miércoles, 26 de febrero de 2025

SANTORAL - SAN GREGORIO DE NAREK

27 de Febrero


    En el monasterio de Narek, en Armenia, san Gregorio, monje, doctor de los armenios, ilustre por su doctrina, sus escritos y su sabiduría mística.

    Nació hacia el 950 en una familia de eclesiásticos ilustrados. San Gregorio ingresó al monasterio de Narek, en el sudeste del lago Van (en la actualidad perteneciente a Turquía) siendo de joven edad. Cercano ya al primer milenio del cristianismo, el monasterio de Narek se alzaba como un floreciente centro de estudios. Eran estos tiempos de relativa calma, tiempos de creatividad, antes de que las invasiones mongolas y turcas cambiaran Armenia para siempre. Armenia experimentó en esa época un renacimiento de su literatura, pintura, arquitectura y teología, de los que san Gregorio fue una figura central. Su obra de madurez fue el «Libro de Oraciones». Él mismo pensó en esta obra como su testamento: «Sus letras son como mi cuerpo, y su significado como mi alma» (oración 54e), y llamó a su obra una «enciclopedia de oración para todas las naciones»; tenía la esperanza de que su obra sirviera de guía para todos los hombres en cualquier situación. San Gregorio busca responder a la pregunta de que podemos ofrecerle a Dios, que ya tiene todo, y encuentra que lo mejor que podemos es ofrecerle los «suspiros del corazón» (frase con la que encabeza cada oración), que él plasma en estas oraciones, a veces llamadas también Lamentaciones. Según parece, escribió su libro tras una penosa y debilitante enfermedad:

    Los tormentos de mis enfermedades [...] como un cáncer que se disemina, han tocado todas las partes de mi cuerpo, no hay bálsamo -como no lo hubo para Israel- para mis innumerables llagas, cada parte de mi cuerpo, de la cabeza a los pies, está enferma y alejada del auxilio de los médicos. Pero tú, misericordioso, benéfico, bendito, de largos sufrimientos, rey inmortal, escucha por misericordia las oraciones de mi asediado corazón cuando a ti grito, Señor, en el tiempo de mi necesidad. (oración 18k, trad. del inglés)

    En 95 oraciones llenas de gracia, san Gregorio lleva a plenitud la expresividad de la lengua clásica armenia para traducir los suspiros del corazón contrito y humillado en una ofrenda de palabras agradables a Dios; el resultado es un edificio de la fe para todas las edades, de rica imaginería, teología sutil, erudición bíblica, unidos a la inmediatez sincera de su comunicación con Dios. San Gregorio dejó este mundo hacia el 1005, pero a través de su obra su voz continúa hablando.

    Esta breve noticia proviene de un sitio web en inglés dedicado al Libro de Oraciones de san Gregorio. Lamentablemente las referencias al santo en Occidente son escasísimas, prácticamente no hay datos sobre él en los santorales, incluso en los muy completos, ya que su incorporación al Martirologio Romano es reciente. El lector puede atisbar la belleza de su obra en dicho web, donde está volcado por entero al inglés por Thomas J. Samuelian, autor también del web.

    San Gregorio fue un distinguido teólogo y uno de los poetas más importantes de la literatura armenia. Entre sus obras se destacan un Comentario sobre el Cantar de los Cantares, muchos panegíricos y una colección de noventa y cinco oraciones en forma poética llamada “Narek”, por el monasterio en el que vivió. Murió alrededor del año 1005 y fue enterrado en el mismo monasterio. Su tumba fue el destino de peregrinaciones hasta la época de las masacres perpetradas por los turcos.


Oremos

    Dios todopoderoso y eterno que te has dignado colmar de ciencia mística a San Gregorio, maestro y honor del pueblo armenio, haz que, siguiendo sus enseñanzas, aprendamos el arte de dialogar contigo y a sostener siempre nuestra vida con los sacramentos de la Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo

-FRASE DEL DÍA-

 


martes, 25 de febrero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 26 de Febrero - San Marcos 9,38-40.


    Libro de Eclesiástico 4,12-22.

