lunes, 7 de junio de 2021

EVANGELIO - 08 de Junio - San Mateo 5,13-16

 

       Carta II de San Pablo a los Corintios 1,18-22.

    Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy "sí", y mañana "no".
    Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes -tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo- no fue "sí" y "no", sino solamente "sí".
    En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su "sí" en Jesús, de manera que por él decimos "Amén" a Dios, para gloria suya.
    Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha ungido, el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu.


Salmo 119(118),129.130.131.132.133.135.


Tus prescripciones son admirables:
por eso las observo.
La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante.

Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.
Vuelve tu rostro y ten piedad de mí;
es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre.

Afirma mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine la maldad.
Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.


    Evangelio según San Mateo 5,13-16.

    Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
    Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.
    Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
    Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 08 de Junio - Todo por mi gloria


Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301) monja benedictina El Heraldo, Libro III, (Œuvres spirituelles, Cerf, 1968)

Todo por mi gloria

     Una persona se afligía porque se veía impedida para dedicarse a la oración, por las diversas preocupaciones que le causaban las tareas que tenía que realizar. Al rezar Gertrudis por ella, recibió la respuesta del Señor: “No espero que me sirva una hora por día, sino que esté sin cesar en mi presencia, durante toda la jornada. Esto, cumpliendo continuamente todos esos trabajos por mi gloria, con el espíritu mismo con que ella quisiera dedicarse a la oración y agregando además así un acto de piedad. Es de desear que las personas beneficiadas con su trabajo, no lo sean sólo corporalmente, sino también espiritualmente llevadas a amar más y a afirmarse en el bien. Podemos decir que siempre que ella actúe así, será como si sazonara sabiamente todos los platos, que son sus trabajos y labores, con una sal a mi gusto y de sabor exquisito”.

SANTORAL - BEATA MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN DE JESÚS

08 de Junio


   María Anna Johanna Droste zu Vischering nació el 8 de septiembre de 1863 junto a su hermano mellizo Max, en el día de la Solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora, en Münster Alemania, hija de una familia noble que se distinguió por su fidelidad a la Iglesia católica durante la persecución del Kulturkampf. Sus padres fueron el conde de Erbdrosten Clemente Heidenreich Franz Droste zu Vischering y la condesa de Galen Helena von Galen.

    Fue bautizada inmediatamente después de su nacimiento; debido a la salud muy frágil que tenía. Pasó su infancia con su familia en el Castillo de Darfeld. Desde niña se sintió atraída por el Sagrado Corazón de Jesús. Para ella, la devoción al Corazón de Cristo siempre va unida con la devoción al Santísimo Sacramento, como ella dijo: "Nunca pude separar la devoción al Corazón de Jesús de la devoción al Santísimo Sacramento y nunca seré capaz de explicar cómo y cuánto el Sagrado Corazón de Jesús se dignó favorecer a mí en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía".

    El 25 de abril de 1875 hizo junto a su hermano mellizo Max, su Primera Comunión: "Esperé en ese día la gracia de la vocación religiosa, pero en vano...". Esta gracia lo recibió en el día 8 de julio del mismo año, pero sólo después de la recepción de la Confirmación.

    En 1878 escuchó un sermón sobre el pasaje bíblico que dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma" y reaccionó de la siguiente manera: "En ese momento pensé: Tengo que llegar a ser religiosa! Hubiera preferido que mis oídos no lo hubieran escuchado, pero es imposible resistirse a la voz de Dios".

    Durante la primavera de 1879, en los caminos de su especial devoción al Corazón de Cristo y después de una primera experiencia de vida religiosa celebrada en el Internado de las Hermanas del Sagrado Corazón en Riedenburg, llegó a la siguiente conclusión: "[...] Empecé a entender que sin espíritu de sacrificio el amor al Corazón de Jesús es sólo una ilusión".

    En el año 1883 oyó en su interior una frase de Jesús que le dijo: "Tú serás la esposa de Mi Corazón". El 5 de agosto de ese mismo año, mientras celebraba las Bodas de Plata del matrimonio de sus padres, María expresó su deseo definitivo de convertirse en religiosa y no duró mucho para que esto fuese una realidad.

    En 1888, visitó con su madre el Hospital de Darfeld y allí encontró a una niña que había dado escándalo. María, superando su timidez y el disgusto de la madre, se le acercó. Se podría decir que esto fue su primer contacto con el carisma de las Hermanas del Buen Pastor.

