

    Si queremos rezar las Horas con provecho espiritual, deberíamos comenzar recordando que nuestro Señor dice: "detesto falsedad y solemnidad". Que las Horas no sean nunca una ocasión de sobreponer nuestra palabra a la de Dios, sino, por el contrario, de dirigirnos a él con sus propias palabras.

    Todo requiere tiempo, también el comenzar a hacer nuestro un lenguaje que está ajeno a las tensiones y apuros de la vida cotidiana.



1 A lo largo de este texto utilizaré repetidamente esta contraposición de "fuerte" y "débil"; cabe aclarar que, si bien es habitual llamar a la Cuaresma o al Tiempo Pascual "tiempos fuertes", no lo es el llamar a los otros "débiles" o "semifuertes". Utilizo esos nombres por analogía con la música, para que se perciba el "ritmo" interno del año litúrgico, y no como desvalorización del significado de las celebraciones litúrgicas.

2 En realidad, el Adviento tiene una doble significación: hasta el 16 de diciembre sus textos hablan de la Segunda Venida del Señor (y en este sentido engarzan con el año litúrgico anterior), pero ya cercano a esa fecha, y decididamente a partir del 17 de diciembre, los textos hablarán de la venida histórica del Señor (la Navidad). La Navidad resulta así no una mera conmemoración de un hecho histórico, sino un punto de la historia que será modelo y anticipo del Advenimiento definitivo de Jesús.

3 La Epifanía es la manifestación de la gloria del Señor, simbolizada bíblicamente en los reyes de la tierra que vienen a adorarlo. Lamentablemente, la devoción popular ha terminado separando la venida de los Reyes de su sentido bíblico, guardando quizás más el aspecto de "magia" en detrimento de su significación más profunda.


     Fuente: eltestigofiel.org

sábado, 29 de febrero de 2020

ABANDONO DE DIOS - CONFIANZA TOTAL



Abandono en Dios

    Si creemos que Dios es amor y nos ama con todo su infinito amor, la conclusión lógica es que podemos abandonarnos tranquilamente en sus manos, sabiendo que Él piensa en nosotros y nos cuida y quiere lo mejor para nosotros. Abandonarse es fiarse de Dios. Es aceptar su voluntad en cada instante. Es no rebelarse contra sus planes sobre nosotros. Es dejarse llevar sin preguntar a dónde ni porqué. Es entregarle la responsabilidad de la vida. Algo así como firmarle un cheque en blanco. Abandonarse significa estar en permanente actitud de escucha y de apertura a su voluntad en cada momento. Es estar totalmente disponible a sus planes. Es dejarse perder en su Amor como una gotita de agua en el mar. Es creer hasta la audacia en su providencia amorosa. Por eso, te pregunto: ¿Estás dispuesto a aceptar una enfermedad o cualquier otra desgracia humana sin rebelarte contra Él? Entonces, ¿por qué tienes miedo de abandonarte? ¿No te fías? ¿No estás dispuesto a aceptar el sufrimiento? ¿Solamente quieres recibir bienes y alegrías?

    Deja que Él piense por ti en lo que más te conviene. Déjalo actuar y confía en Él. Puedes estar seguro que será la mejor decisión de tu vida, porque Dios necesita tener las manos libres para hacer de tu vida una obra de arte espiritual. Él te dice: Yo nunca te dejaré ni te abandonaré (Jos 1,5; Heb 13,5). Puedes estar seguro que Él nunca te va a fallar ni te va a engañar. Por eso, acepta sus planes sobre ti. Entrégale la responsabilidad de tu vida. Vale la pena abandonarse en los brazos de un Dios tan bueno y misericordioso. Si así lo haces, verás maravillas en tu vida.

