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domingo, 22 de diciembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE ADVIENTO
LUNES DE LA SEMANA IV
Del Propio del día - Salterio IV

23 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: ALEGRÍA DE NIEVE

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.

Miserables los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida.

Gloria al Padre y al Hijo,
gloria al Espíritu,
que han mirado a la tierra
compadecidos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 51, 1-11

DIOS PROMETE LA SALVACIÓN A LOS HIJOS DE ABRAHAM

Escuchadme, los que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca de donde os tallaron, la cantera de donde os extrajeron; mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; cuando lo llamé, era uno, pero lo bendije y lo multipliqué.

El Señor consuela a Sión, consuela a sus ruinas: convertirá su desierto en un edén, su yermo en jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.

Hacedme caso, pueblos, dadme oído, naciones, pues de mí sale la ley, mis mandatos son luz de los pueblos. En un momento haré llegar mi victoria, amanecerá como el día mi salvación, mi brazo gobernará los pueblos: me están aguardando las islas, ponen su esperanza en mi brazo.

Levantad los ojos al cielo, mirad abajo, a la tierra: el cielo se disipa como humo, la tierra se consume como ropa, sus habitantes mueren como mosquitos; pero mi salvación dura por siempre, mi victoria no tendrá fin.

Escuchadme, los entendidos en derecho, el pueblo que lleva mi ley en el corazón: no temáis la afrenta de los hombres, no desmayéis por sus oprobios: pues la polilla los roerá como a la ropa, como los gusanos roen la lana; pero mi victoria dura por siempre, mi salvación de edad en edad.

Despierta, despierta; revístete de fuerza, brazo del Señor; despierta como antaño, en las antiguas edades.

¿No eres tú quien destrozó al monstruo y traspasó al dragón? ¿No eres tú quien secó el mar y las aguas del Gran Océano; el que hizo un camino por el fondo del mar para que pasaran los redimidos?

Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión entre aclamaciones, una dicha eterna coronará su cabeza, gozo y alegría los acompañarán y se alejarán de ellos las penas y aflicciones.

RESPONSORIO    Cf. Is 51, 4. 5; cf. 35, 10

R. Hacedme caso, pueblos, dadme oído, naciones, * en un momento haré llegar mi Justo, amanecerá como el día mi Salvador.
V. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión entre aclamaciones.
R. En un momento haré llegar mi Justo, amanecerá como el día mi Salvador.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Contra la herejía de Noeto
(Cap. 9-12: PG 10, 815-819)

MANIFESTACIÓN DEL MISTERIO ESCONDIDO

Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en las santas Escrituras.

Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor quiso crear el mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.

Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la creatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.

El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como Hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es engendrado únicamente por el Padre.

Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.

La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis todo lo que dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Y más adelante: El mundo empezó por ella a existir, pero el mundo no la reconoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron.

RESPONSORIO    Cf. Is 9, 6. 7; Jn 1, 4

R. Nos nacerá un niño y será llamado «Dios poderoso», * se sentará sobre el trono de David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus hombros el señorío.
V. Él era la fuente de la vida, y esta vida era la luz para los hombres.
R. Se sentará sobre el trono de David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus hombros el señorío.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, estando ya próximo el aniversario del nacimiento de tu Hijo en carne mortal, te pedimos nos hagas sentir la abundancia de su amor, que lo hizo encarnarse en el seno de la Virgen María y habitar entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

domingo, 10 de noviembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXXII
Del Común de pastores: para un santo obispo.

11 de noviembre

SAN MARTÍN DE TOURS, obispo. (MEMORIA)
Nació en Panonia, hacia el año 316, de padres paganos. Habiendo recibido el bautismo y renunciado a la milicia, fundó un monasterio en Ligugé (Francia), donde practicó la vida monástica bajo la dirección de san Hilario. Más tarde fue ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours. Fue un modelo de buen pastor y fundó otros monasterios, trabajó en la formación del clero y evangelizó a los pobres. Murió el año 397.

