miércoles, 2 de agosto de 2023

BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO



    La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones (cf. Lc 1,38)? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: “Aquí estoy, Señor, mándame” (cf. Is 6,8). Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.

    Papa Francisco - extracto "Mensaje por la Jornada mundial de las misiones 2020"

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 3 de Agosto - San Mateo 13,47-53


    Libro del Exodo 40,16-21.34-38.

   Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado.
En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada.
    Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas.
    Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado.
    En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa.
    Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado.
    Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.
    Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.
    En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento.
    Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo.
    Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.

Salmo 84(83),3.4.5-6a.8a.11.

Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos avanzan con vigor siempre creciente.

Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados.

    Evangelio según San Mateo 13,47-53.

    Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
    Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
    Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
    ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
    Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
    Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 3 de Agosto - «El Reino de los cielos se compara a una red que es arrojada en el mar»


        Concilio Vaticano II Gaudium et Spes, 39, 2-3


«El Reino de los cielos se compara a una red que es arrojada en el mar»

    Cierto, bien sabemos nosotros que de nada le sirve al hombre ganar    el mundo entero si se pierde a sí mismo (Lc 9, 25), no obstante la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.

    Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: «reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz»(Rm 8,19-21). Misteriosamente, el Reino está ya presente en nuestra tierra; espera su perfección cuando el Señor venga.

SANTORAL - BEATO AGUSTÍN KAZOTIC

03 de Agosto


    En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados.

   Agustín Gazotic (o Kazotic) nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia, hacia el año 1260. Tomó el hábito de los frailes predicadores antes de cumplir los veinte años. Después de la profesión, fue enviado a estudiar en la Universidad de París. Durante el viaje a la ciudad, estuvo a punto de perecer, ya que al cruzar por el distrito de Pavía, Agustín y su compañero, el hermano Jaime, fueron víctimas de un asalto. Los bandoleros dieron muerte al hermano Jaime y Agustín recibió heridas de las que tardó varias semanas en reponerse. El beato predicó con gran fruto a sus compatriotas. También fundó en su patria varios conventos de su orden, a los que dio por lema las palabras de san Agustín: «Desde que estoy al servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran». Después de predicar en Bosnia e Italia numerosas misiones, en las que demostró su gran caridad y prudencia, fue enviado a trabajar en Hungría, donde las constantes guerras civiles habían sembrado la miseria material y moral. Ahí conoció al cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. Cuando el cardenal Boccasini ciñó la tiara, en 1303, mandó llamar al beato Agustín y le consagró obispo de Zagreb, en Croacia.

    El clero y toda la diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El beato reunió varios sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales y fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio ecuménico de Vienne (1311-12) . A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado. El beato poseía en grado extraordinario el don de curar a los enfermos. Según se dice, curó el reumatismo de las manos que aquejaba a Benedicto XI cuando éste le confirió la consagración episcopal. También se cuenta una divertida historia acerca del modo como trató de deshacerse de quienes acudían a él para que los curase: después de plantar un limonero, dijo a las gentes que las hojas de ese árbol poseían más propiedades curativas que sus manos. Dios y los cristianos le tomaron la palabra, y aun los turcos respetaron el árbol milagroso cuando invadieron la región.

    Tras de regir durante catorce años la diócesis de Zagreb, el beato fue trasladado a la sede de Lucera en la provincia de Benevento. Ahí trabajó con todas sus fuerzas por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí. Casi todos los musulmanes que quedaban en la ciudad, en 1300, se convirtieron de golpe. El rey Roberto de Nápoles le apoyó ardientemente y dotó a un convento de dominicos quienes colaboraron celosamente con su obispo, de manera que en cinco años, se produjo un cambio radical en la región. Desde los miembros de la familia real hasta el último de los fieles, todos veneraban al beato Agustín. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323. Su culto fue oficialmente confirmado en 1702.

