lunes, 20 de enero de 2025

SANTORAL - SANTA INÉS, VIRGEN Y MÁRTIR

21 de Enero


     En Roma, sobre la vía Nomentana, a cerca de dos kilómetros de Puerta Pía, se encuentra el complejo de Santa Inés que incluye los restos de la basílica constantiniana, el mausoleo de Constanza y la basílica honoriana del siglo VII, cuyo nivel se localiza muchos metros por arriba del paso peatonal. Hay que bajar 43 largas escalerillas, divididas en ocho niveles.

    En el último nivel de la escalera, sobre la pared izquierda, hay fijada una placa de mármol del 357, que formaba parte del sepulcro de la mártir que mandó arreglar el papa Liberio (352-366). Al centro está representada la pequeña mártir Inés en actitud orante, envuelta en una amplia dalmática, la túnica corta que portaban los romanos. El artista desconocido ha logrado trazar un delicado retrato espiritual de la joven mártir. El rostro redondo y las mejillas rechonchas iluminadas de una sonrisa ligera y serena, mientras la cabeza es coronada de una suave y ondulada cabellera de rizos a cascada.

    El papa Dámaso (336-384), gran devoto de los mártires, hizo grabar sobre una placa de mármol versos que narran la historia de la mártir. ¡Oh alma [Inés], digna de que yo te venere, santo decoro del pudor, te pido, oh ilustre Mártir, que seas propicia a las preces de Dámaso!

    La santa mártir Inés murió el 21 de enero, durante la última persecución, infligida por el emperador Diocleciano a los cristianos, en un año entre el 303 y el 305 d.C. La Tradición cuenta que Inés era una jovencita cristiana de doce años que quería vivir enteramente por su Jesús, sirviendo a los pobres. La pequeña Inés extraía su fuerza y su coraje de la Eucaristía, que los cristianos celebraban al ponerse el sol reuniéndose secretamente en alguna casa, domus ecclesiae, para celebrar la fractio panis. Como está escrito en los Hechos de los Apóstoles, 2, 42: “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a la oración”.

    Fue inmediatamente notoria por su belleza y pedida por esposa para el hijo del prefecto de la ciudad de Roma, pero al rechazarlo, fue obligada a rendir honores a los dioses. Fue empujada al templo de la Diosa Vesta y obligada a mostrarse desnuda pero ella, corderillo de Dios, se escondió detrás de sus largos cabellos. Nadie osó violarla; le colocaron violentamente la cabeza sobre una piedra y el verdugo con la espada la degolló, como se hace con los corderos cuando están en la carnicería. Sus padres rescataron el cuerpo y le dieron sepultura en un pequeño espacio en la Vía Nomentana.

    Sobre la tumba de Inés, rezaba y lloraba Emerenciana, su hermana de leche, quien fue descubierta por una turba de crueles paganos que después de haberla escarnecido, la golpearon a muerte lapidándola. Todavía hoy los cuerpos de Inés y de Emerenciana reposan en paz en una espléndida urna de plata, regalo del papa Pablo V Borguese (1605-1621), bajo el altar mayor de la basílica, sobre la vía Nomentana.

    Sobre el mismo altar, cada año, el 21 de enero (día en que la Iglesia recuerda a la Santa), se bendicen dos corderillos, cuya lana se tejerá por las madres benedictinas de Santa Cecilia en Trastevere para hacer los sacros palios.

    El palio es una estola de lana blanca con cinco cruces rojas, símbolo del dulce yugo de Cristo, el buen Pastor, que toma sobre sí la oveja perdida y sus llagas; la parte final de los bordes del palio es de color negro para indicar los pasos de las ovejas que los obispos y pastores deben cuidar. El palio es impuesto por el papa en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el 29 de junio, a los nuevos arzobispos metropolitanos, para recordar la especial comunión que los liga a la sede apostólica. Esta es la tradición de la Iglesia.