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Aclamemos al Señor, al recordar hoy a san Martín.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: PUERTA DE DIOS EN EL REDIL HUMANO

Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Ezequiel 5, 1-17

CON UNA ACCIÓN SIMBÓLICA SE PREDICE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN

En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:

«Hijo de hombre, coge una cuchilla afilada, coge una navaja barbera y pásatela por la cabeza y la barba. Después, coge una balanza y haz porciones. Un tercio lo quemarás en la lumbre en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; un tercio lo sacudirás con la espada en torno a la ciudad; un tercio lo esparcirás al viento, y los perseguiré con la espada desnuda. Recogerás unos cuantos pelos y los meterás en el orillo del manto; de éstos apartarás algunos y los echarás al fuego, y dejarás que se quemen.

Dirás a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Se trata de Jerusalén: la puse en el centro de los pueblos, rodeada de países, y se rebeló contra mis leyes y mandatos pecando más que otros pueblos, más que los países vecinos; rechazaron mis mandatos y no siguieron mis leyes.

Por eso, así dice el Señor: Porque fuisteis más rebeldes que los pueblos vecinos, porque no seguisteis mis leyes ni cumplisteis mis mandatos, ni obrasteis como es costumbre de los pueblos vecinos, por eso, así dice el Señor: Aquí estoy contra ti para hacer justicia en ti a la vista de los pueblos. Por tus abominaciones haré en ti cosas que jamás hice ni volveré a hacer. Por eso, los padres se comerán a sus hijos en medio de ti, y los hijos se comerán a sus padres; haré justicia en ti, y a tus supervivientes los esparciré a todos los vientos.

Por eso, ¡por mi vida! —oráculo del Señor—, por haber profanado mi santuario con tus ídolos y abominaciones, juro que te rechazaré, no me apiadaré de ti ni te perdonaré. Un tercio de los tuyos morirán de peste, y el hambre los consumirá dentro de ti; un tercio caerán a espada alrededor de ti; y al otro tercio los esparciré a todos los vientos y los perseguiré con la espada desnuda. Agotaré mi ira contra ellos y desfogaré mi cólera hasta quedarme a gusto; y sabrán que yo, el Señor, hablé con pasión, cuando agote mi cólera contra ellos.

Te haré escombro y escarnio para los pueblos vecinos, a la vista de los que pasen. Serás escarnio y afrenta, escarmiento y espanto para los pueblos vecinos, cuando haga en ti justicia con ira y cólera, con castigos terribles. Yo, el Señor, lo he dicho: Dispararé contra vosotros las flechas fatídicas del hambre, que acabarán con vosotros, pues para acabar con vosotros las dispararé. Os daré hambre con creces y os cortaré el sustento del pan. Mandaré contra vosotros hambre y fieras salvajes, que os dejarán sin hijos; pasarán por ti peste y matanza y mandaré contra ti la espada. Yo, el Señor, lo he dicho.»

RESPONSORIO    Lc 13, 34; Ez 5, 14

R. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas! * ¡Cuántas veces he querido agrupar a tus hijos! Pero no lo habéis querido.
V. Te haré escombro y escarnio para los pueblos vecinos.
R. ¡Cuántas veces he querido agrupar a tus hijos! Pero no lo habéis querido.

SEGUNDA LECTURA

De las Cartas de Sulpicio Severo
(Carta 3, 6. 9-10, 11. 14-17, 21: SC 133, 336-344)

MARTÍN, POBRE Y HUMILDE

Martín conoció con mucha antelación su muerte y anunció a sus hermanos la proximidad de la disolución de su cuerpo. Entretanto, por una determinada circunstancia, tuvo que visitar la diócesis de Candes. Existía en aquella Iglesia una desavenencia entre los clérigos, y, deseando él poner paz entre ellos, aunque sabía que se acercaba su fin, no dudó en ponerse en camino, movido por este deseo, pensando que si lograba pacificar la Iglesia sería éste un buen colofón a su vida.