    El 21 de noviembre ingresó en el convento del Buen Pastor en Münster respondiendo a una inspiración del Sagrado Corazón: "De repente, estando en la iglesia parroquial de Darfeld preparándome para la confesión, mientras esperaba mi turno, me vino como un relámpago este pensamiento: Debes entrar en el Buen Pastor, y fue para mí tan claro y preciso que desde aquel momento no tuve ya ninguna duda". María decidió entonces entrar en el noviciado del Convento del Buen Pastor de Münster.

    Después de tener recibido el hábito blanco de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor recibió el nombre que se ha convertido para ella en un programa de vida: Hermana María del Divino Corazón.

    Sor María del Divino Corazón pasó sólo cinco años en Münster, pues la obediencia la llamó una misión especial en Portugal para donde fue enviada inicialmente como Asistente de la Madre Superiora del Convento del Buen Pastor de Lisboa. Entre los meses de Febrero y Mayo de 1894 permaneció en la capital portuguesa, pero pronto fue nombrada a su puesto definitivo como Madre Superiora del Convento de las Hermanas del Buen Pastor de Oporto.

    Entre 1897 y 1898, la Madre María del Divino Corazón, de acuerdo con las peticiones del mismo Jesús que se le continuó revelando por medio de locuciones interiores, escribió al Papa León XIII a pedir la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. El Papa León XIII, no sólo accedió a la petición como incluso dijo que éste fue el mayor acto de su pontificado.

    Sor María del Divino Corazón murió santamente en Oporto el 8 de junio de 1899 después de haber sufrido una parálisis durante tres años. Su cuerpo fue encontrado incorrupto en la exhumación y está actualmente expuesto a la veneración pública en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Ermesinde, Portugal, cerca del Convento de las Hermanas del Buen Pastor de la misma localidad. También hay reliquias extraídas de su cuerpo y que están expuestas a la veneración en el Convento de las Hermanas del Buen Pastor de Oporto, Portugal, y en la Capilla de los Confidentes de Jesús situada en el Santuario Nacional de Cristo Rey en Almada, cerca de Lisboa, Portugal.

    En 1964, Sor María del Divino Corazón, condesa Droste zu Vischering, recibió oficialmente el título de Venerable por la Congregación para las Causas de los Santos. El 1 de noviembre de 1975, solemnidad de Todos los Santos, fue beatificada por el Papa Paulo VI, justamente al cumplirse el tercer centenario de las revelaciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, al lado de la cual se distingue como apóstol de la misericordia del Corazón de Cristo.

Oremos 

    Por tu gran amor al Divino Corazón de Jesús, Nuestro Señor te consolaba antes de la santa comunión y en los días de exposición y te enseñaba a llevar la cruz y a comprender que tus sufrimientos irían aumentando cada vez más, siguiendo por el camino de la cruz y permaneciendo unida y clavada con Él. Te ruego que en mis momentos de dolor, intercedas por mí ante Dios para obtener la fuerza de la fe, y demos testimonio del amor a Jesucristo, que murió por nosotros en la cruz. Que no queramos escapar de esta gracia que es sufrir y ofrecernos por los que amamos, por su salvación, por su conversión. Tú que estás viendo la gloria de Dios, haz en mi vida un milagro para sanar mi alma y la de los que Dios me dio. Y todo sea por la mayor Gloria de Dios. Amén.

domingo, 6 de junio de 2021

EVANGELIO - 07 de Junio - San Mateo 4,25.5,1-12.


        Carta II de San Pablo a los Corintios 1,1-7.

    Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, junto con todos los santos que viven en la provincia de Acaya.
    Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
    Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios.
    Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de Cristo abunda nuestro consuelo.
    Si sufrimos, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, también es para consuelo de ustedes, y esto les permite soportar con constancia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos.
    Por eso, tenemos una esperanza bien fundada con respecto a ustedes, sabiendo que si comparten nuestras tribulaciones, también compartirán nuestro consuelo.


Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en El se refugian!


    Evangelio según San Mateo 4,25.5,1-12.

    Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
    Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él.
    Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
    "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
    Felices los afligidos, porque serán consolados.
    Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
    Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
    Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
    Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
    Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
    Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 07 de Junio - “Felices los que tienen alma de pobres”


San Gregorio de Nisa (c. 335-395) monje, obispo Homilía sobre las Bienaventuranzas I (Les Pères dans la foi, DDB, 1979), trad. sc©evangelizo.org

“Felices los que tienen alma de pobres”

    Si Dios es bienaventurado, como dice el apóstol Pablo (1Tm 1,11; 6,15), si los hombres participan de su felicidad por su semejanza con él pero la imitación fuera imposible, la felicidad sería irrealizable para la condición humana. Sin embargo, en cierta forma, al hombre le es posible imitar a Dios. ¿Cómo? El “alma de pobres” me parece que designa la humildad. El apóstol Pablo da en ejemplo la pobreza de Dios: “nuestro Señor Jesucristo siendo rico se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9). Todo lo que podemos percibir de la naturaleza divina va más allá de los límites de nuestra condición, pero la humildad siempre es posible. La compartimos con todos los que viven en la tierra, formados con el barro al que se vuelve (Gn2,7; 3,19). Si imitas a Dios en lo que está conforme a tu naturaleza y no sobrepasas tus posibilidades, revistes como una vestimenta la forma bienaventurada de Dios. No debemos imaginar que sea fácil adquirir la humildad. Al contrario, es más difícil que la adquisición de otra virtud. ¿Por qué? Porque mientras reposaba el hombre que había sembrado la buena semilla, el enemigo sembró la cizaña del orgullo en la mayor extensión del sembrado. El orgullo tomó raíz en nosotros (Mt 13,25). (…) Como casi todos los hombres son naturalmente llevados al orgullo, el Señor comienza las Bienaventuranzas apartando el mal inicial del orgullo. Aconseja imitar al verdadero Pobre voluntario, real bienaventurado, con una pobreza voluntaria para participar de su bienaventuranza. De esta manera serle semejante, según esté en nuestro poder. San Pablo escribe “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres”. (Flp 2,5-7)

SANTORAL - BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ

07 de Junio


    En Amberes, ciudad de Brabante, beata Ana de San Bartolomé, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas, la cual, discípula de santa Teresa de Jesús y dotada de gracias místicas, difundió y consolidó su Orden en Francia. En los escritos de santa Teresa de Ávila se pueden encontrar varias alusiones a una joven hermana lega, llamada Ana de San Bartolomé, compañera suya predilecta y a quien describió como «una muy buena sierva de Dios». Ana era la hija de Fernando García y Catalina Manzanas, matrimonio de campesinos de la localidad de Almendral, situada a unos seis kilómetros de Ávila. La muchacha fue pastora hasta los veinte años, cuando consiguió que la admitiesen en el convento de carmelitas de San José de Ávila; fue entonces cuando conoció a Santa Teresa, y ésta se interesó por Ana a tal punto, que durante los últimos siete años de su vida la llevó consigo a todas partes y declaró que, para sus trabajos de fundaciones y reformas, no había mejor compañera que Ana. En diversas ocasiones insistió la santa para que la joven tomara el velo negro de las profesas, pero ella rehusó siempre, porque prefería ser hermana lega. La propia Ana nos ha dejado una crónica muy gráfica de la jornada que hizo, en compañía de la «Doctora de Ávila», de Medina hasta Alba de Tormes, así como una narración sobre los últimos momentos de la santa, en la que registró, con tono patético, su honda alegría al ver la gratitud de su santa madre agonizante, por los cuidados que le prodigaba. «La madre le tenía un gran amor a la limpieza y al orden, nos cuenta la hermana lega. El día de su muerte, ya no podía hablar. Yo le mudé las sábanas y fundas de su cama, así como la toca y las mangas del hábito. Entonces, la madre se examinó en silencio y pareció muy satisfecha al verse tan limpia, después me buscó con los ojos, me miró sonriente y me demostró su agradecimiento por señas». Fue en los brazos de Ana de San Bartolomé donde santa Teresa exhaló su último aliento.

