viernes, 5 de marzo de 2021

EVANGELIO - 06 de Marzo - San Lucas 15,1-3.11b-32.


        Libro de Miqueas 7,14-15.18-20.

    Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos!
    Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas.
    ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad.
    El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas.  Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados.
    Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.


Salmo 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.


    Evangelio según San Lucas 15,1-3.11b-32.

    Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
    Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
    Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos.
    El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
    Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
    Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
    Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
    El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
    Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
    Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
    Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
    El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
    Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
    Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
    El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
    Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
    El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
    El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
    ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
    Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
    Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 06 de Marzo - «Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre»


       San Pedro Crisólogo Sermón: No ha perdido su condición de Padre 2 y 3: PL 52, 188-189.192

«Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre»

    El que pronuncia estas palabras estaba tirado por el suelo. Toma conciencia de su caída, se da cuenta de su ruina, se ve sumido en el pecado y exclama: «Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre.» ¿De dónde le viene esta esperanza, esta seguridad, esta confianza? Le viene por el hecho mismo que se trata de su padre. «He perdido mi condición de hijo; pero el padre no ha perdido su condición de padre. No hace falta que ningún extraño interceda cerca de un padre; el mismo amor del padre intercede y suplica en lo más profundo de su corazón a favor del hijo. Sus entrañas de padre se conmueven para engendrar de nuevo a su hijo por el perdón. «Aunque culpable, yo iré donde mi padre.»

    Y el padre, viendo a su hijo, disimula inmediatamente la falte de éste. Se pone en el papel de padre en lugar del papel de juez. Transforma al instante la sentencia en perdón, él que desea el retorno del hijo y no su perdición... «Lo abrazó y lo cubrió de besos.» (Lc 15,20) Así es como el padre juzga y corrige al hijo. Lo besa en lugar de castigarlo. La fuerza del amor no tiene en cuenta el pecado, por esto con un beso perdona el padre la culpa del hijo. Lo cubre con sus abrazos. El padre no publica el pecado de su hijo, no lo abochorna, cura sus heridas de manera que no dejan ninguna cicatriz, ninguna deshonra. «Dichoso el que ve olvidada su culpa y perdonado su pecado.» (Sal 31,1)

SANTORAL - SANTA COLETA

06 de Marzo


    Virgen (1380-1447) Hija única. Su padre fue un carpintero de Corbie, en la Picardía, que en agradecimiento a san Nicolás por haberle dado la niña tan deseada, esperada y que parecía que no iba a llegar nunca, le puso por nombre Nicolette. Quedó huérfana a los dieciocho años.

    La mitad de su vida transcurrió durante el Cisma de Occidente (1378-1417), donde se simultaneaban papas y antipapas a granel; hasta tres papas llegó a tener la Iglesia, uno en Roma, otro en Avignón y otro en Pisa. Coleta, que como la gran mayoría de los franceses, aceptaba la obediencia al papa de Avignón, tomó en el mismo año tres hábitos distintos por la entrada en tres monasterios diferentes. Tal como entró salió en las beguinas de Amiens, en las benedictinas de Corbie y en las clarisas "suaves" o mitigadas en su rigor primitivo por bula de Urbano IV (muerto en 1264) y por ello llamadas "urbanistas"; todos los monasterios le parecían demasiado cómodos y relajados; todos los ella conoció habían perdido el rigor primitivo.

    Ciertamente los males eran muy grandes en la Iglesia. Por fin recaló en la Tercera Orden de san Francisco, sin vida en común. Decidió enclaustrarse ella misma, haciendo que le tapiaran entre dos contrafuertes de la iglesia de Nuestra Señora de Corbie; allí tenía la suerte de no tener nada, de poder emplear el día y la noche en oración contemplativa y dedicarse a las penitencias que el espíritu le sugería. Vivía reclusa, vestida con su hábito, y consiguió hacer de aquel espacio su celda particular desde la que podía asistir a la misa diaria y recibir a Jesús Sacramentado.

    Por cuatro años llevó aquella vida solitaria y penitente, ayunando toda la Cuaresma a pan agua y repitiendo en alguna que otra temporada la misma pauta; con poco sueño y mala cama, si es que puede recibir este nombre el manojo de sarmientos desparramados por el suelo y que le servían para estirar sus huesos. En esas circunstancias tuvo éxtasis en los que le parecía contemplar el lastimoso estado de las personas consagradas a Dios, que habían perdido el fervor de la primera caridad. Lágrimas y más penitencia para expiar.