    El que la ama, ama la vida, y los que la buscan ardientemente serán colmados de gozo.
    El que la posee heredará la gloria, y dondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá.
    Los que la sirven rinden culto al Santo y los que la aman son amados por el Señor.
    El que la escucha juzgará a las naciones y el que le presta atención habitará seguro.
    El que confía en ella la recibirá en herencia y sus descendientes también la poseerán.
    Al comienzo, ella lo conducirá por un camino sinuoso, le infundirá temor y estremecimiento y lo hará sufrir con su disciplina, hasta que tenga confianza en él y lo haya probado con sus exigencias.
    Después, volverá a él por el camino recto, lo alegrará y le revelará sus secretos.
    Si él se desvía, ella lo abandonará y lo dejará librado a su propia caída.
    Ten en cuenta el momento y cuídate del mal, y no te avergüences de ti mismo.
    Porque hay una vergüenza que lleva al pecado, y hay otra vergüenza que es gloria y gracia.
    No te perjudiques por tener en cuenta a los demás, y que la vergüenza no provoque tu caída.


Salmo 119(118),165.168.171.172.174.175.

¡Tu ley es mi alegría, Señor!

Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos.

Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.
Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.

Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.
Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.


    Evangelio según San Marcos 9,38-40.

    Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".
    Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
    Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 26 de Febrero - "¿Acaso van con nosotros?"


      Concilio Vaticano II Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, §16 


"¿Acaso van con nosotros?"
    
    Por último, quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras. En primer lugar, aquel pueblo que recibió los testamentos y las promesas y del que Cristo nació según la carne (cf. Rm 9,4-5). Por causa de los padres es un pueblo amadísimo en razón de la elección, pues Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación (cf. Rm 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día postrero.
 
    Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de El la vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Hch 17,25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4). Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida. 

SANTORAL - BEATA PIEDAD DE LA CRUZ

26 de Febrero


    «Su ingreso en la vida religiosa fue el fruto de su perseverancia. Sin ceder al desánimo insistió cuántas veces fue preciso intentando vincularse a varios Institutos. Es fundadora de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús»

    La incertidumbre es frecuente en la vida santa. Acompaña al aparente fracaso de un sueño que no logra materializarse. Son momentos de prueba para un alma que se da de bruces contra las cuerdas de la soledad y el vacío. La porción del camino que desea recorrer, el único que ve, se le resiste y no sabe por qué. Dios, que conoce lo que está dentro del corazón de cada cual, que tiene constancia hasta del último de nuestros cabellos, permite circunstancias que la razón no entiende porque la explicación de los sucesos no discurre por esos derroteros. A quienes persisten en sus ruegos, a su debido tiempo, cuando Él juzga oportuno les da la luz y erradica los escollos, como hizo con esta beata.

    Tomasa, que ese era su nombre de pila, nació en Bocairente, Valencia, España, el 12 de noviembre de 1842. Era la quinta de ocho hermanos. Sintió la llamada a la vida religiosa cuando realizó la primera comunión: «Cuando recibí por primera vez la Sagrada Comunión, quedé como anonadada y experimenté que Jesús me llamaba a la vida religiosa». En esta época solía enseñarse a bordar y a recitar, y ella mostró buenas dotes no solo para la confección y la poesía sino también para la música, como constataron en el colegio de Loreto donde estudiaba. Pero la formación genuina, tanto humana como espiritual, se la proporcionaron las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos en Valencia.

    La época no era propicia para los que optaban por la consagración. Por eso, pero sobre todo porque la Providencia la había elegido para otra misión, las puertas del convento parecían cerradas para la beata, pese a que intentó en varias ocasiones cumplir su anhelo una vez que su familia dejó de oponerse a sus deseos. Pretendió ingresar con las carmelitas descalzas de Onteniente, y la enfermedad dio al traste con su aspiración. Fue un obstáculo que la obligó a regresar a su casa paterna. Y otro tanto le aconteció con las carmelitas de la caridad de Vich ya que estando junto a ellas contrajo el cólera. Entonces sus padres habían fallecido. De hecho, no dio ningún paso hasta que los perdió; había vivido dedicada a su cuidado mientras asistía a pobres y enfermos.

    En este proceso de búsqueda –ya había hecho voluntaria renuncia al matrimonio–, y dado que no identificaba el camino que debía emprender, sino muchos impedimentos a lo que se proponía, halló empleo como obrera textil en Barcelona y sirvió en el colegio de las mercedarias de la enseñanza. Intacto conservaba su deseo de consagración que decidió llevar adelante aunque tuviera que hacerlo fuera de un convento. Luego estuvo en Benicassim, en el desierto de Las Palmas pensando que quizá podía dedicarse a una especie de consagración eremítica. Su confesor no lo veía claro, y ella misma se dio cuenta in situ de que tenía razón. Así que volvió a Barcelona con el peso de su incertidumbre: «Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero dime dónde». La respuesta llegó a través de una experiencia mística. El Sagrado Corazón de Jesús le mostró su hombro izquierdo ensangrentado, diciéndole: «Mira cómo me han puesto los hombres con sus ingratitudes, ¿quieres tú ayudarme a llevar esta cruz?». Ella respondió como Samuel, sin dudar: «Señor, si necesitas una víctima y me quieres a mí, aquí estoy, Señor». Entonces, el Redentor le dijo: «Funda, hija mía, que de ti y de tu Congregación siempre tendré misericordia». Aún le quedaba por saber dónde se iniciaría la obra.

    Y obedeciendo a la sugerencia del obispo Jaime Catalá, se dirigió a su confesor determinada a cumplir sus indicaciones. La escasez de vocaciones y las necesidades que se presentaron en su tierra, anegada por la destructiva inundación del río Segura que arrasó la huerta murciana en 1884 como en 1879 lo hiciera la riada de Santa Teresa, fueron determinantes para encaminar sus pasos hacia allí. Y las inmediaciones de Alcantarilla alumbraron el nacimiento de la primera comunidad de terciarias de la Virgen del Carmen. Lidió con el cólera prodigando cuidados a los enfermos y a niñas huérfanas en un pequeño centro sanitario que denominó «La Providencia». Aumentaron las vocaciones y se abrieron nuevas casas, una de ellas en Albacete. Pero quería conocer si esa era realmente la voluntad de Dios, y el único signo para dilucidarlo era la cruz: «fundar en tribulación».

    Los problemas surgieron entre miembros de las casas de Alcantarilla y Caudete cuando la Congregación no había recibido aún aprobación diocesana. Fueron días de intensa oración y sufrimiento. El padre Tomás Bryan y Livermore la envió junto a otra religiosa, sor Alfonsa, la única que perseveró, al Convento de la Visitación de las Salesas Reales, en Orihuela, para hacer ejercicios espirituales y proyectar una nueva fundación. Y aquí se le dio a entender su verdadero carisma: los niños pobres y abandonados, los ancianos y los enfermos, a quienes mostraría el Corazón misericordioso de Jesús y el patrocinio de san Francisco de Sales para esta obra que debía poner en marcha. Así nació en 1890 la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús.

    Volcada en las necesidades de todos, ofrendó su piadosa vida abrazada a la cruz, confiada, perseverante hasta el fin. "La limosna del amor vale más que la del dinero», hizo notar. El año de su muerte, 1916, contrajo una grave enfermedad y el 26 de febrero murió sentada en su sillón en la casa de Alcantarilla. En otros momentos, mirando el crucifijo había dicho: «Aquél murió en la cruz y yo no debo morir en la cama, sino en el suelo». Fue beatificada el 21 de marzo de 2004 por Juan Pablo II.

Oremos

    Madre Piedad de la Cruz, amiga de los pobres y los niños. Dios te dio su Gracia, recorriste difíciles caminos, enseñando tu bondad. Para ser santa naciste, iluminaste a los sin techo, esperanza les diste. Damos gracias por tu ejemplo, ayúdanos. Té lo pedimos de todo corazón. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

lunes, 24 de febrero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 25 de Febrero - San Marcos 9,30-37


    Libro de Eclesiástico 2,1-11.

    Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.
    Endereza tu corazón, sé firme, y no te inquietes en el momento de la desgracia.
    Unete al Señor y no te separes, para que al final de tus días seas enaltecido.
    Acepta de buen grado todo lo que te suceda, y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación.
    Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios, en el crisol de la humillación.
    Confía en él, y él vendrá en tu ayuda, endereza tus caminos y espera en él.
    Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer.
    Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa.
    Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia.
    Fíjense en las generaciones pasadas y vean: ¿Quién confió en el Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y no fue tenido en cuenta?
    Porque el Señor es misericordioso y compasivo, perdona los pecados y salva en el momento de la aflicción.


Salmo 37(36),3-4.18-19.27-28.39-40.

¡Confía tu suerte al Señor!

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;

no desfallecerán en los momentos de penuria,
y en tiempos de hambre quedarán saciados.
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.


    Evangelio según San Marcos 9,30-37.

    Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
    Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
    Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?".
    Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
    Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
    Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 25 de Febrero - El obispo, como todo cristiano, “servidor de todos”

 

San Agustín (354-430) obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Sermón para la consagración de un obispo, Guelferbytanus n°32; PLS 2, 637


El obispo, como todo cristiano, “servidor de todos”
    
    Aquel que gobierna al pueblo debe entender ante todo que él es el servidor de todos. No debe desdeñar su servicio... ya que el Señor de los Señores (1Tim 6,15) nunca desdeñó ponerse a nuestro servicio.