    La hermana lega continuó su tranquila existencia en el convento de Ávila durante otros seis años, y luego se produjo un acontecimiento que ocasionó un cambio radical en su vida. Varios importantes personajes de Francia, especialmente Mme. Acarie y Pierre de Bérulle, habían decidido, luego de muchos intentos, establecer en su país a las Carmelitas Descalzas y, con ese objeto, solicitaron la ayuda de las monjas españolas para hacer su fundación. Ana de Jesús, la sucesora de santa Teresa, partió hacia Francia a la cabeza de un grupo de cinco monjas, entre las que figuraba la beata Ana de San Bartolomé. Al llegar a París y mientras la princesa de Longueville y otras damas de la corte daban la bienvenida a las hermanas, Ana se escabulló hacia la cocina, con el pretexto de preparar la comida para la comunidad. Sin embargo, la superiora había decidido que la compañera inseparable de santa Teresa estaba destinada a obras más altas y, sin más trámites, sin tomar en cuenta la evidente poca voluntad de la muchacha, la sacó de la cocina y la hizo hermana de coro. Ana firmó su acta de profesión con una simple cruz, pero, según afirman autoridades en la materia, ya para entonces sabía escribir, puesto que actuó como secretaria de santa Teresa durante largo tiempo; otros sostienen, en cambio, que, en el momento de hacer su profesión aprendió milagrosamente a escribir; lo cierto es que, al tener que enfrentarse con nuevas y más complicadas responsabilidades, pareció repentinamente dotada, no sólo con el arte de la escritura, sino con otras muchas ciencias necesarias para realizar con éxito su cometido.

    El establecimiento de las carmelitas en Francia tropezó con tantas dificultades que cinco de las seis monjas españolas se trasladaron a Holanda en busca de un ambiente más propicio. Ana se quedó en Francia y fue nombrada superiora en la casa de Pontoise y luego en la de Tours. Al principio, la perspectiva de gobernar a una comunidad, la hundió en un amargo desconsuelo: hecha un mar de lágrimas, oró ante el Santo Cristo; en su ferviente plegaria, insistía en su incapacidad y en su indignidad para desempeñar el cargo y repetía, una y otra vez, que ella no era más que un poco de paja. Ahí mismo, al pie de la cruz, recibió una contestación que la dejó llena de consuelo y fortaleza: «Con la paja yo enciendo mis hogueras», respondió el Señor. A los pocos días se anunció que ya se habían abierto casas de carmelitas en los Países Bajos. La Beata Ana fue enviada a Mons, donde permaneció un año. En 1612, hizo su propia fundación en Amberes, y ahí acudieron pronto y en gran número las herederas de las más nobles familias holandesas,* ansiosas todas de emprender la marcha por el camino de la perfección, conducidas por una religiosa que, aun en vida, era considerada como una santa, dotada con los dones de profetizar y hacer milagros. En dos ocasiones en que Amberes quedó sitiada por las fuerzas del príncipe de Orange y a punto de ser capturada, la madre Ana estuvo en oración toda la noche y la ciudad quedó a salvo. A raíz de esto, la monja carmelita fue declarada, por aclamación popular, defensora y protectora de Amberes. Su muerte, ocurrida en 1626, dio motivo a una extraordinaria demostración de duelo, en la que más de veinte mil personas desfilaron ante su cadáver, expuesto durante tres días, para tocarlo con rosarios y otros objetos de devoción. Muchos años más tarde, la ciudad seguía venerando su memoria con procesiones anuales en las que los miembros del Concejo Municipal, con velas en las manos, encabezaban la marcha hasta el convento. Ana de San Bartolomé fue beatificada en 1917.

Oremos

    Oh Dios, que has hecho a la beata Ana  maravilloso ejemplo de humildad, concédenos a nosotros, tus siervos, que, siguiendo sus ejemplos, alcancemos los premios que prometes a los humildes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

sábado, 5 de junio de 2021

EVANGELIO - 6 de Junio - San Marcos 14,12-16.22-26.


        Libro del Éxodo 24,3-8.

    Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: "Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor".
    Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación a las doce tribus de Israel.
    Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión.
    Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar.
    Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: "Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho".
    Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: "Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas".


Salmo 116(115),12-13.15-16.17-18.

¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.

¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.


    Carta a los Hebreos 9,11-15.

    Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. El, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua -no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado- entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna.
    Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!
    Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida.


    Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26.

    El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?".
    El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'.
    El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario".
    Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
    Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo".
    Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.
    Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.
    Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
    Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 6 de Junio - «Esta es mi sangre, derramada por vosotros»


San Juan Crisóstomo (c. 345-407) presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia Homilía 24 sobre la 1ª carta a los Corintios, 2; PG 61, 199

«Esta es mi sangre, derramada por vosotros»

    Los amantes de este mundo demuestran su generosidad dando dinero, vestidos, regalos diversos; nadie da su sangre. Cristo, la da; demuestra así la ternura que nos tiene y el ardor de su amor. Bajo la antigua Ley... Dios aceptaba recibir la sangre de los sacrificios, pero era para impedir que su pueblo la ofreciera a los ídolos, y ya era prueba de un amor muy grande. Pero Cristo cambió este rito; la víctima no es la misma: es él mismo el que se ofrece en sacrificio. "¿El pan que partimos, no es la comunión con el cuerpo del Cristo?" (1Co 10,16)… ¿Qué es este pan? El cuerpo de Cristo. ¿En qué se convierten los que comulgan? En el cuerpo de Cristo: no una multitud de cuerpos sino un cuerpo único. Lo mismo que el pan, compuesto de tantos granos de trigo, es un solo pan donde los granos desaparecen y lo mismo que los granos subsisten allí pero es imposible distinguirlos en la masa tan bien unida, así nosotros todos, unidos con Cristo, no somos más que uno... ¿Ahora, si todos nosotros participamos del mismo pan, y si todos estamos unidos entre nosotros con Cristo, por qué no mostramos el mismo amor? ¿Por qué no nos hacemos uno en esto también? Así era al principio: "la multitud de los creyentes tenían un sólo corazón y una sola alma" (Hch. 4, 32)… Cristo vino a buscarte, tú que estabas lejos de él, para unirse a ti; ¿y tú, no quieres ser uno con tu hermano?... ¡Te separas violentamente de él, después de haber conseguido del Señor una gran prueba de amor - y la vida! En efecto, no sólo dio su cuerpo, sino que como nuestra carne, arrastrada por tierra, había perdido la vida y había muerto por el pecado, introdujo en ella, por así decirlo, otra sustancia, como un fermento: su propia carne, su carne de la misma naturaleza que la nuestra pero exenta de pecado y llena de vida. Y nos la dio a todos, con el fin de que, alimentados en este banquete con esta nueva carne... pudiéramos entrar en la vida inmortal.

SOLEMNIDAD DE EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

6 de Junio


 Explicación de la fiesta

    Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Origen de la Fiesta

    Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar esta fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Por diferentes intrigas tuvo que irse del convento. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

    Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.

    Ella le hizo conocer sus ideas a Roberto de Thorete, el entonces obispos de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV. El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

    El obispo Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez por los cánones de San Martín en Liège. Jacques Pantaleón llegó a ser Papa el 29 de agosto de 1261. La ermitaña Eva, con quien Juliana había pasado un tiempo y quien también era ferviente adoradora de la Santa Eucaristía, le insistió a Enrique de Guelders, obispo de Liège, que pidiera al Papa que extendiera la celebración al mundo entero.

    Urbano IV, siempre siendo admirador de esta fiesta, publicó la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio. Este oficio, compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa, es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido admirado aun por Protestantes.

    La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó un nuevo decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó su observancia.

    Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV y se hicieron bastante comunes en a partir del siglo XIV.

    La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad. En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

    El Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

El milagro de Bolsena

    En el siglo XIII, el sacerdote alemán, Pedro de Praga, se detuvo en la ciudad italiana de Bolsena, mientras realizaba una peregrinación a Roma. Era un sacerdote piadoso, pero dudaba en ese momento de la presencia real de Cristo en la Hostia consagrada. Cuando estaba celebrando la Misa junto a la tumba de Santa Cristina, al pronunciar las palabras de la Consagración, comenzó a salir sangre de la Hostia consagrada y salpicó sus manos, el altar y el corporal.

    El sacerdote estaba confundido. Quiso esconder la sangre, pero no pudo. Interrumpió la Misa y fue a Orvieto, lugar donde residía el Papa Urbano IV. El Papa escuchó al sacerdote y mandó a unos emisarios a hacer una investigación. Ante la certeza del acontecimiento, el Papa ordenó al obispo de la diócesis llevar a Orvieto la Hostia y el corporal con las gotas de sangre.

    Se organizó una procesión con los arzobispos, cardenales y algunas autoridades de la Iglesia. A esta procesión, se unió el Papa y puso la Hostia en la Catedral. Actualmente, el corporal con las manchas de sangre se exhibe con reverencia en la Catedral de Orvieto. A partir de entonces, miles de peregrinos y turistas visitan la Iglesia de Santa Cristina para conocer donde ocurrió el milagro.

    En Agosto de 1964, setecientos años después de la institución de la fiesta de Corpus Christi, el Papa Paulo VI celebró Misa en el altar de la Catedral de Orvieto. Doce años después, el mismo Papa visitó Bolsena y habló en televisión para el Congreso Eucarístico Internacional. Dijo que la Eucaristía era “un maravilloso e inacabable misterio”.

Diversas maneras de celebrar esta Fiesta
Participar en la procesión con el Santísimo

    
    La procesión con el Santísimo consiste en hacer un homenaje agradecido, público y multitudinario de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Se acostumbra sacar en procesión al Santísimo Sacramento por las calles y las plazas o dentro de la parroquia o Iglesia, para afirmar el misterio del Dios con nosotros en la Eucaristía. Esta costumbre ayuda a que los valores fundamentales de la fe católica se acentúen con la presencia real y personal de Cristo en la Eucaristía.

La Hora Santa


    Es una manera práctica y muy bella de adorar a Jesús Sacramentado. El Papa Juan Pablo II la celebra, al igual que la mayoría de las Parroquias de todo el mundo, los jueves al anochecer, para demostrar a Cristo Eucaristía amor y agradecimiento y reparar las actitudes de indiferencia y las faltas de respeto que recibe de uno mismo y de los demás hombres.

    Consiste en realizar una pequeña reflexión evangélica, en presencia de Jesús Sacramentado y, al final, se rezan unas letanías especiales para demostrarle a Jesús nuestro amor.

    Se puede celebrar de manera formal con el Santísimo Sacramento solemnemente expuesto en la custodia, con incienso y con cantos, o de manera informal con la Hostia dentro del Sagrario. Cualquiera de las dos maneras agrada a Jesús. Se inicia con la exposición del Santísimo Sacramento o, en su defecto, con una oración inicial a Jesucristo estando todos arrodillados frente al Sagrario. A continuación, se procede a la lectura de un pasaje del Evangelio y al comentario del mismo por parte de alguno de los participantes. Luego, se reflexiona adorando a Jesús, Rey del Universo, en la Eucaristía. Se termina con las invocaciones y las letanías correspondientes y, en el caso de que la Hora Eucarística se haya hecho delante del Santísimo solemnemente expuesto, el sacerdote da la bendición con el Santísimo; en caso contrario, se finaliza la Hora Santa con una plegaria conocida de agradecimiento.

Recordar en familia lo que es la Eucaristía

¿Qué es la Eucaristía?

    La Eucaristía es uno de los siete Sacramentos. Nos recuerda el momento en el que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. Éste es el alimento del alma. Así como nuestro cuerpo necesita comer para vivir, nuestra alma necesita comulgar para estar sana. Cristo dijo: "El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día."

¿En qué nos ayuda la Eucaristía? 

    Todos queremos ser buenos, ser santos y nos damos cuenta de que el camino de la santidad no es fácil, que no bastan nuestras fuerzas humanas para lograrlo. Necesitamos fuerza divina, de Jesús. Esto sólo será posible con la Eucaristía. Al comulgar, nos podemos sentir otros, ya que Cristo va a vivir en nosotros. Podremos decir, con San Pablo: "Vivo yo, pero ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí."

¿En qué parte de la Misa se realiza la Eucaristía? 

    Después de rezar el Credo, se llevan a cabo: el ofertorio, la consagración y la comunión.

    Ofertorio: Es el momento en que el sacerdote ofrece a Dios el pan y el vino que serán convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Nosotros podemos ofrecer, con mucho amor, toda nuestra vida a Dios en esta parte de la Misa.

    Consagración: Es el momento de la Misa en que Dios, a través del sacerdote, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. En este momento nos arrodillamos como señal de amor y adoración a Jesús, Dios hecho hombre, que se hace presente en la Eucaristía.

    Comunión: Es recibir a Cristo Eucaristía en nuestra alma, lo que produce ciertos efectos en nosotros:
  • Nos une a Cristo y a su Iglesia
  • Une a los cristianos entre sí
  • Alimenta nuestra alma
  • Aumenta en nosotros la vida de gracia y la amistad con Dios
  • Perdona los pecados veniales
  • Nos fortalece para resistir la tentación y no cometer pecado mortal

¿Qué condiciones pone la Iglesia para poder comulgar? 

    La Iglesia nos pide dos condiciones para recibir la comunión: Estar en gracia, con nuestra alma limpia todo pecado mortal. Cumplir el ayuno eucarístico: no comer nada una hora antes de comulgar.

¿Cada cuánto puedo recibir la Comunión Sacramental? 

    La Iglesia recomienda recibir la Comunión siempre que vayamos a Misa. Es obligación recibir la Comunión, al menos, una vez al año en el tiempo de Pascua, que son los 50 días comprendidos entre el Domingo de Resurrección y el Domingo de Pentecostés.

¿Qué hacer después de comulgar?

    Se recomienda aprovechar la oportunidad para platicarle a Dios, nuestro Señor, todo lo que queramos: lo que nos alegra, lo que nos preocupa; darle gracias por todo lo bueno que nos ha dado; decirle lo mucho que lo amamos y que queremos cumplir con su voluntad; pedirle que nos ayude a nosotros y a todos los hombres; ofrecerle cada acto que hagamos en nuestra vida.

¿Qué hacer cuando no se puede ir a comulgar?

    Se puede llevar a cabo una comunión espiritual. Esto es recibir a Jesús en tu alma, rezando la siguiente oración:

"Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma,pero no pudiendo hacerlo sacramentalmente,ven al menos espiritualmente a mi corazón. Quédate conmigo y no permitas que me separe de ti. Amén"

viernes, 4 de junio de 2021

EVANGELIO - 05 de Junio - San Marcos 12,38-44.


        Libro de Tobías 12,1.5-15.20.

    Cuando terminó de celebrarse la boda Tobit llamó a su hijo Tobías y le dijo: "Hijo mío, ya es hora de pagarle lo convenido a tu compañero, agregando incluso algo más".
    Tobías llamó a su compañero y le dijo: "Toma en pago la mitad de lo que has traído, y vete en paz".
    Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo: "Bendigan a Dios, y celébrenlo delante de todos los vivientes por los bienes que él les ha concedido, para que todos bendigan y alaben su Nombre. Hagan conocer debidamente a todos los hombres las obras de Dios y nunca dejen de celebrarlo.
    Es bueno mantener oculto el secreto del rey, pero las obras de Dios hay que revelarlas y publicarlas como es debido. Practiquen el bien, y así el mal nunca los dañará.
    Vale más la oración con el ayuno y la limosna con la justicia, que la riqueza con la iniquidad. Vale más hacer limosna que amontonar oro.
    La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de una larga vida.
    Los que pecan y practican la injusticia son enemigos de su propia vida.
    Voy a decirles toda la verdad, sin ocultarles nada. Ya les dije que es bueno mantener oculto el secreto del rey y revelar dignamente las obras de Dios.
    Cuando tú y Sara hacían oración, era yo el que presentaba el memorial de sus peticiones delante de la gloria del Señor; y lo mismo cuando tú enterrabas a los muertos.
    Cuando no dudabas en levantarte de la mesa, dejando la comida para ir a sepultar un cadáver, yo fui enviado para ponerte a prueba.
    Pero Dios también me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara.
    Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia".
    Por eso, bendigan al Señor sobre la tierra y celebren a Dios. Ahora subo a Aquel que me envió. Pongan por escrito todo lo que les ha sucedido". Y en seguida se elevó.


Libro de Tobías 13,2.7-8.

Porque él castiga y tiene compasión,
hace bajar hasta el Abismo
y hace subir de la gran Perdición,
sin que nadie escape de su mano.
Miren lo que ha hecho con ustedes
y celébrenlo en alta voz.
Bendigan al Señor de la justicia
y glorifiquen al Rey de los siglos.
Yo lo celebro en el país del destierro,
y manifiesto su fuerza y su grandeza a un pueblo pecador.
¡Conviértanse, pecadores,
y practiquen la justicia en su presencia!
¡Quién sabe si él no les será favorable
y tendrá misericordia de ustedes!


    Evangelio según San Marcos 12,38-44.

    Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
    Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
    Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
    Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Junio - «Aquellos han dado de lo que les sobraba, pero ella ha dado lo que necesitaba»


Santa Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad Obras: Un Camino muy simple

«Aquellos han dado de lo que les sobraba, pero ella ha dado lo que necesitaba»

    Debéis dar lo que os cueste alguna cosa. No basta con dar solamente eso de lo que podéis prescindir, sino también de aquello de lo que no podéis ni queréis prescindir, aquellas cosas a las cuales estáis atadas. Entonces vuestro don llegará a ser un sacrificio precioso a los ojos de Dios… A eso yo le llamo el amor en acto.