Permaneció por un tiempo en aquella población o comunidad, donde había establecido su morada. Una vez restablecida la paz entre los clérigos, cuando ya pensaba regresar a su monasterio, de repente empezaron a faltarle las fuerzas; llamó entonces a los hermanos y les indicó que se acercaba el momento de su muerte. Ellos, todos a una, empezaron a entristecerse y a decirle entre lágrimas:

«¿Por qué nos dejas, padre? ¿A quién nos encomiendas en nuestra desolación? Invadirán tu grey lobos rapaces; ¿quién nos defenderá de sus mordeduras, si nos falta el pastor? Sabemos que deseas estar con Cristo, pero una dilación no hará que se pierda ni disminuya tu premio; compadécete más bien de nosotros, a quienes dejas».

Entonces él, conmovido por este llanto, lleno como estaba siempre de entrañas de misericordia en el Señor, se cuenta que lloró también; y, vuelto al Señor, dijo tan sólo estas palabras en respuesta al llanto de sus hermanos:

«Señor, si aún soy necesario a tu pueblo, no rehuyo el trabajo; hágase tu voluntad».
¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, igualmente dispuesto a lo uno y a lo otro, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida! Con los ojos y las manos continuamente levantados al cielo, no cejaba en la oración; y como los presbíteros, que por entonces habían acudido a él, le rogasen que aliviara un poco su cuerpo cambiando de posición, les dijo:

«Dejad, hermanos, dejad que mire al cielo y no a la tierra, y que mi espíritu, a punto ya de emprender su camino, se dirija al Señor».

Dicho esto, vio al demonio cerca de él, y le dijo:

«¿Por que estás aquí, bestia feroz? Nada hallarás en mí, malvado; el seno de Abrahán está a punto de acogerme». Con estas palabras entregó su espíritu al cielo. Martín, lleno de alegría, fue recibido en el seno de Abrahán; Martín, pobre y humilde, entró en el cielo, cargado de riquezas.

RESPONSORIO    

R. ¡Oh tu, verdaderamente dichoso, en cuyos labios no hubo engaño, que a nadie juzgaste, a nadie condenaste! * nunca se encontró en su boca otra cosa que Cristo, la paz y la misericordia.
V. ¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida!
R. Nunca se encontró en su boca otra cosa que Cristo, la paz y la misericordia.

ORACIÓN.

OREMOS,
Renueva, Señor, en nosotros las maravillas de tu gracia, para que, al celebrar hoy la memoria de san Martín, obispo, que te glorificó, tanto con su vida como con su muerte, nos sintamos de tal modo fortalecidos, que ni la vida ni la muerte puedan separarnos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

domingo, 13 de octubre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXVIII
De la Feria. Salterio IV

14 de octubre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA.

En el principio, tu palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu palabra

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Comienza el libro del profeta Jeremías 1, 1-19

VOCACIÓN DEL PROFETA JEREMÍAS

Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.

Recibió Jeremías la palabra del Señor en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, el año trece de su reinado, y en tiempo de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el final del año once de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá; hasta la deportación de Jerusalén en el quinto mes.

Recibí esta palabra del Señor:

«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.»

Yo repuse:

«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.»

El Señor me contestó:

«No digas: "Soy un muchacho", que adonde yo te envíe irás, y lo que yo te mande lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:

«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.» Recibí entonces esta palabra del Señor: «¿Qué ves, Jeremías?»

Respondí:

«Veo una rama de almendro.»

El Señor me dijo:

«Bien visto, porque yo velo para cumplir mi palabra.»

Recibí luego otra palabra del Señor:

«¿Qué ves?»

Respondí:

«Veo una olla hirviendo que se vuelca de norte a sur.»

Me dijo el Señor:

«Desde el norte se derramará la desgracia sobre todos los habitantes del país. Pues yo he de convocar a todos los reinos del norte -oráculo del Señor-, vendrán y pondrá cada uno su trono junto a las puertas de Jerusalén, en torno a sus murallas y frente a las ciudades de Judá, contra las que yo entablaré juicio por todas sus maldades: porque me abandonaron, quemaron incienso a dioses extranjeros, y se postraron ante las obras de sus manos.
Pero tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que yo no te haré desmayar delante de ellos. Mira: Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del pueblo; lucharán contra ti, pero no podrán contigo, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»

RESPONSORIO Jr 1, 5. 9; Is 42, 6

R. Antes de formarte en el seno materno, te escogí; antes de que nacieses, te consagré. * Y puse mis palabras en tu boca.
V. Yo, el Señor, te he llamado en la justicia y te he puesto como alianza del pueblo y luz de las naciones.
R. Y puse mis palabras en tu boca.