    Tuvo visiones de la Virgen, de san Francisco y santa Clara que le pedían dedicase su tiempo y fuerzas a reformar la Orden franciscana; pero como se veía a sí misma como la criatura más tosca, vil y torpe para tamaña empresa, no se atrevió a hacer nada hasta que recibió la prueba de lo que desde el Cielo se le pedía. Animada por fray Enrique de la Beaume y ayudada por la Sra. De Brisay, se trasladó de Niza a Provenza para entrevistarse con Benedicto XIII, en Avignón. Tiene veinticinco años. Asombrado quedó el papa con las propuestas de Coleta; autorizó la reforma para todas aquellas monjas que quisieran aceptarla y la autorizó para fundar nuevos conventos; aprobó con todas sus bendiciones el propósito de Colette, vistiéndole él mismo el hábito de la Orden Franciscana, otorgándole el velo y el cíngulo, y nombrándola abadesa y superiora general tanto de los conventos que reformase como de los que fundase.

    Toda Francia se puso en su contra: los seglares, los religiosos y los mismos prelados consideraron aquella aventura poco menos que imposible. Las monjas la juzgaron como amotinada, orgullosa, hipócrita e ilusa. Tuvo que retirarse a Saboya por la persecución; después pasó a Borgoña. Gracias a su perseverancia se consiguió aquel imposible por la cantidad de sinsabores, humillaciones, mortificación y trabajo que debió padecer para sacar la reforma adelante. La peste ayudó un poco también, llevándose por delante con sus estragos a las que mostraron mayor resistencia a la reforma. El primer convento que aceptó la vuelta al primitivo espíritu fue el de Besanzon; luego se corrió el buen deseo por toda centro Europa y dejó atrás a los Pirineos, cuando pasó a España.

    Murió Coleta, después de recibir fervorosamente los sacramentos, en Gante (Bélgica), el día 6 de marzo de 1447, con sesenta y seis años de edad, después de haber sido adornada con los dones de profecía y milagros. Ella misma fundó dieciocho nuevos conventos llamados de las Clarisas Pobres, las descalzas, que viven en alegría el espíritu de Coleta.

Oremos

    Oh Dios, que concediste a Santa Coleta el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, busquemos la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo. Amén.

jueves, 4 de marzo de 2021

EVANGELIO - 05 de Marzo - San Mateo 21,33-43.45-46.


        Libro de Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28.

    Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas.
    Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
    Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre.
    Entonces Israel dijo a José: "Tus hermanos están con el rebaño en Siquém. Quiero que vayas a verlos".
    José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
    Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
    "Ahí viene ese soñador", se dijeron unos a otros.
    "¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas?  Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!".
    Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: "No atentemos contra su vida".
    Y agregó: "No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él". En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
    Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica - la túnica de mangas largas que llevaba puesta - , lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
    Luego se sentaron a comer. De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
    Entonces Judá dijo a sus hermanos: "¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre?
    En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne". Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
    Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.


Salmo 105(104),16-17.18-19.20-21.

Él provocó una gran sequía en el país
y agotó todas las provisiones.
Pero antes envió a un hombre,
a José, que fue vendido como esclavo.

Le ataron los pies con grillos
y el hierro oprimió su garganta,
hasta que se cumplió lo que él predijo,
y la palabra del Señor lo acreditó.

El rey ordenó que lo soltaran,
el soberano de pueblos lo puso en libertad;
lo nombró señor de su palacio
y administrador de todos sus bienes.


    Evangelio según San Mateo 21,33-43.45-46.

    Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
    Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
    Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
    El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
    Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo".
    Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".
    Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
    Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».
    Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»
    Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
    Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
    Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
    Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 05 de Marzo - «Había un padre de familia que plantó una viña»


        San Máximo de Turín Sermón: Espinas del corazón para la fiesta de San Cipriano

«Había un padre de familia que plantó una viña»

    La viña del Señor, dice el profeta, es la casa de Israel. (Is 5,7) Ahora bien, esta casa somos nosotros...y pues somos Israel, somos también la viña del Señor. Vigilemos, pues, que no nazca de nuestros sarmientos, en lugar de la uva dulce, el fruto de la cólera. (Ap 14,19), para que no diga: «Esperaba uvas y dio agraces» (cf Is 5,7) ¡Qué tierra tan ingrata! La que tenía que dar a su amo frutos de dulzura, lo atravesó con espinas agudas. Así, sus enemigos, los que tenían que haber acogido a su Salvador con toda la devoción de su fe, lo coronaron con espinas en la pasión. Para ellos, esta corona significaba ultraje e injuria, pero, a los ojos del Señor, era la corona de las virtudes...