Oremos

    Te pedimos, Padre de bondad, nos concedas seguir los ejemplos y consignas del obispo beato Agustín, para que, meditando asiduamente los misterios de la salvación, y entregados constantemente al servicio de la Iglesia, lleguemos a los gozos de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-

 


martes, 1 de agosto de 2023

BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO

 

    La misión, la “Iglesia en salida” no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae» (Sin Él no podemos hacer nada, LEV-San Pablo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.

    Papa Francisco - extracto "Mensaje por la Jornada mundial de las misiones 2020"

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 2 de Agosto - San Mateo 13,44-46.


    Libro del Exodo 34,29-35.

    Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor.
    Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él.
    Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló.
    Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.
    Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo.
    Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.


Salmo 99(98),5.6.7.9.

Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
adórenlo ante el estrado de sus pies.
¡Santo es el Señor!
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes,

y Samuel, entre los que invocaban su Nombre,
clamaban al Señor y él les respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos

y los preceptos que les había dado.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
y adórenlo en su santa Montaña:
el Señor, nuestro Dios, es santo.


    Evangelio según San Mateo 13,44-46.


    Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
    El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 2 de Agosto - "El tesoro escondido en el campo de las Escrituras"


San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208) obispo, teólogo y mártir Contra las herejías IV, 26; SC 100, pág. 711


"El tesoro escondido en el campo de las Escrituras"

    Cristo era presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios comunicaba su palabra, su verbo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva, encontrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento. Porque él es “el tesoro escondido en el campo”, es decir, en el mundo. (cf Mt 13,38) Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue dicho al profeta Daniel: “...mantén ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final.” (Dn 12,4) También Jeremías dice: “Sólo después lo comprenderéis” (cf Jr 23,20)… La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. … La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura el Reino de Cristo, anuncia la buena noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra y será glorificado por esta palabra... Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección, afirmando por ellas que “era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria.” (Lc 24,26) Si pues alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto “que es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.” (Mt 13,52)

SANTORAL - SAN PEDRO JULIÁN EYMARD

02 de Agosto


    San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del misterio eucarístico, instituyó dos nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad Pedro Julián nació en un pueblito de la diócesis francesa de Grénoble, llamado Mure d'Isére, en el año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en La Salette. Trabajó con su padre en su fábrica de cuchillos y mas tarde en una prensa de aceite, hasta que cumplió 18 años. En sus horas libres estudiaba latín y recibía clases de un sacerdote de Grénoble, con quien también trabajo por un tiempo.

    En 1831 entra en el seminario de Grénoble y en tres años es ordenado sacerdote. En sus primeros cinco años de sacerdote sirvió en una parroquia en Chatte y Monteynard. Luego pidió permiso al obispo para ingresar en la Congregación de los Maristas. El obispo le concede diciendo: "La mejor prueba de estima que puedo dar a esa congregación es permitir a un sacerdote como vos ingresar en ella". Al terminar su noviciado, Pedro Julián fue nombrado director espiritual del seminario menor de Belley y más tarde fue elegido provincial de Lyon en 1845.

    El centro de su vida espiritual había sido siempre la devoción al Santísimo Sacramento. El santo decía: "Sin Él, perdería yo mi alma". El santo nos relata una experiencia extraordinaria en una procesión de Corpus Christi, mientras llevaba al Santísimo en sus manos: "Mi alma se inundó de fe y de amor por Jesús en el Santísimo Sacramento. Las dos horas pasaron como un instante. Puse a los pies del Señor a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón fuese un lagar. Hubiese yo querido en ese momento que todos los corazones estuvieran con el mío y se incendiaran con un celo como el de San Pablo".

    Hizo una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Fourviéres en 1851: "Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa congregación ... Entonces prometí a María trabajar para ese fin. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María...¡Qué horas tan maravillosas pasé ahí! ".