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 9, 18--10, 20: CSEL 44, 60-63)

DEBEMOS EN CIERTOS MOMENTOS AMONESTARNOS A NOSOTROS MISMOS CON LA ORACIÓN VOCAL

Deseemos siempre la vida dichosa y eterna, que nos dará nuestro Dios y Señor, y así estaremos siempre orando. Pero, con objeto de mantener vivo este deseo, debemos, en ciertos momentos, apartar nuestra mente de las preocupaciones y quehaceres que, de algún modo, nos distraen de él y amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal, no fuese caso que si nuestro deseo empezó a entibiarse llegara a quedar totalmente frío y, al no renovar con frecuencia el fervor, acabara por extinguirse del todo.

Por eso, cuando dice el Apóstol: Presentad públicamente vuestras peticiones a Dios, no hay que entender estas palabras como si se tratara de descubrir a Dios nuestras peticiones, pues él continuamente las conoce, aun antes de que se las formulemos; estas palabras significan, más bien, que debemos descubrir nuestras peticiones a nosotros mismos en presencia de Dios, perseverando en la oración, sin mostrarlas ante los hombres por vanagloria de nuestras plegarias.

Como esto sea así, aunque ya en el cumplimiento de nuestros deberes, como dijimos, hemos de orar siempre con el deseo, no puede considerarse inútil y vituperable el entregarse largamente a la oración, siempre y cuando no nos lo impidan otras obligaciones buenas y necesarias. Ni hay que decir, como algunos piensan, que orar largamente sea lo mismo que orar con vana palabrería. Una cosa, en efecto, son las muchas palabras y otra cosa el afecto perseverante y continuado. Pues del mismo Señor está escrito que pasaba la noche en oración y que oró largamente; con lo cual, ¿qué hizo sino darnos ejemplo, al orar oportunamente en el tiempo, aquel mismo que, con el Padre, oye nuestra oración en la eternidad?

Se dice que los monjes de Egipto hacen frecuentes oraciones, pero muy cortas, a manera de jaculatorias brevísimas, para que así la atención, que es tan sumamente necesaria en la oración, se mantenga vigilante y despierta y no se fatigue ni se embote con la prolijidad de las palabras. Con esto nos enseñan claramente que así como no hay que forzar la atención cuando no logra mantenerse despierta, así tampoco hay que interrumpirla cuando puede continuar orando.

Lejos, pues, de nosotros la oración con vana palabrería; pero que no falte la oración prolongada, mientras persevere ferviente la atención. Hablar mucho en la oración es como tratar un asunto necesario y urgente con palabras superfluas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazón perseverante y lleno de afecto a la puerta de aquel que nos escucha. Porque con frecuencia la finalidad de la oración se logra más con lágrimas y llantos que con palabras y expresiones verbales. Porque el Señor recoge nuestras lágrimas en su odre y a él no se le ocultan nuestros gemidos, pues todo lo creó por medio de aquel que es su Palabra, y no necesita las palabras humanas.

RESPONSORIO Sal 87, 2-3; Is 26, 8

R. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; * llegue hasta ti mi súplica.
V. Ansío tu nombre y tu recuerdo.
R. Llegue hasta ti mi súplica.

ORACIÓN.

OREMOS,
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

domingo, 15 de septiembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXIV
Del Común de varios mártires. Salterio IV

16 de septiembre

SANTOS CORNELIO, Papa, y CIPRIANO, obispo, mártires. (MEMORIA)

Cornelio fue ordenado obispo de la Iglesia de Roma el año 251; se opuso al cisma de los novacianos y, con la ayuda de Cipriano, pudo reafirmar su autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y murió en Civitavecchia el año 253. Su Cuerpo fue trasladado a Roma y sepultado en el cementerio de Calixto.

Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Se convirtió a la fe, fue ordenado presbítero y, el año 249, fue elegido obispo de su ciudad. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus escritos. En la persecución de Valeriano, primero fue desterrado y más tarde sufrió el martirio, el día 14 de septiembre del año 258.

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: TESTIGOS DE AMOR

Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.

Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.

Palabras en luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.

Corona inmortal
del Cristo total,
mártires santos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Oseas 9, 1-14

PREDICCIÓN DEL EXILIO Y DE LA ESTERILIDAD

No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido abandonando a tu Dios. Vendiste tu amor por salario en todas las eras de trigo; la era y el lagar no los alimentarán, el vino les fallará. No habitarán en la tierra del Señor: Efraím volverá a Egipto, en Asiria comerán manjares profanos. No harán libaciones de vino al Señor, no le ofrecerán sacrificios. Comerán el pan del duelo, manjar impuro. Su pan les quitará el hambre, pero no entrará en la casa del Señor. ¿Qué haréis el día de la solemnidad, el día de la fiesta del Señor? Pues si escapan de la catástrofe, Egipto los congregará, Menfis los sepultará; su plata codiciada será ortigas, los cardos crecerán en sus tiendas.

Llegan los días de la cuenta, llegan los días de la retribución; que lo sepa Israel. Necio es el profeta, ridículo el hombre de espíritu; por la muchedumbre de tus iniquidades, por la abundancia de tus rebeliones. El profeta de mi pueblo vigila sobre Efraím; es red extendida en su camino, rebelión en el templo de su Dios. Se han corrompido profundamente, como en los días de Gabá: pero el Señor recordará sus iniquidades, castigará su pecado.

Como uvas en el desierto encontré a Israel, como breva en la higuera descubrí a vuestros padres. Pero ellos fueron a Baal-Fegor, se consagraron a la ignominia y se hicieron abominables como el que amaban. La gloria de Efraím emigra como un pájaro, desde el nacimiento, desde el vientre, desde la concepción; aunque se multipliquen sus hijos, los dejaré sin herederos. ¡Ay de ellos, cuando de ellos me aparte! Yo he visto a Efraím plantado en el prado, Efraím, para entregar al verdugo a sus hijos. Dales, Señor; y ¿qué les darás? Dales vientres estériles y pechos áridos.

RESPONSORIO    Os 9, 1; 14, 2; 13, 9

R. No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido abandonando a tu Dios. * Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.
V. Te matan, Israel, porque sólo en mí está tu auxilio.
R. Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.

SEGUNDA LECTURA

De las Cartas de San Cipriano, obispo y mártir
(Carta 60, 1-2. 5: CSEL 3, 691-692. 694-695)

UNA FE GENEROSA Y FIRME

Cipriano a su hermano Cornelio:

Hemos tenido noticia, hermano muy amado, del testimonio glorioso que habéis dado de vuestra fe y fortaleza; y hemos recibido con tanta alegría el honor de vuestra confesión, que nos consideramos partícipes y socios de vuestros méritos y alabanzas. En efecto, si formamos todos una misma Iglesia, si tenemos todos una sola alma y un solo corazón, ¿qué sacerdote no se congratulará de las alabanzas tributadas a un colega suyo, como si se tratara de las suyas propias? ¿O qué hermano no se alegrará siempre de las alegrías de sus otros hermanos?

No hay manera de expresar cuán grande ha sido aquí la alegría y el regocijo, al enterarnos de vuestra victoria y vuestra fortaleza: de cómo tú has ido a la cabeza de tus hermanos en la confesión del nombre de Cristo, y de cómo esta confesión tuya, como cabeza de tu Iglesia, se ha visto a su vez robustecida por la confesión de los hermanos; de este modo, precediéndolos en el camino hacia la gloria, has hecho que fueran muchos los que te siguieran, y ha sido un estímulo para que el pueblo confesara su fe el hecho de que te mostraras tú, el primero, dispuesto a confesarla en nombre de todos; y, así, no sabemos qué es lo más digno de alabanza en vosotros, si tu fe generosa y firme o la inseparable caridad de los hermanos. Ha quedado públicamente comprobada la fortaleza del obispo que está al frente de su pueblo y ha quedado de manifiesto la unión entre los hermanos que han seguido sus huellas. Por el hecho de tener todos vosotros un solo espíritu y una sola voz, toda la Iglesia de Roma ha tenido parte en vuestra confesión.

Ha brillado en todo su fulgor, hermano muy amado, aquella fe vuestra, de la que habló el Apóstol. Él preveía ya en espíritu, esta vuestra fortaleza y valentía, tan digna de alabanza, y pregonaba lo que más tarde había de suceder, atestiguando vuestros merecimientos, ya que, alabando a vuestros antecesores, os incitaba a vosotros a imitarlos. Con vuestra unanimidad y fortaleza, habéis dado a los demás hermanos un magnífico ejemplo de estas virtudes.

Y, teniendo en cuenta que la providencia del Señor nos advierte y pone en guardia y que los saludables avisos de la misericordia divina nos previenen que se acerca ya el día de nuestra lucha y combate, os exhortamos de corazón, en cuanto podemos, hermano muy amado, por la mutua caridad que nos une, a que no dejemos de insistir, junto con todo el pueblo, en los ayunos, vigilias y oraciones. Porque éstas son nuestras armas celestiales, que nos harán mantener firmes y perseverar con fortaleza; éstas son las defensas espirituales y los dardos divinos que nos protegen.

Acordémonos siempre unos de otros, con grande concordia y unidad de espíritu, encomendémonos siempre mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua caridad cuando llegue el momento de la tribulación y de la angustia.

RESPONSORIO    S. Cipriano, Carta 58

R. Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. * Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
V. Revistámonos de fuerza y preparémonos para la lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una entrega total.
R. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

domingo, 18 de agosto de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XX
De la Feria. Salterio IV

19 de agosto

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA

En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

De la carta a los Efesios 1, 15-23

ORACIÓN DE PABLO PARA QUE LOS FIELES SEAN ILUMINADOS

Hermanos: Después que he oído hablar de vuestra fe en Jesús, el Señor, y de vuestra caridad para con todos los fieles, no ceso de dar gracias por vosotros, y siempre os recuerdo en mis oraciones. Quiera el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, concedernos el don de sabiduría y de revelación, para que lleguemos al pleno conocimiento de él e, iluminados así los ojos de nuestra mente, conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.

Y ¡qué soberana grandeza despliega su poder en nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa! Este poder lo ejercitó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y constituyéndolo a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista no sólo en el mundo presente, sino también en el futuro. Puso todas las cosas bajo sus pies y lo dio como cabeza a la Iglesia, que es su cuerpo, es decir, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo.

RESPONSORIO    Ef 1, 17. 18; 1Co 2, 12

R. Quiera Dios concedernos el don de sabiduría y de revelación,*para que conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.
V. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado.
R. Para que conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.

SEGUNDA LECTURA

De las Homilías de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre el Eclesiastés
(Homilía 5: PG 44,683-686)

EL SABIO TIENE SUS OJOS PUESTOS EN LA CABEZA

Si el alma eleva sus ojos a su cabeza, que es Cristo, según la interpretación de Pablo, habrá que considerarla dichosa por la penetrante mirada de sus ojos, ya que los tiene puestos allí donde no existen las tinieblas del mal. El gran Pablo y todos los que tuvieron una grandeza semejante a la suya tenían los ojos fijos en su cabeza, así como todos los que viven, se mueven y existen en Cristo. Pues, así como es imposible que el que está en la luz vea tinieblas, así también lo es que el que tiene los ojos puestos en Cristo los fije en cualquier cosa vana. Por tanto, el que tiene los ojos puestos en la cabeza, y por cabeza entendemos aquí al que es principio de todo, los tiene puestos en toda virtud (ya que Cristo es la virtud perfecta y totalmente absoluta), en la verdad, en la justicia, en la incorruptibilidad, en todo bien. Porque el sabio tiene sus ojos puestos en la cabeza, mas el necio camina en las tinieblas. El que no pone su lámpara sobre el candelero, sino que la pone bajo el lecho, hace que la luz sea para él tinieblas.

Por el contrario, cuántos hay que viven entregados a la lucha por las cosas de arriba y a la contemplación de las cosas verdaderas, y son tenidos por ciegos e inútiles, como es el caso de Pablo, que se gloriaba de ser insensato por Cristo. Porque su prudencia y sabiduría no consistía en las cosas que retienen nuestra atención aquí abajo. Por esto dice: Nosotros somos insensatos por Cristo, que es lo mismo que decir: «Nosotros somos ciegos con relación a la vida de este mundo, porque miramos hacia arriba y tenemos los ojos puestos en la cabeza.» Por esto vivía privado de hogar y de mesa, pobre, errante, desnudo, padeciendo hambre y sed.

¿Quién no lo hubiera juzgado digno de lástima, viéndolo encarcelado, sufriendo la ignominia de los azotes, viéndolo entre las olas del mar al ser la nave desmantelada, viendo cómo era llevado de aquí para allá entre cadenas? Pero, aunque tal fue su vida entre los hombres, él nunca dejó de tener los ojos puestos en la cabeza, según aquellas palabras suyas: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Que es como si dijese: «¿Quién apartará mis ojos de la cabeza y hará que los ponga en las cosas que son despreciables?» A nosotros nos manda hacer lo mismo, cuando nos exhorta a poner nuestro corazón en las cosas del cielo, lo que equivale a decir «tener los ojos puestos en la cabeza».

RESPONSORIO    Sal 122, 2; Jn 8, 12

R. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,*así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
V. Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
R. Así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos tus promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

domingo, 21 de julio de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XVI
Del Común de santas mujeres. Salterio IV

22 de julio

SANTA MARÍA MAGDALENA. (MEMORIA).
Formó parte de los discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la madrugada del día de Pascua, tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Redentor resucitado de entre los muertos (Mc 16, 9). Fue sobre todo durante el siglo XII cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.


OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO 

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de santa María Magdalena.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: DICHOSA LA MUJER QUE HA CONSERVADO

Dichosa la mujer que ha conservado,
en su regazo, con amor materno,
la palabra del Hijo que ha engendrado
en la vida de fe y de amor pleno.

Dichosas sois vosotras, que en la vida
hicisteis de la fe vuestra entereza,
vuestra gracia en la Gracia fue asumida,
maravilla de Dios y de belleza.

Dichosas sois vosotras, que supisteis
ser hijas del amor que Dios os daba,
y así, en la fe, madres de muchos fuisteis,
fecunda plenitud que nunca acaba.

No dejéis de ser madres, en la gloria,
de los hombres que luchan con anhelo,
ante Dios vuestro amor haga memoria
de los hijos que esperan ir al cielo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del segundo libro de Samuel 18, 6-17. 24--19, 4

MUERTE DE ABSALÓN Y DUELO DE DAVID

En aquellos días, el ejército de David salió al campo al encuentro de Israel, y se trabó la batalla en el bosque de Efraím. El pueblo de Israel fue derrotado allí por los veteranos de David, y hubo aquel día un gran estrago de veinte mil hombres. La batalla se extendió por todo aquel contorno y aquel día devoró el bosque más hombres que la espada.

Absalón chocó contra los veteranos de David. Iba Absalón montado en un mulo, y el mulo se metió bajo el ramaje de una gran encina. La cabeza de Absalón se trabó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo que estaba debajo de él siguió adelante. Lo vio un hombre y se lo avisó a Joab, diciendo:

«He visto a Absalón colgado de una encina.» Joab dijo al hombre que le avisaba:

«Y viéndole, ¿por qué no lo has derribado allí mismo en tierra? Y yo te habría dado diez siclos de plata y un cinturón.»

El hombre respondió a Joab:

«Aunque pudiera pesar en la palma de mi mano mil siclos de plata, no alzaría mi mano contra el hijo del rey, pues ante nuestros oídos te ordenó el rey, a ti, a Abisay y a Ittay: "Guardad por amor a mí al joven Absalón." Si hubiera cometido yo esta perfidia, expondría mi vida, pues al rey nada se le oculta y tú mismo te hubieras puesto contra mí.»

Respondió Joab:

«No voy a estarme mirando tu cara.»

Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, que estaba todavía vivo en medio de la encina. Luego se acercaron diez jóvenes escuderos de Joab, que hirieron a Absalón y lo remataron. Joab mandó tocar el cuerno y el ejército dejó de perseguir a Israel, porque Joab retuvo al ejército. Tomaron a Absalón, lo echaron en un gran hoyo en el bosque, y pusieron encima un gran montón de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.

Estaba David entre las dos puertas. El centinela que estaba en el terrado de la puerta, sobre la muralla, alzó la vista y vio a un hombre que venía corriendo solo. Gritó el centinela y se lo comunicó al rey, y el rey dijo:

«Si viene solo hay buenas noticias en su boca.»

Mientras éste se acercaba corriendo, vio el centinela otro hombre también corriendo, y gritó el centinela de la puerta:

«Ahí viene otro hombre solo corriendo.» Dijo el rey:

«También éste trae buenas noticias.» Dijo el centinela:

«Ya distingo el modo de correr del primero: por su modo de correr es Ajimaas, hijo de Sadoq.» El rey comentó:

«Es un hombre de bien; viene para dar buenas noticias.»

Se acercó Ajimaas y dijo al rey «¡Paz!»

Y se postró ante el rey, rostro en tierra. Luego prosiguió:

«Bendito sea el Señor tu Dios, que ha sometido a los hombres que alzaban la mano contra mi señor el rey.» Preguntó el rey:

«¿Está bien el joven Absalón?» Ajimaas respondió:

«Yo vi un gran tumulto cuando el siervo del rey, Joab, envió a tu siervo, pero no sé qué era.»

El rey dijo:

«Pasa y ponte acá.»

Él pasó y se quedó. En eso llegó el cusita y dijo: «Recibe, oh rey mi señor, la buena noticia, pues hoy te ha librado el Señor de la mano de todos los que se alzaban contra ti.»

Dijo el rey al cusita:

«¿Está bien el joven Absalón?» Respondió el cusita:

«Que les suceda como a ese joven a todos los enemigos del rey mi señor, y a todos los que se levanten contra ti para hacerte mal.»

Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a llorar. Decía entre sollozos:

«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío, hijo mío, Absalón!

¡Quién me diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío!»

Avisaron a Joab:

«Mira que el rey está llorando y lamentándose por Absalón.»

La victoria se trocó en duelo aquel día para todo el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que el rey estaba desolado por su hijo. Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la batalla. El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos:

«¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío!

RESPONSORIO    Sal 54, 13. 14. 15; cf. 40, 10; 2S 18, 33

R. Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; * pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad, el primero en traicionarme.
V. El rey se estremeció, subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a llorar, decía entre sollozos:
R. Pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad, el primero en traicionarme.

SEGUNDA LECTURA

De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 25, 1-2. 4-5: PL 76, 1189-1193)

ARDÍA EN DESEOS DE CRISTO, A QUIEN PENSABA QUE SE LO HABÍAN LLEVADO

María Magdalena, cuando llegó a al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el Evangelio acerca de ellos: Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación: María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro.

Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el fin se salvará.

Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Desfallezco de amor; y también: Mi alma se derrite.

Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.

Jesús dijo: «¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de «mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera: «Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en especial.» María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama «rabbuní»,es decir: «maestro», ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.

RESPONSORIO   

R. Cuando volvió del sepulcro del Señor, María Magdalena anunció a los discípulos: «He visto al Señor.» * Dichosa ella que fue digna de llevar la noticia de la resurrección de la Vida.
V. Llorando al que amaba, encontró al que buscaba, y anunció luego al que había encontrado.
R. Dichosa ella que fue digna de llevar la noticia de la resurrección de la Vida.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste que santa María Magdalena fuese la primera en recibir de tu Hijo unigénito la misión de anunciar el gozo pascual, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo su ejemplo, demos a conocer a Cristo resucitado y merezcamos contemplarlo luego reinando en tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.