viernes, 3 de enero de 2025
EVANGELIO - 04 de Enero - San Juan 1,35-42
Epístola I de San Juan 3,7-10.
Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.
El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Salmo 98(97),1.7-8.9.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.
Evangelio según San Juan 1,35-42.
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.
Evangelio según San Juan 1,35-42.
Estaba Juan Bautista otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿Dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿Dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 04 de Enero - «...Rabí ¿dónde vives? El les dijo: Venid y lo veréis»
San Francisco de Sales, obispo Tratado del Amor de Dios: Sin la fe no veremos a Cristo II, 15
«...Rabí ¿dónde vives? El les dijo: Venid y lo veréis»
Situados ante los rayos solares del mediodía, apenas vemos su luz sentimos inmediatamente el calor del mismo modo apenas la luz de la fe ha proyectado el resplandor de sus verdades sobre nuestro entendimiento, la voluntad percibe el calor santo del amor divino. La fe nos hace conocer con infalible certeza que Dios existe, que es infinito en bondad, que puede comunicarse a nosotros, que no tan solo lo puede sino que también lo quiere.
Sentimos una inclinación natural al soberano bien y como consecuencia de ello, nuestro corazón experimenta como un íntimo y continuo anhelo y una continua inquietud, sin poder hallar satisfacción.
Pero cuando la fe representa a nuestro espíritu el hermoso objeto de su inclinación natural, ¡qué gozo!, ¡qué placer!, ¡qué estremecimiento de general alegría experimenta nuestra alma! La cual como extasiada ante la contemplación de tan excelsa hermosura lanza este grito de amor: ¡qué hermoso eres, Amado mío, qué hermoso eres!
El corazón humano tiende a Dios por natural inclinación, sin conocerle claramente, pero cuando lo encuentra ...y le ve tan bueno, tan hermoso y tan bondadoso para con todos, tan dispuesto a entregarse como soberano bien a todos cuantos le quieran, ¡Dios mío! ¡qué dicha, qué santos movimientos en el espíritu para unirse por siempre a bondad tan soberanamente amable! «He encontrado al fin, dice el alma enternecida, al que deseaba y ahora soy feliz» Así nuestro corazón, querido Teótimo, por tanto tiempo inclinado hacia el soberano bien, ignoraba adónde tendía su movimiento, pero apenas la fe se lo mostró, vio que era lo que necesitaba, lo que el espíritu buscaba, lo que su afán anhelaba.
Nos parecemos a aquellos buenos atenienses que hacían sacrificios al verdadero Dios, desconocido para ellos hasta que el apóstol san Pablo se lo hubo de mostrar, nuestro corazón, por íntimo y secreto instinto, tiende en todas sus acciones hacia la felicidad y la busca como a tientas, sin saber con certeza dónde reside ni en qué consiste, hasta que la fe se la enseña y la describe en las mil infinitas maravillas, entonces, una vez encontrado el tesoro que buscaba, ¡qué placer para el pobre corazón humano, qué alegría, qué amorosa complacencia!
SANTORAL - SANTA ISABEL ANA SETON
04 de Enero
En la ciudad de Emmitsburg, del estado de Maryland, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Isabel Ana Seton, quien, al quedar viuda, abrazó la fe católica y trabajó denodadamente para fundar la Congregación de Hermanas de la Caridad de San José, con el fin de educar a las jóvenes y atender a la infancia sin recursos. Isabel Ana nació en la ciudad de Nueva York el 28 de agosto de 1774, hija de Catalina Charlton y del Dr. Richard Bayley, Episcopalianos devotos. Fue bautizada y llegó a su madurez en la fe episcopaliana. Su padre, cirujano distinguido y médico, fue el primer funcionario de la salud del Puerto de Nueva York y después profesor de anatomía en la Universidad de King’s College (en la Universidad de Columbia). Isabel Ana creció en la Ciudad de Nueva York y Nueva Rochelle, Nueva York. El 25 de enero de 1794 se casó con Guillermo Magee Seton, de una familia naviera adinerada y la nueva pareja vivió en la Calle del Estado en Manhattan.
Su matrimonio fue bendecido con tres hijas y dos hijos. Poco tiempo después de su matrimonio, Guillermo enfermó de tuberculosis. En un esfuerzo para restaurar su salud Isabel, Guillermo y su hija mayor, Annina, embarcaron hacia Italia pero él murió el 27 de diciembre de 1803 dejándola viuda con 5 niños cuando tenía sólo 29 años. La familia Fellicchi, de Livorno, Italia, íntimos colaboradores en los negocios y amigos de la familia le ofrecieron hospitalidad y consuelo. A Isabel, profundamente espiritual, le impactó su devoción y su fe católica.
Un año después de su retorno a Nueva York se convirtió a la fe católica. Esta conversión le costó muy caro a Isabel en las relaciones con su familia y amigos. Viuda y sin dinero, con cinco niños que alimentar, los años siguientes fueron muy duros debido a la quiebra del negocio naviero antes de la muerte de Guillermo, intentando ganar su sustento sin el apoyo de su familia y amigos.
En el verano de 1808, el P. Guillermo Luis Dubourg, sacerdote de San Sulpicio, de Maryland, cuando visitó Nueva York conoció a Isabel y la invitó a ir a Baltimore con la promesa de abrir allí una escuela. Por la generosidad de un bienhechor, la escuela se trasladó a la zona rural de Emmitsburgo, Maryland. Este nuevo trabajo y estilo de vida empezó el 31 de julio de 1809 en Stone House en el Valle de San José. Tuvo éxito y a ella se unieron otras mujeres que establecieron la primera orden religiosa de mujeres fundada en Norte América, las Hermanas de la Caridad de San José.
El 17 de enero de 1812 las Reglas y Constituciones de las Hermanas de Caridad de San José en los Estados Unidos recibieron la aprobación oficial. (Estas Reglas se basaban en las Reglas Comunes de las Hijas de Caridad fundadas por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac en Francia en 1633). Así nació la primera Comunidad Religiosa para mujeres americanas.
Isabel Ana vio a Cristo en el pobre, sobre todo en las mujeres y niños necesitados, incluso antes de ser recibida en la Iglesia católica. Ella es Santa por el modo en que buscó y respondió a la voluntad de Dios en su vida.
Su santidad se desplegó de su fe Episcopaliana. Ella era feligresa de la Iglesia de la Santísima Trinidad episcopaliana y, antes y después de su conversión al Catolicismo, le gustaba pasar tiempo ante el Santísimo Sacramento en la cercana Iglesia Católica de San Pedro. Isabel murió el 4 de enero de 1821 a la edad de 46 años en Emmitsburgo, Maryland.
El 25 de marzo de 1850 las Hermanas de la Caridad de San José de Emmitsburgo se unieron a la Compañía francesa de las Hijas de Caridad de San Vicente de Paúl. Isabel Ana Seton fue beatificada por Juan XXIII el 17 de marzo de 1963 y canonizada por Pablo VI el 14 de septiembre de 1975.
Oremos
jueves, 2 de enero de 2025
EVANGELIO - 03 de Enero - San Juan 1,29-34
Epístola I de San Juan 2,29.3,1-6.
Hijos míos: Si ustedes saben que él es justo, sepan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente.
Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía.
Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.
El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro.
El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad.
Pero ustedes saben que Él se manifestó para quitar los pecados, y que Él no tiene pecado.
El que permanece en Él, no peca, y el que peca no lo ha visto ni lo ha conocido.
Salmo 98(97),1.3cd-4.5-6.
¡El Señor manifestó su victoria!
Evangelio según San Juan 1,29-34.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.
Evangelio según San Juan 1,29-34.
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Enero - “Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y posarse sobre él”
Orígenes (c. 185-253) presbítero y teólogo Homilía sobre Isaías, n° 3, 1-2
“Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y posarse sobre él”
Jesús es el que "brotó del tronco de Jesé" según la carne, "nacido de la descendencia de David según la carne", y también " constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad " (Is 11,1; Rm 1,3-4).
Sí, es "el renuevo que ha brotado del tronco de Jesé", y sin embargo no es un renuevo, él "el Primogénito de toda criatura" (Col. 1,15); ciertamente no es un renuevo, él, el Dios "el Verbo que al principio estaba junto a Dios" (Jn 1,1), y sin embargo el que nació según la carne es "un renuevo que brota del tronco de Jesé: una flor que ha surgido de sus raíces"...
"Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia " (Is 11,2). El espíritu de sabiduría no se posó en Moisés, el espíritu de sabiduría no se posó en Josué, el espíritu de sabiduría no se posó en ninguno de los profetas, ni en Isaías, ni en Jeremías... Vino sobre Moisés, pero después de su visita, Moisés flaqueó en su fe: "¿Escuchad, rebeldes, dice, creéis que podemos sacaros agua de esta roca?" (Núm. 20,10) vino sobre todos los justos.
¿Vino sobre Isaías, pero a quién dice este último? "Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros” (Is 6,5)... El Espíritu puede venir bien sobre cualquier hombre, pero no puede encontrar allí de descanso, porque todo hombre peca y no hay justo sobre la tierra que haga el bien sin caer jamás. "¿Quién sacará lo puro de lo impuro? ¡Nadie!" (Jb 14,4)... Si el Espíritu vino sobre muchos, no quedó sobre ninguno. Antes en la Escritura, hay esta palabra: "mi espíritu, dice el Señor, no durará por siempre en el hombre"
SOLEMNIDAD SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
03 de Enero
Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús.
Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).
Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.
En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.
Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).
Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano.
Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad.
Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.
El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre.
Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres).
Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312)-
También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, "Psal. Christi et Mariae", i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, "Quodlibet", v; Colvenerius, "De festo SS. Nominis", x).
Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: "Jesús Christus" (ventris tui, Jesús Christus).
Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria: "¡Bendito sea el Nombre del Señor!" con la respuesta "Ahora y por siempre", o "Amén". En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte.
Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de septiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María ("¡Jesús!", "¡Maria"!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904.
Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.
Oremos
Jesús, Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, tanto amas a la humanidad que no sólo te rebajas a hacerte hombre, sino que eres el manso cordero que cargas con los pecados de todos nosotros. ¡Gracias por el don de tu humildad, tu misericordia y tu perdón! Quiero que mi vida de cada día esté limpia de pecado, nunca indigna de un discípulo tuyo. Te pido que toda mi existencia transcurra siempre en tu compañía, y las últimas palabras sean repetir tu santísimo Nombre, JESÚS, el Nombre Sobre Todo Nombre. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén
miércoles, 1 de enero de 2025
EVANGELIO - 02 de Enero - San Juan 1,19-28
Epístola I de San Juan 2,22-28.
El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.
En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre.
La promesa que él nos hizo es esta: la Vida eterna.
Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos.
Pero la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en él, como ella les ha enseñado.
Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante él en el Día de su Venida.
Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Evangelio según San Juan 1,19-28.
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Evangelio según San Juan 1,19-28.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor
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