Oremos

    Dios Padre amoroso que eliges a los más débiles ante el mundo para confundir así a los fuertes, concédeme la gracia de ser como Santa Inés, fiel al amor de tu hijo Jesús que murió por nosotros en la Cruz, fiel en lo mucho y en lo poco, fiel en la alegría y en la tristeza, fiel en el estudio y en la diversión. Que nunca me aparte de tí y, que por la intercesión de Santa Inés, bajo el amparo protector de la Virgen María me mantengas siempre alejado de las ocasiones de pecado. Amén

-FRASE DEL DÍA-



domingo, 19 de enero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 20 de Enero - San Marcos 2,18-22


    Carta a los Hebreos 5,1-10.

    Hermanos: Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
    El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana.
    Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados.
    Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón.
    Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.
    Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
    El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión.
    Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer.
    De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, porque Dios lo proclamó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.


Salmo 110(109),1.2.3.4.

¡Señor tú eres sacerdote para siempre!

Dijo el Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies».

El Señor extenderá el poder de tu cetro:
«¡Domina desde Sión,
en medio de tus enemigos!

Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se retractará:
«Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec.»


    Evangelio según San Marcos 2,18-22.

    Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".
    Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo.
    Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
    Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.
    Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Enero - «Un vestido nuevo»


Ruperto de Deutz Sobre el Profeta Isaías: Me ha vestido de gala La Trinidad y sus obras: Libro 42, n. 2, 26


«Un vestido nuevo» 

    «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; como el esposo se pone la corona; como la esposa se adorna con sus joyas.» Cabeza y miembros, Esposo y Esposa, Cristo y la Iglesia, somos un solo cuerpo. Desde ahora, en Cristo el Esposo brillará para siempre la corona del triunfo –él, mi cabeza, que ha sufrido por algún tiempo-; mientras que sobre mí, su Esposa, brillarán las joyas de sus victorias y de sus gracias.

    El advenimiento, la presencia del Señor, de la que habla el profeta en este versículo, es el beso que desea la esposa del Cántico de los cánticos, cuando dice: «Que me bese con beso de su boca» (Ct 1,1). Y esta esposa fiel es la Iglesia: ella nació en los patriarcas, se desposó en Moisés y en los profetas; con ardiente deseo de su corazón suspiraba por la venida del Amado. Llena del gozo ahora por el beso que ha recibido, exclama gozosa: «¡Desbordo de gozo con el Señor!»

    Participando de este gozo, Juan Bautista, el ilustre «amigo del Esposo», el confidente de los secretos del Esposo y de la esposa, el testigo de su amor mutuo, declara: «El que lleva a la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo. Pues esta alegría mía está colmada» (Jn 3,29). Sin duda alguna, el que fue precursor del Esposo en su nacimiento, también el precursor de su Pasión, cuando el Esposo descendió a los infiernos anunció la Buena Nueva a la Iglesia que se encontraba allí, esperando.

    Este versículo, pues, se refiere totalmente a la Iglesia exultante, cuando, en los infiernos, se apresura a ir al encuentro del Esposo: «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios.» ¿Cuál es la causa de mi gozo? ¿Cuál es el motivo de mi exultación? Es porque «me ha revestido con traje de gala y me envuelto en un manto de triunfo» (v. 11). En Adán fui desnudada, me fue necesario juntar hojas de higuera para esconder mi desnudez; miserablemente cubierta con túnicas de piel, fui echada del paraíso (Gn 3, 7-21). Pero hoy, mi Señor y mi Dios ha sustituido las hojas por el traje de gala. A causa de su Pasión en nuestra carne, me ha puesto un primer vestido, el del bautismo y la remisión de los pecados; y en lugar de la túnica de piel de la mortalidad, me ha envuelto en un segundo vestido, el de la resurrección y de la inmortalidad.

