miércoles, 20 de octubre de 2021

-PROPÓSITO DEL DÍA-


 

EVANGELIO DEL DÍA - 21 DE OCTUBRE - San Lucas 12,49-53.



Carta de San Pablo a los Romanos 6,19-23.

Voy a hablarles de una manera humana, teniendo en cuenta la debilidad natural de ustedes. Si antes entregaron sus miembros, haciéndolos esclavos de la impureza y del desorden hasta llegar a sus excesos, pónganlos ahora al servicio de la justicia para alcanzar la santidad.
Cuando eran esclavos del pecado, ustedes estaban libres con respecto de la justicia.
Pero, ¿Qué provecho sacaron entonces de las obras que ahora los avergüenzan? El resultado de esas obras es la muerte.
Ahora, en cambio, ustedes están libres del pecado y sometidos a Dios: el fruto de esto es la santidad y su resultado, la Vida eterna.
Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Palabra de Dios.


Salmo 1,1-2.3.4.6.

¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
 

Evangelio según San Lucas 12,49-53.

Jesús dijo a sus discípulos: "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

Palabra del Señor.


MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 21 de Octubre - «Yo he venido a traer fuego sobre la tierra» (Lc 12, 49-53)



 

Beato Columba Marmion
El buen celo

«Yo he venido a traer fuego sobre la tierra» (Lc 12, 49-53)


Uno de los mejores frutos de la vida de unión y abandono a Dios es cuidar el fuego del amor en el alma. No sólo del amor divino sino también la caridad hacia el prójimo. Al contacto frecuente con el foco del Amor sustancial, el alma arde por los intereses y la gloria del Señor, por el crecimiento del reinado de Cristo en los corazones. La verdadera vida interior nos libra tanto a las almas cómo a Dios: ella es fuente de celo. Cuando amamos realmente a Dios, deseamos que sea amado, que su Nombre sea glorificado, que su reinado llegue a las almas, que su voluntad se haga en todos (cf. Mt 6,9-10).

El alma que ama realmente a Dios, siente profundamente las injurias que son hechas al objeto de su amor: “Me lleno de indignación ante los pecadores, ante los que abandonan tu ley” (Sal 118,53). Sufre al ver expandirse por el pecado el imperio del príncipe de las tinieblas. “El demonio ronda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (I Pe 5,8), tiene cómplices a quienes insufla un ardor incesante, un celo de odio contra los miembros de Cristo Jesús. El alma que ama sinceramente a Dios, es también devorada de celo pero por la gloria de la casa de Señor (cf. Sal 68,10).

¿Qué es el celo? Un ardor que quema y se comunica, consume y se propaga. Es la llama del amor -o el odio- que se manifiesta en la acción. El alma abrasada de un santo celo se dispensa totalmente por Dios, busca servirlo con todas sus fuerzas. Cuanto más el foco de ese fuego interior es ardiente, más irradia exteriormente. El alma está animada por ese fuego que Cristo Jesús ha venido a traer sobre la tierra y que desea ardientemente ver encenderse en nosotros (cf. Lc 12,49).

SANTORAL DEL DÍA - 21 DE OCTUBRE - SANTAS ÚRSULA Y COMPAÑERAS VÍRGENES, VÍRGENES Y MÁRTIRES



Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.

La Iglesia trata con gran reserva el caso de santa Úrsula y sus compañeras, martirizadas en Colonia. La comisión nombrada por Benedicto XIV tenía el proyecto de suprimir su fiesta, que llegó a considerarse por completo fantástica y carente de todo valor. Ya el Martirologio Romano de 1922 suprimía algunas referencias históricas, como el tradicional número de once mil vírgenes, y las circunstancias concretas del martirio. Al respecto, puede ser útil comparar las redacciones respectivas de los elogios de 1922 y de la edición de 2001: «En Colonia Agripina, santas Úrsula y compañeras, quienes, a causa de la religión cristiana y de la preservación de la virginidad, fueron asesinadas por los Hunos, llevando a término su vida en el martirio; muchos de sus cuerpos fueron conservados en Colonia.» (Martirologio de 1922) «Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.» (Martirologio de 2001) Es notable la desaparición de toda circunstancia histórica, quedando todo el peso del elogio en la basílica construida en honor de las mártires, que, como veremos luego, es lo único concreto de toda esta memoria.

En la iglesia de Santa Úrsula, en Colonia, hay una inscripción latina, que data probablemente de la segunda mitad del siglo IV o principios del siglo V. Su texto dice: no hay una traducción aceptable del texto, ya que se trata de una inscripción bastante oscura. Pero parece conmemorar el hecho de que un tal Clemacio, senador, tuvo ciertas visiones en las que se le ordenó que emprendiese la reconstrucción en ese lugar, que era de su propiedad, de la basílica de las vírgenes que habían sido martirizadas allí. Debe tenerse presente que la inscripción no dice nada sobre el número y los nombres de las vírgenes, ni sobre la época y las circunstancias de su martirio, no nombra a Úrsula ni a los Hunos. Toda su importancia proviene de que menciona, si es que la inscripción está bien datada en el siglo IV o V, una basílica anterior, quizás preconstantiniana, testigo de un culto muy antiguo. Esta es toda la base sobre la que descansa el culto de santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, cuya leyenda es tan famosa.

La forma más antigua de la leyenda es un sermón compuesto en Colonia, probablemente a principios del siglo IX, con motivo del día de la fiesta. El autor confiesa que no existía entonces ningún escrito sobre el martirio y se limita a repetir la leyenda oral, sin dar pruebas sobre la veracidad de su contenido. Las doncellas eran muy numerosas, tal vez varios miles. La principal era Vinosa o Pinosa. El martirio tuvo lugar durante la persecución de Maximiano. Según una variante, las vírgenes habían llegado a Colonia con la Legión Tebana, aunque el autor se inclina más bien a pensar que eran originarias de Inglaterra. Ninguno de los martirologios clásicos de la época menciona a estas mártires, pero Usuardo conmemora a las vírgenes Marta y Saula y sus compañeras, martirizadas en Colonia y Wandelberto de Prüm, mediados del siglo IX, habla de los millares de vírgenes de Cristo que padecieron el martirio a orillas del Rin el 21 de octubre.

La primera mención del nombre de santa Úrsula, que formaba parte de un grupo de unas pocas vírgenes (no once mil), data de fines del siglo IX. Varias fuentes litúrgicas de esa época, dicen que santa Úrsula formaba parte de un grupo, pero a veces menciona a cinco, otras ocho, otras once vírgenes; por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Marta, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia. Por supuesto que ninguno de estos documentos es anterior al siglo IX, pero al menos son testimonios independientes a las leyendas ursulinas -que recién comenzaban a circular- y su testimonio no queda invalidado por dichas leyendas. En una sola de estas listas Úrsula está primera.

Sin embargo, ya a principios del siglo X se comenzó a hablar de «once mil» vírgenes, aunque no se sabe cómo ni por qué. Se puede quizás pensar que se juntó el dato de las once de uno de los listados litúrgicos, con la idea de «miles de vírgenes» en el Rin, que provenía de otras fuentes, según vimos; y según una teoría, la abreviación «XI M.V.» (undecim martyres virgines) se tradujo equivocadamente por undecim milia virgines. Sea como sea que se haya llegado a pasar de un puñado de no más de once a nada menos que once mil, para el siglo X estaban todos los elementos básicos de tan fantástica historia, y sólo faltaba que la imaginación popular y moralizante dieran una forma agradable y transmisible a todo este conjunto.

Ésta es, pues, la forma que tomó más tarde en Colonia: Un rey pagano solicitó la mano de Úrsula, hija de un monarca cristiano de Inglaterra. La joven quería permanecer virgen y obtuvo un plazo de tres años, que empleó en continuas travesías marítimas. Tenía diez damas de honor y cada una de ellas, lo mismo que Úrsula, llevaba mil compañeras. La expedición constaba de once navíos. Al cumplirse el plazo de tres años, los vientos arrastraron los navíos a la desembocadura del Rin. La caravana de doncellas se dirigió entonces a Colonia y después, a Basilea. Allí desembarcaron Úrsula y sus compañeras, quienes cruzaron los Alpes y fueron a Roma a visitar el sepulcro de los Apóstoles. Después, volvieron por el mismo camino a Colonia. Como Úrsula se rehusase a contraer matrimonio con el rey de los hunos, fue asesinada por los bárbaros junto con todas sus compañeras. Los ángeles se encargaron de dispersar a los asesinos, de suerte que los habitantes de la ciudad pudieron recuperar los cadáveres. Clemacio construyó en su honor una basílica.

Godofredo de Monmouth, en el siglo XII, da otra versión de origen galo, no menos fantástica: El emperador Maximiano, es decir, Magno Clemente Máximo, conquistó las Galias el año 383 y fundó en Bretaña una colonia inglesa, compuesta en gran parte por soldados, bajo las órdenes de Cinán Meiriadog. Cinán pidió al rey de Cornwall, llamado Dionoto, que enviase algunas mujeres para poblar la colonia. Dionoto respondió generosamente y envió a su propia hija, Úrsula y a otras 11.000 doncellas nobles, así como a 60.000 jóvenes del pueblo. Úrsula, que era muy hermosa, debía contraer matrimonio con Cinán. Pero una tempestad arrastró los navíos hacia el norte, a unas islas extrañas pobladas por los bárbaros, y las doncellas murieron a manos de los hunos y de los pictos.

La versión de Colonia constituye la leyenda que podríamos llamar «oficial». Esa versión sitúa el martirio en el año 451: «Atila y los hunos, cuando se replegaban después de su derrota en la Galia, tomaron Colonia, que era entonces una ciudad cristiana muy floreciente. Sus primeras víctimas fueron Úrsula y sus compañeras inglesas» (así rezaba una antigua lección del Breviario en Inglaterra). En el curso del siglo XII, la historia se complicó aún más, gracias a las «revelaciones» de santa Isabel de Schönau y del beato Germán José, canónigo premonstratense. Actualmente, todo el mundo está de acuerdo en que tales revelaciones eran puramente ilusorias, pero en la época en que tuvieron lugar se «descubrieron» en Colonia (1155) numerosas reliquias e inscripciones (naturalmente falsas), que pasaban por ser los epitafios de san Ciriaco Papa, de san Marino de Milán, de san Papunio, rey de Irlanda, de san Picmenio, rey de Inglaterra y de otros muchísimos personajes imaginarios que habían sufrido el martirio con santa Úrsula y sus compañeras. Las pretendidas «revelaciones» del beato Germán (si es que existieron realmente) eran aún más sorprendentes que las de santa Isabel, ya que tenían por finalidad resolver los múltiples problemas de la leyenda y explicar la presencia de los huesos de hombres y aun de niños recién nacidos, entre los restos de las mártires. Indudablemente lo que se descubrió en 1155 fue una fosa común. Por otra parte, todos los indicios nos llevan a pensar que los dos abades de Deutz falsificaron impíamente los hechos y complicaron en el fraude a santa Isabel y al beato Germán, sin que éstos lo supiesen. Todavía se conserva una gran cantidad de «reliquias» en la iglesia de Santa Úrsula en Colonia, sin contar las que se hallan esparcidas en el mundo entero.

Dejando a un lado la leyenda, la inscripción de Clemacio dice que éste restauró una pequeña basílica o cella memorialis, que probablemente había sido saqueada por los francos alrededor del año 353 (y por tanto carece de toda relación con los hunos). Ahí se hallaba el sepulcro de las mártires, y Clemacio prohibió que se diese sepultura en ese lugar a otras personas. El texto de la inscripción no indica absolutamente que se tratase de un vasto cementerio en el que había millares de esqueletos. Durante la Edad Media, se inventaron, poco a poco, los nombres de las compañeras de santa Úrsula que figuran en diversos calendarios y martirologios. Una de las invenciones más famosas y quizás más entrañables, sea la de «santa Córdula», que atemorizada por el martirio escapó de la matanza, pero «al día siguiente, arrepentida, se entregó a los hunos y fue la última que conquistó la palma del martirio» (así lo decía la inscripción del Martirologio Romano de 1922, retirada en la actualidad). Según se sabe, la autora de esta invención fue la monja Helentrudis de Heerse en el documento «Fuit tempore». De cada detalle la predicación ha sacado ejemplos notables y valores permanentes; la iconografía, qué duda cabe, se ha recreado en pintar de mil maneras distintas estos «hechos». Aun en la teología del siglo XX no sabríamos a qué hace referencia el libro de Hans Urs von Bathasar «Córdula, o el acontecimiento auténtico», si no tuviéramos conocimiento de estos desarrollos legendarios. Pero, como lo hemos señalado otras veces, el Martirologio no es un reservorio de leyendas entrañables, sino la celebración de hechos de la fe veraces y fundamentales, que dieron lugar a la nuestra. Muchas veces no tenemos para ellos más que la vaga evocación de una basílica cuyo recuerdo subsistió, o un nombre que ha quedado desprovisto de toda densidad. La historia de la fe nos ofrece muchas veces esa «ascesis de la curiosidad» que la leyenda pretende suavizarnos. Pero lo que debe permanecer es el recuerdo de que nuestra fe está construida sobre martirios auténticos, aunque no conozcamos de ellos más que los retazos que lograron fijarse en una inscripción o un pergamino borroso.

Oremos

¡Oh Dios!, que has concedido a las vírgenes dignamente consagradas a Ti, el valor de enfrentar, con Úrsula como su líder, una lucha maravillosa a través de la palma de la mano del martirio y alcanzaron la gloria de la contemplación celestial, te rogamos que concedas que podamos ser ayudados por la oración de aquellos que en este día después de haber pasado por las puertas de la muerte, has hecho triunfar en el Cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, Quién vive y reina con Dios el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, un Dios, mundo sin fin. Amén.

-FRASE DEL DÍA-



 

OCTUBRE, MES DE LAS MISIONES - «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)







Papa Francisco
Extracto, mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017
(pto.10)

"Queridos hermanos y hermanas, hagamos misión inspirándonos en María, Madre de la evangelización. Ella, movida por el Espíritu, recibió la Palabra de vida en lo más profundo de su fe humilde. Que la Virgen nos ayude a decir nuestro «sí» en la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en nuestro tiempo; que nos obtenga un nuevo celo de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte; que interceda por nosotros para que podamos adquirir la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la salvación."

martes, 19 de octubre de 2021

-PROPÓSITO DEL DÍA-



 

EVANGELIO DEL DÍA - 20 DE OCTUBRE - San Lucas 12,39-48.

 


Carta de San Pablo a los Romanos 6,12-18.

No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales, obedeciendo a sus malos deseos.
Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios.
Que el pecado no tenga más dominio sobre ustedes, ya que no están sometidos a la Ley, sino a la gracia.
¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sometidos a la Ley sino a la gracia? ¡De ninguna manera!
¿No saben que al someterse a alguien como esclavos para obedecerle, se hacen esclavos de aquel a quien obedecen, sea del pecado, que conduce a la muerte, sea de la obediencia que conduce a la justicia?
Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina, a la cual fueron confiados, y ahora, liberados del pecado, han llegado a ser servidores de la justicia.

Palabra de Dios.


Salmo 124(123),1-3.4-6.7-8.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
– que lo diga Israel –
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,

nos habrían devorado vivos.
Cuando ardió su furor contra nosotros,
las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,

nos habrían sumergido las aguas turbulentas.
¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó
como presa de sus dientes!
Nuestra vida se salvó como un pájaro

de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra
.

Evangelio según San Lucas 12,39-48.

Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más."

Palabra del Señor.



MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 20 de Octubre - «Ustedes también estén preparados» (Lc 12, 39-48)



 

San Juan Casiano 
De la castidad.

«Ustedes también estén preparados» (Lc 12, 39-48)

El remedio más eficaz para el corazón humano es la paciencia, según las palabras de Salomón en el libro de los Proverbios: “el hombre manso es el médico del corazón”. No extirpa sólo la cólera, la tristeza, la pereza, la vana gloria o el orgullo, sino también la voluptuosidad y todos los vicios a la vez. “La longanimidad”, dice también Salomón, “hace la prosperidad de los reyes”. El que es siempre manso y tranquilo, no se inflama con cólera, ni se consume en las angustias del tedio y la tristeza, no se dispersa en las fútiles búsquedas de vana gloria ni se eleva en la presunción del orgullo: “Los que aman tu ley gozan de una gran paz, nada los hace tropezar” (Sal 118,165). Realmente, el Sabio tiene razón cuando expresa: “El que tarda en enojarse vale más que un héroe, y el dueño de sí mismo, más que un conquistador” (Prov 16,32).

Pero hasta que obtengamos esta paz sólida y durable, debemos aguardar múltiples embestidas. Frecuentemente, debemos repetir entre lágrimas y gemidos: “Mis heridas hieden infectadas, a causa de mi insensatez; estoy agobiado, decaído hasta el extremo y ando triste todo el día” (Sal 38,6-7). Hasta que el alma llegue al estado de pureza perfecta, pasará frecuentemente por esas alternativas necesarias a su formación, en la espera que por fin la gracia de Dios llene sus deseos, afirmándolo para siempre. Entonces podrá decir con toda verdad: “Esperé confiadamente en el Señor: él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa infernal, del barro cenagoso; afianzó mis pies sobre la roca y afirmó mis pasos” (Sal 39, 2-3).



SANTORAL DEL DÍA - 20 DE OCTUBRE - SANTA MARÍA BERTILA BOSCARDIN



En Treviso, en Italia, santa María Bertila (Ana Francisca) Boscardin, virgen de la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea de los Sagrados Corazones, que en su trabajo en un hospital se mostró solicita de la salud corporal y espiritual de los enfermos.

«La fuerza del Sacramento de la Eucaristía me alcanza siempre y en todas partes para que yo me comporte con responsabilidad... Porque yo siento necesidad de estar un rato con nuestro Señor.»

Santa Bertilia siguió el «caminito espiritual» de santa Teresa del Niño Jesús. Era una mujer de gran juicio práctico y voluntad muy firme que se santificó cumpliendo sencillamente su deber de todos los días, a pesar de su mala salud, su reducida capacidad intelectual y su falta de iniciativa. Nació en 1888, en Brendola, entre Vicenza y Verona, en el seno de una pobre familia de campesinos. Su nombre de pila era Ana Francisca, pero todos la llamaban Anita. El P. Emigdio Federici, su biógrafo, escribe que Anita era una niña «tranquila y muy trabajadora, cuya infancia no tuvo nada de pintoresco». Ángel Boscardin, el padre de Anita, era un hombre muy celoso y dado a la bebida, de suerte que los pleitos abundaban en su casa, según testificó él mismo en el proceso de beatificación de su hija. Anita no podía asistir regularmente a la escuela, pues desde pequeña tuvo que trabajar en el hogar y ganar un poco de dinero ayudando en casa de los vecinos. Sus compañeros de juegos la apodaban «la tontita». Probablemente no les faltaba razón, ya que, cuando el P. Capovilla, párroco del lugar, habló de la vocación religiosa de la niña con el arcipreste Gresele, éste no pudo contener la risa. Sin embargo, como la consideraba por lo menos suficientemente inteligente para pelar patatas, el P. Gresele habló de Anita a ciertas religiosas, quienes se negaron a admitirla.

Como quiera que fuese, a los dieciséis años Anita ingresó en el convento de las Hermanas de Santa Dorotea, en Vicenza y recibió el nombre de Bertilia, en honor de la santa abadesa de Chelles. La joven dijo a su maestra de novicias: «Yo no sé hacer nada. Soy una inútil, una 'tontita'. Enseñadme a ser santa». La hermana Bertilia pasó un año ayudando en la cocina, en la panadería y en la lavandería. Después, fue enviada a aprender las tareas de enfermera en Treviso, donde las hermanas de Santa Dorotea tenían a su cargo el hospital municipal. Pero la superiora prefirió emplearla como ayudante de la cocinera. Anita no pudo salir de la cocina hasta después de su profesión. En 1907, pasó a ayudar en el pabellón de los niños diftéricos y, a partir de entonces, vivió consagrada al cuidado de los enfermos. Pero, bien pronto contrajo una penosa enfermedad que la atormentó durante los últimos doce años de su vida. y la llevó finalmente al sepulcro, a pesar de las intervenciones de los cirujanos.

A principios de 1915, el hospital de Treviso fue ocupado por las tropas. Dos años más tarde, a raíz de la derrota de Caporetto, el ejército italiano tuvo que replegarse a Piave, y el hospital quedó en pleno frente de batalla. Durante los bombardeos aéreos, en tanto que el terror paralizaba a algunas de sus hermanas, santa Bertilia, no menos asustada, se ocupaba en llevar café y vino de Marsala a los enfermos, sin que sus quehaceres le impidieran pasar las cuentas de su rosario. Bertilia y algunas de sus hermanas fueron pronto enviadas a un hospital militar de Viggiu, en las cercanías de Como. El capellán, Pedro Savoldelli y el oficial, Mario Lameri, no pudieron menos de admirar la laboriosidad y la caridad de Bertilia. En cambio, la superiora no supo apreciar las cualidades de su súbdita, como había sucedido ya con otras superioras, y la reprendía por trabajar exageradamente y por estar demasiado apegada a los enfermos. Finalmente, acabó por enviarla a la lavandería. Bertilia trabajó allí sin una queja durante cuatro meses, hasta que la madre general, una mujer extraordinaria que se llamaba Azelia Farinea, comprendió la injusticia y sacó a la santa de Viggiu.

Después del armisticio, la hermana Bertilia retornó al hospital de Treviso, donde se le confió el pabellón de infecciosos para niños. La salud de la hermanita iba de mal en peor; tres años más tarde los médicos decidieron operarla. La operación resultó fatal, y la hermana Bertilia murió tres días después, el 20 de octubre de 1922. En el primer aniversario de su muerte, se puso en el Hospital de Treviso una placa con la siguiente inscripción: «A la hermana Bertilia Boscardin, alma escogida y de bondad heroica, quien durante varios años alivió como un ángel el sufrimiento humano en este hospital ...» El pueblo empezó a acudir a la tumba de la hermana Bertilia en Treviso. Sus restos fueron más tarde trasladados a Vicenza, donde Dios obró por su intercesión muchas curaciones. Fue beatificada en 1952, en presencia de algunos miembros de su familia y de varios pacientes a los que había asistido, y el papa Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.

Oremos

¡Oh Jesús, que subes al cielo; oh Señor, Rey bendito e inmortal de los siglos, te damos gracias por haber asociado hoy a Santa Bertila a tu triunfo y haber encendido con ella una nueva estrella en el firmamento de tu Iglesia! Al volver al Padre prometiste no dejarnos nunca, y benignamente sigues estando con nosotros, también en el testimonio y amor de tus Santos, que son tu más bello cortejo en el cielo y tu buen olor aquí en la tierra. Por intercesión de Santa Bertila y de todos los Santos, suscita en las almas, en las familias, en las diócesis semillas fecundas y siempre nuevas de santidad; numerosas y ardientes vocaciones; almas bellas y puras; familias sanas y generosas que vivan en tu santo amor. Y concédenos que, sostenidos por tu gracia y fortalecidos por los ejemplos de tus Santos, podamos honrarte todos los días con serenidad y alegría, ánimo y perseverancia para poder vivir una vida divina. Amén


 

-FRASE DEL DÍA-



 

OCTUBRE, MES DE LAS MISIONES - «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20)



 

Papa Francisco
Extracto, mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2017
(pto.8)


"Los jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad. «Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado [...]. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean “callejeros de la fe”, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!»"