113. San Pablo invitaba a los romanos a no devolver «a nadie mal por mal» (Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta» (v.19), y a no dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21). Esta actitud no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios «es lento para la ira pero grande en poder» (Na 1,3). La Palabra de Dios nos reclama: «Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad» (Ef 4,31).
martes, 20 de febrero de 2024
GAUDETE ET EXSULTATE
113. San Pablo invitaba a los romanos a no devolver «a nadie mal por mal» (Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta» (v.19), y a no dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21). Esta actitud no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios «es lento para la ira pero grande en poder» (Na 1,3). La Palabra de Dios nos reclama: «Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad» (Ef 4,31).
EVANGELIO - 21 de Febrero - San Lucas 11,29-32.
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla.
Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: "Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.
Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.
Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: "Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos.
Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos".
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Salmo 51(50),3-4.12-13.18-19.
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Febrero - «Jonas una figura de Cristo»
«He sido arrojado de tu presencia. Pero volveré a contemplar tu santo Templo» (Jon 2:5). Cuando estaba contigo, gozando de tu luz, yo no decía: he sido rechazado. Pero, una vez al fondo del mar, envuelto de la carne humana, tomo los sentimientos del hombre, y digo: he sido arrojado de tu mirada. Eso, lo he dicho como hombre; lo siguiente, lo digo como Dios, Yo que, estando en tu condición, no me prevalí de mi igualdad contigo (Fil 2:6), porque quería elevar hacia ti el género humano. «Pero volveré a contemplar tu santo Templo». De este modo el texto del Evangelio lo dice: «Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo existiese» (Jn 17:5) y el Padre responde: «Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré» (Jn 12:28). El único y mismo Señor pide como hombre, promete como Dios, y está seguro de la posesión que fue siempre suya.
«Las aguas me asfixiaban el aliento, el abismo me envolvía» (Jon 2:6). ¡Que el infierno no me haga su prisionero! ¡Que no me prohíba la salida! Libremente he hecho el descenso, que libremente pueda hacer la ascensión. Vine voluntariamente cautivo, debo liberar a los cautivos para que se cumpla este versículo: «Subiendo a la altura llevó los cautivos» (Ps 68:19, Ef. 4:8). En efecto, aquellos que antes estaban cautivos en la muerte, él los llevó a la vida.
SANTORAL - SAN PEDRO DAMIANI
Memoria de San Pedro Damiani, cardenal obispo de Ostia y doctor de la Iglesia. Habiendo entrado en el eremo de Fonte Avellana, promovió denodadamente la vida religiosa, y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia, trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida, y para que el pueblo cristiano mantuviese la comunión con la Sede Apostólica. Falleció el día veintidós de febrero en la ciudad de Favencia, de la Romagna.
San Pedro Damiáni, obispo y doctor de la Iglesia (1007-1072). Al lado de san Romualdo, fundador de los camaldulenses, san Juan Gualberto, san Nilo y del monje Hildebrando, (futuro Gregorio VII) fue uno de los hombres más beneméritos e insignes.
Pedro nació en Rávena en el año 1007 en una familia numerosa y pobre. Fue el hijo último; pronto quedó huérfano y al cargo de uno de sus hermanos mayores que lo trató con dureza extrema, casi como a un esclavo, teniéndolo descalzo y a medio cubrir con andrajos, encargado de cuidar de los animales de la granja. Visto en esa situación lo tomó otro hermano a su cuidado; era Damián, con corazón bueno; tan grande fue el cambio, que Pedro no olvidará el gesto y añadirá en adelante, como su segundo nombre, el de su hermano Damián.
A la muerte de Landorfo lo eligieron abad. No dejó Regla escrita, pero sí quedó patente entre los monjes su espíritu: absoluto silencio, trabajo manual básico para vivir, mezcla de vida solitaria en celdas separadas y algunos actos comunes, mucha oración y abundante lectura espiritual. Fundó el monasterio de Nuestra Señora de Sitria y otros cuatro centros ermitaños más.
La segunda parte de su vida está llena de encargos y legaciones apostólicas; los Papas recurren a él encomendándole asuntos que le llevaron a una actividad incesante para contribuir a mejorar la triste situación de la Iglesia del año 1044.
En 1046, Pedro Damián asistió en Roma a la coronación de Enrique III, emperador del Sacro Imperio romano, que puso providencialmente término al actual estado de cosas. En 1047 está presente en el concilio de Letrán que promulgó ya varios decretos de reforma.