    «Como el suelo echa sus brotes como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos». Él es el Esposo, y yo la Esposa; él es el Señor Dios, y yo su tierra y su jardín; él es el jardinero, y yo su campo. Así como él, por ser mi Creador es mi Señor y mi Dios, es también mi jardinero porque se ha hecho hombre. Así como el jardinero «planta y riega y Dios da el crecimiento», de la misma manera él que es el Único, por su humanidad va a plantar y regar anunciando la Buena Nueva, y por su divinidad dará el crecimiento gracias a su Espíritu. Entonces yo, la Iglesia haré «brotar la justicia de la fe y la alabanza del Dios», no tan sólo ante el pueblo judío, sino «ante todas las naciones». Ellas «verán mis buenas obras», leyendo las palabras y las acciones de los patriarcas y de los profetas, escuchando la voz de los apóstoles y acogiendo su luz; ellas verán y creerán, y «así darán gloria al Padre que está en los cielos». 

SANTORAL - SAN SEBASTIÁN, MÁRTIR

20 de Enero


    Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador, que desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Además, como buen cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Esta situación no podía durar mucho, y fue denunciado al emperador Maximino quien lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo.

    El santo escogió la milicia de Cristo; desairado el Emperador, lo amenazó de muerte, pero San Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe. Enfurecido Maximino, lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.

    Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Se presentó con valentía ante el Emperador, desconcertado porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.

    El culto a San Sebastián es muy antiguo; es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión, y además es llamado además el Apolo cristiano ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general.

Oremos

    ¡Glorioso mártir! bajo tu amparo ámanos y fortalece nuestra fe, no nos desamparen en ningún momento. Soldado mártir que luchaste por nuestras vidas es un orgullo nuestro buen patrón y aventurado, ampáranos y acógenos en tu voluntad. ¡San Sebastián todo poderoso!, ten compasión de nuestra inocencia y consuela nuestras amarguras no nos desamparen nunca y fortalece nuestra fe. Amén

-FRASE DEL DÍA-



 

sábado, 18 de enero de 2025

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 19 de Enero - San Juan 2,1-11.

 

    Libro de Isaías 62,1-5.

    Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida.
    Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor.
    Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios.
    No te dirán más "¡Abandonada!", sino que te llamarán "Mi deleite", y a tu tierra "Desposada". Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.
    Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.


Salmo 96(95),1-2a.2b-3.7-8a.9-10ac.

¡Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos!

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria.

Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;

aclamen la gloria del nombre del Señor.
adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.


    Carta I de San Pablo a los Corintios 12,4-11.

    Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
    Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor.
    Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos.
    En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
    El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas.
    Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere.


    Evangelio según San Juan 2,1-11.

    Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
    Jesús también fue invitado con sus discípulos.
    Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
    Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
    Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
    Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
    Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
    "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
    El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
    Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 19 de Enero - «No ha llegado mi Hora»


San Cirilo de Alejandría, obispo Comentario: Cristo santifica, con su presencia, la fuente misma de la generación humana. Comentario sobre el evangelio de san Juan, Lib 2: PG 73, 223-226.


«No ha llegado mi Hora» 

    Oportunamente comienza Cristo a realizar milagros, aun cuando la ocasión de iniciar su obra de taumaturgo parezca ofrecida por circunstancias casuales. Pues como se celebraban unas bodas —castas y honestas bodas, es verdad—, a las que está presente la madre del Salvador, vino también él con sus discípulos aceptando una invitación, no tanto para participar en el banquete, cuanto por hacer el milagro, y de esta forma santificar la fuente misma de la generación humana, en lo que concierne sobre todo a la carne.

    Era efectivamente muy conveniente que quien venía a renovar la misma naturaleza humana y a reconducirla en su totalidad a un nivel más elevado, no se limitara a impartir su bendición a los que ya habían nacido, sino que preparase la gracia también para aquellos que habían de nacer, santificando su nacimiento. Con su presencia cohonestó las nupcias, él que es el gozo y la alegría de todos, para alejar del alumbramiento la inveterada tristeza. El que es de Cristo es una criatura nueva. Y Pablo insiste: Lo antiguo ha cesado, lo nuevo ha comenzado. Vino, pues, con sus discípulos a las bodas. Convenía, en efecto, que acompañasen al taumaturgo los que tan aficionados a lo maravilloso eran, para que recogieran como alimento de su fe la experiencia del portento.

    En eso, comienza a faltar el vino de los convidados, y su madre le ruega quiera poner en juego su acostumbrada bondad y benignidad. Le dice: No les queda vino. Le exhorta a realizar el milagro, dando por supuesto que tiene el poder de hacer cuanto quisiera.

    Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Respuesta del Salvador perfectamente calculada. Pues no era oportuno que Jesús se apresurara a realizar milagros ni que espontáneamente se ofreciera a hacerlos, sino que el milagro debería ser fruto de la condescendencia a una petición, teniendo en cuenta, al conceder la gracia, más la utilidad real, que la admiración de los espectadores. Además, las cosas deseadas resultan más gratas, si no se conceden inmediatamente. De esta suerte, al ser diferida un tanto la concesión, la esperanza sublima la petición. Por otra parte, Cristo nos demostró con su ejemplo el gran respeto que se debe a los padres, al acceder, en atención a su madre, a hacer lo que hacer no quería.

SANTORAL - SAN JOSÉ SEBASTIÁN PELCZAR

19 de Enero


    José Sebastián Pelczar nació el 17 de enero del 1842 en la pequeña ciudad de Korczyna, cerca de Krosno al pie de los montes Cárpatos. Pasó la niñez en su ciudad natal, creciendo en una atmósfera de fe profunda que sus padres Adalberto Pelczar y Marianna Mięsowicz le inculcaron. Estos, viendo que su hijo tenía aptitudes extraordinarias para el estudio, al terminar los dos años de escuela popular en Korczyna, lo enviaron a Rzeszów para continuar sus estudios.

    Ya de estudiante tomó la decisión de entregar su vida al servicio de Dios, como lo expresa en su diario: “Los ideales de la tierra palidecen, el ideal de la vida lo veo en el sacrificio y el ideal del sacrificio en el sacerdocio”. Al terminar el sexto curso, entró al Seminario Menor y en el año 1860 empezó los estudios de teología en el Seminario Mayor de Przemyśl.

    Después de la ordenación sacerdotal (17 de julio de 1864), trabajó en la parroquia de Sambor durante año y medio y luego fue enviado a Roma (1866-1868) donde estudió a la vez en dos universidades, Collegium Romanum (hoy Universidad Gregoriana) y en el Instituto de san Apolinar (hoy Universidad Lateranense), donde profundizó sus conocimientos y fortaleció su gran amor a la Iglesia y a su cabeza visible, el Papa. Después, al regresar a su patria, trabajó como profesor en el seminario de Przemysl, y luego durante 22 años en la Universidad Jagelónica de Cracovia. Como profesor y decano de la Facultad de Teología, gozaba de estima y grande fama como hombre culto, buen organizador y amigo de los jóvenes. Como reconocimiento a sus valores, le confiaron la dignidad de Rector del Almae Matris de Cracovia (1882-1883).

    Deseando realizar el ideal de “sacerdote y Polaco, que trabaja con devoción por su pueblo”, el sacerdote Pelczar no limitaba su actividad al campo de la ciencia, sino también al trabajo social y caritativo. Fue miembro activo de la Asociación de san Vicente de Paúl y de la Asociación de la Educación Popular. Durante los 16 años que fue presidente de la Asociación de la Educación popular, fundó numerosas salas de lectura y bibliotecas. Esta Asociación promovió numerosas charlas gratis, editó y distribuyó entre el pueblo más de cien mil libros y abrió una escuela para las empleadas del servicio doméstico. En 1891, por iniciativa suya, se creó “La Fraternidad de la Inmaculada Virgen María, Reina de Polonia”, que además de los fines religiosos tenía una dimensión social: se ocupaba de la protección de los artesanos, de los pobres, de los huérfanos y empleadas del servicio doméstico (de las empleadas enfermas y las que no tenían trabajo).