    Esta impureza de la carne que se vislumbra entre los discípulos de Cristo como un deseo de grandeza; el humo del orgullo que les nublaba la vista. De hecho, podemos leer: “Una disputa surge entre ellos para saber quién era el más grande” (Lucas 22,24). Pero el Señor sanador estaba ahí; él reprimió sus ínfulas... Él les mostró el ejemplo de humildad en un niño... Porque el orgullo es un gran mal, el primer mal, el origen de todo pecado...

    Por ello el apóstol Pablo recomienda, entre otras virtudes de los responsables de la Iglesia, la humildad (1Timoteo 3,6)... Cuando el Señor hablaba del ejemplo del niño: “El que quiera ser el más grande entre vosotros, que sea vuestro servidor” (Mateo 20,26)... Les hablo como obispo y mis advertencias me dan miedo a mí mismo... Cristo vino a la tierra “no para ser servido, sino para servir, y dar su vida para saldar la deuda de una multitud” (Marcos 10,45). Así fue como él sirvió, así es el tipo de servidor que nos ordena ser. Él dio su vida, él nos redimió. ¿Quién entre nosotros puede redimir a alguien más? Nos redimió de la muerte con su muerte, con su sangre. A nosotros que estábamos dispersos por la tierra, él nos levantó con su humildad. Pero nosotros también debemos poner de nuestra parte para sus miembros, porque nosotros fuimos hechos sus miembros. Él es la cabeza, nosotros el cuerpo (Efesios 1,22). Y el apóstol Juan nos exhorta a imitarlo: “Cristo dio su vida por nosotros; nosotros también debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos” (1Juan 3,16). 

SANTORAL - BEATA MARÍA LUDOVICA DE ANGELIS,VIRGEN

25 de Febrero


      En City Bell, Argentina, beata María Ludovica (Antonina) De Angelis, virgen de las Hermanas de Nuestra Señora de la Merced.

    “El ángel de los niños enfermos” El 24 de octubre de 1880 nació en San Gregorio, pequeño pueblo de montaña en la región de los Abruzos, Italia, Antonina De Angelis hija de Ludovica De Angelis y Santa Colaianni, humildes labradores de la región, quienes enseñaron a la pequeña sus primeras palabras y oraciones al mismo tiempo que infundían en ella el amor a Nuestro Señor Jesucristo, la devoción a la Santa Virgen María, a la misa dominical y a los sanos principios de castidad y caridad cristiana.

    Antonina creció en ese hogar devoto y piadoso, ayudando a sus padres y llevando una vida ejemplar hasta que, a fines de 1904 , anunció que estaba decidida a abrazar la vida religiosa, ingresando el 14 de Noviembre de ese mismo año en el noviciado de las Hijas de la Misericordia. En mayo de 1905 vistió el hábito y tomó el nombre de María Ludovica, con el que pasaría a la inmortalidad . El 3 de ese mes hizo sus votos de obediencia, pobreza y castidad para dedicarse, durante los dos años siguientes, a la oración, al cuidado de la niñez y al socorro de los menesterosos.

    El 14 de noviembre de 1907 su congregación la envió a la República Argentina, con un reducido grupo de religiosas que arribó al puerto de Buenos Aires el 4 de diciembre, encaminándose a la ciudad de La Plata donde, llamada por las damas de la Sociedad de Beneficencia, se incorporó al incipiente Hospital de Niños local, fundado el 6 de septiembre de 1887. Sor Ludovica supo brindar al Hospital de Niños una calidez especial con la que superó la típica frialdad de esas instituciones, estableciendo con éxito el espíritu de familia entre internados, médicos, enfermeros y directivos. Después de su fallecimiento, acaecido el 25 Febrero de 1962, cuando contaba 82 años de edad, el merecido homenaje pudo realizarse. Durante su sepelio, el Dr. Carlos Boffi, director del Hospital, manifestó que por entonces funcionaba “ … 25 servicios con capacidad de 600 enfermitos.

    Todo es obra concebida, dirigida y obtenida por la Superiora, Madre Ludovica”. Con su desaparición, los niños enfermos no solamente perdieron una madre sino a un verdadero ángel protector. En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad. De comprobarse un milagro más, la venerable religiosa de las Hijas de la Misericordia accederá a la santidad que ya tiene ganada por la grandeza de su obra en pro de los niños enfermos y necesitados.

Oremos

    Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a la Beata María Ludovica, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras por los más indefensos y los más necesitados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

-FRASE DEL DÍA-