miércoles, 13 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 14 de Noviembre - San Lucas 17,20-25
Carta de San Pablo a Filemón 1,7-20.
Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer, prefiero suplicarte en nombre del amor, Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión.
Antes, él no te presto ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí.
Te lo envío como si fuera yo mismo.
Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio.
Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario.
Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor.
Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mi mismo.
Y si él te ha hecho algún daño o te debe algo, anótalo a mi cuenta.
Lo pagaré yo, Pablo que firmo esta carta de mi puño y letra. No quiero recordarte que tú también eres mi deudor, y la deuda eres tú mismo.
Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo.
Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10.
El Señor hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 17,20-25.
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 17,20-25.
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes".
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación."
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación."
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 14 de Noviembre - «Como el rayo relampaguea de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día»
San Francisco de Sales, obispo Sermón: Dios reina también en la aflicción. Sermón. IX, 287.
«Como el rayo relampaguea de un extremo a otro del cielo,
así será el Hijo del Hombre en su día»
¿Cómo es posible, me decís, que el Señor esté conmigo y me veo rodeado de toda clase de aflicciones…; que el Señor sea el Dios de la paz y estoy en guerra y en turbación…?
¡Cómo se engañan los hombres y el mundo si creen que donde está el Señor no puede haber penas y aflicciones, sino que solamente abunda la consolación!
Esto no es así, al contrario, en la aflicción y en la tribulación es cuando Dios está más cerca de nosotros, pues es entonces cuando tenemos más necesidad de su protección y su socorro.
Nuestro Señor se lo quiso enseñar así a sus Apóstoles mediante una señal cierta: que la paz se asegura mediante llagas y sufrimientos. Como diciendo: ¿Qué os pasa? Bien veo, Apóstoles míos, que estáis temerosos y con miedo. Habéis tenido motivos de temor hace unos días cuando me visteis azotado (o mejor, lo oísteis decir, pues todos me abandonasteis excepto uno que me fue fiel). Supisteis que fui golpeado, coronado de espinas y colgado de la cruz.
Pero ahora ya no tenéis que temer; que la paz esté en vuestro corazón, pues Yo he salido victorioso, derribando a todos mis adversarios.
No tengáis miedo, Yo he hecho las paces entre mi Padre celestial y los hombres y en el Sacrificio que he ofrecido a la Bondad divina, se ha cumplido esta santa reconciliación.
Yo soy pobre, nada tengo. Sabéis que mi grandeza consiste, no en la posesión de bienes terrenales, que en toda mi vida no los tuve. Mi riqueza es la paz y ése es el legado que os hago.
Lo que Yo doy a los que me son más queridos es la paz.
SANTORAL - SAN NICOLÁS TAVELIC Y COMPAÑEROS MÁRTIRES
14 de Noviembre
Martirologio Romano: En Jerusalén, santos Nicolás Tavelic, Deodato Aribert, Esteban de Cúneo y Pedro de Narbone, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores y mártires, que por predicar libremente en la plaza pública la religión cristiana a los sarracenos y confesar constantemente a Cristo como Hijo de Dios, fueron quemados vivos († 1391). Nicolás Tavelic (1340-1391) es el primer croata canonizado. Su figura se destaca grandemente en el ambiente de su tiempo. Nació hacia 1340 en la ciudad dálmata de Sebenic. Siendo adolescente entró en la Orden de Hermanos Menores y ya sacerdote fue enviado como misionero a Bosnia, donde se prodigó por cerca de 12 años por la conversión de los Bogomiles, patarenos balcánicos, junto con Deodato de Rodez. Hacia 1384 ambos se dirigieron a Palestina, donde se juntaron con otros dos cohermanos, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo. Todos cuatro entregaron su vida como mártires de Cristo. Nicolás y los tres cohermanos, permanecieron en Jerusalén en el convento de San Salvador, en estudio y oración. Después de larga meditación, Nicolás proyectó una empresa audaz. La empresa estaba en el espíritu de San Francisco, movido por el Espíritu Santo, por el celo de la fe y por el deseo del martirio. Se trataba de anunciar públicamente en Jerusalén ante los musulmanes principales la doctrina de Cristo.
Deodato († 1391) nació en una ciudad francesa que en los textos originales latinos de la mayor parte de los autores es llamada “Ruticinium”, identificada con la actual ciudad de Rodez, sede episcopal. Todavía joven se hizo hermano menor y fue ordenado sacerdote en la Provincia franciscana de Aquitania.
En los años 1372‑1373, el vicario general Padre Bartolomé de la Verna había hecho un llamamiento para conseguir religiosos para una particular expedición misionera a Bosnia. Una bula de Gregorio XI del 22 de junio presentaba en aquel momento buenas perspectivas para el progreso en la verdadera fe de aquellas zonas devastadas por la herejía de los Bogomiles, una secta hereje de fuerte tinte maniqueo, que a los errores dogmáticos unía en sus principales representantes una rígida austeridad de vida.
A Deodato de Rodez lo encontramos en este campo de actividad, en compañía de Nicolás Tavelic. Fue a Bosnia para responder al deseo del Vicario general y del Papa Gregorio XI, en las mismas circunstancias en que fue Nicolás de Tavelic. De este encuentro entre los dos santos nace una fraternal e íntima amistad, que los sostiene por doce largos años en medio de dificultades y fatigas comparables a las de los grandes misioneros de la Iglesia. Una relación pormenorizada, la “Sibenicensis” describe esta venturosa expedición apostólica de Bosnia junto con la relación de su martirio.
Hacia 1384 ambos se trasladaron a Palestina, donde encontraron otros dos cohermanos: Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo, con quienes compartieron las actividades apostólicas y la palma del martirio.
Pedro de Narbona, de la provincia de los Hermanos Menores de Provenza, por varios años adhirió a la reforma surgida para una mejor observancia de la regla de San Francisco, reforma iniciada en 1368 en Umbría por el Beato Paoluccio Trinci. En poco tiempo se difundió en la Umbría, las Marcas, tanto que en 1373 contaba con una decena de eremitorios. Era un movimiento de fervor que tendía a renovar la forma primitiva de la vida franciscana, especialmente en el ideal de la pobreza y en el ejercicio de la piedad. Que Pedro de Narbona haya llegado de Francia meridional a los eremitorios umbros, es indicio del fervor religioso de su espíritu y esto proyecta una luz singular sobre toda su vida precedente a su permanencia en Jerusalén.
Esteban nació en Cuneo en el Piamonte y se hizo Hermano Menor en Génova, en la provincia religiosa de la Liguria. Durante ocho años trabajó activamente en Córcega, como miembro de la vicaría franciscana corsa. Podemos decir que de este modo hizo un buen noviciado apostólico. Pasó luego como misionero a Tierra Santa, donde el 14 de noviembre de 1391 selló con el martirio la predicación evangélica. Junto con los tres compañeros, quería demostrar que el islamismo no es la verdadera religión. Cristo Hombre‑Dios, no Mahoma, era el enviado de Dios para salvar a la humanidad.
El 11 de noviembre de 1391 después de intensa preparación los cuatro misioneros realizaron su proyecto. Salieron juntos del convento llevando cada uno un papel o pliego escrito en latín y en árabe. Se dirigieron a la mezquita, pero mientras querían entrar fueron impedidos. Interrogados por los musulmanes qué querían, respondieron: “Queremos hablar con el Cadi para decirle cosas muy útiles y saludables para sus almas”. Les respondieron: “La casa del cadi no es aquí, vengan con nosotros y se la mostraremos”.
Cuando llegaron a su presencia, abrieron los papeles y los leyeron, explicándoselos y presentando con firmeza sus propias razones. Dijeron: “Señor cadi y todos ustedes aquí presentes, les pedimos que escuchen nuestras palabras y pongan mucha atención a las mismas, porque todo lo que les vamos a decir es muy provechoso para ustedes, es verdadero, justo, libre de todo engaño y muy útil para el alma de todos aquellos que quieran ponerlo en práctica”. Luego hicieron una prolongada relación que ilustraba la verdad del mensaje evangélico de Cristo, el único en quien está la salvación y demostraron la falsedad de ley de Mahoma. Se reunió una enorme turba de mahometanos, primero asombrados, luego irritados, finalmente hostiles. Nunca se habían oído ante una turba de musulmanes semejantes afirmaciones contra el Corán y contra el islamismo. Al oír este discurso pronunciado con fervor de espíritu por los cuatro Hermanos, el Cadí y todos los presentes se airaron grandemente. Comenzaron a llegar innumerables musulmanes.
El Cadi entonces dirigió la palabra a los cuatro religiosos en estos términos: “¿Esto lo han dicho ustedes en pleno conocimiento y libertad, o en un momento de exaltación fanática, sin el control de la razón como tontos o locos? ¿Han sido enviados a hacer esto por el Papa de ustedes, o por algún rey cristiano?”. A tal pregunta los religiosos respondieron: “Nosotros hemos venido aquí enviados por Dios. Por tanto si ustedes no creen en Jesucristo y no se bautizan, no tendrán la vida eterna”. Fueron condenados a muerte y el 14 de noviembre de 1391 fueron asesinados, despedazados y quemados. Los canonizó, el 21 de junio de 1970, el papa Pablo VI, quien en su homilía explicó la peculiaridad del martirio de estos santos.
Oremos
Oh Dios, tú glorificaste a tu humilde siervo franciscano San Nicolás Tavelic y a sus compañeros con el celo por difundir la fe y por la palma del martirio. Concédenos, te rogamos, con su ejemplo e intercesión, que nos apresuremos en el camino de tus mandamientos, para que merezcamos recibir la recompensa de la vida eterna. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
martes, 12 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 13 de Noviembre - San Lucas 17,11-19
Carta de San Pablo a Tito 3,1-7.
Que no injurien a nadie y sean amantes de la paz, que sean benévolos y demuestren una gran humildad con todos los hombres.
Porque también nosotros antes éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de los malos deseos y de toda clase de placeres, y vivíamos en la maldad y la envidia, siendo objeto de odio y odiándonos los unos a los otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.
Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.
Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Evangelio según San Lucas 17,11-19.
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Evangelio según San Lucas 17,11-19.
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿Dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿Dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 13 DE NOVIEMBRE - «¡No ha vuelto más que este extranjero!»
San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia Sermón: Muchos oran pero no sabe dar gracias. Sermones diversos, nº 27.
«¡No ha vuelto más que este extranjero!»
En nuestros días se ve a mucha gente que ora, pero, desgraciadamente, no hay muchos que se den cuenta de lo que deben a Dios y le den gracias… «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están?» Creo que os acordáis que es con estas palabras que el Señor se lamentaba de la ingratitud de los otros nueve leprosos. Leemos que bien sabían «orar, suplicar, pedir» porque levantaron la voz para exclamar: «Jesús, hijo de David, ten compasión de nosotros». Pero les faltó una cuarta cosa que es la que reclama san Pablo: «la acción de gracias» (1Tm 2, 1), porque no regresaron y no dieron gracias a Dios.
También vemos en nuestros días que hay un cierto número de personas que piden a Dios con insistencia lo que les hace falta, pero tan sólo un número reducido de entre ellos parece reconocer los beneficios recibidos. No hay nada malo en pedir con insistencia, pero lo que hace que Dios no nos escuche es porque se da cuenta que nos falta agradecimiento. Al fin y al cabo es quizás un acto de su clemencia el no dar a los ingratos lo que piden, para que no sean juzgados con más rigor a causa de su ingratitud… Es pues a causa de su misericordia que Dios, a veces, retiene su misericordia…
Podéis bien ver cómo todos los que son curados de la lepra del mundo, quiero decir de desórdenes evidentes, no se aprovechan de su curación. En efecto, muchos están secretamente afectados de una úlcera peor que la lepra, tanto más peligrosa porque es más interior. Es por esta razón que el Salvador del mundo pregunta donde están los otros nueve leprosos, porque los pecadores se alejan de la salvación. Por eso Dios preguntó al primer hombre después de su pecado: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9).
Dichoso este leproso samaritano que reconoció que «no tenía nada que no lo hubiera recibido» (1Co 4,7). Él «guardó hasta el último día el encargo que se le había confiado» (2Tm 1,12) y regresó donde estaba el Señor para darle gracias. Dichoso aquel que, a cada don de la gracia, vuelve hacia aquél en quien se encuentra la plenitud de toda gracia, porque si somos agradecidos con él por todo lo que hemos recibido, preparamos en nosotros mismos un lugar para la gracia… más abundantemente. En efecto, sólo nuestro desagradecimiento puede parar nuestro progreso en el camino de nuestra conversión…
Dichoso, pues, el que se mira como un extranjero, y sabe dar abundantemente las gracias incluso por los más pequeños beneficios recibidos, teniendo en cuenta que todo lo que se da a un extranjero y a un desconocido es un don puramente gratuito. Por el contrario, que desdichados y miserables somos cuando, después de habernos mostrado timoratos, humildes y devotos olvidamos seguidamente cuán gratuito es lo que hemos recibido…
Os ruego, pues, hermanos, mantengámonos cada vez más humildes bajo la poderosa mano de Dios (1P 5,6)… Mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y nos concederá la única gracia que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no sólo de palabra o con la punta de los labios, sino por las obras y en verdad.
SANTORAL - SAN NICOLÁS I, PAPA
13 de Noviembre
Cuando Nicolás I murió, el 13 de noviembre del año 867, después de nueve años de pontificado, todos los hombres de buena voluntad le lloraron. Los romanos consideraron los aguaceros que cayeron entonces sobre Roma como una señal de la pena del cielo, porque el difunto Papa había merecido realmente los títulos de «santo» y «grande» que las futuras generaciones habían de darle. Uno de sus contemporáneos escribía: «Desde la época del bienaventurado Gregorio (el Grande), no había ocupado la cátedra pontificia ninguno que pudiera comparársele. Nicolás daba órdenes a los reyes y señores como si fuese el amo del mundo. Era amable, bondadoso y modesto con los obispos y sacerdotes buenos y con los buenos cristianos; en cambio, era duro y terrible con los malvados. Puede decirse con verdad que Dios nos dio en él a un segundo Elías».
En efecto, Nicolás I fue el papa más grande entre Gregorio I y Gregorio VII (Hildebrando). Pertenecía a una distinguida familia romana, y Sergio II le tomó a su servicio. San León IV y Benedicto III le emplearon también. Cuando murió este último, el año 858, Nicolás, que no era más que diácono, fue elegido Papa. Su primer problema fue hacer frente a la delicada situación de Constantinopla, que era la segunda sede de la cristiandad. En el artículo sobre san Ignacio de Constantinopla relatamos la forma en que Bardas César y el emperador Miguel III desposeyeron de su sede al patriarca y pusieron a Focio en su lugar. Sobrevinieron otras complicaciones y todo el pontificado de san Nicolás se resintió por la dificultad en las relaciones entre Roma y Constantinopla. A ese propósito, san Nicolás I recibió una carta del monarca búlgaro, Boris, recientemente bautizado, quien le hacía diversas preguntas. La respuesta de san Nicolás fue «una obra maestra de prudencia pastoral que constituye uno de los más bellos documentos de la historia del pasado». El santo reprochó a Boris la crueldad con que trataba a los paganos y le prohibió tratar de convertirlos por la fuerza. Igualmente, incitó a los búlgaros a ser menos supersticiosos, menos crueles en la guerra y a no emplear la tortura. Naturalmente, san Nicolás hubiese querido que esa nueva porción de la cristiandad se sometiese a su autoridad; pero Boris eligió finalmente la autoridad de Constantinopla.
San Nicolás I fue un valiente defensor de la integridad del matrimonio, de los débiles y oprimidos, y de la igualdad de todos los hombres ante la ley de Dios. No sólo tuvo que defender el sacramento del matrimonio contra el rey Lotario de Lorena, sino también contra los obispos complacientes que habían aprobado el divorcio de éste y su nuevo matrimonio. Cuando Carlos el Calvo, de Borgoña, consiguió que Ios obispos francos excomulgasen a su hija Judit por haber contraído matrimonio con Balduino de Flandes sin permiso de su padre, Nicolás intervino en favor de la libertad del matrimonio, recomendó a los obispos que en adelante se mostrasen menos severos y pidió a Hincmaro de Reims que tratase de reconciliar a Carlos con su hija.
Hincmaro fue sin duda una figura preclara entre los obispos de la Edad Media, pero era un hombre soberbio y ambicioso. Con motivo de la apelación a la Santa Sede, hecha por uno de los sufragáneos de Hincmaro contra la sentencia de su metropolitano, san Nicolás I, lo mismo que otros papas, tuvo que obligar a éste a reconocer el derecho de la Santa Sede a intervenir en los asuntos de importancia. San Nicolás excomulgó también por dos veces al arzobispo Juan de Ravena, a causa de la intolerancia con que trataba a sus sufragáneos y a otros miembros del clero y también, porque se oponía abiertamente a las decisiones de Roma. Por su actitud, adquirió el Papa la fama de ser un juez justo y firme y mucha gente de todas las clases sociales y de todos los puntos de Europa, acudió a él en demanda de justicia.
Con la caída del imperio de Carlomagno, la situación de la Iglesia de Occidente era muy delicada. Cuando Nicolás I ascendió al trono pontificio, los nobles concedían y arrebataban a su gusto las sedes episcopales y, con frecuencia, las ponían en manos de obispos jóvenes, inexpertos y aun viciosos. El arma de la excomunión se empleaba constantemente sin la menor discreción (y así se hizo durante mucho tiempo). El desprecio con que se miraba a algunos miembros del clero, se había transformado en desprecio por los cargos que ocupaban. Finalmente, las prácticas penitenciales habían degenerado o caído en el olvido, con lo que se había producido una gran corrupción de costumbres. San Nicolás hizo cuanto pudo por oponerse a esos abusos durante su breve pontificado y combatió infatigablemente la maldad y la injusticia, lo mismo entre el alto y el bajo clero que entre los laicos. Ciertamente que san Nicolás no carecía de ambición, pero su objetivo consistía en colocar a la Santa Sede en una situación privilegiada para que pudiese hacer mayor bien a las almas. Se ha acusado a Nicolás I de haber empleado las «Falsas Decretales» sabiendo que eran falsas. En realidad, las usó muy poco y sin saber que eran falsas, pues nadie sabía eso antes del siglo XV. Las Falsas Decretales -colección mezcla de documentos falsos y auténticos de los primeros siglos de la Iglesia, fueron compuestas en Francia, de donde pasaron a Italia, y se usaron para afirmar la autoridad de las sedes episcopales frente a los reyes. El anglicano Milman escribió a este propósito: «Si Nicolás I trató despectivamente a los reyes de Francia, debemos reconocer que el poder real se había ganado el desprecio del mundo entero. Cierto que Nicolás anuló un decreto de un sínodo nacional, constituido por los más distinguidos prelados de la Galia, pero el sínodo había sido ya condenado por todos aquéllos que estaban en favor de la justicia y la inocencia». Cuando surgía un escándalo o un desorden, el Pontífice «no dejaba descanso a su cuerpo ni reposo a sus miembros» hasta que hubiese hecho todo lo posible por poner el remedio.
San Nicolás se mostró especialmente solícito en los asuntos de su diócesis, sin descuidar por ello los asuntos de toda la cristiandad. Por ejemplo, tenía una lista de todos los inválidos de Roma, a los que enviaba diariamente la comida a sus casas. Además, en el palacio del Pontífice se repartían víveres a los pobres que no estaban postrados; cada uno recibía una especie de talón en el que estaba marcado el día de la semana en que debía presentarse a recoger las provisiones. La salud de san Nicolás no era muy fuerte, y la energía con que trabajaba acabó por arruinarla. «Nuestro Padre celestial, escribió el Pontífice, se ha complacido en visitarme con tan fuertes dolores, que no sólo no me dejan responder personalmente a vuestras preguntas, pero ni siquiera dictar mis respuestas». La muerte le sobrevino en Roma, el 13 de noviembre de 867. San Nicolás el Grande, cuya fiesta se celebra todos los años en Roma, fue un hombre «paciente y moderado, humilde y casto, de rostro hermoso y agradable presencia. Se expresaba con gran sabiduría y modestia, como si ignorase la grandeza de sus actos. Fue muy penitente y amante de los Sagrados Misterios, amigo de las viudas y los huérfanos y paladín de toda la cristiandad», dice el Liber Pontificalis. Cuando san Nicolás yacía inconsciente en su lecho de muerte, uno de sus servidores le robó el dinero que había reunido para los pobres.
lunes, 11 de noviembre de 2024
EVANGELIO - 12 de Noviembre - San Lucas 17,7-10
Carta de San Pablo a Tito 2,1-8.11-14.
Que los ancianos sean sobrios, dignos, moderados, íntegros en la fe, en el amor y en la constancia.
Que las mujeres de edad se comporten como corresponde a personas santas. No deben ser murmuradoras, ni entregarse a la bebida. Que por medio de buenos consejos, enseñen a las jóvenes a amar a su marido y a sus hijos, a ser modestas, castas, mujeres de su casa, buenas y respetuosas con su marido. Así la Palabra de Dios no será objeto de blasfemia.
Exhorta también a los jóvenes a ser moderados en todo, dándoles tú mismo ejemplo de buena conducta, en lo que se refiere a la pureza de doctrina, a la dignidad, a la enseñanza correcta e inobjetable. De esa manera, el adversario quedará confundido, porque no tendrá nada que reprocharnos.
Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Salmo 37(36),3-4.18.23.27.29.
Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.
Evangelio según San Lucas 17,7-10.
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.
Evangelio según San Lucas 17,7-10.
El Señor dijo: «Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'.»
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'.»
Palabra del Señor
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