    Viendo en los problemas de su tiempo, un signo de la voluntad de Dios , fundó en el año 1894, en Cracovia, la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, siendo su fin la proclamación del Reino del Amor del Sagrado Corazón de Jesús. Fue su deseo que las Hermanas fueran signo e instrumento de este amor para con las jóvenes, enfermos y todos los que necesitasen cualquier tipo de ayuda.

    En el año 1899 fue nombrado Obispo auxiliar y un año mas tarde, después de la muerte del Monseñor Ł. Solecki, fue Obispo de la diócesis de Przemyśl. Durante los 25 años de su ministerio episcopal, se dio a conocer como un valiente pastor, celoso por el bien de las almas a él confiadas.

    A pesar de su debilitada salud, Mons. Pelczar seguía desempeñando actividades religiosas y sociales. Para animar a los fieles a mantener y renovar la fe, visitaba frecuentemente las parroquias, se preocupaba además por la dimensión moral e intelectual del clero, dando a la vez ejemplo de una profunda piedad que se expresaba en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Madre de Dios. Tenía gran devoción al Santísimo Sacramento e invitaba a los fieles a participar en las celebraciones eucarísticas. Gracias a sus diligencias, aumentó el número de nuevas iglesias y capillas, también fueron restaurados muchos templos. No obstante las difíciles circunstancias políticas, realizó tres sínodos diocesanos, organizando en unas normas legislativas diferentes iniciativas, dándoles mayor apoyo y asegurando su estabilidad.

    El obispo José Sebastián conocía las necesidades de sus fieles y rodeaba de cuidados a los más pobres de su diócesis. Las guarderías para los niños, los comedores populares para los pobres, los refugios para los que no tenían casa, la preparación en las labores domésticas para las jóvenes, las becas para los seminaristas sin recursos económicos, son algunas de las obras existentes debidas a su iniciativa. Se compadecía de las injusticias sufridas por los trabajadores, y se dedicó con empeño por solucionar algunos problemas de su tiempo como la emigración y el alcoholismo. En sus cartas pastorales, en los artículos publicados y en otros escritos subrayaba la necesidad de respetar estrictamente la enseñanza social del Papa León XIII.

    Dotado copiosamente por Dios, no desperdiciaba los talentos recibidos sino que los desarrollaba y multiplicaba. Una de las pruebas de su increíble laboriosidad son sus numerosos escritos que contienen obras teológicas, históricas, libros sobre la ley canónica, manuales, devocionarios, cartas pastorales, charlas y homilías.

    Monseñor Pelczar murió la noche del 27 al 28 de marzo de 1924. Quedó en la memoria de la gente como hombre de Dios que, a pesar de los tiempos difíciles que le tocó vivir, cumplió siempre su voluntad. El profesor, P. Antonio Bystrzonowski, discípulo y sucesor del prof. Pelczar en la cátedra universitaria, el día de su entierro dijo: “El difunto Obispo de Przemyśl unía en sí las más bellas cualidades y talentos: un celo apostólico y un espíritu de iniciativa llevado a la práctica con energía. La luz de una gran sabiduría, tal vez más grande por sus virtudes. Monseñor, brillaba como modelo y ejemplo de un trabajo extraordinario unido a un entusiasmo juvenil”.

    El 2 de junio del 1991, durante su IV peregrinación a Polonia, el Santo Padre, Juan Pablo II beatificó al Mons. José Sebastián Pelczar en Rzeszów. Las Reliquias del Beato se encuentran en la catedral de Przemyśl. En Cracovia el beato José Sebastián es venerado, de modo especial, en la iglesia de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, donde se encuentra la capilla a él dedicada. Su memoria se celebra el 19 de enero.

Oremos

    Señor, tú que otorgaste a San José Pelczar la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, ayúdanos a vivir fielmente nuestra vocación cristiana para que reproduzcamos cada día mejor, en nosotros, la imagen de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-