    Todos los días veo crecer este amor, en los niños, en los hombres y en las mujeres. Un día bajaba yo por la calle; un mendigo se me acerca y me dice: «Madre Teresa, todo el mundo te hace regalos; también yo quiero darte alguna cosa. Hoy he recibido tan sólo veintinueve céntimos en todo el día y te los quiero dar.» Reflexioné un momento; si acepto estos veintinueve céntimos (que no valen prácticamente nada), él corre el riesgo de no poder comer nada esta noche, y si no se los acepto, le voy a dar un disgusto. Entonces, extendí la mano y cogí el dinero. Nunca jamás he visto sobre ningún rostro tanto gozo como en el de este hombre, por el mero hecho de haber podido dar algo a Madre Teresa ¡Se sintió muy feliz! Fue para él, que había mendigado todo el día bajo el sol, un enorme sacrificio el darme esta irrisoria cantidad con la que no se podía hacer nada. Pero fue maravilloso también porque estas pequeñas monedas, a las que renunciaba, llegaban a ser una gran fortuna porque habían sido dadas con tanto amor.

SANTORAL - SAN BONIFACIO DE MAGUNCIA

05 de Junio


    Memoria de San Bonifacio, obispo y mártir. Monje en Inglaterra con el nombre de Wifrido por el bautismo, al llegar a Roma el papa san Gregorio II lo ordenó obispo y cambió su nombre de pila por el de Bonifacio, enviándolo después a Germania para anunciar la fe de Cristo a aquellos pueblos, donde logró ganar para la religión cristiana a mucha gente. Rigió la sede de Maguncia (Mainz) y, hacia el final de su vida, al visitar a los frisios en Dokkum, consumó su martirio al ser asesinado por unos paganos.

    San Bonifacio, Arzobispo de Máinz, Mártir. Llamado el «Apóstol de Alemania» por haber evangelizado sistemáticamente las grandes regiones centrales, por haber fundado y organizado Iglesias y por haber creado una jerarquía bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede.

    Sus dones de misionero y reformador generaron importantes frutos. Winfrido (su nombre de bautizo) se trasladó de muy joven a la abadía de Nursling, en la diócesis de Winchester, donde se le nombró director de la escuela. Ahí escribió la primera gramática latina que se haya hecho en Inglaterra. A la edad de 30 años recibió las órdenes sacerdotales y se dedicó al estudio de la Biblia.

    En el año 718 el Papa San Gregorio II otorgó a Winfrido un mandato directo para llevar la Palabra de Dios a los herejes en general. El Santo partió inmediatamente con destino a Alemania, cruzó los Alpes, atravesó Baviera y llegó al Hesse. En poco tiempo, pudo enviar a la Santa Sede un informe tan satisfactorio que el Papa hizo venir al misionero con miras a confiarle el obispado. El día de San Andrés del año 722, fue consagrado obispo regional con jurisdicción general sobre Alemania.

    Bonifacio regresó a Hesse y como primera medida, se propuso arrancar de raíz las supersticiones paganas que eran el principal obstáculo para la evangelización. En el año 731, el Papa Gregorio III, sucesor de Gregorio II, mandó a San Bonifacio el nombramiento de metropolitano para toda Alemania más allá del Rin, con autoridad para crear obispados donde lo creyera conveniente.

    En su tercer viaje a Roma fue nombrado también delegado de la Sede Apostólica. San Bonifacio y su discípulo San Sturmi fundaron en el año de 741 la abadía de Fulda, que con el tiempo se convirtió en el Monte Casino de Alemania. El 5 de Junio del año 754, cuando el Santo se disponía a realizar una confirmación en masa, en la víspera de Pentecostés, apareció una horda de paganos hostiles que atacó al grupo brutalmente con lanzas y espadas."Dios salvará nuestras almas" se escuchó gritar a Bonifacio y alzó el evangelio a modo de protección. La espada partió el libro y la espada del Santo. El cuerpo del Santo fue trasladado al monasterio de Fulda, donde aún reposa.

Oremos

    Concédenos, Señor, la intercesión de tu mártir San Bonifacio, para que podamos defender con valentía y confirmar con nuestras obras la fe que él enseñó con su palabra y rubricó en el martirio con su sangre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén