jueves, 29 de junio de 2023

SANTORAL - SANTOS MÁRTIRES DE ROMA

 30 de Junio


   La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64. ¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”.

    En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos... “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.

    Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio.

    Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano. “Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo”, Nerón. La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67.

    Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

-FRASE DEL DÍA-



 

miércoles, 28 de junio de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 29 de Junio - San Mateo 16,13-19


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 12,1-11.

    Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos.
    Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de "los panes Ácimos".
    Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno.  Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua.
    Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
    La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre dos soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: "¡Levántate rápido!". Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.
    El Ángel le dijo: "Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias" y Pedro lo hizo. Después le dijo: "Cúbrete con el manto y sígueme".
    Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión.
    Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
    Pedro, volviendo en sí, dijo: "Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío".


Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian!


    Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 4,6-8.17-18.

    Querido hermano: Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe.
    Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
    Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
    El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.


    Evangelio según San Mateo 16,13-19.

    Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
    Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
    "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
    Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
    Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
    Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
    Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 29 de Junio - «Te daré las llaves del Reino de los cielos»


       San Máximo de Turín (¿-c. 420) obispo Sermón CC 1; PL 57, 403-404


«Te daré las llaves del Reino de los cielos»
     
    El Señor ha reconocido en Pedro el intendente fiel al cual ha confiado las llaves del Reino, y en Pablo a un maestro cualificado a quien ha dado el encargo de enseñar a la Iglesia. Para permitir encontrar la salvación a los que han sido formados por Pablo, era necesario, para su descanso, que Pedro los acogiera. Cuando Pablo predicando habrá abierto los corazones, Pedro abre a las almas el Reino de los cielos. Es pues algo semejante a una llave lo que Pablo ha recibido de Cristo, la llave del conocimiento que permite abrir a los corazones endurecidos, la fe hasta lo más profundo de ellos mismos; seguidamente, en una revelación espiritual, hace que lo que estaba escondido en el interior se vea iluminado por la gran luz del día. Se trata de una llave que deja escapar de la conciencia la confesión del pecado y en la que se encierra para siempre la gracia del misterio del Salvador.

     Los dos, pues, han recibido unas llaves de mano del Señor; llave del conocimiento para uno, llave del poder para el otro; éste es el dispensador de las riquezas de la inmortalidad, el otro distribuye los tesoros de la sabiduría. Porque hay los tesoros del conocimiento, como está escrito: «Este misterio es Cristo, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer» (Col 2,3).

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 29 de Junio

   
    La solemnidad de San Pedro y San Pablo nos permite contemplar la estrecha amistad que se establece entre Jesucristo y estos dos hombres elegidos para misiones muy importantes. En la primera lectura, tomada de los hechos de los apóstoles, Pedro recibe la visita en la cárcel de una ángel enviado por Dios que lo invita a ponerse en pie y seguirlo. Pedro deberá reemprender su misión al frente de la Iglesia naciente. Pablo, en la carta a Timoteo hace un recuerdo emocionado de su entrega a Cristo: “he combatido el buen combate”. Sabe que Dios lo escogió desde el seno de su madre para revelarle a Cristo y para llamarlo a anunciarlo a todos los pueblos. Ahora al final de su carrera, reconoce con gratitud que Cristo lo ayudó y le dio fuerzas. En Pedro y en Pablo aquello que más resalta es su íntima amistad con el maestro. Ambos tuvieron experiencia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa experiencia los acompañó durante toda su vida y les dio una viva conciencia de su misión. Tiene, pues, razón Pedro al concluir con emoción : “Señor, Tú sabes todo, Tú sabes que yo te amo” (EV).


Mensaje Doctrinal

    1.Pedro y Pablo fieles a su misión. La solemnidad de san Pedro y san Pablo es una de las más antiguas del año litúrgico. Ella aparece en el santoral incluso antes que la fiesta de navidad. En el siglo IV ya existía la costumbre de celebrar tres misas una en la basílica vaticana, otra en san Pablo extramuros y otra en las catacumbas de san Sebastián, donde se escondieron las reliquias de los apóstoles durante algún tiempo. En un principio se consideró que el 29 de junio fuese el día en el que, en el año 67, Pedro sufrió el martirio en la colina vaticana y Paolo en la localidad denominada “Tre fontane”. En realidad, si bien el hecho del martirio es una dato histórico incuestionable que tuvo lugar en Roma en la época de Nerón, no es tan seguro, en cambio, el día y el año de la muerte de los dos apóstoles, pero parece que se sitúa entre el 67 y el 64.

    Esta solemnidad festeja a las dos columnas de la Iglesia. Por una parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Pedro, hombre frágil y apasionado, acepta humildemente su misión y arrostra cárceles y maltratamientos por el nombre de Jesús.(cf. Hch 5,41). Predica con “parresía”, con valor, lleno del Espíritu Santo (cf. Hch 4,8). Pedro es el amigo entrañable de Cristo, el hombre elegido que se arrepiente de haber negado a su maestro, el hombre impetuoso y generoso que reconoce al Dios hecho hombre, al Mesías prometido: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”(cf. Mt 16,16). Los Hechos de los apóstoles narran en esta solemnidad la liberación de Pedro de las cárceles herodianas. “Con esta intervención extraordinaria, Dios ayudó a su apóstol para que pudiera proseguir su misión. Misión no fácil, que implicaba un itinerario complejo y arduo. Misión que se concluirá con el martirio “cuando seas viejo otro te ceñirá y te llevará donde no quieres” (cf. Jn 21,18) precisamente aquí, en Roma, donde aún hoy la tumba de Pedro es meta de incesantes peregrinaciones de todas las partes del mundo

    “Pablo, por su parte, fue conquistado por la gracia divina en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en Apóstol de los gentiles. Después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio. También a Pablo se le reservaba como meta lejana Roma, capital del Imperio, donde, juntamente con Pedro, predicaría a Cristo, único Señor y Salvador del mundo. Por la fe, también él derramaría un día su sangre precisamente aquí, uniendo para siempre su nombre al de Pedro en la historia de la Roma cristiana” (Juan Pablo II, 29 de junio de 2002). Pablo es el apóstol fogoso e incansable que recorre el mundo conocido en la época para anunciar la buena nueva de la salvación en Cristo Jesús. Sabe que se le ha dado una misión, una responsabilidad, una tarea que no puede declinar. “Ay de mí si no evangelizare” (1 Co 9,16).

    2. El colegio episcopal y su cabeza, el Papa. “Cristo, al instituir a los Doce, "formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él". "Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles". El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella; lo instituyó pastor de todo el rebaño. "Está claro que también el Colegio de los apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro". Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.

    El Papa, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles". "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad (Catecismo de la Iglesia Católica 881-882).

Oremos 

    ¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánzame, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.

-FRASE DEL DÍA-



 

martes, 27 de junio de 2023

-PROPÓSITO DEL DÍA- "Para que por la práctica de los consejos evangélicos y la vida de oración, podamos crecer en el amor a Dios y nuestros hermanos"



 

EVANGELIO - 28 de Junio - San Mateo 7,15-20.


    Libro de Génesis 15,1-12.17-18.

    En aquellos días, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: "No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande".
    "Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
    Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero".
    Entonces el Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti.
    Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
    Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
    Entonces el Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra".
    "Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?".
    El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma".
    El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros.
    Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám los espantó.
    Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad.
    Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
    Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: "Yo he dado esta tierra a tu descendencia desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates.


Salmo 105(104),1-2.3-4.6-7.8-9.

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!

¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!

Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.

El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac.


    Evangelio según San Mateo 7,15-20.

    Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
    Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
    Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.
    Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
    Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.
    Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 28 de Junio - “Por sus frutos los conoceréis”


      San Agustín (354-430) obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Explicación del      Sermón de la Montaña, cap. 24, §80-81


“Por sus frutos los conoceréis”

    Preguntémosnos sobre qué frutos el Señor quiere llamar la atención para reconocer el árbol. Algunos consideran como frutos lo que constituye las vestiduras de las ovejas, así los lobos pueden engañarlos. Quiero indicar aquí los ayunos, las oraciones, las limosnas y todas las obras que pueden ser hechas por los hipócritas. Sin esto Jesús no habría dicho: "Absteneos de hacer justicia delante de los hombres, para llamarles la atención " (Mt 6,1)... Muchos dan a los pobres por ostentación y no por benevolencia; muchos rezan o más bien parece que rezan, pero no lo hacen por Dios sino más bien por la estima de los hombres; muchos ayunan y fingen una austeridad asombrosa, para atraerse la admiración de los que ven sus obras. Todas estas obras son engaños... El Señor concluye que estos frutos no son suficientes para juzgar el árbol. Las mismas acciones hechas con una intención recta y en verdad constituyen la vestidura de las ovejas auténticas...

    El apóstol Pablo nos dice por qué frutos reconoceremos el árbol malo: "Es fácil reconocer las obras de la carne: desenfreno, impureza, obscenidad, idolatría, brujería, odios, disputas, celos, cólera, disensión, sectarismo, rivalidades, borracheras, rencillas y cosas semejantes " (Ga 5,19-20). El mismo apóstol nos dice seguidamente por qué frutos podemos reconocer un árbol bueno: "Pero al contrario los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fe, humildad y control de sí" (v. 22-23).

    Hay que saber que la palabra "alegría" se toma aquí en su sentido propio; los hombres malvados en sentido propio ignoran la alegría, pero conocen el placer... Es el sentido propio de la palabra, lo que sólo los buenos conocen; "no hay alegría para los impíos, dice el Señor" (Is 48,22). Lo mismo ocurre con la fe verdadera. Las virtudes enumeradas pueden ser disimuladas por los malos y los impostores, pero no engañan al ojo límpio y puro capaz de discernirlo.

SANTORAL - SAN IRENEO DE LYON

28 de Junio


    Memoria de San Ireneo, obispo, que, como atestigua san Jerónimo, de niño fue discípulo de san Policarpo de Esmirna y custodió con fidelidad la memoria de los tiempos apostólicos. Ordenado presbítero en Lyon, fue el sucesor del obispo san Potino y, según cuenta la tradición, murió coronado por un glorioso martirio. Debatió en muchas ocasiones acerca del respeto a la tradición apostólica y, en defensa de la fe católica, publicó un célebre tratado contra la herejía.

    Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teología cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos y salvar así a la fe católica del grave peligro que corrió de contaminarse y corromperse por las insidiosas doctrinas de aquellos herejes.

    Nada se sabe sobre su familia. Probablemente nació alrededor del año 135, en alguna de aquellas provincias marítimas del Asia Menor, donde todavía se conservaba con cariño el recuerdo de los Apóstoles entre los numerosos cristianos. Sin duda que recibió una educación muy esmerada y liberal, ya que sumaba a sus profundos conocimientos de las Sagradas Escrituras, una completa familiaridad con la literatura y la filosofía de los griegos. Tuvo además, el inestimable privilegio de sentarse entre algunos de los hombres que habían conocido a los Apóstoles y a sus primeros discípulos, para escuchar sus pláticas. Entre éstos, figuraba san Policarpo, quien ejerció una gran influencia en la vida de Ireneo. Por cierto, que fue tan profunda la impresión que en éste produjo el santo obispo de Esmirna que, muchos años después, como confesaba a un amigo, podía describir con lujo de detalles, el aspecto de san Policarpo, las inflexiones de su voz y cada una de las palabras que pronunciaba para relatar sus entrevistas con san Juan, el Evangelista, y otros que conocieron al Señor, o para exponer la doctrina que habían aprendido de ellos. San Gregorio de Tours afirma que fue san Policarpo quien envió a Ireneo como misionero a las Galias, pero no hay pruebas para sostener esa afirmación.