   Prestad atención, hermanos, que no se diga a vuestro propósito: «Esperaba buenos frutos y dieron agraces». Estemos atentos a que nuestras malas acciones no hieran la cabeza del Salvador como espinas crueles. Hay espinas del corazón que han herido hasta la misma palabra de Dios, como lo dice el Señor en el evangelio cuando narra que el grano del sembrador cayó entre espinos, éstos crecieron y ahogaron la semilla. (cf Mt 13,7)… Vigilad, pues, que vuestra viña no produzca espinos en lugar de racimos, que vuestra vendimia no dé vinagre en lugar de vino. Cualquiera que haga la vendimia sin distribuir a los pobres sus bienes, recoge vinagre en lugar de vino. Y aquel que mete su cosecha en los graneros sin dar alimento a los indigentes, no recoge el fruto de la limosna sino el rastrojo de la avaricia.

SANTORAL - SANTOS ADRIAN Y NATALIA

 05 de Marzo


 

    San Adrián. Este último era un centurión romano, de la milicia imperial, en la época del emperador Maximiano, a finales del siglo III. En una ocasión, mientras custodiaba a 33 cautivos cristianos condenados al martirio, estos lo convirtieron a su fe cuando él les preguntó qué recompensa esperaban obtener por el castigo que estaban a punto de sufrir. "La gloria de Dios", fue la convincente respuesta.

    Adrián los dejó libres y, desde luego, fue apresado por orden del propio emperador. Lo torturaron para que confesara dónde estaban los prisioneros, pero Adrián resistió. Ante su negativa, hicieron traer a su esposa, Natalia, para que presenciara el suplicio. Ella, que era cristiana en secreto desde hacía algún tiempo, en lugar de presionarlo para que confesara, le dio ánimos para resistir, para que no pensara el mundo terrenal, sino en la gloria divina.

    Los torturadores, entonces, cortaron las manos del centurión, que murió desangrado. Su esposa escondió una de sus manos entre la ropa y huyó, al poco tiempo, junto a otros cristianos en un barco, llevando sólo la mano de su esposo. Pero en mitad de la travesía, una terrible tormenta dejó la nave a la deriva.

    Entonces la mano de Adrián tomó el timón y llevó a los fugitivos a un sitio seguro. Luego, Natalia llevó la mano al lugar donde estaba enterrado el mártir, la puso junto al cuerpo y murió abrazada al esposo.

Oremos


    Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires Adriano y Natalia la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por tí, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

miércoles, 3 de marzo de 2021

EVANGELIO - 04 de Marzo - San Lucas 16,19-31.


         Libro de Jeremías 17,5-10.

    Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!
    El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita.
    ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza!
    El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.
    Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo ¿quién puede penetrarlo?
    Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.


Salmo 1,1-2.3.4.6.

¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.


    Evangelio según San Lucas 16,19-31.

    Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
    A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
    El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.  El rico también murió y fue sepultado.
    En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
    Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
    'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
    Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
    El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
    Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
    'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.
    Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 04 de Marzo - «Dichoso el hombre que presta de corazón... que atiende al pobre; su justicia durará para siempre»


San Basilio Magno Homilía: Idolatría del “poseer” 6, contra la riqueza: PG 31, 275-278

«Dichoso el hombre que presta de corazón... que atiende al pobre; 
su justicia durará para siempre»

    ¿Qué responderás al soberano juez, tú que revistes tus muros y no cubres a tu semejante que anda desnudo, tú que luces suntuosos peinados y no tienes una mirada de compasión para el que está en la miseria,...tú que entierras tu oro y no acudes a socorrer al necesitado?...

    Dime, ¿qué es lo que te pertenece? ¿De quién has recibido lo que arrastras por esta vida?... ¿No has salido desnudo del vientre materno? ¿Y no volverás a la tierra igualmente desnudo?(Jb 1,21) Los bienes de este mundo ¿de quién los has recibido? Si respondes: -por casualidad, por azar-, eres un impío que rechaza reconocer a su creador y agradecerle sus beneficios. Si dices que de Dios, entonces ¿porqué las has recibido?

     ¿Es que Dios es injusto al repartir con desigualdad los bienes necesarios para la vida? ¿Por qué tú nadas en abundancia mientras que el otro vive en la miseria? ¿No es porque un día, gracias a tu bondad y administración desinteresada, recibas la recompensa , mientras que el pobre obtendrá la corona prometida a la paciencia?... Al hambriento pertenece el pan que tú retienes; al hombre desnudo el manto que tú guardas, celoso, en tus arcas.

SANTORAL - BEATO GIOVANNI ANTONIO FARINA

04 de Marzo


     Nació en Gambellara, Vicenza, Italia el 11 de enero de 1803. Un hermano de su padre era sacerdote y en él recayó la responsabilidad de su formación académica y espiritual, paliando el vacío existente en los pueblos pequeños faltos de escuelas, deficiencia que no le afectó porque tuvo la fortuna de hallar en su tío a un hombre de Dios que, además, estaba bien preparado. Ingresó en el seminario de Vicenza con 15 años y se convirtió en profesor del mismo cuando tenía 21 y aún era alumno de teología. Fue ordenado sacerdote en 1827 y prosiguió ejerciendo la docencia en el seminario, misión que ocupó dieciocho años de su vida. Durante una década fue capellán de la parroquia de san Pedro en Vicenza de la que se hizo cargo al ser ordenado. En esa época ya estaba en marcha la Pía obra de santa Dorotea dedicada a proporcionar educación y formación espiritual cristiana a las niñas de la localidad, cuya dirección le ofrecieron en 1827. Tres años más tarde fue invitado a implicarse también en la gerencia de la Escuela de Caridad, cuya existencia se debía a la generosidad del conde milanés Baldassare Porta, quien pensaba en las niñas que mendigaban por las calles y sufrían abandono.

    En 1831 Giovanni fusionó estas dos obras. A su competencia como profesional de la enseñanza, añadía prudencia, audacia y visión. Estaba al tanto de las últimas corrientes pedagógicas, simpatizando especialmente con las tesis de Lambruschini, de Pestalozzi y de Girard. Todo ello enriquecido por el influjo de Felipe Neri, Calasanz y La Salle dio como resultado una labor de indiscutible riqueza humana y espiritual. Efectuó un proyecto ambicioso y, a la par, sencillo, factible. Puso en marcha una escuela gratuita que tenía como objeto la educación de la mujer equiparando su formación a la que recibían los varones. La consideraba igualmente digna de recibir una enseñanza integral, y además, subrayaba su importante papel en el tejido familiar y social. El proyecto fue aprobado por las autoridades. Así nacía la primera escuela popular femenina. En 1836 se percató de que las educadoras no podían quedarse ancladas en el compromiso de una acción laboral remunerada, sino que debían ir más lejos. Y buscó «maestras de auténtica vocación, consagradas al Señor y dedicadas totalmente a la educación de las niñas pobres». En noviembre de ese año puso en marcha el Instituto de las «Hermanas Maestras de S. Dorotea, Hijas de los Sagrados Corazones» con tres maestras (religiosas) y con la directora y cofundadora, Redenta Olivieri.

    La tarea de las religiosas, que comenzó con las niñas necesitadas, se extendió después a las de clases pudientes, a ciegas y a sordomudas. Él quería que inculcaran «la formación de la mente y del corazón de las jóvenes, sembrando en ellas los primeros gérmenes del temor de Dios, y de las virtudes sociales». Fue para todas como un padre excepcional y entrañable amigo. A esta misión que compaginaba con su participación en distintas instituciones espirituales y culturales realizadas en la ciudad, añadiría luego la asistencia a enfermos y ancianos recluidos en hospitales, asilos y en sus propios domicilios, junto a la dirección de la Escuela Pública primaria y superior. En 1839 recibió el decreto de alabanza de Gregorio XVI. La primera «Casa Asilo» de Vicenza y el «Instituto de los Expuestos» en manos de las religiosas se convirtieron en centros de emblemática asistencia a los necesitados. Giovanni fue designado obispo de Treviso en 1851 desarrollando una acción pastoral en la que los pobres y enfermos recibían de forma preeminente su atención. Por ella se le denominó «el obispo de los pobres». Se dedicó a formar a los fieles, al clero y a los jóvenes. Tuvo que sortear muchos obstáculos incluidos los creados por miembros del cabildo catedralicio que vetaron incluso la celebración del Sínodo diocesano. La oposición conllevaba la paralización de muchos proyectos apostólicos que un espíritu como el suyo no cesaba de forjar. Sabía que «las obras de Dios están sujetas a contradicciones». Diez años de sufrimientos en esta misión no pudieron doblegar el noble corazón de un hombre que vivía completamente volcado en los demás. Hacía notar: «la verdadera ciencia consiste en la educación del corazón, es decir, en el práctico temor de Dios»; una sencilla y efectiva lección. El santo temor al que aludía era en su vida un instrumento activo de una fuerza y fecundidad apostólica imparables.

    En 1861 fue destinado a la sede episcopal de Vicenza, y en ella pudo desarrollar su amplio programa espiritual y educativo. Se trasladaba a pie o a lomos de una mula. Así recorría kilómetros para llevar el mensaje de la fe, el consuelo y aliento a todos, con especial dilección por los pobres y ancianos sacerdotes. Era un hombre de oración, gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús, de la Eucaristía y de la Virgen María, y ese amor especialísimo lo infundía por doquier. Fue un prelado aclamado, pero también vituperado. A las muestras de gratitud por su fértil misión se unían voces acusadoras sin fundamento alguno que le ocasionaron grandes sufrimientos. Su respuesta, como la de todo fiel seguidor de Cristo, fue el perdón. Todo lo acogió en silencio llevado por su ardiente caridad, la que hizo que fuera conocido como «el hombre de la caridad». Sufrió una grave enfermedad en 1886 que le dejó extremadamente debilitado. Dos años más tarde, el 4 de marzo de 1888, murió de un ataque de apoplejía. En 1905 Pío X, que en su momento había sido ordenado sacerdote por Giovanni, aprobó el Instituto fundado por éste. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de noviembre de 2001.

Oremos
    
    Oh Dios Padre, única fuente de santidad, te damos gracias porque nos has dado en el beato Giovanni Antonio Farina un pastor infatigable, un maestro intrépido y un padre de los pobre. Alimentado de tu palabra y de la Divina Eucaristía, encendido de caridad del corazón de tu Hijo y de la Virgen María, lo hiciste fuerte en las pruebas de la vida y lleno de compasión ante el sufrimiento de los hermanos. A imitación suya concédenos amor y fidelidad a la Iglesia, sentimientos de misericordia y ternura para servirte en los pequeños, en los pobres, en los enfermos. Danos tu Santo Espíritu para colaborar contigo en la construcción de tu reino y abrir las puertas del mundo a cristo tu hijo. Concédenos Señor por su intercesión, la gracia que necesitamos. Amén.

martes, 2 de marzo de 2021

EVANGELIO - 03 de Marzo - San Mateo 20,17-28.


        Libro de Jeremías 18,18-20.

    Ellos dijeron: "¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras".
    ¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan!
    ¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.


Salmo 31(30),5-6.14.15-16.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.

Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.

Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.


    Evangelio según San Mateo 20,17-28.

    Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".
    Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
    "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
    "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
    "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
    Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
    Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
    Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 03 de Marzo - «¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber?»


San Francisco de Sales Sermón: Un martirio que dura toda la vida IX, nn. 76-79, 6-5-1616 ó 1617

«¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber?»

    «Entonces se acercó a Jesús la madre de los de Zebedeos con sus hijos, y se postró para hacerle una petición. Jesús replicó: No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de bebe el cáliz que Yo he de beber? Contestaron: Lo somos.» Mt 20, 17-28

    ¡Qué grande es nuestra miseria! Queremos que Dios haga nuestra voluntad y no queremos hacer la suya más que cuando es conforme a la nuestra.

    La mayoría de nosotros, si nos examinamos bien, veremos que nuestras peticiones son impuras e imperfectas; si estamos en la oración, queremos que Dios nos hable, que venga a visitarnos, consolarnos y recrearnos; le decimos que haga esto, que nos de lo otro. Y si no lo hace, aunque sea en beneficio nuestro, nos inquietamos, nos turbamos y nos afligimos...

    Nuestro divino Maestro les dijo: ¿Podéis beber conmigo el cáliz que me está preparado?... y respondieron: podemos. Y Él añadió: ¿sabéis lo que es beber mi cáliz? No creáis que es tener dignidades, honores, favores o consuelos, ¡no! Beber mi cáliz es participar en mi pasión, soportar las penas y los sufrimientos, los clavos, las espinas, beber la hiel y el vinagre.

    Los mártires bebían de un trago ese cáliz... y ¿no es un gran martirio el no hacer nunca su propia voluntad, someter el juicio, desgarrar el corazón, vaciarlo de todos sus afectos impuros y de todo lo que no es Dios; no vivir según nuestras inclinaciones y humores sino según la voluntad divina y la razón?

    Es un martirio muy largo y enojoso y que debe durar toda nuestra vida, pero que nos obtendrá al final una gran corona como recompensa si somos fieles a todo esto.

SANTORAL - SAN EMETERIO Y CELEDONIO

03 de Marzo


    El poeta hispano Prudencio recogió en verso los relatos de la muerte de Emeterio y Celedonio. Calahorra está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.

    En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.

    No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.

    El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

    Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos. Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.

Oremos

    Oh Dios, que fortaleciste en la confesión de tu nombre a los gloriosos mártires Emeterio y Celedonio, concédenos propicio que, pues veneramos sus cuerpos en la tierra, gocemos de su compañía en el cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén