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lunes, 30 de diciembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE NAVIDAD
MARTES - DÍA VII INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

31 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: ALÉGRESE TIERRA Y CIELO

Alégrese tierra y cielo,
pues el Verbo que ha nacido
viene, siendo Dios, vestido
de carne en humano velo.

De la raíz de Jesé
salió la graciosa vara
de más frescor y más clara
que en jamás será ni fue.

Della hizo el Verbo cielo,
y fue tan esclarecido,
que sale de allí vestido
de carne en humano velo.

La nieve siente y el hielo,
aunque es Dios de Dios venido,
porque Dios está vestido
de carne en humano velo.

En traje de humanidad
nace el Verbo con cuidado
por destruir el pecado
y dar a Dios su heredad.

Quiere dar al hombre el cielo
por ser su amor tan subido;
y, ansí, se muestra vestido
de carne en humano velo.

A la Santa Trinidad
que nos dio la redención,
gloria, honor y bendición
por toda la eternidad. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Alégrese el cielo, goce la tierra, delante del Señor, que ya llega.

Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alégrese el cielo, goce la tierra, delante del Señor, que ya llega.

Ant 2. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya.

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya.

Ant 3. El Señor da a conocer su victoria. Aleluya.

Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:

tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da a conocer su victoria. Aleluya.

V. En estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado Dios por medio de su Hijo.
R. Por quien creó los mundos.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Cantar de los cantares 2, 8—3, 5

LA ESPOSA HA OÍDO LA VOZ DEL ESPOSO, Y LO BUSCA

¡Escucho una voz...! Es mi amado que ya llega, saltando sobre los montes, brincando por las colinas. Es mi amado semejante a un venado, a un ágil cervatillo. Vedle aquí ya apostado detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las rejas. Empieza a hablar mi amado y me dice:

«Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Porque, mira, ya ha pasado el invierno, ya han cesado las lluvias y se han ido. Brotan flores en los campos, el tiempo de canciones ha llegado, ya el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra. Apuntan ya los higos en la higuera, y las viñas en flor exhalan sus perfumes. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Paloma mía que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.»

Cazadnos las raposas, las raposas pequeñitas, que destrozan nuestras viñas, nuestras viñas florecidas. Mi amado es para mí, y yo para él; él pastorea entre azucenas.
Mientras sopla la brisa y las sombras se alargan, retorna, amado mío, imita al cervatillo por montes y quebradas.

En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué, y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué, y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad:

«¿Visteis al amor de mi alma?»

Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma: lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas.

¡Muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor, hasta que él quiera!

RESPONSORIO    Ct 2, 10. 14; Sal 44, 11. 12

R. Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven; es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Escucha, hija, mira: inclina el oído; prendado está el rey de tu belleza.
R. Es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)

EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ

Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.

La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.

Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.

El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.

Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.

Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.

Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor?

En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.

Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.

Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

RESPONSORIO    Ef 2, 13.14. 17

R. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. * Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
V. Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz:
paz a vosotros, los que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.
R. Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que en el nacimiento de tu Hijo nos has dado la fuente y la cumbre de toda religión, concédenos contarnos siempre en el rebaño de aquel en quien está la salvación de todo el género humano. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios

LITURGIA DE LAS HORAS - LAUDES



TIEMPO DE NAVIDAD
MARTES - DIA VII INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

31 de diciembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: UN TAN HERMOSO DONCEL

Un tan hermoso Doncel
hoy ha nacido en el suelo,
que la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.

Es un Niño en quien se halla
hermosura tan sin par,
que no se pueden hartar
los ángeles de miralla.

Y aun lo menos que hay en él
es lo que mostró en el suelo,
pues la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.

Nació este hermoso Doncel
de una graciosa Doncella,
después de Dios la más bella
de todo lo que no es él.

Como al fin Madre de aquel
que es Rey del cielo y del suelo,
y que las lumbres del cielo
no lucen delante de él.

Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.

SALMODIA

Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.

LECTURA BREVE   Is 4, 2-3

Aquel día, el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento para los supervivientes de Israel. A los que queden en Sión, a los restantes en Jerusalén, los llamarán santos: serán inscritos para vivir en Jerusalén.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, cuya gracia ha aparecido a todos los hombres, y digámosle con humilde confianza:

Señor, ten piedad de nosotros.

Oh Cristo, nacido del Padre antes de todos los siglos, reflejo de su gloria e impronta de su ser, que sostienes el universo con tu palabra,
te pedimos que vivifiques nuestro día con tu Evangelio.

Tú que naciste en el momento culminante de la historia, para salvación del género humano y liberación de toda creatura,
concede a todos los hombres la verdadera libertad.

Tú que, siendo Hijo consubstancial del Padre, engendrado antes de la aurora quisiste nacer en Belén, para que se cumplieran las Escrituras,
haz que tu Iglesia realice los planes del Padre viviendo en pobreza.

Tú que eres Dios y hombre, Señor de David y también hijo suyo, miembro del pueblo de Israel y enviado a todas las naciones,
haz que Israel te reconozca como su Mesías y que los pueblos de la tierra entren en tu Iglesia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que en el nacimiento de tu Hijo nos has dado la fuente y la cumbre de toda religión, concédenos contarnos siempre en el rebaño de aquel en quien está la salvación de todo el género humano. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - VÍSPERAS



TIEMPO DE NAVIDAD
MARTES - DIA VII INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

31 de diciembre

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: REINA DEL LIBRO DE LA VIEJA ALIANZA

Reina del libro de la vieja alianza:
tu nombre es el versículo primero
de consuelo, promesa y esperanza.

Doncella que en tu vientre a Dios tendrías:
se estremece de júbilo tu nombre
en los labios quemados de Isaías.

Reina del libro nuevo de la vida:
reinas desde el silencio en cada página,
oh reina silenciosa y escondida,

y es tu presencia la del tallo leve
que, al reventar el lirio, se recata
debajo de los pétalos de nieve.

Reina del claro mes de los renuevos,
de la infancia del mundo y de la tierra,
y de la luz y de los nidos nuevos,

y Reina nuestra; Reina de las manos,
con sangre y con estrellas, de tu Hijo,
con flores y dolor, de sus hermanos.

Los ángeles te aclaman soberana,
pero mil veces más eres, Señora,
sangre y dolor de nuestra raza humana. Amén.

SALMODIA

Ant 1. ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.

Ant 2. Cuando naciste inefablemente de la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.

Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cuando naciste inefablemente de la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.

Ant 3. En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios, intercede por nosotros.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios, intercede por nosotros.

LECTURA BREVE   Ga 4, 4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

RESPONSORIO BREVE

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya.

PRECES

Bendito sea el Señor Jesús, nuestra paz, que ha venido para hacer de dos pueblos uno solo; supliquémosle, diciendo:

Concede, Señor, tu paz a todos los hombres.

Tú que al nacer has revelado la bondad de Dios y su amor al hombre,
ayúdanos a vivir siempre en acción de gracias por todos tus beneficios.

Tú que hiciste a María llena de gracia,
concede también la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Tú que viniste a anunciar la Buena Noticia de Dios al mundo, multiplica los ministros de tu Evangelio
y da a quien escucha su mensaje un corazón dócil a tu palabra.

Tú que has querido nacer de María para ser nuestro hermano,
haz que todos los hombres sepamos amarnos fraternalmente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que apareciste en el mundo como sol que nace de lo alto, revela la claridad de tu presencia a los difuntos
y haz que puedan contemplarte cara a cara.

A pesar de que en el mundo existe el odio y la división, oremos a aquel que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - COMPLETAS



COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE   Dt 6, 4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

domingo, 29 de diciembre de 2019

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE NAVIDAD
LUNES - DIA VI INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

30 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: LA NOCHE ESTABA DEL SILENCIO EN MEDIO

La noche estaba del silencio en medio,
y las cosas suspensas, aguardando
de la dichosa hora el punto, cuando
reciba el mundo sin igual remedio.

Puso entre el hombre y Dios la Virgen medio,
su consentir humilde al ángel dando,
y el resplandor del Padre, así encarnando,
ya vecino al nacer confirma el medio.

María, de extremado gozo llena
y en vehemente ardor toda encendida,
pide que salga el Sol que la enamora.

Vistióse de blancura y luz serena,
y, sobre humanas fuerzas conmovida,
virgen y madre se mostró a la hora.

Gloria y loores por la eternidad
tribútense a la Santa Trinidad. Amén.

SALMODIA

Ant 1. La fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.

Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»

La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.

Ant 2. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant 3. Él me invocará: «Tú eres mi padre.» Aleluya.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Él me invocará: «Tú eres mi padre.» Aleluya.

V. El Señor. Aleluya.
R. Revela su salvación. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Cantar de los cantares 1, 11—2, 7

DIALOGO ENTRE EL ESPOSO Y LA ESPOSA: ENTRE CRISTO Y LA IGLESIA

Mientras el rey estaba en su diván, mi nardo despedía su perfume. Mi amado es para mí una bolsa de mirra que descansa en mis pechos; mi amado es para mí como un ramo florido de ciprés de los jardines de Engadí.

¡Qué hermosa eres, mi amada, qué hermosa eres! Tus ojos son de paloma.

¡Qué hermoso eres, mi amado, qué dulzura y qué hechizo! Nuestra cama es de frondas, y las vigas de casa son de cedro, y el techo de cipreses.

Soy un narciso de Sarón, una azucena de las vegas.

Azucena entre espinas es mi amada entre las muchachas.

Manzano entre los árboles silvestres, mi amado entre los jóvenes: a su sombra quisiera sentarme y comer de sus frutos sabrosos. Me ha llevado a su bodega y contra mí enarbola su bandera de amor. Dadme fuerzas con pasas y vigor con manzanas: ¡Desfallezco de amor! Pone la mano izquierda bajo mi cabeza y me abraza con la derecha.

¡Muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor, hasta que él quiera!

RESPONSORIO    Ct 2, 3; Sal 15, 11

R. A la sombra de mi amado quisiera sentarme * y comer de sus frutos sabrosos.
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
R. y comer de sus frutos sabrosos.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Refutación de todas las herejías
(Cap. 10, 33-34: PG 16, 3452-3453)

EL VERBO HECHO CARNE NOS DEIFICA

No fundamentamos nuestra fe en palabras vanas ni nos dejamos arrastrar por los impulsos del corazón ni nos seduce la suavidad de palabras persuasivas, sino que nuestra fe se apoya en las palabras pronunciadas por el poder divino.

Dios confió estas palabras al Verbo, y el Verbo las profirió para apartar al hombre de la desobediencia, no coaccionándolo por fuerza como si se tratara de un esclavo,

sino llamándolo para que lo siguiera libre y voluntariamente.

Al fin de los tiempos el Padre envió al Verbo -pues ya no quería hablar por medio de los profetas ni ser anunciado en figuras-, ordenándole que se manifestara en forma visible, para que el mundo al verlo pudiera ser salvado.

Sabemos que este Verbo tomó un cuerpo de la Virgen y que hizo del hombre viejo una nueva creación. Sabemos que fue plasmado de nuestra misma substancia; porque si hubiera obrado de otro modo en vano nos mandaría que lo imitáramos como a un maestro.

En efecto, si este hombre hubiera sido formado de una substancia distinta de la nuestra, ¿cómo podría mandarme tales cosas a mí, que nací débil? ¿Cómo podríamos, en tal caso, decir que él es bueno y justo?

Para que no lo creyéramos diferente de nosotros, soportó fatigas, quiso tener hambre y no rehusó tener sed, tuvo necesidad de descanso, no rechazó los sufrimientos de la pasión, se sometió a la muerte y quiso manifestarnos su resurrección. En todo esto ofreció su humanidad como primicias, para que tú, en medio de los sufrimientos, no te desanimes, sino que, recordando tu condición de hombre, esperes recibir, también tú, lo que Dios quiso darle a él.

Cuando ya contemples a Dios tal cual es, tendrás un cuerpo inmortal e incorruptible, como el alma, y poseerás el reino de los cielos, tú, que, viviendo en la tierra, conociste al Rey celestial; participarás de la felicidad de Dios, serás coheredero de Cristo y ya no estarás sujeto a las pasiones ni a las enfermedades, porque habrás sido hecho semejante a Dios.

Todos los males que soportaste en cuanto hombre, Dios te los envió precisamente porque eres hombre; en cambio, todo aquello que es propio de Dios, él prometió dártelo cuando seas divinizado y alcances la inmortalidad. Conócete, pues, a ti mismo, reconociendo al Dios que te hizo; pues conocer a Dios y ser conocido por él corresponde a aquel que ha sido llamado por Dios.

Por tanto no discutáis entre vosotros ni dudéis en volver a él. Cristo es Dios por encima de todas las cosas; él quiso borrar el pecado de los hombres renovando al hombre viejo, que él había creado a su imagen desde el comienzo, manifestándote, de este modo, el amor que tiene por ti. Si obedeces sus mandatos y, por tu bondad, imitas al que es bueno, llegarás a ser semejante a él, y él te honrará; pues no es mezquino el Dios que te ha hecho dios para su gloria.

RESPONSORIO    1Jn 1, 14; Ba 3, 38

R. La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros; * y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre, como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
V. Apareció en la tierra y convivió entre los hombres.
R. y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre, como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, que el nacimiento de tu Hijo en nuestra carne mortal nos libre de la antigua servidumbre del pecado que pesa aún sobre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

LITURGIA DE LAS HORAS - LAUDES



TIEMPO DE NAVIDAD
LUNES - DÍA VI INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

30 de diciembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: NIÑO, QUE POR DARME VIDA

Niño, que por darme vida
te pusiste mi vestido,
bien que te viene nacido,
mas no es hecho a tu medida.

Aunque eres, si bien se apura,
tan grande como tu Padre,
hoy te da señora Madre
un vestido de criatura.

Traerásle toda la vida,
sin mudar otro vestido,
mas andarás encogido,
por ser hecho a mi medida.

No te vendrá nada holgado;
que, aunque paño baladí,
primero que dé de sí
le tendrás todo rasgado.

Y aun te costará la vida
el habértele vestido,
porque te traerá molido
el ser hecho a mi medida.

Al Mesías tributad,
que nos trajo salvación,
honor, gloria y bendición
por toda la eternidad. Amén.

SALMODIA

Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.

LECTURA BREVE   Is 9, 6

Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el señorío y será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre sempiterno» y «Príncipe de la paz».

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Al nacer el Señor, los ángeles cantaban, diciendo: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero».

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al nacer el Señor, los ángeles cantaban, diciendo: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero».

PRECES

Oremos a Cristo, el Señor, en quien el Padre ha querido renovar todas las cosas, y digámosle:

Hijo amado de Dios, escucha nuestra oración.

Hijo de Dios, que en el principio estabas junto al Padre y, al llegar el tiempo señalado por él, quisiste nacer como hombre,
haz que todos nos amemos como hermanos.

Tú que te has hecho pobre para que, con tu pobreza, nosotros nos hagamos ricos y te anonadaste para que, con tu humillación, nosotros resucitáramos y llegáramos a participar de tu gloria,
haz que seamos anunciadores fieles de tu Evangelio.

Tú que nos has iluminado cuando vivíamos aún en tinieblas y en sombra de muerte,
concédenos también la santidad, la justicia y la paz.

Otórganos un corazón recto y sincero, que atienda siempre a tu palabra
y lleve a plenitud en nosotros y en todos los hombres tu plan de salvación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que el nacimiento de tu Hijo en nuestra carne mortal nos libre de la antigua servidumbre del pecado que pesa aún sobre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - VÍSPERAS



TIEMPO DE NAVIDAD
LUNES - DIA VI INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.

30 de diciembre

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ENTONAD UN CANTO

Entonad un canto
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»

Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.

Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.

Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Ant 2. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Ant 3. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

LECTURA BREVE   Cf. 2Pe 1, 3-4

Cristo, con su divino poder, nos ha concedido todo lo referente a la vida eterna y a la verdadera religión, mediante el perfecto conocimiento del que nos convocó por su propia gloria y virtud. Por ellas nos ha hecho merced de las preciosas y magníficas promesas, para que así seáis partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción existente en el mundo por causa de la concupiscencia.

RESPONSORIO BREVE

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque de ti ha nacido Cristo; oh María, salva a todos los que te enaltecen.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque de ti ha nacido Cristo; oh María, salva a todos los que te enaltecen.

PRECES

Aclamemos a Cristo, el jefe salido de Belén, tierra de Judá, para ser el pastor del pueblo de Israel, y digámosle:

Que tu gracia, Señor, nos acompañe siempre.

Cristo salvador, deseado de todos los pueblos, haz que tu Evangelio llegue a aquellos que aún no han oído la palabra de vida
y atrae a ti a todos los hombres.

Cristo Señor, haz que tu Iglesia se dilate por el mundo y arraigue en los pueblos,
para que en ella se congreguen los hombres de toda lengua y nación.

Rey de reyes, dirige la mente y la voluntad de los que gobiernan,
para que procuren la justicia y trabajen por la libertad y la paz de las naciones.

Señor todopoderoso, tú que eres la fortaleza de los frágiles, ayuda a los que están tentados, levanta a los decaídos, protege a los que están en peligro,
consuela a los que se sienten decepcionados o desesperados y robustece la confianza de los perseguidos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres el consuelo de los tristes, conforta a los agonizantes
y llévalos a los goces de tu paraíso.

Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que el nacimiento de tu Hijo en nuestra carne mortal nos libre de la antigua servidumbre del pecado que pesa aún sobre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

LITURGIA DE LAS HORAS - COMPLETAS



COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA

Cuando acabamos el día
te suplicamos, Señor,
nos hagas de centinela
y otorgues tu protección.

Que te sintamos: contigo
sueñe nuestro corazón
para cantar tus loores
de nuevo al salir el sol.

Danos vida saludable,
alienta nuestro calor,
tu claridad ilumine
la oscuridad que llegó.

Dánoslo, Padre piadoso,
por Jesucristo, el Señor,
que reina con el Espíritu
Santo vivificador. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE   Dt 6, 4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.