Al regresar a Fonte-Avellana para recuperar su vida de penitencia y soledad es cuando se hace palpable la influencia de su espíritu y lo grande de su prestigio; escribió al Papa Clemente II para que dé impulso a la reforma, y escribe su libro Gomorriano o de los Incontinentes con el que anima a papas y dirigentes a poner remedio al mal.
El Papa Esteban IX (1057-1058) lo nombró cardenal-obispo de Ostia (decano del sagrado colegio de cardenales) en 1057, a pesar de su resistencia; no tuvo el pobre Pedro Damián más remedio que ceder para no incurrir en la excomunión con que se le amenazó si osaba negarse una vez más.
Prematuramente muere el Papa y se van al traste las esperanzas de reforma. Hay un intento de renuncia y de refugiarse en Fonte-Avellana, pero el papa Nicolás II, en 1059, lo hace legado para Milán; allí se soporta desde hace tiempo una desesperada situación por la simonía y la lujuria de los clérigos; convocó un sínodo y llegó a restablecerse el orden, terminando con el escándalo.
El Papa Alejandro III (1061-1070) aprovechó su celo y servicios extraordinarios. Pedro Damián sacó abundantes escritos _irónicos, iracundos, anatematizantes y apocalípticos_ a la asamblea de Augsburgo para acabar con el cisma, porque hay antipapa.
Otra legación, acompañada ahora por Hugón de Cluny, fue en 1063; debía intentar poner freno a Drogon, obispo de Maçon, y restablecer la justicia lesionada en la abadía de Bourgogne y otras cluniacenses como Limoges, San Marcial y Sauvigny.
Se vio obligado a intervenir ante el joven rey Enrique IV en defensa de los derechos pontificios. No pretendía Pedro llevar una vida de incesante viajar. Pidió un descanso merecido al Papa Alejandro II y que se le aceptara la renuncia a todas sus dignidades; pero Hildebrando, que era cardenal desde que Gregorio VI echó mano de él para que le apoyase en la necesaria reforma.
Pedro Damián acepta complacidísimo con tal de retirarse a Fonte-Avellana. En 1066 se le vio, por mandato de la Santa Sede, en Montecasino para solucionar el conflicto con los monjes de Vallehumbrosa. Se desplazó a Alemania porque Enrique IV intentaba su divorcio matrimonial y era preciso dejar claro ante el concilio los principios de moral cristiana.
También fue preciso arrimar el hombro para reconciliar a su querida Rávena natal con el Papa, lo hizo como legado, en 1072. Precisamente cuando iba a dar cuentas a Roma de ésta última gestión se puso muy enfermo en Faenza, lo llevaron al monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió el 21 de febrero de 1072.
León XII le declaró doctor de la Iglesia y gracias a su vida ejemplar pudo ser el precursor de la gran reforma llamada gregoriana por llevarla a término feliz el Papa Gregorio VII, desde que lo elevaron a la sede de Pedro en 1073.
El eficaz Pedro Damián, monje como el más enamorado del monacato, sirvió a la Iglesia intentando dar solución a los más enrevesados problemas. Es palpable que la inmensa mayoría de sus contemporáneos seglares no hubieran podido ni siquiera arañar lo que él realizó, aunque ello le llevara a tener que fastidiarse sin poder disfrutar de la soledad que por vocación le hubiera gustado tener.
Dios todopoderoso, concédenos seguir con fidelidad los consejos y ejemplos de San Pedro Damiani, obispo, para que, amando a Cristo sobre todas las cosas, y dedicados siempre al servicio de tu Iglesia, merezcamos llegar a los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
lunes, 19 de febrero de 2024
GAUDETE ET EXSULTATE
112. La primera de estas grandes notas es estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8,31).Esto es fuente de la paz que se expresa en las actitudes de un santo. A partir de tal solidez interior, el testimonio de santidad, en nuestro mundo acelerado, voluble y agresivo, está hecho de paciencia y constancia en el bien. Es la fidelidad del amor, porque quien se apoya en Dios (pistis) también puede ser fiel frente a los hermanos (pistós), no los abandona en los malos momentos, no se deja llevar por su ansiedad y se mantiene al lado de los demás aun cuando eso no le brinde satisfacciones inmediatas.
EVANGELIO - 20 de Febrero - San Mateo 6,7-15.
Salmo 34(33),4-5.6-7.16-17.18-19.
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.
Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Febrero - «Nuestro Padre»

Sólo hay una voz que se eleva sobre la tierra: la de Cristo. Esta voz reúne y agrupa en ella misma todas las voces que se elevan en oración. Orar, mucha gente no sabe hacerlo, muchos no saben hacerlo y muchos no quieren hacerlo. Por la comunión de los santos, nosotros hacemos y oramos en su nombre.
Nosotros rezamos en nombre de aquellos que nunca rezan. La oración tendrá que ser como nuestro «negocio». Los apóstoles comprendieron esto a la perfección: cuando ellos se dieron cuenta de que corrían el riesgo de perderse en multitud de actividades, ellos decidieron dedicarse a la oración continua y al ministerio de la Palabra.
Dios quiere que seamos cada día más como los niños, más humildes, más agradecidos en nuestra oración y no se trata de orar sólo porque pertenecemos al cuerpo místico de Cristo que está siempre en oración. No hay duda de que «yo rezo», pero en mí y conmigo Jesús ora y, en consecuencia, es el Cuerpo de Cristo el que ora.
SANTORAL - SANTOS JACINTA Y FRANCISCO MARTO
En Aljustrel, lugar cercano a Fátima, en Portugal, beata Jacinta Marto, la cual, siendo aún niña de tierna edad, aceptó con toda paciencia la grave enfermedad que le aquejaba y demostró siempre una gran devoción a la Santísima Virgen María.
-Francisco nació el día 11 de junio, de 1908.
-Jacinta nació el día 11 de marzo, de 1910.
Desde muy temprana edad, Jacinta y Francisco aprendieron a cuidarse de las malas relaciones, y por tanto preferían la compañía de Lucía, prima de ellos, quien les hablaba de Jesucristo. Los tres pasaban el día juntos, cuidando de las ovejas, rezando y jugando.
Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, a Jacinta, Francisco y Lucía, les fue concedido el privilegio de ver a la Virgen María en el Cova de Iría. A partir de esta experiencia sobrenatural, los tres se vieron cada vez más inflamados por el amor de Dios y de las almas, que llegaron a tener una sola aspiración: rezar y sufrir de acuerdo con la petición de la Virgen María. Si fue extraordinaria la medida de la benevolencia divina para con ellos, extraordinario fue también la manera como ellos quisieron corresponder a la gracia divina.
Los niños no se limitaron únicamente a ser mensajeros del anuncio de la penitencia y de la oración, sino que dedicaron todas sus fuerzas para ser de sus vidas un anuncio, mas con sus obras que con sus palabras. Durante las apariciones, soportaron con espíritu inalterable y con admirable fortaleza las calumnias, las malas interpretaciones, las injurias, las persecuciones y hasta algunos días de prisión. Durante aquel momento tan angustioso en que fue amenazado de muerte por las autoridades de gobierno si no declaraban falsas las apariciones, Francisco se mantuvo firme por no traicionar a la Virgen, infundiendo este valor a su prima y a su hermana. Cuantas veces les amenazaban con la muerte ellos respondían: "Si nos matan no importa; vamos al cielo." Por su parte, cuando a Jacinta se la llevaban supuestamente para matarla, con espíritu de mártir, les indicó a sus compañeros, "No se preocupen, no les diré nada; prefiero morir antes que eso."
El 23 de diciembre de 1918, 14 meses después de la última aparición, ella y Francisco se ven afectados por la "gripe española", pero mientras que el segundo se cura en pocos meses, para Jacinta se vuelve un calvario, ya que le sobreviene una pleuresía purulenta, que soporta y ofrece «para la conversión de los pecadores y para reparar los ultrajes que se realizan al Corazón Inmaculado de María». Se le pide un último gran sacrificio: separarse de los suyos, y sobre todo de su prima Lucía, para pasar un tiempo de recuperación en un hospital de Lisboa. Donde se prueba todo, incluso una cirugía sin anestesia para intentar arrancarla de la muerte, pero donde la Virgen viene serenamente a tomarla el 20 de febrero de 1920, como había prometido.
Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoro profundamente con toda las fuerzas de mi alma y te agradezco de todo corazón por las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, en las cuales se manifestaron al mundo los tesoros del Inmaculado Corazón de María. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y por la intercesión del Inmaculado Corazón, te imploramos, si es para mayor gloria y el bien de las almas, que eleven ante la Santa Iglesia a los Santos Jacinta y Francisco, alcanzándonos por su bendita intercesión la gracia que ahora te pedimos. Amén