    Desde tiempos muy remotos, existían las relaciones comerciales entre los puertos del Asia Menor y el de Marsella y, en el siglo segundo de nuestra era, los traficantes levantinos transportaban regularmente las mercancías por el Ródano arriba, hasta la ciudad de Lyon que, en consecuencia, se convirtió en el principal mercado de Europa occidental y en la villa más populosa de las Galias. Junto con los mercaderes asiáticos, muchos de los cuales se establecieron en Lyon, venían sus sacerdotes y misioneros que portaron la palabra del Evangelio a los galos paganos y fundaron una vigorosa iglesia local. A aquella iglesia llegó san Ireneo para servirla como sacerdote, bajo la jurisdicción de su primer obispo, san Potino, que también era oriental, y ahí se quedó hasta su muerte. La buena opinión que tenían sobre él sus hermanos en religión, se puso en evidencia el año de 177, cuando se le despachó a Roma con una delicadísima misión. Fue después del estallido de la terrible persecución de Marco Aurelio, cuando ya muchos de los jefes del cristianismo en Lyon se hallaban prisioneros. Su cautiverio, por otra parte, no les impidió mantener su interés por los fieles cristianos del Asia Menor. Conscientes de la simpatía y la admiración que despertaba entre la cristiandad su situación de confesores en inminente peligro de muerte, enviaron al papa san Eleuterio, por conducto de Ireneo, «la más piadosa y ortodoxa de las cartas», con una apelación al Pontífice «en nombre de la unidad y de la paz de la Iglesia», para que tratase con suavidad a los hermanos montanistas de Frigia. Asimismo, recomendaban al portador de la misiva, es decir, a Ireneo, como a un sacerdote «animado por un celo vehemente para dar testimonio de Cristo» y un amante de la paz, como lo indicaba su nombre (efectivamente, «ireneo» significa «pacífico»).

    El cumplimiento de aquel encargo, que lo ausentaba de Lyon, explica por qué Ireneo no fue llamado a compartir el martirio de san Potino y sus compañeros y ni siquiera lo presenció. No sabemos cuánto tiempo permaneció en Roma, pero tan pronto como regresó a Lyon, ocupó la sede episcopal que había dejado vacante san Potino. Ya por entonces había terminado la persecución y los veinte o más años de su episcopado fueron de relativa paz. Las informaciones sobre sus actividades son escasas, pero es evidente que, además de sus deberes puramente pastorales, trabajó intensamente en la evangelización de su comarca y las adyacentes. Al parecer, fue él quien envió a los santos Félix, Fortunato y Aquileo, como misioneros a Valence, y a los santos Ferrucio y Ferreolo, a Besançon. Para indicar hasta qué punto se había identificado con su rebaño, basta con decir que hablaba corrientemente el celta en vez del griego, que era su lengua madre.

    La propagación del gnosticismo en las Galias y el daño que causaba en las filas del cristianismo, inspiraron en el obispo Ireneo el anhelo de exponer los errores de esa doctrina para combatirla. Comenzó por estudiar sus dogmas, lo que ya de por sí era una tarea muy difícil, puesto que cada uno de los gnósticos parecía sentirse inclinado a introducir nuevas versiones propias en la doctrina. Afortunadamente, san Ireneo era «un investigador minucioso e infatigable en todos los campos del saber», como nos dice Tertuliano, y, por consiguiente, salvó aquel escollo sin mayores tropiezos y hasta con cierto gusto. Una vez empapado en las ideas del adversario, se puso a escribir un tratado en cinco libros, en cuya primera parte expuso completamente las doctrinas internas de las diversas sectas para contradecirlas después con las enseñanzas de los Apóstoles y los textos de las Sagradas Escrituras.

    Hay un buen ejemplo sobre el método de combate que siguió, en la parte donde trata el punto doctrinal de los gnósticos de que el mundo visible fue creado, conservado y gobernado por seres angelicales y no por Dios, quien seguirá eternamente desligado del mundo, superior, indiferente y sin participación alguna en las actividades del Pleroma (el mundo espiritual invisible). Ireneo expone la teoría, la desarrolla hasta llegar a su conclusión lógica y, por medio de una eficaz «reductio ad absurdum», procede a demostrar su falsedad. Ireneo expresa la verdadera doctrina cristiana sobre la estrecha relación entre Dios y el mundo que Él creó, en los siguientes términos: «El Padre está por encima de todo y Él es la cabeza de Cristo; pero a través del Verbo se hicieron todas las cosas y Él mismo es el jefe de la Iglesia, en tanto que Su Espíritu se halla en todos nosotros; es Él esa agua viva que el Señor da a los que creen en Él y le aman porque saben que hay un Padre por encima de todas las cosas, a través de todas las cosas y en todas las cosas».

    Ireneo se preocupa más por convertir que por confundir y, por lo tanto, escribe con estudiada moderación y cortesía, pero de vez en cuando, se le escapan comentarios humorísticos. Al referirse, por ejemplo, a la actitud de los recién «iniciados» en el gnosticismo, dice: «Tan pronto como un hombre se deja atrapar en sus "caminos de salvación", se da tanta importancia y se hincha de vanidad a tal extremo, que ya no se imagina estar en el cielo o en la tierra, sino haber pasado a las regiones del Pleroma y, con el porte majestuoso de un gallo, se pavonea ante nosotros, como si acabase de abrazar a su ángel». Ireneo estaba firmemente convencido de que gran parte del atractivo del gnosticismo, se hallaba en el velo de misterio con que gustaba de envolverse y, de hecho, había tomado la determinación de «desenmascarar a la zorra», como él mismo lo dice, Y por cierto que lo consiguió: sus obras, escritas en griego, pero traducidas al latín casi en seguida, circularon ampliamente y no tardaron en asestar el golpe de muerte a los gnósticos del siglo segundo. Por lo menos, de entonces en adelante, dejaron de constituir una seria amenaza para la Iglesia y la fe católicas.

    Trece o catorce años después de haber viajado a Roma con la carta para el papa Eleuterio, fue de nuevo Ireneo el mediador entre un grupo de cristianos del Asia Menor y el Pontífice. En vista de que los cuartodecimanos se negaban a celebrar la Pascua de acuerdo con la costumbre occidental, el papa Víctor III los había excomulgado y, en consecuencia, existía el peligro de un cisma. Ireneo intervino en su favor. En una carta bellamente escrita que dirigió al Papa, le suplicaba que levantase el castigo y señalaba que sus defendidos no eran realmente culpables, sino que se aferraban a una costumbre tradicional y que, una diferencia de opinión sobre el mismo punto, no había impedido que el papa Aniceto y san Policarpo permaneciesen en amable comunión. El resultado de su embajada fue el restablecimiento de las buenas relaciones entre las dos partes y de una paz que no se quebrantó. Después del Concilio de Nicea, en 325, los cuartodecimanos acataron voluntariamente el uso romano, sin ninguna presión por parte de la Santa Sede.

    Se desconoce la fecha de la muerte de San Ireneo, aunque por regla general, se establece hacia el año 202. De acuerdo con una tradición posterior, se afirma que fue martirizado, pero no es probable ni hay evidencia alguna sobre el particular. Los restos mortales de san Ireneo, como lo indica Gregorio de Tours, fueron sepultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llamaba iglesia de San Juan, pero más adelante, llevó el nombre de San Ireneo. Esta tumba o santuario fue destruido por los calvinistas en 1562 y, al parecer, desaparecieron hasta los últimos vestigios de sus reliquias. Es digno de observarse que, si bien la fiesta de san Ireneo se celebra desde tiempos muy antiguos en el Oriente (el 23 de agosto), sólo a partir de 1922 se ha observado en la iglesia de Occidente.

    El tratado contra los gnósticos ha llegado hasta nosotros completo en su versión latina y, en fechas posteriores, se descubrió la existencia de otro escrito suyo: la exposición de la predicación apostólica, traducida al armenio. A pesar de que el resto de sus obras desapareció, bastan los dos trabajos mencionados para suministrar todos los elementos de un sistema completo de teología cristiana. No ha llegado hasta nosotros nada que pueda llamarse una biografía de la época sobre san Ireneo, pero hay, en cambio, abundante literatura en torno al importante papel que desempeñó como testigo de las antiguas tradiciones y como maestro de las creencias ortodoxas.

Oremos

    Señor, Dios nuestro, que otorgaste a tu obispo San Ireneo la gracia de mantener incólume la doctrina y la paz de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, renovarnos en fe y en caridad y trabajar sin descanso por la concordia y la unidad entre los hombres.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

-FRASE DEL DÍA-