    Acuérdate de Abraham. Dios le dijo: Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré (Gén 12,1). Y Abraham dejó todas sus seguridades humanas y se lanzó a una aventura desconocida, solamente confiando en Dios. Y Dios lo bendijo, dándole una descendencia numerosa. También bendijo a Moisés que aceptó ir a hablar con el faraón, a pesar de ser tartamudo (Ex 4); y bendijo a Noé que obedeció a Dios al hacer el arca. Y Noé hizo en todo como Dios se lo mandó (Gén 6,22). Y Dios lo salvó a él y a su familia.

    Abandónate en sus brazos como la hija de aquel cirujano que tenía miedo a operarse, pero confiando en su padre, se dejo operar. Vale la pena abandonarse sin condiciones. Y, en los momentos difíciles, cuando todo parezca oscuro y no sientas la mano de Dios en tu vida, cuando parezca que se ha olvidado de ti, dite a ti mismo:

    Mi Padre Dios me ama y cuida de mí. Él sabe todo lo que me pasa y conoce mis necesidades. Confío en Él, y sé que ya está tomando las medidas necesarias para ayudarme y solucionar mis problemas.

Confianza Total

    La confianza es esencial en la vida humana. Si un hijo no tuviera confianza en su madre o una esposa en su esposo, ¿cómo podrían vivir? Lo mismo pasa en la vida espiritual, si desconfiamos de Dios, si le tenemos miedo, si creemos que si seguimos su voluntad nos va a llevar por caminos de sufrimiento, como si se gozara de hacernos sufrir, nuestra vida espiritual será un ir tirando. Nos faltarán las alas de la confianza para correr y volar por los caminos del espíritu.

    Por ello, no te confundas ni te agites, pensando en tus problemas. Esfuérzate, pon de tu parte lo que puedas y después, confía en Dios. Cierra los ojos y dile repetidamente: Jesús, yo te amo y yo confío en Ti. Repítelo hasta el cansancio cuantas veces puedas, día y noche, mañana y tarde, y verás la diferencia.

    Recuerda lo que Jesús le decía a la venerable Consolata Betrone: Tú piensa sólo en amarme. Yo pensaré en ti y en todas tus cosas hasta en los más mínimos detalles (31 de julio de 1936). La confianza es la flor más hermosa del amor. Por eso, decía Jesús a una santa religiosa: Si me amas, confía en Mí; si quieres amarme más, confía más en Mí; si quieres amarme inmensamente, confía inmensamente en Mí.

    La beata Teresa de Calcuta decía: Jesús desea que pongamos toda nuestra confianza en Él. Yo le pido que haga de mí una santa, dejando en sus manos la elección de los medios que pueden llevarme a ella.

    Santa Faustina Kowalska dice sobre las grandes tinieblas espirituales que padecía: El pensamiento que más me atormentaba era el ser rechazada por Dios. Tenía estos pensamientos: ¿A qué empeñarse en la virtud y en las buenas acciones? ¿Para qué, si soy rechazada por Dios? Y sólo Dios sabe lo que ocurría en mi corazón. En un momento, en que estaba terriblemente oprimida por estos sufrimientos, entré en la capilla y dije, desde lo profundo de mi alma: Jesús, haz de mí lo que Tú quieras. Te adoraré de todas maneras. Que se haga tu santa voluntad. Yo glorificaré tu infinita misericordia. Y, repentinamente, cesaron mis terribles tormentos y vi a Jesús y me dijo: Yo estoy siempre en tu corazón.

    Un gozo indecible inundó mi alma y la llenó de tanto amor de Dios que inflamó mi pobre corazón. Veo que Dios no permite nunca pruebas más allá de lo que podemos soportar. Un solo acto de confianza, en esos momentos, da más gloria a Dios que muchas horas transcurridas en el gozo de las consolaciones .

    Ciertamente, en los momentos de oscuridad, el sentir el rechazo de Dios turba al alma y el diablo aprovecha la oportunidad para inculcarle pensamientos de desaliento; pero, si el alma sigue confiando, aunque se sienta condenada, está salvada. Lo único que la apartará de Dios será la desconfianza, la desesperación y la falta de fe. Como dice la Escritura en Prov 28,1: El que confía en Dios es fuerte como un león .

    La confianza en Dios es como una mina de oro de la que podemos sacar inmensas bendiciones para nuestra alma. Santa Teresita del Niño Jesús decía: ¡Qué dulce es el camino del amor! ¡Cómo deseo guiarme con el más absoluto abandono a cumplir la voluntad de Dios! (MA f. 84) Mi camino es todo de confianza y de amor… Veo que basta reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios (Carta 203). Este camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre (MB 1). El abandono es el fruto delicioso del amor (poesía 42).

    ¡Oh Jesús, cómo se alegra tu pajarillo de ser débil y pequeño! ¿Qué sería de él, si fuera grande? Nunca tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de ti... Oh Jesús, déjame que te diga, en el exceso de mi gratitud, déjame que te diga que tu amor llega hasta la locura. ¿Cómo quieres que ante esta locura mi corazón no se lance hacia Ti? ¿Cómo habría de tener límites mi confianza?... Si por un imposible, encontrases a un alma más débil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores mayores todavía, con tal que ella se abandonara con entera confianza a tu misericordia infinita (MB f. 5).

    Abandónate en Dios. No temas. Confía. Respira hondo. Respira su amor a través del aire que entra en tus pulmones, mira su bondad, reflejada en las bellezas de la naturaleza, en la sonrisa de los niños o en las flores de los campos. Reacciona, piensa, confía y déjate llevar por Él sin condiciones. Él te dice: No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5,36). No tengas miedo, porque yo estoy contigo (Is 41,10).

Y ahora dile con total confianza la oración de Charles de Foucauld:

    Padre mío, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que Tú quieras sea lo que sea te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal de que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz. Porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una confianza infinita, porque Tú eres mi Padre. Amén

    Ojalá que confíes en tu Padre Dios como aquella niñita que, antes de ser operada, hizo esta oración en el mismo quirófano: Jesús, mi querido pastor, bendice a tu corderita en este día y guárdame sana hasta el día de mañana. Entonces, aquella niñita de siete años, sonrió y le dijo al cirujano: Estoy lista. Ahora no tengo miedo, porque Jesús cuidará de mí.

    Fuente: Catholic.net

CARTA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LAS RELACIONES ENTRE FE Y RAZÓN



CAPÍTULO VI
INTERACCIÓN ENTRE TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA




La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica

64. La palabra de Dios se dirige a cada hombre, en todos los tiempos y lugares de la tierra; y el hombre es naturalmente filósofo. Por su parte, la teología, en cuanto elaboración refleja y científica de la inteligencia de esta palabra a la luz de la fe, no puede prescindir de relacionarse con las filosofías elaboradas de hecho a lo largo de la historia, tanto para algunos de sus procedimientos como también para lograr sus tareas específicas. Sin querer indicar a los teólogos metodologías particulares, cosa que no atañe al Magisterio, deseo más bien recordar algunos cometidos propios de la teología, en las que el recurso al pensamiento filosófico se impone por la naturaleza misma de la Palabra revelada.

65. La teología se organiza como ciencia de la fe a la luz de un doble principio metodológico: el auditus fidei y el intellectus fidei. Con el primero, asume los contenidos de la Revelación tal y como han sido explicitados progresivamente en la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio vivo de la Iglesia.88 Con el segundo, la teología quiere responder a las exigencias propias del pensamiento mediante la reflexión especulativa.

En cuanto a la preparación de un correcto auditus fidei, la filosofía ofrece a la teología su peculiar aportación al tratar sobre la estructura del conocimiento y de la comunicación personal y, en particular, sobre las diversas formas y funciones del lenguaje. Igualmente es importante la aportación de la filosofía para una comprensión más coherente de la Tradición eclesial, de los pronunciamientos del Magisterio y de las sentencias de los grandes maestros de la teología. En efecto, estos se expresan con frecuencia usando conceptos y formas de pensamiento tomados de una determinada tradición filosófica. En este caso, el teólogo debe no sólo exponer los conceptos y términos con los que la Iglesia reflexiona y elabora su enseñanza, sino también conocer a fondo los sistemas filosóficos que han influido eventualmente tanto en las nociones como en la terminología, para llegar así a interpretaciones correctas y coherentes.

88 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina Revelación, 10.

PENSAMIENTOS DE LOS SANTOS



    ¡Glorioso San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y especial abogado y protector mío!. Ya que tan elevado estáis en el Cielo por haber hecho vuestras obras a mayor honra y gloria de Dios, combatiendo a los enemigos de la Iglesia, defendiendo nuestra santa fe, dilatándola por medio de vuestros hijos por todo el mundo, alcánzame de la divina piedad, por los méritos infinitos de Jesucristo, e intercesión de su gloriosa Madre, entero perdón de mis culpas, auxilio eficaz para amar a Dios y servirle con todo empeño en adelante, firmeza y constancia en el camino de la virtud, y la dicha de morir en su amistad y gracia, para verle, amarle, gozarle y glorificarle en vuestra compañía por todos los siglos. Amén.

EVANGELIO - 01 de Marzo - San Mateo 4,1-11


    Evangelio según San Mateo 4,1-11.

    Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.
    Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
    Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes".
    Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
    Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
    Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
    El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme".
    Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
    Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 01 de Marzo - «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»


     San Máximo de Turín Sermón: Alimentarse de la Palabra que sale de boca de Dios Sermón 16: PL 57, 561

«No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»

    El Salvador responde al diablo: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios». Lo que significa: «Él no vive del pan de este mundo, ni del alimento material del que tú te serviste para engañar a Adán, el primer hombre, sino de la Palabra de Dios, de su Verbo, que contiene el alimento de la vida celeste». Por lo tanto, el Verbo de Dios, es Cristo nuestro Señor, como dice el evangelista: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios» (Jn 1,1). Todo el que se alimenta de la palabra de Cristo ya no tiene necesidad de alimento de la tierra. Como uno que se restaura con el pan del Señor, no puede ya desear el pan de este mundo. En efecto, el Señor es su propio pan, o más bien, el Señor es el mismo pan, como Él enseña por sus palabras: « Yo soy el pan que ha bajado del cielo» (Jn 6,41). Y este pan hizo decir al Profeta: «El pan fortalece el corazón del hombre» (Sal 103,15).

    ¿Qué me importa el pan que me ofrece el diablo, si yo tengo el pan que reparte Cristo? ¿Qué me importa el alimento que ha expulsado al primer hombre del Paraíso, ha hecho perder a Esaú su derecho de primogenitura...(Gn 25,29), que ha convertido a Judas Iscariote en un traidor (Jn 13,26)? Adán perdió en efecto el Paraíso por causa del alimento, Esaú perdió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas, y Judas renunció a su rango de apóstol por un bocado: pues en el momento que él cogió el bocado, dejó de ser un apóstol para ser un traidor... la comida que tenemos que tomar es aquella que abre el camino al Salvador, no al diablo, aquella que transforma al que la come en confesor de la fe y no en traidor.

    El Señor tiene razón al decir, en este tiempo de ayuno, que es el Verbo de Dios el que alimenta, para enseñarnos que no debemos pasar nuestros ayunos preocupándonos de este mundo sino de la lectura de los textos sagrados. En efecto, aquel que se alimenta de la Escritura se olvida del hambre del cuerpo; aquel que se alimenta del Verbo celeste olvida el hambre. Pues bien, este es el alimento que nutre el alma y calma al hambriento...: da también la vida eterna y aleja de nosotros las trampas de la tentación del diablo. Esta lectura de textos sagrados es vida como dice el Señor: « Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (Jn 6,63).