     Fue aconsejado por sus superiores a no tomar ninguna decisión hasta que su proyecto estuviera más maduro. Después de 4 años en la Seyne, alentado por los mismos fundadores de los Maristas, Pío IX y el venerable Juan Colin, decide salir de la Compañía de María para fundar la nueva Congregación de Sacerdotes adoradores del Santísimo Sacramento, en 1856. Presenta su plan al Monseñor Sibour, Arzobispo de París. Recibió la aprobación de Mons. Sibour a los 12 días.

    Pedro Julián junto con un compañero se instaló en la casa que el mismo Monseñor puso a su disposición. El 6 de enero de 1857, en la capilla de la casa, Julián por primera vez expuso el Santísimo Sacramento y predicó en la nueva congregación. El Padre Eymard tuvo que enfrentar muchas críticas por haberse salido de la Compañía de María y sufrió oposición a su obra. El Santo les decía: "No comprenden la obra y creen que hacen bien en oponerse a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida. ¿Acaso el Señor no fue perseguido durante su vida?".

    Muchos eran los llamados, pero pocos los escogidos. Los P.P. de Cuers y Champion fueron los primeros miembros de la Congregación. El progreso fue lento y con muchas dificultades. Tuvieron que cambiar de casa. En 1858 consiguieron una capillita en el suburbio de Saint-Jacques. El P. Eymard llamó a ese lugar "la capilla de los milagros" porque por 9 años, el Señor se derramó allí en abundancia. El Santísimo se exponía 3 veces por semana. El siguiente año, Pío IX emitió un breve en alabanza a la congregación.

    Se abre la segunda casa en Marsella y la tercera en Angers en 1862. Para entonces habían suficientes miembros para establecer un noviciado regular. Los sacerdotes rezan el oficio divino en coro y ejercen ministerios pastorales. Su principal misión es la adoración del Santísimo Sacramento, en lo cual ayudan los hermanos legos.

    El P. Eymard funda la congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento en 1852, también dedicadas a la adoración perpetua y a propagar el amor al Señor. También funda la Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros se comprometen a una hora diaria de oración ante el Santísimo. Trabajar con los sacerdotes y religiosas no fue su único objetivo. Funda la "Obra de Adultos", organización que se dedica a preparar a hombres y mujeres adultos para la primera comunión cuando por razón de edad o trabajo no podían asistir a la catequesis parroquial.

    Organizó la Archicofradía del Santísimo Sacramento que luego el derecho canónico ordena establecer en todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido traducidas a varios idiomas. Muchos lo consideraban un verdadero santo, se le notaba en todo: en su vida diaria llena de obras y virtudes, en especial el amor, y en sus dones sobrenaturales. Tenía visiones proféticas, adivinaba los pensamientos y leía los corazones.

    San Juan Bautista Vianney lo conoció personalmente y dijo de él: "Es un santo. El mundo se opone a su obra porque no la conoce, pero se trata de una empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios. ¡Adoración Sacerdotal, que maravilla! ... Decid al P. Eymard que pediré diariamente por su obra". En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática, padecía de insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían innumerables dificultades.

    Una vez dejó ver el desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet en 1868: "Nos abrió su corazón y nos dijo: 'Estoy abrumado bajo el peso de la cruz, aniquilado, deshecho'. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que, según nos explicó: 'Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o desalentar a mis hermanos' ". Presentía su muerte. Su hermana le pidió en febrero que fuera con más frecuencia a Mure, el le dijo: "Volveré más pronto de lo que imaginas".

    El P. Eymard fue a visitar a sus amigos y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los veía. El 21 de febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de parálisis parcial. Muere el 1 de agosto. Antes de finalizar ese año ocurren varios milagros en su tumba. En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación "in perpetuum".

    El Padre Eymard es beatificado en 1925 y es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por S.S. Juan XXIII. J.M. Lambert, Colección Les Saints (1925).

Oremos

    Señor Dios, que llenaste el corazón de San Pedro Julián Eymard con un gran amor a los sagrados misterios del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, concédenos recibir de cada eucaristía una abundante fortaleza espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

-FRASE DEL DÍA-